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10.20.1998

Jóvenes y mercado de trabajo en Extremadura. ¿Paro juvenil, o estrategias de retraso en la inserción laboral? (1998)

Comunicación presentada en el VI Congreso Nacional de Sociología, Grupo 08. Sociología del Trabajo, Sección 2ª. La cuestión del empleo

"ResumenEsta comunicación analiza la evolución reciente del mercado de trabajo en Extremadura atendiendo a la variable ‘juventud’. Partiendo de la escasez de datos fiables a nivel regional, se optimizan las fuentes disponibles para centrarse en aquellos factores que en mayor medida han condicionado la evolución de este grupo social y su relación con la ocupación: peso demográfico de los jóvenes, inserción de la mujer en el mercado de trabajo, universalización de la educación secundaria y generalización de la superior, comportamiento de las cohortes de mayor edad, etc.El trabajo apunta algunas paradojas, en una región que sufre un atraso estructural del que sólo lentamente está consiguiendo salir, como son la mejor situación relativa de los jóvenes extremeños que los del conjunto nacional, o la tendencia creciente a recibir inmigrantes -también de cohortes jóvenes- en una región con fuertes índices de desempleo.Como principal aportación, introduce una reflexión teórica sobre lo que se considera, a nivel de hipótesis, un proceso de cambio estructural: una especie de readaptación ‘orgánica’, en función del alargamiento de todos los ciclos vitales, que retrasa la incorporación al trabajo de los seres humanos, que de verificarse debería llegar a una reformulación en profundidad de las denominadas políticas de empleo juvenil, especialmente de las denominadas políticas activas. Esto es, modificar el esfuerzo público por la inserción, en esfuerzo por la preparación, que debería ampliarse hasta tramos de edadde entre 25 y 30 años."


Referencia:

Baigorri, A. (1998), "Jóvenes y mercado de trabajo en Extremadura. ¿Paro juvenil, o estrategias de retraso en la inserción laboral?", VI Congreso Nacional de Sociología, A Coruña

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12.27.1996

Situación del paro, mercado de trabajo y Relaciones Laborales en Extremadura (1996)


Es simplemente lo que anuncia el título. Un análisis de la situación en 1996.


Referencia:
Baigorri, A., Fernández, R., Cortés, G. (1996), "Situación del paro, mercado de trabajo y Relaciones Laborales en Extremadura", Informe del Consejo Económico y Social de Extremadura, Mérida
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11.05.1994

Estrategias de desarrollo local (1994)

A lo largo de 1994 y 1995 desarrollamos desde la consultora TESYT (Taller de Estudios Sociales y Territoriales) que dirigía antes de entrar en la universidad, un encargo de Proyecto Global de Desarrollo, obtenido en concurso, para el Ayuntamiento de Badajoz. El cambio de gobierno tras las elecciones municipales de 1995 hizo que la segunda parte, el Plan de Desarrollo propiamente dicho,  no se concluyese. Al PP no le interesaba el proyecto, y tampoco nosotros nos sentíamos cómodos con los nuevos planteamientos, por lo que aceptamos renunciar a completar el contrato, sin indemnización por ambas partes. Años más tarde el Ayuntamiento desarrollaría otros proyectos, para captar fondos europeos, tomando todos ellos como punto de partida lo que ya habíamos trabajado nosotros. Para presentar el proyecto organizaron desde el Centro de Empleo y Formación unas Jornadas de Desarrollo Local (muy concurridas por agentes de desarrollo local de toda la región), en la que dí la conferencia inaugural, el 9 de Noviembre de 1994



"Primero he borrado la palabra empleo. No ha sido un capricho, ni un deseo de eludir el tema de fondo; sería absurdo en unas Jornadas dedicadas, fundamentalmente, a la promoción del empleo. Pero llevo años pensando -y es por supuesto una reflexión muy personal, que tal vez algunos de ustedes no compartirán-, que no existe, o no puede existir, una política específica de desarrollo para el empleo. Naturalmente tendré que explicarme, para que mi afirmación no parezca una provocación a la violeta.
En mi opinión, cuando se habla de políticas de empleo nos estamos refiriendo en realidad, y en casi todos los casos, a políticas contra el paro. Esto es, a programas destinados a paliar las desventuras de quienes se encuentran en esa situación. En el fondo, por más que contribuyan a mejorar los recursos personales (intelectuales y materiales) de los parados, o su capacidad de desenvolvimiento en una sociedad económicamente hostil, sin embargo las medidas formativas, ayudas, becas de asistencia a cursos, incluso buena parte de las subvenciones a la creación de empresas, son en realidad formas de subsidios de desempleo. Son prestaciones sociales.
Esto que no quiere decir, por supuesto, que con todas estas medidas no se cree empleo.
De hecho, existe ya un subsector económico, a caballo del Terciario(los servicios) y el Cuaternario(la información), al que doy la denominación provisional de sector ocupacional, cada vez más importante. Un sector extremadamente dinámico, con una rotación acelerada en el empleo, cuya materia prima son los parados y cuya producción es la formación ocupacional. Es, además, uno de los pocos sectores económicos en los que no se da la clásica alienación entre el productor y el producto final que descubrió Marx: de hecho, los productores en un curso pueden ser meses más tarde consumidores en otro, y viceversa, y así sucesivamente. Hay quien encuentra ese proceso improductivo, pero a mí me parece muy importante, porque la mejora en la formación, sea cual sea su contenido, hace que la gente se sienta psicológicamente mejor, y capacita al tejido productivo para los cambios.
Acabo de participar en un proyecto de evaluación ex-post de las acciones formativas cofinanciadas por el Fondo Social Europeo, para el que se han encuestado a unas 9.000 personas en toda España, de entre los que en un año determinado realizaron cursos, para ver cómo ha evolucionado después su biografía laboral. Para algunos investigadores los resultados parecían decepcionantes; pues, por ceñirnos al caso de Extremadura, el 82% de los que siguieron cursos seguían, o estaban de nuevo en paro, dos años después. Y en los pocos casos en que habían obtenido empleo éste tenía un nivel muy precario. Sin embargo, yo he defendido en mis conclusiones una actitud claramente positiva hacia los mismos. Tengamos en cuenta que, fundamentalmente, los usuarios de los cursos habían sido mayoritariamente mujeres, residentes fuera de las tres capitales y con un bajo nivel de formación. Aún asumiendo -porque esa conclusión resultaba ineludible, a la vista de los datos- su escasa utilidad en relación a la integración inmediata en el mercado de trabajo, esto es a la resolución del paro, sin embargo los cursos han sido de gran utilidad para permitir a un colectivo social -y no sólo laboralmente- marginado, como son las mujeres de pequeños municipios y pequeñas ciudades, y de bajo nivel cultural, mejorar su preparación, mejorar su preparación funcional y capacitarlas para la integración en la sociedad. Han salido de sus casas, han hecho relaciones, han obtenido en muchos casos una ayuda económica que les ha permitido sin duda valorizarse en la estructura familiar, y sobre todo han adquirido nuevos conocimientos.
Desgraciadamente los economistas se resisten siempre a cambiar los epígrafes de la Contabilidad Nacional, y por eso este sector no está suficientemente analizado. Pero tiene ya entidad suficiente para que, al igual que la Sanidad, la Educación o la Defensa Nacional, se constituya en una rama específica de la economía y de la Administración. Tiene sus propios especialistas, su propio lenguaje, su terminología, incluso a veces parece que hasta su propio corporativismo latente. Y yo creo, además, que es un sector estable, que va a crecer en el futuro, a medida que se acelere la rotación laboral y sectorial, y que debe extenderse a otros ámbitos; se ha creado una estructura, una capacidad para la animación socio-laboral, un colectivo cualificado para la formación ocupacional que debe aplicarse no tanto, o no únicamente, a la formación para el
empleo,
(...)
Volviendo a nuestro título, el que la generación de empleo dependa de la política económica no quiere decir, sin embargo, que haya que quitar también el término local del título. El desarrollo económico no se decide única y exclusivamente en los grandes centros nacionales o internacionales de decisión, aunque se mantenga la impresión de que esto es así. De hecho, esto sólo viene sucediendo desde muy recientemente, exactamente desde que se impuso la planificación centralizada y tecnocrática propia de la sociedad industrial. La aparición de los planes de desarrollo supuso el definitivo acogotamiento de las ciudades y la exaltación hasta el absurdo de lo que con agudeza Toffler llamó "el código oculto de la civilización industrial"(3): la uniformización, a especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. Desde el debate de Hamilton sobre federalismo/centralismo, en el momento en que se diseñaba la Constitución de los Estados Unidos, pasando por los soviets o el fordismo, hasta los planes de Lopez-Rodó, que no son sino un calco de la planificación francesa, estamos ante un mismo proceso. Y, sin embargo, durante siglos las ciudades han decidido con plena autonomía su política económica. Max Weber decía que la ciudad no se caracteriza únicamente por tener una organización económica, sino también por tener una organización reguladora de la economía, una política económica propia. Tradicionalmente, esta política económica tenía por objeto el "intentar garantizar el abastecimiento regular de alimentos, y mantener la moderación de los precios, así como la estabilidd de la actividad de productores y comerciantes"(4).
Curiosamente fue en los Estados Unidos, el primer país donde los principios de la sociedad industrial se instituyeron y alcanzaron su máxima expresión, donde primero surgieron tanto la crítica como las alternativas al sistema. Si en Inglaterra, la primera nación industrializada, fue donde, en el siglo XIX, primero apareció la crítica del industrialismo más feroz, de la mano de Engels y Marx, bajo la forma de crítica de la economía política del capitalismo, y por supuesto también el socialismo como alternativa, es de toda lógica que fuese en los Estados Unidos, máxima expresión en el siglo XX del sistema industrial, donde apareciese la más aguda crítica de este sistema, aunque no fuese teñida del verbalismo seudorevolucionario que ha caracterizado después las expresiones europeas de esta crítica.
Lo que comienza como una preocupación por el tamaño, por los conglomerados, por los monopolios y oligopolios, en suma por el gigantismo, desemboca, en una de sus ramas, en la reivindicación del localismo. Los trabajos de Jacobs, primero sobre el desarrollo de las grandes ciudades, y luego más específicamente sobre la economía de las ciudades, pusieron de manifiesto a finales de los años '60 que, por debajo de ese gran entramado nacional, organizado por los Estados o las grandes corporaciones, las ciudades seguían teniendo, y sobre podo podían tener, una vida económica propia, unas capacidades productivas, en suma, que podían planificar su propio desarrollo económico, como "órganos económicos primarios"(5). Los nuevos utopistas americanos del localismo, muy inspirados en los conceptos de ayuda mutua y de interacción entre campos, fábricas y talleres de Kropotkin, y trasvasados rápidamente a Europa, llegaron a exaltar la autosuficiencia de las ciudades y, en general, de todas las comunidades. Muchos hemos pasado por esa etapa de la exaltación de la autosuficiencia, y en parte seguimos sufriendo los efectos de ese utopismo.
La verdad es que todo esto no era sino la expresión de los problemas y limitaciones del sistema industrial, de los que el propio sistema ha sido cada vez más consciente, a partir sobre todo de la gran crisis de los '70, provocada, en último término, por los efectos de las estrategias de concentración y centralización, en aquel caso de las reservas energéticas. Frente a la exaltación del mercado como principio regulador de la economía, había consciencia también de que, en el fondo, esas grandes corporaciones que se superponen a ciudades, regiones y estados, que centralizan y concentran la riqueza, "obtienen sus beneficios como derivado de su influencia política, a través de exenciones impositivas, subsidios, cuotas de importación o contratos para la defensa, y no por la competencia en el mercado"(6). A ello se uniría la crítica del ecologismo radical de los años '70 (y hablo de radical no en términos del fundamentalismo que caracteriza al radicalismo conservacionista actual, sino en la medida en que ponía de manifiesto la fuerte interrelación entre los presupuestos fundamentales del capitalismo y el industrialismo con la crisis ecológica), que incorporó las posibilidades de la tecnología intermedia y el buen trabajo.
(...)
Sin embargo, los hechos nuevos, la experiencia acumulada en el desarrollo descentralizado, nos permiten invertir el proceso: creo que la clave para empezar a movilizar los recursos y la capacidad de desarrollo es hoy la sustitución de importaciones; si ésta tiene éxito, los productores de bienes iniciarán de forma natural un proceso de exportación, que retroalimentará el proceso.
Por otra parte, la economía ecológica nos ha aportado un concepto fundamental para localizar nuevas áreas de intervención: el concepto de reciclaje, que es algo mucho más amplio que la recuperación de basuras. Toffler propone que "cada vez se acepta más que la creación de riqueza es un proceso circular, cuyos resíduos se reciclan para transformarlos en insumos para el siguiente ciclo de producción. Este método presupone la supervisión informatizada, y unos niveles cada vez más profundos de conocimiento científico y medioambiental"(10). Es, por tanto, más complejo que el voluntarismo ambientalista. Las ciudades grandes y medias cuentan, cada vez más, con nuevos recursos derivados del reciclaje industrial y social. Pero, naturalmente, se necesita una capacidad científica y tecnológica elevada para aprovechar estos recursos potenciales. Conseguir la implicación en estas tareas de los centros públicos de investigación es por ello fundamental.
(...)
En suma, una estrategia de desarrollo local debe basarse en la detección de lo que denominamos vacíos productivos, esto es espacios para la producción de objetos o servicios demandados o demandables por la sociedad local que, o no son satisfechos por el aparato productivo local (el concepto de sustitución de importaciones de Jane Jacobs), o simplemente todavía no han sido implementados en el mercado. Y precisa asimismo de la existencia de una materia prima muy especial: paradas/os emprendedoras/es, con formación apropiada y con una mínima capacidad económica (de inversión o de financiación). Sin la existencia de uno de los dos elementos (vacíos productivos y capital humano) cualquier inversión promocional está destinada al
fracaso. (...)"







Referencia:

Baigorri, A. (1994), "Estrategias de desarrollo local", Jornadas de Desarrollo Local y Promoción de Empleo, Ayuntamiento de Badajoz/Centro de Empleo y Formación Guadiana, Badajoz, 9/XI/94
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8.10.1984

El paro y la crisis desde una perspectiva ecologista (1984)



Este capítulo corresponde a una conferencia impartida en 1983 Sama de Langreo, ante un público en el que abundaban los sindicalistas y mineros que se enfadaron mucho con mi intervención, en el marco de unas jornadas sobre medio ambiente organizadas por el geólogo Jaime Izquierdo Vallina para el Ayuntamiento. El texto se recogió luego con los de otros participantes en un volumen sin ISBN con el título de Ecología y medio ambiente en Langreo.


"He participado en muchas de las luchas ecologistas planteadas en este país en los últimos diez años; he ayudado a la formación de algunas Asambleas Ecologistas, Comités Antinucleares, de Defensa Territorial, etc. Algunas batallas las hemos ganado, total o parcialmente, y otras las hemos perdido. Sin embargo, me resulta difícil definirme como ecologista. El ecologismo ha pasado de ser despreciado por la sociedad establecida, como presunta ideología enemiga del progreso (y la actitud era la misma a la derecha y a la izquierda del stablishment), a terminar formando parte de la parafernalia del sistema. El ecologismo parece un elemento perfectamente asumido por la ideología del progreso, como una especie de contrapoder necesario para el buen funcionamiento del sistema. Un poco como el patriarca de las tribus que advertía de los desmanes de la Juventud más emprendedora, el capitalismo cuenta a todos sus niveles con "el ecologista " de turno, desde el último Ayuntamiento hasta la UNESCO, pasando por universidades, fundaciones y gobiernos. Limpia, pule y da esplendor.
(...)
Resulta curioso comparar una visión fantástica del f uturo, planteada a mediados del siglo XIX por un discípulo de Santi-Simon, con una de las más recientes fabulaciones tecnofuturistas conocidas: la planteada por Servan-Schreiber en su libro "El Desafío Mundial". Barthelemy Enfantin describía el estado de la sociedad industrial del año 2.240 , cuando según decía se hubiera descubierto una nueva fuerza dinámica parecida a la electricidad pero mejor. La gente desplazada por esta nueva fuerza, ¿iba a ser empleada en Obras Públicas, se les iba a pagar por no hacer nada , o sería colocada para producir objetos sin valor?. Todo seria posible en aquella sociedad perfecta, pero la solución iba a ser más elegante: ideaba una forma de educación politécnica que permitir a esa gente cambiar de trabajo sin gran dificultad. Siglo y medio más tarde, Servan-Schreider escribía quizás sin saberlo la continuación del cuento , auque también con pretensiones de anuncio racional del futuro. La nueva fuerza "parecida a la electricidad pero mejor" es sin duda la información: la informatización de la sociedad desplazará a grandes masas de trabajadores, pero también el autor moderno halla la solución en una permanente formación profesional que permita el reciclaje y el cambio de trabajo sin gran dificultad. Sin embargo, ambos fabuladores dejan en blanco el final del cuento: reciclarse para producir ¿qué? , para trabajar ¿dónde?.
(...)
Hay otras manifestaciones de la ideología de la crisis, de signos dispares y de menor entidad , aunque tal vez a modo de autocrítica podríanos citar otramuy abundante entre la izquierda, grotesca pero por lo menos divertida. Es la de los agoreros-optimistas, la escolástica de los que llevan 20 ó 30 añosanunciando la crisis final, y alguna vez tendrán que acertar. Para estos la crisis actual, la continua crisis que según sus análisis tenemos en casa y quesegún sus dictados debemos agudizar, siempre es "la última", la definitiva, y de ella saldrá triunfadora indefectiblemente la clase trabajadora. Asi sea.
(...)Si ligamos todo esto con la crisis industrial de que se habla, con los dos millones y medio de parados, creo que podemos plantearnos entonces una hipótesisbastante válida: no sólo no sobra gente en el campo, cómo con gran inconsciencia se sigue pensando en las instancias oficiales, sino que por el contrario no hay la fuerza de trabajo suficiente para producir losalimentos que España necesita. Falta gente en los campos, con lo que se debe acabar la política de expulsar campesinos hacia las ciudades hipertrofiadas,Y pasar a atraer gente hacia la agricultura. Evidentemente primero es fijar a todos los que ahora están en el campo en la mayor precariedad: jornaleros, hijos de pequeños agricultores, etc. Pero además hay que llevar cientos de miles de personas, quizás millones, desde las ciudades. Hay ya multitud de jóvenesque estarían dispuestos a irse ahora mismo si se les diesen tierras y medios para cultivarlas. Y hay que conseguir esas tierras, que las hay: el IRYDA tiene más de 300.000 Has de tierra que ha expropiado pero luego no ha colonizado. El Estado, con el ICONA y otros organismos controla directa o indirectamente más de 3.000.000 de Has cultivables.(...)Para algunos, la economía subterránea equivale a la tercermundización del país. Sin embargo, otros tenemos claro que la solución pasa precisamente por unacierta tercermundización de los espacios centrales del mundo industrializado. ¿No se adaptará mejor el que antes inicie el proceso?. Da miedo definirse sobre el tema porque llueven las acusaciones.


REFERENCIA:
Baigorri, A. (1984), "El paro y la crisis desde una perspectiva ecologista", en Izquierdo, J. ed., Ecología y medio ambiente en Langreo, Ayuntamiento de Sama de Langreo,
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