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8.23.1990

Speculum Speculator. ¿Sociedad Urbana o Capitalismo Urbano? (1990)


Artículo escrito para el número 0 de una revista que intentamos editar desde Extremadura, pero que sólo sobrevivió otros dos números. Y mira que salíamos acompañados de Fernández Durán y Naredo, hoy míticos. Pero no eran tiempos para la poesía... Era una época de mucho trabajo de planeamiento (casi todo él en municipios urbanísticamente conflictivos), y a partir de aquella experiencia y algunas lecturas preparé este texto. 


Fragmento: 
"     De hecho, en estos años se percibe cómo la población, en su conjunto, al par que se lamenta del encarecimiento del precio de las viviendas (y de los créditos para adquirirlas), sigue como loca losdictados de la publicidad, también en este campo, cambiando de casa en muchos casos casi como quien cambia de camisa. Si quisiéramos apuntarnos a las tesis sobre la Nueva Edad· Media que fueron tan populares en los años '70, tendríamos ahora un elemento fácilmente integrable en aquéllas teorías: pues resulta evidente el proceso de feudalización no ya de los trabajadores, sino del conjunto de los ciudadanos, en lo que hace a la vivienda. La Banca, como los reyezuelos del siglo XII, y los agentes financieros como grandes capitanes ennoblecidos con las batallas actuales del dinero negro yla especulación, poseen dominios en los que los agentes económicos independientes y los trabajadores pueden vivir o desarrollar sus actividades económicas mientras sean capaces de pagarel diezmo (pues no otra cosa son los plazos de los créditos hipotecarios: dada la obsolescencia planificada de las actuales construcciones, la propiedad final teórica del inmueble no significanada debida a la perdida de valor de uso en los 20 años transcurridos), y hacer acto de vasallaje (pues no otra cosa es el miedo a los Bancos y sus prácticas, generalizado en nuestra sociedad,y las formas de pleitesía que los ciudadanos deben mostrar cuando se atreven a entrar en esos castillos a pedir algo).(...) 
algunos pensadores entraron a considerar que 'lo urbano' podría ser el paradigma que habría de sustituir a 'lo industrial'. Así, Lefebvre acuñaría un término que en las décadas siguientes habría de tener cierto éxito entre los urbanistas 'de izquierdas' (lógicamente, como yacasi no quedan urbanistas 'de izquierdas', el término ha caído en desuso): la sociedad urbana. Para Lefebvre, al igual que la sociedad agraria había estado fundamentada sobre la producción de alimentos, y la sociedad industrial sobre la fabricación de productos manufacturados, la sociedad urbana descansaría sobre la producción de la propia ciudad, del espacio(...) 
Lo que nos importa recuperar aquí, de estos veinte o treinta años de reflexión y análisis (en realidad, parece que viviésemos hoy día no el final de la Historia, pero sí el final de la historia del Pensamiento), son dos o tres elementos que nos permitan construir una alternativa a losproblemas que, nuevamente, plantea la ciudad. Especialmente en lo que hace al problema de la especulación del suelo. 
LA PRODUCCIÓN DE ESPACIO, NUEVO SECTOR PUNTAEn primer lugar, que la producción de ciudad ha adquirido notable importancia, hasta convertirse en un sector clave de la maquinaria productiva en los países de economía capitalista; ya no se genera ciudad como consecuencia 'natural' de la concentración de personas yrelaciones en un punto geográfico, sino que se produce una mercancía para introducirla eh los canales de distribución, con el fin de obtener beneficio por ello y con independencia de la necesidad objetiva y 'natural' de esa mercancía.Sin embargo, lo urbano se inscribiría aquí como una parte más, o tal vez como la síntesis, de un nuevo sector económico al que podríamos denominar 'los elementos': es decir aquéllos recursos que tradicionalmente quedaban fuera de la distribución capitalista como aire, agua, luz ... espacio. Gorz llegaría a prever el fin de la clase obrera al percibir que la producción no era importante en este nuevo sector fundamental, reduciendo los trabajadores a simplesconsumidores(...) 
el proceso por el que el suelo (ilimitado en términos 'naturales') ha adquirido · valor de cambio, mediante la expropiación social del valor de uso a sus antiguos poseedores. Un valor de cambio curiosamente que, como veremos más adelante, no procede ni de la plusvalía obtenida del trabajo adicionado, ni de su escasez objetiva. Sino simplemente de la especulación. 
LAS NUEVAS FUENTES DEL PODERAsí, el sector inmobiliario (no La Construcción, pues no siempre están ligados, y la construcción sigue funcionando de hecho según esquemas tradicionales propios de la sociedad industrial) se ha instituído en la principal fuente de beneficios, y sobre todo de Poder al convertirse en auténtico sector punta (mucho más allá de la informática, la biotecnología o la energía, en contra de todas las previsiones). Hasta en el más perdido pueblo las mayores fortunas se construyen hoy gracias a la especulación urbana: no proceden ni de la agricultura, ni de la industria, ni aún siempre del comercio, ni siquiera de la propia construcción; y son los especuladores de suelo quienes más influencia tienen cerca del Poder (de ahí que sea en este sector donde más casos de 'tráfico de influencias' llegan a la opinión pública).(...) 
Tal vez sea en este sentido, la especulación urbana, síntoma de las nuevas formas que, en la Tercera Ola, puede tomar el capitalismo. De un lado, el valor de cambio no expresa el trabajo adicionado a la materia prima (aunque mantenga elementos como la renta diferencial); de otra parte, tampoco expresa una escasez objetiva (de hecho, si ello fuese así hubiese bastado la exagerada ampliación de suelo urbano que se ha dado en numerosas ciudades enlos últimos años para acabar con la especulación). 
Sin estos elementos previos, ni siquiera los paradigmas del capitalismo monopolista, tan caros a algunos marxistas escolásticos, sirven con exactitud como explicación. Más bien debemos pensar que se trata de algo nuevo 
UNA TEORÍA DEL VALOR DEL SUELO LLAMADO "URBANO"El suelo sobre el que se levantan y extienden las ciudades no tiene ninguno de los requisitos bajo los cuales un bien adquiere valor de cambio, salvo el que se derivase de su potencial agronómico o minero. Por causas puramente azarosas ese suelo se nomina en un momentodado 'suelo urbano', dotándose entonces de la posibilidad de acumular una plusvalía que se niega al resto de los suelos. Pero esas plusvalías proceden de la adición de trabajo y/o capital a ese bien, que se transmuta en materia prima para un sector productivo (la Construcción).Por ello el suelo 'urbano' tan sólo puede adquirir plusvalía a medida que se le vaya adicionando trabajo o capital. Nunca puede concedérsele en justicia un valor de partida en relación a sus posibilidades finales. Por otro lado ni siquiera es admisible que setrate de un bien escaso, por cuanto en virtud del planeamiento puede 'producirse' suelo urbano a voluntad en otras áreas (de hecho se produce aún sin planeamiento).En realidad, asumir como válida la otorgación de un valor inicial de índole urbanística, en el momento inicial del proceso de producción urbana, debería llevar a otorgar valores 'urbanos' por encima de su valor agronómico, a efectos expropiatorios, a extensas superficiesde suelos netamente rústicos. Así, suelos situados en las coronas periurbanas, susceptibles de convertirse en urbanos a medio o largo plazo, deberían ser dotados siquiera de un valor 'expectame ', por encima de la valoración agronómica utilizada normalmente para suexpropiación. Lo mismo podría décirse de áreas rústicas cercanas a nudos y redes... (....)"



REFERENCIA
Baigorri, A. (1990), "Speculum Speculator. ¿Sociedad Urbana o Capitalismo Urbano? ", ExtremaDuda, Num 0, 00. 17-26
Enlace al texto

12.21.1989

La trampa Fukuyama (1989)

Este texto fue publicado en un monográfico del diario El País dedicado a debatir el artículo de Francis Fukuyama sobre el fin de la Historia. En realidad nunca supe que el texto se había publicado hasta encontrar una referencia casual en una bibliografía, en Internet, veinte años más tarde. Yo lo había enviado como artículo de opinión, pero nunca tuve respuesta, o no me llegó. Así que fue una sorpresa encontrarme dos décadas más tarde compartiendo monográfico con Chomsky o el propio Fukuyama (su respuesta a las críticas) sobre su panfletillo.

Fue gracias a la periodista María R Sahuquillo que conseguí finalmente, en 2008, las páginas del monográfico escaneadas, en intercambio por una entrevista para un reportaje sobre no recuerdo qué tema.




Recuperado de Word Perfect 4.2, ahí es nada...


L A   T R A M P A   F U K U Y A M A
Ideas para la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes
Artemio Baigorri
¿Quién le iba a decir al señor Fukuyama, ideólogo de segunda fila del Imperio Texaponés, que se iba a hacer famoso en un rincón remoto del planeta? ¡Chapeau! El corresponsal de la CIA le enviará los recortes, para ampliar su ya sin duda grueso currículum de servicios a la patria.
Lo más notable del caso es que, si uno lee detenidamente, su ensayo se muestra como un divertimento que no pretendía ir más allá. Una de esas pajas mentales que los altos funcionarios se sueltan a veces cuando están solos y aburridos en su despa cho, en esas mañanas soleadas del final del verano, repuesto el vigor intelectual tras las vacaciones. Como siempre tienen amigos en periódicos y revistas, allí como aquí, tienen asegurada la publicación de cualquier estupidez que se les ocurra. ¿Cómo es posible que nos haya tenido la inteligencia ocupada durante tantos días a tanta gente?
Las ideas de Fukuyama ni son nuevas ni son propiamente ideas. Son parte de una matraca publicitaria que empezó hace ya unos cuantos años. En lo que imagino la estructura de una campaña publicitaria, el ensayo de Fukuyama correspondería a la fase en que el producto está consolidado en el mercado, y se hace únicamente preciso recordar de tanto en tanto a los consumidores la imagen de marca. En este caso, el fin de las ideologías de izquierda (porque imagino que nadie habrá sido tan ingenuo como para creer que pueda predicarse el fin de TODAS las ideologías).
Por algo quienes mejor han entendido, de entre los que se han aprestado a responder, el divertimento Fukuyama, han sido los de su bando. Verstrynge, alguien que viene del pensamiento más reaccionario (¿y a dónde va?), lo ha entendido como lo que es, y no le ha respondido a Fukuyama en sí mismo (al anuncio), sino al conjunto de la campaña (al producto). Y Swhartz lo ha entendido a la perfección, y lo ha tomado como la granada con la que destruir los últimos reductos,¡ríndanse!, naturalmente con la elegancia y la delicadeza de los españanquis.
Por el contrario, aquéllos que lo han analizado desde una óptica reconocida de izquierdas, han vuelto a caer en lo que la intelligentsia apoltronada viene cayendo desde hace quince o veinte años. Con un empeño tal que raya en el ridículo, venimos practicando el sí-pero, o lo que es lo mismo dos pasos atrás y uno adelante. Es decir, reconociendo como ciertos los puntos de partida de la reflexión reaccionaria, para intentar luego enfrentarnos al resto de la argumentación. Y, claro, cada vez los puntos de partida han ido más allá, ganando el terreno, y queda menos argumentación que rebatir. Así es como justamente nos han debilitado el pensamiento. Por la vía más simple: la del autoconvencimiento. Ni siquiera nos han derrotado. Nos hemos rendido, y todo para no parecer locos sectarios ante los ojos irónicos -snobs- de los que, siempre en el machito de la dirección espiritual del pueblo, van dictando las modas al socaire de los intereses del sistema económico. Entre dos habituales errores del pensamiento ("Esto es antiguo y por lo tanto bueno", o bien "Esto es nuevo y por lo tanto mejor") hemos escogido a ciegas la segunda, sólo por no ser diferentes. Y así nos va (bueno, en general va bien; es sólo la conciencia)
En general, la respuesta ha sido de rendición absoluta, ciertamente. Sí, bueno, el siglo XX ha sido un desastre de luchas entre ideas contrapuestas (naturalmente ya no se lleva pensar que la sangría ha sido causada por la más terrible conjunción de la Historia: Imperialismo & Capitalismo). Ha sido una carnicería causada -por supuesto- fundamentalmente por una pandilla de curanderos que han acabado contagiados del mismo virus que pretendían curar. Vamos, como las guerras de religión del XV al XVII pero a lo bestia. Mas -se alega- de eso a que la Historia se detenga...tampoco es para tanto, pues todavía quedan democracias por restaurar (es decir: usted tiene razón, pero falta aún un poquito de tiempo para que la tenga del todo).
Y sin embargo, lo que los Fukuyama predican no es que la Historia vaya a detenerse. ¡Cómo va a detenerse con los profundos cambios sociales que saben se derivarán de los cambios tecno-económicos que tienen previstos: de la energía de fusión a las factorías espaciales, del sistema informático nacional a la desaparición de la escritura manual! Lo que los Fukuyama predican es lo de siempre: que CIERTAS ideologías no sirven para hacer frente a esos cambios. Y nosotros, como siempre, caemos en la trampa: sí, claro, esas no sirven, aunque las otras tampoco, y tal y cual. Y derrotadas las nuestras, sólo quedan en pie las suyas. Ese y sólo ese es el fin de la Historia al que se refiere Fukuyama: el fin de los rebeldes, o más exactamente (puesto que la rebeldía está en los genomas humanos, y tardarán aún en poder modificarlos masivamente) la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes.
Lo que en realidad a Fukuyama le hubiese gustado enunciar es lo que podríamos llamar la Ley de la Tranquilidad Universal: todo sistema social permanecerá más o menos estable en función de su capacidad para llenar las despensas de aquéllos que disponen de una capacidad de razonar por encima de la media de los que difunden el discurso oficial.
Aquí casi lo han logrado ya. No es extraño que nos admire el que un jefe político advierta de que el que se mueve en la foto no sale, siendo eso  pura anécdota y simple centralismo democrático que afecta -exclusivamente- a los miembros de su partido. Mientras se silencia el hecho (no dependiente tanto de los gobiernos como de "las fuerzas de la cultura") de que el que se mueve en la película social (el que agita, el que denuncia estentóreamente, el que pretende unos principios -horror, la moral-...) no sale en los periódicos, ni en la tele, ni en los libros, ni en la radio: no existe.
Por lo demás, Kissinger tenía más nivel; Aron mejores sentimientos; Bell más visión de futuro; Pemán mejor estilo literario, O'Rourke más gancho y llega mejor a los jóvenes, y el propio Reagan sacaba las pistolas mucho más rápido. Seguro que Fukuyama es del Opus, además de 'japo' de origen, y por eso es tan soso."


Referencia
Baigorri, A. (1989), "La trampa Fukuyama", El País, Extra El Triunfo del Liberalismo, 21 de diciembre de 1989, pag. 15

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