11.05.1994

Estrategias de desarrollo local (1994)

A lo largo de 1994 y 1995 desarrollamos desde la consultora TESYT (Taller de Estudios Sociales y Territoriales) que dirigía antes de entrar en la universidad, un encargo de Proyecto Global de Desarrollo, obtenido en concurso, para el Ayuntamiento de Badajoz. El cambio de gobierno tras las elecciones municipales de 1995 hizo que la segunda parte, el Plan de Desarrollo propiamente dicho,  no se concluyese. Al PP no le interesaba el proyecto, y tampoco nosotros nos sentíamos cómodos con los nuevos planteamientos, por lo que aceptamos renunciar a completar el contrato, sin indemnización por ambas partes. Años más tarde el Ayuntamiento desarrollaría otros proyectos, para captar fondos europeos, tomando todos ellos como punto de partida lo que ya habíamos trabajado nosotros. Para presentar el proyecto organizaron desde el Centro de Empleo y Formación unas Jornadas de Desarrollo Local (muy concurridas por agentes de desarrollo local de toda la región), en la que dí la conferencia inaugural, el 9 de Noviembre de 1994



"Primero he borrado la palabra empleo. No ha sido un capricho, ni un deseo de eludir el tema de fondo; sería absurdo en unas Jornadas dedicadas, fundamentalmente, a la promoción del empleo. Pero llevo años pensando -y es por supuesto una reflexión muy personal, que tal vez algunos de ustedes no compartirán-, que no existe, o no puede existir, una política específica de desarrollo para el empleo. Naturalmente tendré que explicarme, para que mi afirmación no parezca una provocación a la violeta.
En mi opinión, cuando se habla de políticas de empleo nos estamos refiriendo en realidad, y en casi todos los casos, a políticas contra el paro. Esto es, a programas destinados a paliar las desventuras de quienes se encuentran en esa situación. En el fondo, por más que contribuyan a mejorar los recursos personales (intelectuales y materiales) de los parados, o su capacidad de desenvolvimiento en una sociedad económicamente hostil, sin embargo las medidas formativas, ayudas, becas de asistencia a cursos, incluso buena parte de las subvenciones a la creación de empresas, son en realidad formas de subsidios de desempleo. Son prestaciones sociales.
Esto que no quiere decir, por supuesto, que con todas estas medidas no se cree empleo.
De hecho, existe ya un subsector económico, a caballo del Terciario(los servicios) y el Cuaternario(la información), al que doy la denominación provisional de sector ocupacional, cada vez más importante. Un sector extremadamente dinámico, con una rotación acelerada en el empleo, cuya materia prima son los parados y cuya producción es la formación ocupacional. Es, además, uno de los pocos sectores económicos en los que no se da la clásica alienación entre el productor y el producto final que descubrió Marx: de hecho, los productores en un curso pueden ser meses más tarde consumidores en otro, y viceversa, y así sucesivamente. Hay quien encuentra ese proceso improductivo, pero a mí me parece muy importante, porque la mejora en la formación, sea cual sea su contenido, hace que la gente se sienta psicológicamente mejor, y capacita al tejido productivo para los cambios.
Acabo de participar en un proyecto de evaluación ex-post de las acciones formativas cofinanciadas por el Fondo Social Europeo, para el que se han encuestado a unas 9.000 personas en toda España, de entre los que en un año determinado realizaron cursos, para ver cómo ha evolucionado después su biografía laboral. Para algunos investigadores los resultados parecían decepcionantes; pues, por ceñirnos al caso de Extremadura, el 82% de los que siguieron cursos seguían, o estaban de nuevo en paro, dos años después. Y en los pocos casos en que habían obtenido empleo éste tenía un nivel muy precario. Sin embargo, yo he defendido en mis conclusiones una actitud claramente positiva hacia los mismos. Tengamos en cuenta que, fundamentalmente, los usuarios de los cursos habían sido mayoritariamente mujeres, residentes fuera de las tres capitales y con un bajo nivel de formación. Aún asumiendo -porque esa conclusión resultaba ineludible, a la vista de los datos- su escasa utilidad en relación a la integración inmediata en el mercado de trabajo, esto es a la resolución del paro, sin embargo los cursos han sido de gran utilidad para permitir a un colectivo social -y no sólo laboralmente- marginado, como son las mujeres de pequeños municipios y pequeñas ciudades, y de bajo nivel cultural, mejorar su preparación, mejorar su preparación funcional y capacitarlas para la integración en la sociedad. Han salido de sus casas, han hecho relaciones, han obtenido en muchos casos una ayuda económica que les ha permitido sin duda valorizarse en la estructura familiar, y sobre todo han adquirido nuevos conocimientos.
Desgraciadamente los economistas se resisten siempre a cambiar los epígrafes de la Contabilidad Nacional, y por eso este sector no está suficientemente analizado. Pero tiene ya entidad suficiente para que, al igual que la Sanidad, la Educación o la Defensa Nacional, se constituya en una rama específica de la economía y de la Administración. Tiene sus propios especialistas, su propio lenguaje, su terminología, incluso a veces parece que hasta su propio corporativismo latente. Y yo creo, además, que es un sector estable, que va a crecer en el futuro, a medida que se acelere la rotación laboral y sectorial, y que debe extenderse a otros ámbitos; se ha creado una estructura, una capacidad para la animación socio-laboral, un colectivo cualificado para la formación ocupacional que debe aplicarse no tanto, o no únicamente, a la formación para el
empleo,
(...)
Volviendo a nuestro título, el que la generación de empleo dependa de la política económica no quiere decir, sin embargo, que haya que quitar también el término local del título. El desarrollo económico no se decide única y exclusivamente en los grandes centros nacionales o internacionales de decisión, aunque se mantenga la impresión de que esto es así. De hecho, esto sólo viene sucediendo desde muy recientemente, exactamente desde que se impuso la planificación centralizada y tecnocrática propia de la sociedad industrial. La aparición de los planes de desarrollo supuso el definitivo acogotamiento de las ciudades y la exaltación hasta el absurdo de lo que con agudeza Toffler llamó "el código oculto de la civilización industrial"(3): la uniformización, a especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. Desde el debate de Hamilton sobre federalismo/centralismo, en el momento en que se diseñaba la Constitución de los Estados Unidos, pasando por los soviets o el fordismo, hasta los planes de Lopez-Rodó, que no son sino un calco de la planificación francesa, estamos ante un mismo proceso. Y, sin embargo, durante siglos las ciudades han decidido con plena autonomía su política económica. Max Weber decía que la ciudad no se caracteriza únicamente por tener una organización económica, sino también por tener una organización reguladora de la economía, una política económica propia. Tradicionalmente, esta política económica tenía por objeto el "intentar garantizar el abastecimiento regular de alimentos, y mantener la moderación de los precios, así como la estabilidd de la actividad de productores y comerciantes"(4).
Curiosamente fue en los Estados Unidos, el primer país donde los principios de la sociedad industrial se instituyeron y alcanzaron su máxima expresión, donde primero surgieron tanto la crítica como las alternativas al sistema. Si en Inglaterra, la primera nación industrializada, fue donde, en el siglo XIX, primero apareció la crítica del industrialismo más feroz, de la mano de Engels y Marx, bajo la forma de crítica de la economía política del capitalismo, y por supuesto también el socialismo como alternativa, es de toda lógica que fuese en los Estados Unidos, máxima expresión en el siglo XX del sistema industrial, donde apareciese la más aguda crítica de este sistema, aunque no fuese teñida del verbalismo seudorevolucionario que ha caracterizado después las expresiones europeas de esta crítica.
Lo que comienza como una preocupación por el tamaño, por los conglomerados, por los monopolios y oligopolios, en suma por el gigantismo, desemboca, en una de sus ramas, en la reivindicación del localismo. Los trabajos de Jacobs, primero sobre el desarrollo de las grandes ciudades, y luego más específicamente sobre la economía de las ciudades, pusieron de manifiesto a finales de los años '60 que, por debajo de ese gran entramado nacional, organizado por los Estados o las grandes corporaciones, las ciudades seguían teniendo, y sobre podo podían tener, una vida económica propia, unas capacidades productivas, en suma, que podían planificar su propio desarrollo económico, como "órganos económicos primarios"(5). Los nuevos utopistas americanos del localismo, muy inspirados en los conceptos de ayuda mutua y de interacción entre campos, fábricas y talleres de Kropotkin, y trasvasados rápidamente a Europa, llegaron a exaltar la autosuficiencia de las ciudades y, en general, de todas las comunidades. Muchos hemos pasado por esa etapa de la exaltación de la autosuficiencia, y en parte seguimos sufriendo los efectos de ese utopismo.
La verdad es que todo esto no era sino la expresión de los problemas y limitaciones del sistema industrial, de los que el propio sistema ha sido cada vez más consciente, a partir sobre todo de la gran crisis de los '70, provocada, en último término, por los efectos de las estrategias de concentración y centralización, en aquel caso de las reservas energéticas. Frente a la exaltación del mercado como principio regulador de la economía, había consciencia también de que, en el fondo, esas grandes corporaciones que se superponen a ciudades, regiones y estados, que centralizan y concentran la riqueza, "obtienen sus beneficios como derivado de su influencia política, a través de exenciones impositivas, subsidios, cuotas de importación o contratos para la defensa, y no por la competencia en el mercado"(6). A ello se uniría la crítica del ecologismo radical de los años '70 (y hablo de radical no en términos del fundamentalismo que caracteriza al radicalismo conservacionista actual, sino en la medida en que ponía de manifiesto la fuerte interrelación entre los presupuestos fundamentales del capitalismo y el industrialismo con la crisis ecológica), que incorporó las posibilidades de la tecnología intermedia y el buen trabajo.
(...)
Sin embargo, los hechos nuevos, la experiencia acumulada en el desarrollo descentralizado, nos permiten invertir el proceso: creo que la clave para empezar a movilizar los recursos y la capacidad de desarrollo es hoy la sustitución de importaciones; si ésta tiene éxito, los productores de bienes iniciarán de forma natural un proceso de exportación, que retroalimentará el proceso.
Por otra parte, la economía ecológica nos ha aportado un concepto fundamental para localizar nuevas áreas de intervención: el concepto de reciclaje, que es algo mucho más amplio que la recuperación de basuras. Toffler propone que "cada vez se acepta más que la creación de riqueza es un proceso circular, cuyos resíduos se reciclan para transformarlos en insumos para el siguiente ciclo de producción. Este método presupone la supervisión informatizada, y unos niveles cada vez más profundos de conocimiento científico y medioambiental"(10). Es, por tanto, más complejo que el voluntarismo ambientalista. Las ciudades grandes y medias cuentan, cada vez más, con nuevos recursos derivados del reciclaje industrial y social. Pero, naturalmente, se necesita una capacidad científica y tecnológica elevada para aprovechar estos recursos potenciales. Conseguir la implicación en estas tareas de los centros públicos de investigación es por ello fundamental.
(...)
En suma, una estrategia de desarrollo local debe basarse en la detección de lo que denominamos vacíos productivos, esto es espacios para la producción de objetos o servicios demandados o demandables por la sociedad local que, o no son satisfechos por el aparato productivo local (el concepto de sustitución de importaciones de Jane Jacobs), o simplemente todavía no han sido implementados en el mercado. Y precisa asimismo de la existencia de una materia prima muy especial: paradas/os emprendedoras/es, con formación apropiada y con una mínima capacidad económica (de inversión o de financiación). Sin la existencia de uno de los dos elementos (vacíos productivos y capital humano) cualquier inversión promocional está destinada al
fracaso. (...)"







Referencia:

Baigorri, A. (1994), "Estrategias de desarrollo local", Jornadas de Desarrollo Local y Promoción de Empleo, Ayuntamiento de Badajoz/Centro de Empleo y Formación Guadiana, Badajoz, 9/XI/94
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8.09.1994

Propuesta para un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas (1994)

Propuesta para el paquete de CV de fracasos. Propuesta para un concurso para la elaboración de un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas, en 1994, al que nos presentamos con un equipo potente, pero que como tantos otros, no obtuvimos. La dura vida de las consultoras independientes.

"(...) Nuestra propues ta plantea en consecuencia un desarrollo del pliego conforme a los objetivos generales del estudio, aportando algún producto complementario que optimize la inversión que va a realizar la Administración en el proyecto.
2.1. El universo a investigar creemos que debe y puede ser la totalidad de los municipios de la región, habida cuenta la escasez de información en este sentido existente en la actuali dad. Ello vendría apoyado, básicamente, por las siguientes razones: a) Según las encuestas municipales que hemos realizado en el marco de otros proyectos, existen en la región al menos 108 municipios en los que existen industrias ubicadas en suelo no urbanizable. En la mayor parte de los casos se trata de industrias aisladas, pero en otros casos se trata de pequeñas áreas industriales de desarrollo espontáneo, no siempre legalizadas pero que en un momento dado pueden constituir el germen de un minipolígono, según las condiciones particulares de cada caso. b) Del mismo modo hemos detectado la presencia de parcelaciones para naves agrícolas (sin incluir polígonos ganaderos), que muy a menudo en otros territorios más dinámicos han sido gérmen de áreas industriales, en al menos 53 municipios de la región. c) La yuxtaposición de una serie de redes, nuevas o renovadas, que en los próximos años van a complejizar territorialmente la región -autovías, líneas ferroviarias de velocidad alta (aunque no de alta velocidad), oleoducto y gaseoducto, fundamentalmente-, ha de generar la aparición de nuevos puntos de interés localizacional para actividades industriales, en ciertos casos en municipios en los que a priori no sería previsible un desarrollo industrial. (...)"

Referencia:
Baigorri, A. (1994), Propuesta para un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas, TESYT, Badajoz
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7.17.1994

Regadíos, ecología y desarrollo económico en Extremadura (1994)



Se trata de un texto que preparé a petición de la Cámara de Comercio de Industria de Cáceres, para un volumen  de 'Estudios de Economía Extremeña' correspondiente a 1994. La verdad es que no sé si llegó a publicarse. Resumía y afinaba otros  trabajos previos sobre el  tema. De las conclusiones:


"Si definimos el espacio protegido como aquel fragmento del territorio que contiene elementos ambientales (bien sea un ecosistema completo, una especie endémica en vías de extinción, una masa forestal autóctona importante...) dignos de ser preservados para las generaciones futuras, estamos aplicando una noción estática de la Ecología, y en general de la vida. Por el contrario, la superficie del planeta que hoy conocemos es la consecuencia de millones de cambios climáticos, geológicos y ambientales a lo largo de otros tantos millones de años. Y si en base a la definición propuesta se pretende, con la protección, que el estado que algunos ecosistemas interesantes presentan en un momento dado se preserve, estamos tomando en cierto modo una decisión antiecológica, pues la Ecología implica cambio y mutación permanente. De ahí que, para algunos, el simple proteccionismo esté en cierta manera tan distante ideológicamente del Ecologismo. Este pretende no tanto practicar la arqueología como asegurar a las generaciones futuras que también ellos podrán seguir usando, gozando, y sobre todo haciendo producir, este planeta. En realidad, esa capacidad de producción es la esencia de los espacios protegidos, o a proteger. Salvo quizás las selvas amazónicas y otros territorios despoblados (y aún éstos sólo en parte, pues no conocemos la actividad humana que pudieron soportar hace diez mil años), en el resto de los casos se trata de espacios cuya conformación y estructura ecológica actual responde a las interacciones desarrolladas con las comunidades humanas que los han habitado y explotado durante cientos o miles de años. Unicamente unidades muy concretas como los manglares o los atolones coralinos podrían sustrarse de esta concepción. Hace ya muchos años, antes de que existiésemos los ecologistas, el profesor Monserrat, del Centro de Investigaciones del CSIC en Jaca, demostró que los bosques son el producto de los pueblos que los han habitado, y que han procedido a una progresiva y continuada selección de especies y una ordenación territorial no planificada, en función de sus necesidades ganaderas y forestales. Esencialmente podemos decir lo mismo de la Dehesa. Naturalmete, cuando esos bosques dejan de responder a la función que los ha generado es cuando se transforman en espacios frágiles. Pasan a cumplir una función para la que no han sido diseñados, como puedan ser el ocio y el turismo, y lo más probable es que acaben siendo pasto de las llamas. El nuevo bosque que surja (suponiendo que surja, es decir, que la erosión no acabe con la capa vegetal), cincuenta o cien años más tarde será distinto, y dependerá su conformación del uso y función a que se destine por sus moradores o vecinos.
Lo dicho puede aplicarse a los miles de kilómetros de sotos y vegetación de ribera destruídos en los últimos años en los ríos españoles. Durante siglos han suministrado madera a los pueblos vecinos, caza menor, han protegido de las inundaciones periódicas.
Mientras ello era así, los habitantes de los pueblos vecinos los conservaban, los vigilaban incluso, quedando recuerdo de numerosas ordenanzas municipales de protección de estos espacios altamente productivos y funcionales. Mas la regulación aguas arriba de los ríos, la introducción de otras formas de calefacción, y otros cambios en la civilización, casi los hace innecesarios a los ojos de sus habitantes. Como además eran a menudo espacios insalubres y focos de infección, se apartan de ellos, se quiebra el control social. Llegan quienes se hacen cargo y los reconvierten en choperas, o pasan a ser pasto de turistas y domingueros, que en poco tiempo acaban con ellos.
En suma, cada modelo de producción, cada sistema productivo, además de ser determinado por la infraestructura ecológica, precisa a su vez de una Naturaleza funcionalmente adaptada a sus necesidades. La Naturaleza no es algo externo al Hombre y sus sociedades, sino que se encuentra estrechamente interrelacionada. Y en consecuencia los espacios protegidos, o a proteger, no son sino el fruto de las actividades humanas en su interior. Los espacios que hoy consideramos de interés lo son porque los han conservado sus pobladores. Con usos que, en el periodo histórico en que fueron diseñados, debieron causar un fuerte impacto ambiental; eran lo que ahora llamamos tecnologías punta.
Naturalmente, estamos haciendo un análisis materialista de las cuestiones ecológicas.
Hacer otro tipo de consideraciones es puro romanticismo, apto para las movilizaciones ambientalistas pero inservible para el análisis social.
Partiendo de estas consideraciones, siempre he insistido en que la consideración de espacios protegibles no debe limitarse a los denominados espacios naturales, sino que debe extenderse a todos los espacios que, producidos por la acción humana o por la interacción entre hombre y Naturaleza, se ofrecen hoy como ecosistemas complejos y a la vez frágiles, dignos de ser conservados no sólo por sus valores ecológicos sino por su importante función productiva. Es el caso, en el que siempre he hecho especial hincapié, de las huertas milenarias que ocupan miles de hectáreas de muchos pueblos y ciudades españoles. Quizás habría que considerar todo el territorio como espacio protegido, en unos casos para su conservación, en otros para su transformación y mejora ecológica. 

Y no hay que olvidar que el hombre necesita tanto de unas áreas útiles para la satisfacción de sus necesidades materiales, como de otras, o de todas ellas simultáneamente, para la satisfacción de otro tipo de necesidades del espíritu. El problema del capitalismo es justamente que conduce a los hombres a considerar sólo la función productiva del territorio, y aún ésta únicamente en términos de rentabilidad mercantil. De ahí que el puro conservacionismo conduzca a menudo a callejones sin salida, al olvidar las bases de funcionamiento real de la economía y la sociedad. Sólo la superación de las contradicciones básicas del capitalismo posibilitaria, en este sentido, una auténtica gestión ecológica del territorio (ahí está la clave diferencial entre el conservacionismo y el ecosocialismo), aunque únicamente pueda plantearse en términos de utopía tendencial. Y ubicándonos en un utilitarismo bien entendido, sólo el mantenimiento de la función productiva (entendida no con la simple lógica del beneficio) puede facilitar la auténtica conservación. En este sentido, la relación entre regadío y ecología me ha preocupado especialmente desde hace años (...)"


Texto Completo

Baigorri, A. (1994) Regadíos, ecología y desarrollo económico en Extremadura, Estudios de Economía Extremeña 

6.21.1994

Gabriel Tarde: el Gran Miedo burgués (1994)


Este texto es un documento de trabajo elaborado en 1994 en el marco de algunas lecturas vinculadas a la asignatura Opinión Pública, cuando credencializaba Sociología. En un momento dado pensé en publicarlo como artículo, pero otras ocupaciones lo llevaron al olvido, aunque en 2004 lo recuperé para mi página web, coincidiendo casualmente con el centenario de la muerte de Tarde, con cierta difusión a posteriori.





"Gabriel Tarde es sin duda alguna el primer sociólogo que se ocupa, explícitamente, de la Opinión Pública como un ámbito de estudio propio de la Sociología, o más exactamente -como él mismo apunta repetidamente- de la Psicología Social. Si bien es cierto algunos
filósofos, como Rousseau (una de las muchas bêtes noires de Tarde) se habían ocupado indirectamente del tema, con anterioridad, al construir una teoría de la voluntad general que tiene una estrecha relación con el moderno concepto de opinión pública; así como
algunos de los padres de la Sociología habían especulado sobre los mecanismos de formación de la opinión (especialmente Comte y Tocqueville); a pesar de estos antecedentes, es con Tarde cuando podemos hablar de un intento propiamente dicho de Teoría General de la Opinión Pública.
En su obra La opinión y la multitud(1) (sobre la que basaré mi análisis), Tarde se ocupa de la conceptualización de el público y de la multitud, como formas de asociación.
Desarrolla asimismo una teoría de la formación de la opinión, en la que la conversación y la prensa constituyen los elementos fundamentales. Y plantea un primer intento de aplicación de sus teorías a un aspecto concreto de la realidad social: la delincuencia
organizada y el terrorismo.
No olvidamos que toda la teoría psicosocial de Tarde descansa en buena medida sobre sus Leyes de la imitación, un ensayo publicado en 1890 en el que, siguiendo las teorías de la sugestionabilidad de Charcot, Janet o Liébaut, así como las teorías de la adaptación del darwinismo, apunta ya la hipótesis de que buena parte de la conducta
personal pudiera estar socialmente condicionada, esto es que las actitudes, creencias y reacciones emotivas del individuo son resultado de su crianza social en la primera infancia y en la niñez. No obstante, es preciso señalar expresamente que mi análisis se limita a la obra La opinión y la multitud, y a las temáticas tratadas en esta obra, al no
haberme sido posible el disponer del texto de Las leyes de la imitación.
Cuando se cumplen 100 años, tanto de la muerte de Gabriel Tarde, como de la publicación de la que sin duda es su más perdurable obra, L'opinion et la multtitude, puede ser cuando menos de interés el rescatar algunas de sus principales aportaciones, algunas de las cuales siguen siendo de plena actualidad. "

Referencia:
Baigorri, A. (1994), Gabriel Tarde, el Gran Miedo burgués, Documento de Trabajo 

Enlace 

4.30.1994

La economía verde (1994)

(que lo de circular, una pura redundancia, ya lo llevaba incluido)





"Debemos saludar con alborozo la aparición de un nuevo medio de comunicación, especialmente en una región como la nuestra, semidesértica en estos aspectos. Como decía el viejo Mao, "que se abran cien flores y compitan cien escuelas"; porque ya sean flores de un día, o de toda una vida, todas las flores y escuelas embellecen el mundo. O lo que es lo mismo, dicho en términos occidentales, sólo la información desprejuiciada y el libre debate, abierto a todos sin distinción ideológica, permiten el diseño de políticas apropiadas a la realidad y el progreso social. Si además este nuevo medio está preferentemente dedicado a la economía, merece mayores ánimos, puesto que la aventura es aún más difícil. Sin duda ha de contribuir a extender la cultura empresarial en Extremadura, que falta le hace todavía, especialmente en tiempos de crisis. 
Mi impresión es que, también en esta tierra, se acabaron los pelotazos; ya no cabe amontonar duros en cuatro días, alcoholizando a los jóvenes; se ha terminado el tiempo de pillar los millones de la subvención y correr; ya no va a ser tan fácil conseguir la recalificación semifraudulenta de terrenos, o meterles el pufo a unos cuantos desprevenidos compradores de vivienda... Tal vez haya sido necesario pasar el sarrampión del capitalismo especulativo, para conseguir esa acumulación rápida de capital; desgraciadamente, parece que sigue siendo la única vía para crear una clase empresarial dinámica en las sociedades capitalistas. Así ha ocurrido en Extremadura en los últimos años, pero es tiempo ahora de aplicar ese capital y ese dinamismo en inversiones productivas, es hora de conectar la región con los flujos económicos nacionales e internacionales. Tenemos ya un buen racimo de empresarios, en nuestros pueblos y ciudades, con dinero fresco que deben poner a trabajar en inversiones productivas, creando empleos de futuro. Para ello un espacio de comunicación económica, como el que ahora ve la luz, es fundamental. 
La permanencia de esta revista será no obstante difícil. En mi opinión, su futuro estará asegurado en la medida en que sepa adaptarse a las peculiaridades de la región. En la medida en que evite los pasos de tantos intentos similares surgidos en otras regiones, empeñados en reproducir miméticamente los esquemas de las grandes revistas económicas o financieras de ámbito nacional o internacional. El buen empresario, como el buen científico o el político honesto, ya se mantiene al día de las grandes corrientes e informaciones de ámbito nacional. Lo que sin duda echa en falta es una información actualizada de las posibilidades de inversión local, la difusión de los grandes temas económicos regionales, la puesta en comunicación de las diversas iniciativas de las dos provincias en que para mal sigue dividida la región, y sobre todo el debate de sus problemas fundamentales. Esos deben ser los objetivos de una revista económica que, en Extremadura, se pretenda duradera: que las ideas, recursos y capitales de la región se pongan en contacto. 
¿Por qué hablo, en este ámbito, de una economía verde?. No por cierto porque reivinque una economía para legos, sino porque estimo imprescindible que, en esta región (tarde o temprano hasta la Universidad de Extremadura se terminará enterando), la Economía maneje conceptos como economía de los recursos (economía del agua, de la energía...), economía del medio ambiente (economía del reciclaje, del impacto ambiental...), ordenación del territorio (economía urbana, economía regional), desarrollo sostenible (agroecología, eco-turismo, eco-técnicas...), etc . 
El modelo de desarrollo de Extremadura está ya prácticamente definido (tanto por responder a un proyecto autóctono, como porque la economía-estado, la economía-Europa y la economía-mundo no nos dejan muchos más resquicios) como un modelo blando, basado en los recursos locales, de bajo impacto, descentralizado y deslocalizado. Agricultura y agroindustria (incluyendo la agricultura biológica y la agroindustria artesanal, que han de tener a medio plazo un futuro esplendoroso), turismo (cultural, de salud, ecológico, cinegético...) y servicios innovadores (incluyendo la investigación) van a ser los ejes económicos de esta región. Y todo ello sobre el sustrato de un espacio ambiental (y aquí incluyo tanto a los espacios supuestamente naturales, como a los creados, pueblos y monumentos incluídos, por la mano del hombre) que es a la vez sostén y limitante de todas esas actividades. Tal vez en pocos territorios sea esencial, como lo es en Extremadura, la conservación del medio ambiente rústico y urbano. Es, ahora mismo, nuestra gallina de los huevos de oro. Tal vez sea, incluso, nuestra única gallina.
Esta revista debe ser pues capaz de introducir esa perspectiva ecológica,no por estar a la moda, ni mucho menos por agradarnos a los pocos que intentamos avanzar, en el conocimiento o la planificación, por esa línea. Simplemente porque, en Extremadura, la Economía será ecológica o no será."


Referencia:
Baigorri, A. (1994), "La economía verde", Extremadura Económica, Num. 1, 30/4/1994, pag. 2