12.09.2025

Los procesos sociales y culturales que configuran y extienden la placenta social modifican la conformación cerebral (2025)

No es la primera vez que me ocupo aquí del concepto de placenta social, pues tengo el blog salpicado de notas notas sobre el tema.  

Es un concepto, que cuando lo empecé a utilizar a finales de siglo, no existía, y de hecho sigue sin existir formalmente porque no me he ocupado de él  en un paper (¿tendré que hacerlo, con lo cansino que es y lo poco que aporta?) en una revista anglosajona Q1 [1]. Y sin embargo es un concepto esencial para entender algunos de los grandes cambios sociales contemporáneos. Tendré que darle en cualquier caso algo más de forma y colgarlo en SocArchiv y Zenodo.   

Empecé a reflexionar en torno al concepto de placenta social, al tener que ocuparme (aunque no era un tema que me atrajese) de temáticas relacionadas con la Juventud, primero con temas de empleo, luego con temas de ocio nocturno, aspectos educativos, adicciones, etc. Se sucedieron una serie de ensayos preparados para intervenciones en distintos foros, y luego me tocó desarrollar algunas investigaciones de cierto impacto sobre el asunto, primero en relación con un fenómeno nuevo de ocio nocturno, en cuya publicación resultante específiqué detalladamente el concepto de placenta social (Baigorri, Fernández et al, 2003), luego en relación con los problemas de la educación en Extremadura (Baigorri y Muñoz, 2005). El tema lo incorporé a mis materiales educativos tanto en la docencia de Introducción a la Sociología como en Sociología de la Educación. Su utilización me supuso incluso sufrir a principios de siglo una de las primeras cancelaciones conocidas en nuestro país de la Era Woke [2].

Recojo tal cual lo que escribí en el apartado dedicado al tema en (Baigorri, Fernández et al. 2003), texto en el que ya introducía el concepto de generaciones que hemos desarrollado ampliamente, desde 2013 en diversas publicaciones con Manuela Caballero:

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La evolución de los animales parece conducir (es la evidencia, nada más lejos que buscar una orientación teleológica) a una creciente y más larga dependencia de las criaturas. Frente a todas las especies más viejas, el embrión de los mamíferos se adaptó a un modo de vida “parasitario” (Barnett, 1966: 86). Tienen que alimentarse, durante su gestación, de la propia madre.

Pero hay grados. Los marsupiales pesan en torno a 1 gramo al nacer, pero aún ciegos son capaces de llegar por sí mismos a la bolsa marsupial, en el caso de los walaby siendo poco más que fetos. El ganado vacuno, con un periodo de gestación similar al humano, es capaz de ponerse de pie nada más nacer y caminar torpemente en busca de las mamas de su madre. Los seres humanos, hasta pasados unos meses, no podemos ni siquiera reptar, y tardamos un mínimo de un año en poder caminar.

La clave de esta aparente estupidez de la Naturaleza está en una paradoja de un calado enorme. Lo que nos permite a los humanos escribir este libro, leerlo o comentarlo on line con alguien que resida en Sidney es, entre otras cosas, el cerebro, que tiene la particularidad de ir aumentando a medida que el feto se va desarrollando, de forma que la mujer debe dar a luz en una fase temprana, para que la cabeza del niño pueda pasar por un conducto pélvico cada vez más estrecho.

Es producto de la evolución. Al contrario de lo que ocurre con la mujer moderna, la hembra del australopitecus daba a luz en una fase avanzada porque su cráneo menos grueso podía pasar perfectamente por su conducto pélvico que además era algo más ancho. Naturalmente, la necesidad de dar a luz en una fase temprana del desarrollo del feto requiere un periodo posterior prolongado de cuidados al recién nacido. En suma, los seres humanos requerimos un largo periodo de cuidados hasta que podemos empezar a reducir la dependencia de nuestros padres; o más exactamente de la sociedad, como se pone de manifiesto en los nacidos prematuros, cuidados no por su madre sino por técnicos especializados en esa tarea.

Por lo tanto, ese mismo cerebro que aporta a los seres humanos crecientes instrumentos de creatividad e independencia, les hace cada vez más dependientes de los otros seres humanos. La evolución de nuestra especie es por tanto, hasta hoy al menos, una evolución hacia lo social. La sociedad es cada vez más imprescindible para el individuo; es, para el desarrollo del individuo, como una prolongación exterior de la placenta materna, que en cierto sentido se desprende al alcanzar la madurez.

Tan sólo se plantea aquí una analogía organicista -no un salto cuántico-, lógica si consideramos que del mismo modo que la especie viene siguiendo biológicamente ese camino, no es improbable que un proceso semejante se esté dando en lo social. Partimos, en nuestra reflexión, de una evidencia irrefutable que nos aportan las ciencias de la vida: en términos generales, y aunque podamos encontrar excepciones, a medida que crece la complejidad de los organismos biológicos, su ciclo formativo, o periodo de inmadurez, se extiende.

Es en este sentido en el que planteábamos, desde una perspectiva teórico-epistemológica, la cuestión del límite superior. Como hemos puesto de manifiesto en otros trabajos (Baigorri, 1997, 1998, 1999), en la actualidad nos enfrentamos a un proceso de cambio social de carácter estructural, a una readaptación orgánica, en función del alargamiento de todos los ciclos vitales, y que por tanto influye entre otras cosas en un progresivo atraso del momento de incorporación al trabajo de los seres humanos. 

Consideremos, de una parte, que en nuestras sociedades ricas y tecnológicamente avanzadas las necesidades materiales básicas de cualquier familia están cubiertas, sea de forma autónoma o mediante ayudas públicas; son ya muy escasos los jóvenes que deben buscar trabajo de forma imperiosa para que su familia pueda comer, como ha ocurrido históricamente.

De otra parte, la cantidad de conocimientos, saberes y hábitos que el ser humano ha debido asimilar antes de enfrentarse a cualquier ocupación son crecientes: un niño de 8 años podía incorporarse hace cien años, o hace incluso unas pocas décadas, a buena parte de las tareas agrícolas, o a las minas... Hoy, a pesar de que en apariencia la tecnología simplifica nuestras vidas, los conocimientos que hay que dominar para ejercer cualquier oficio, e incluso para desenvolverse en la vida cotidiana, son mucho mayores [3]. 


No es extraño así que en todas las encuestas en las que se pregunta por el grado de acuerdo con el enunciado "Nuestra sociedad exige cada vez a los jóvenes los porcentajes de acuerdo sean muy altos". En la realizada por el INJUVE-CIS en 1997 entre jóvenes de entre 15 y 29 años, el 83 % de los propios jóvenes se mostraba de acuerdo con la misma (CIS, 1999). En la realizada en Extremadura en el año 2002, padres (con un 63,6 %) madres (con un 68,9 %) e hijos (con un 61,3 %) están de acuerdo con esa afirmación.

¿Qué tiene de particular que, así como los humanos, en tanto que mamíferos más evolucionados, somos los que más tardíamente nos convertimos en seres orgánicamente autosuficientes, asimismo la evolución conduzca a un periodo cada vez más amplio de preparación para la autosuficiencia social, como se expresa en el gráfico que resume el modelo?.

En este sentido, ya en (Baigorri, 1991) señalábamos la necesidad de incorporar al epígrafe de jóvenes, en todo lo que al mercado de trabajo se refiere, a los menores de 30 años, en consonancia con el retraso en la edad de la emancipación que se venía observando desde los años ‘80, y que en modo alguno puede atribuirse en exclusividad al paro o la carestía de la vivienda.

Desde hace más de una década se apuntan tendencias en esa dirección, aunque sin llegar a plantearse explícitamente. Así, el ya clásico estudio sobre la familia de C.C. Harris apuntaba a mediados de los ‘80, como tendencia histórica, el alargamiento de la estancia en el nido de los jóvenes (Harris, 1986). Por su parte, Roberts ya definía en la misma época lo que denominaba como un “nuevo modo de vida”, en el que los jóvenes pasaban una larga etapa dedicada a la formación, dependían más tiempo de sus familias y tenían una mayor inseguridad respecto de la vida adulta (Roberts, 1985). En la literatura sociológica española de la época se presta atención a ese fenómeno, pero no se termina de ver que el de hecho de que “la generación de los años ‘80 está dejando de ser joven sin que sus miembros logren insertarse plenamente como ‘adultos’ en la sociedad” (Zárraga, 1985: 385) no se debía únicamente al bloqueo del camino por parte de la llamada generación del 68 (algo que, por lo demás, era y es obvio), sino que se trataba también, y en mayor medida, de una tendencia general observaba en otras sociedades.

En los últimos años, sin embargo, parece que también en España hay entre los investigadores consciencia de esas tendencias. Así, (Pallarés, Feixa, 2000) consideran que las transformaciones en el mundo de los jóvenes vienen determinadas por: a) alargamiento de la edad de incorporación al trabajo y de abandonar el domicilio familiar; b) aumento de la dependencia familiar; c) ampliación del tiempo de escolarización; d) pérdida de peso demográfico; y e) diferencias en los contenidos y formas de socialización. Parece, por tanto, que hay una lenta pero creciente confluencia global, desde hace casi dos décadas, en el diagnóstico.

Y poco a poco los datos vienen corroborando en mayor medida el modelo. Según la encuesta más reciente del INJUVE el 74 % de los jóvenes vive en el domicilio familiar, por mucho que la mitad (50,8 %) dicen estar dispuestos a emanciparse. De hecho, y según datos procedentes de la Encuesta de Población Activa, a lo largo de la pasada década se ha venido reduciendo el número de hogares en los que la persona principal (cabeza de familia) es un joven entre 16 y 29 años, pasando e 591.600 hogares, en 1990, a 453.300 en 1997.

Algunos investigadores, como ocurre por ejemplo de forma sistemática en los informes sobre la juventud vasca, aún siguen creyendo que la razón de que la edad de emancipación se haya alargado en los últimos 25 años hay que buscarla "principalmente en la falta de ingresos y el elevado precio de la vivienda"; pero lo cierto es que, según la oleada del sondeo del INJUVE del cuarto trimestre del 2001, entre los jóvenes españoles de 15 a 29 años la vivienda (a pesar de su carestía objetiva, que ha alcanzado niveles propios de república bananera) sólo la incluyen entre sus dos principales preocupaciones el 4,4 % de los encuestados [4]; un porcentaje del 26,8 % incluyen los problemas relacionados con el trabajo o su búsqueda entre esos dos problemas que más les preocupan, pero lo cierto es que un porcentaje similar, un 26 % de los encuestados, dicen no tener ningún problema, o al menos ninguno importante. Y es que nuestros jóvenes están, en realidad, felices, y por eso les gusta divertirse ruidosamente. Volveremos a ello.

El sondeo a nivel europeo realizado en los quince países miembros durante la primavera del 2001 por el European Opinion Research Group, entre jóvenes de 15 a 24 años (nuevamente horquillas no coincidentes unas con otras) muestra que, aunque la mayoría de los entrevistados alega no tener los medios suficientes para independizarse, un 37 % declara no hacerlo simplemente porque prefieren el “confort sin responsabilidades” del domicilio familiar que la autonomía, y un 32 % que prefieren aprovechar las posibilidades del hogar familiar para acumular ahorros para prepararse unas buenas condiciones de salida, así como un 29 % declara simplemente que “cuanto más tarde se salga, mejor”. Un 28 % considera que el hecho de los padres sean menos estrictos es una buena razón para quedarse.

Naturalmente, bajo los presupuestos que he puesto de manifiesto, no podemos estar de acuerdo con la creencia, extendida entre algunos investigadores, de que “la juventud no se define tanto como un periodo de transición a la vida adulta, sino como una nueva etapa de la vida del individuo, plena y autónoma” (Casanovas, Coll, 1998). A la vista de los datos y conclusiones de numerosos estudios realizados en los últimos veinte años, parece evidente que sí se trata de una transición, que además cada vez se alarga más.

Volviendo a los límites, a tenor de lo visto parece razonable el situar el límite superior de la categoría de jóvenes en los 35 años. De hecho, aunque no hemos podido explotar los datos correspondientes al Censo de Población de 2001, una encuesta realizada por el INJUVE en 1996 mostraba que ya entonces un 27 % de los jóvenes de entre 30 a 34 años convivían todavía con sus padres, cifra que sin duda se ha incrementado sensiblemente en los últimos años.

En diversas ocasiones se ha propuesto, y parecía la solución sociológicamente más razonable, incluir como jóvenes a los comprendidos entre los 14 y los 30 años. De hecho, el INJUVE considera la horquilla de los 15 a los 29 en sus estudios desde la primera mitad de los años ‘90. Sin embargo, al día de hoy y habida cuenta de esa tendencia general que venimos explicando, seguramente habría que revisar esos límites operativos, y extenderlos desde los 14/15 a los 34/35 años[5].

En cualquier caso, hechas estas consideraciones, no hay que olvidar que tampoco podemos hacer un paquete indiferenciado con los jóvenes, consideremos una horquilla de edades u otra.

Por un lado, son evidentes las profundas diferencias que marca la edad a lo largo del proceso de transición de la infancia a la vida adulta. Podríamos hablar, al menos, de un estadio adolescencia (cuya duración probablemente se viene ampliando por arriba y por abajo) hasta los 16/17 años; un estadio de juventud estricta (hasta los 26/27); y un estadio de juventud funcional (hasta los 34/35). En realidad, esos límites intermedios, deberían ajustarse pensando en la eficiencia empírica, esto es, en la disponibilidad de fuentes primarias de información sobre cada tramo, puesto que es indiferente a efectos de programas de acción poner el límite un año arriba o abajo.

Otros muchos autores introducen otro tipo de diferenciación entre los jóvenes al utilizar el concepto de generaciones, sugerido por José Ortega y Gasset y Margaret Mead, manejado ampliamente por Julián Marías y convertido en concepto operativo para la Sociología por Nerina Jansen. Se trata de un concepto que intenta una especie de cuadratura del círculo entre los conceptos de cambio y permanencia, al considerar que "el Hombre no crea nuevos valores y normas, crea perspectivas sobre las normas y valores reinantes en un momento dado. Estas perspectivas, aunque difieren entre las generaciones coexistentes, a menudo sólo suponen ligeros cambios, sin implicar, normalmente, una ruptura radical con las perspectivas que existieron en el pasado" (Jansen, 1976, 158). En España el concepto de las generaciones ha sido y es ampliamente utilizado; pero sociólogos de perspectivas tan distintas como Karl Mannheim o David Riesman nos advirtieron de que "no es fácil decir cuándo termina una generación y empieza otra, porque las gentes no se producen en hornadas, como tortas, sino que nacen constantemente. Y sólo en ciertos países y en ciertas épocas los acontecimientos históricos, inconscientemente transmitidos de padres a hijos, conducen a un vacío entre generaciones" (Riesman, 1965: 341). Por lo que hay que manejarlo con sumo cuidado. 

Pero más importante me parece hacer otro tipo de distinciones al tratar de la juventud. A menudo, el concepto juventud no es sino una estratagema de la razón para ocultar, o disminuir la importancia, de otro tipo de divisiones sociales bastante más determinantes que la edad. Me es indiferente si otorgamos mucha o poca importancia al concepto de clase social, o preferimos utilizar categorías como el género, o los grupos de status... Lo importante es que, con independencia de que, desde una perspectiva psicológica, o incluso microsociológica, las distintas edades conlleven niveles de madurez distintos, problemas de interacción  distintos, sin embargo las grandes fracturas están no en la edad, sino en el acceso a los bienes, ya pensemos en el acceso a los medios de producción, o a aquellos bienes que hoy constituimos indicadores del bienestar y la riqueza. Las diferencias que repetidamente muestran los estudios sobre jóvenes nos alertan sobre la importancia de esas clasificaciones. 

¿Cómo vamos a hablar entonces del comportamiento, actitudes o necesidades de los jóvenes extremeños? ¿Qué tienen que ver los jóvenes de los barrios marginales con los de las zonas nobles de la ciudad, los hijos de jornaleros o empleados de comercio con los hijos de terratenientes o profesionales liberales?. Por supuesto que todos ellos tienen problemas de comunicación con sus padres, y un cierto toque de inseguridad; todos se enamoran y bajan entonces el rendimiento en los estudios. Sin duda alguna, pero ese es un problema que atañe a los psicólogos y psico-pedagogos. Pero a los sociólogos nos interesa más conocer las diferencias estrategias de integración en la sociedad (Casal, 1997), los distintos elementos utilizados para la construcción de su identidad (Ariza, Langa, 1998), los esquemas excluyentes de ocupación del espacio (Rathzel, 1998) que utilizan esos grupos sociales plenamente diferenciados, y a menudo enfrentados. En suma, nos interesa conocer qué persiguen, y qué capacidad de elección tienen para alcanzar lo que persiguen. Sobre todo, porque las estructuras sociales tienen bastante cerrado el campo de elección para muchos sectores de la población juvenil (Tepperman,Wilson, 1990)."

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 Bien. Pues lo interesante a fecha de hoy es que una amplia investigación sobre cambios en la configuración cerebral recientemente publicada (Kanakaraj P, et. al, 2025) confirma, sobre una base biológica, mi teoría de la placenta social. Como estoy perezoso, dejaré que Gemini ponga todo esto en limpio.

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"La teoría sociológica de la "placenta social" de Artemio Baigorri se alinea conceptualmente de forma notable con los hallazgos neurocientíficos sobre la prolongación de la maduración cerebral. 

La "placenta social" es el concepto utilizado por Baigorri para explicar cómo el desarrollo social (específicamente en la Sociedad Telemática o Postindustrial) conlleva un retraso sistemático en la incorporación de los nuevos miembros a las funciones adultas de la sociedad. 

Puntos de conexión entre ambas ideas:

Periodo de Dependencia Extendido: Baigorri argumenta que, en las sociedades avanzadas, el período de maduración efectiva se extiende. La edad de independencia (emancipación) se sitúa, según sus análisis sociológicos, entre los 25 y los 30 años, debido a factores económicos y sociales como la dificultad para encontrar trabajo fijo o acceder a una vivienda.

Correlación Neurobiológica: El estudio neurocientífico, al ubicar el punto de maduración cerebral máximo y el final de la adolescencia (en términos de plasticidad y desarrollo de la materia blanca) alrededor de los 32 años en países occidentales, proporciona un posible sustrato biológico o una correlación empírica a la observación sociológica de Baigorri.

Influencia del Entorno: Ambas perspectivas (sociológica y neurocientífica) convergen en la idea de que la maduración no es solo un proceso biológico interno e inmutable, sino que está profundamente influenciado por el entorno social y cultural en el que se desarrolla el individuo. La "placenta social" es el andamiaje (educación prolongada, dependencia económica) que retrasa la "incorporación" a la adultez. 

En resumen, los datos de la neurociencia y la teoría sociológica parecen ser caras de la misma moneda, describiendo cómo las estructuras sociales modernas están reconfigurando la trayectoria vital y el desarrollo humano, tanto a nivel social como (probablemente, por plasticidad) a nivel biológico."

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Me queda por encontrar demostración empírica y biológica (llegará), en el marco de los avances de la epigenética, de cómo todos esos cambios terminan generando "líneas" en el código genético de la especie, bien a nivel de especie o grupal. Pero esa es otra (aunque sea la misma) historia.


Bibliografía

Ariza, S., Langa, D. (1998). ‘Propuestas para la reflexión sobre la identidad social de los jóvenes'. VI Congreso Español de Sociología

Baigorri, A. (1999). 'Jóvenes en Extremadura. Pocos datos, y algunas reflexiones'. Curso de Gestión de Programas Juveniles. Escuela de Administración Pública de Extremadura

Baigorri, A. (1998). '¿Paro juvenil, o estrategias de retraso en la inserción laboral?'. VI Congreso Español de Sociología

Baigorri, A. (1997). 'Jóvenes y mercado de trabajo en Extremadura'. I Jornadas Transfronterizas sobre Empleo Juvenil. Secretaría Técnica del Plan Integral de la Juventud

Baigorri, A., dir. (1991). Paro, mercado de trabajo y formación ocupacional en Extremadura. Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Extremadura

Baigorri, A. Fernández, R. et al (2003). Botellón, un conflicto postmoderno. Icaria

Baigorri, A., Muñoz, B. eds. (2005). Análisis del debate educativo documento para la reflexión y el debate sobre la educación en Extremadura (Educación Secundaria). Consejería de Educación

Barnett, A. (1966), La especie humana. Fondo de Cultura Económica

Casal, J. (1998). ‘Recesión y emergencia de modalidades de transición a la vida adulta'- REIS. Num 75, pp. 295-317

Casanovas, J., Coll, J. (1998). ‘La nueva condición juvenil y las políticas de juventud'. VI Congreso Español de Sociología

Kanakaraj P, et. al. Lifespan Trajectories of Asymmetry in White Matter Tracts. bioRxiv [Preprint]. 2025 Sep 29:2025.09.29.678806. doi: 10.1101/2025.09.29.678806 

Harris, C.C. (1986), Familia y sociedad industrial. Península

Jansen, N. (1977), La teoría de las generaciones y el cambio social, Espasa-Calpe, Madrid

Pallarés, J., Feixa, C. (2000). 'Espacios e itinerarios para el ocio juvenil nocturno'. Revista de Estudios de Juventud. Num 50, pp. 23-41

Rathzel, N. (1998). ‘Young people of many cultures in the City. The appropiation of space and place'. XVI Congreso Mundial de Sociología. ISA

Riesman, D. (1965). Abundancia, ¿para qué?. Fondo de Cultura Económica

Roberts, K. (1985). 'Youth in the 1980s: a new way of life'. International Social Science Journal, nº 16, pp. 168-184

Tepperman, L., Wilson, S. (1990). Choices and Chances. Sociology for everyday life. Westwiew Press

Zárraga, J.L. de (1985). Informe Juventud en España. La inserción de los jóvenes en la sociedad. Instituto de la Juven­tud/Ministerio de Cultura




Notas

[1] La búsqueda del mismo nos dice mucho de cómo está funcionando la difusión de la Ciencia en estos momentos, y de cómo funciona la IA. Cuando pregunto a Google sobre el concepto, es capaz de inventarse un artículo que existe, pero en el que en absoluto se utiliza el concepto de "placenta social", ni se refiere a ella, sino que trata de la placenta biológica.


Sólo cuando le activo "Profundizar en modo IA" parece enterarse de qué estamos hablando, y entonces sí cita tanto el origen de quien tomé el término (Moreno lo utilizó circunstancialmente refiriéndose a la identidad familiar, para la que no es una denominación adecuada) como la utilización sociológica y antropológica que yo hago del mismo. Osea que ya vemos qué chapuza de la IA básica y del buscador, no hay que dejarse llevar nunca por la primera impresión.

 


[2] Durante varios años, la principal organización feminista de la región (no citaré su nombre por piedad, porque su acción sólo evidencia una incultura atroz) me invitó a participar (pro bono, por supuesto) en charlas y seminarios sobre temas relacionados con la mujer (sucesivamente con intervenciones sobre mujer y publicidad, situación de la mujer, hombres y mujeres, violencia de género, etc.). Pero en mi última intervención, no consigo recordar la naturaleza y temática del seminario, utilicé mi analogía de la placenta social para explicar algún aspecto que tampoco recuerdo. Y se montó la marimorena nada más y nada menos que por decir que nacíamos sin terminar de formar, al contrario de otros mamíferos, debido a la conformación del esqueleto de la hembra bípeda. No sé qué demonios entendieron algunas pero a la salida vinieron varias ofendidas, y por supuesto quedé cancelado para siempre, nunca me han vuelto a llamar enel cuarto de siglo siguiente.   

[3] Imaginemos uno de los empleos de más bajo status en nuestra sociedad: el de basurero. Hace apenas diez años el basurero se limitaba a arrojar sacos de basura o vaciar cubos en un remolque de tractor o incluso de caballería. Llevaba el remolque al vertedero y lo descargaba en bruto. Hoy el basurero -que habrá pasado algún tipo de examen- debe manejarse con eficiencia adaptando los contenedores al elevador hidráulico, y manejar una herramienta que envuelve y compacta con sumo cuidado para no sufrir accidentes; debe hacer una separación básica, distinguiendo al menos aquellos materiales que pueden dañar la máquina; incluso la fuerza que hay que desarrollar es superior, para manejarse con los grandes contenedores; debe moverse con soltura entre el complejo tráfico nocturno de las ciudades... en suma, la complejidad de las tareas de ese puesto aparentemente tan simple se ha multiplicado: un niño de 12 años no podría andar ayudando a su padre a recoger la basura por los barrios de una ciudad, como recordamos haberlos visto en nuestros pueblos.

[4] Otros informes de ámbito regional, como el más reciente sobre la juventud catalana, ponen el acento en que “si bien los costes de la vivienda pueden haber sido el principal factor a la hora de explicar el retardo de la emancipación durante la segunda mitad de los ochenta y la primera mitad de los noventa, hoy en día estos costos ya no son el principal obstáculo para la emancipación” (Serracant, 2001: 76). Señalándose como un factor mucho más importante, en la línea de la teoría que apuntamos, el alargamiento del periodo de formación. En suma, se habla también de una “estrategia de adaptación acomodándose a las posibilidades” (ibidem: 78), lo que -si tenemos en cuenta la perspectiva del individualismo metodológico que marca ese estudio- perfectamente podríamos conciliar con nuestro modelo evolutivo de carácter más ecológico-funcional.

[5] Aunque no servirá de mucho si no hay un consenso a nivel internacional; pues mientras España utiliza ya en casi todos sus estudios la horquilla 15-29, el Eurobarómetro sigue utilizando la horquilla 14-24.


12.04.2025

Generación Greta: menos lobos (2025)

 


"4. Conclusiones

Los sucesivos análisis empíricos que se vienen haciendo y el que nos ocu-
pa en la actualidad así lo evidencian también. Muestran la contradicción 
flagrante que existe entre los discursos generacionales, esto es las actitudes 
aparentemente mostradas por las distintas generaciones, y que los medios de 
comunicación reflejan continuamente faltando a la realidad, y sus hábitos y 
prácticas de consumo o vida.
A nuestro juicio el origen hipotético de esta decadencia generacional de 
los valores ambientales bien podría estar en lo que Baigorri (2012) plantea: 
el excesivo alarmismo ante las cuestiones ambientales. Lo que algunos de-
nominan apocalipsis en realidad desanima y desincentiva a la población del 
compromiso ambiental, por cuanto parece que no hay remedio y, por tanto, 
cabe aplicar el dictum clásico: carpe diem. Es decir, pasa de todo y disfruta 
mientras puedas."



Cita: Baigorri, A., Caballero, M. (2025): Generación Greta: menos lobos. en Gobernanza de riesgos desde los estudios socioambientales: desafíos y avances en el ámbito iberoamericano , Universitat d'Alacant. pp.195-206


12.30.2024

Réinventer, revendiquer ou assumer le Sud ? (2024)

La revista  Desenvolvimento e Sociedade. Revista Interdisciplinar em Ciências Sociais, de la universidad de Évora, recoge en un monográfico algunas de las ponencias de coloquio organizado por la AISLF (Association internationale des sociologues de langue française) y el polo CICS.NOVA de la universidad de Évora "Asymétries territoriales : enjeux socio-environnementaux et facteurs d’inégalités" el 2 y 3 de junio de 2022. El artículo recoge una versión más académica de la ponencia. Al final del texto se incluye la presentación utilizada durante la exposición.

  


Resumo

O texto propõe uma reflexão, em forma de ensaio, apresentado em mesa redonda, sobre o relativismo social da dialética Norte/Sul, bem como sobre o potencial civilizatório do Sul do Norte, ou seja, do Sul Europeu.

Assim como levanta toda a relevância e necessidade de valorização de alguns autores que, tendo contribuído para um conhecimento mais profundo das nossas sociedades, ficaram fora do “mainstream” sociológico.

Palavras-Chave: Dialética Norte/Sul; Desenvolvimento desigual; Sul global; Mediterrâneo.

Résumé

Le texte propose une réflexion, sous la forme d'un essai présenté lors d'une table ronde, sur le relativisme social de la dialectique Nord/Sud, ainsi que sur le potentiel civilisateur du Sud du Nord, c'est-à-dire le Sud européen.

Il soulève également la pertinence et la nécessité de valoriser certains auteurs qui, ayant contribué à une meilleure compréhension de nos sociétés, ont été laissés à l'écart du courant sociologique dominant.

Mots clés : dialectique Nord/Sud ; développement inégal ; Sud global ; Méditerranée.


 1 Introduction

Je vais commencer mon exposition de manière introspective. Parce que je suis né, élevé et éduqué dans le Nord du Sud du Nord, au milieu de la banane bleue ibérique, mais je vis dans le Sud depuis longtemps.

Quand j'étais enfant, je ne connaissais pas le Nord et le Sud. Nous avons utilisé une dichotomie haut/bas : on montait et descendait dans une autre ville, selon qu'elle était située plus haut ou plus bas en altitude que notre ville. Nous ignorions tellement les points cardinaux que nous attribuions à une montagne située à l'Est à l’origine du vent cierzo, sœur du mistral, qui vient en réalité du Nord.

Ensuite, nous avons appris avec la géographie qu’une région, une montagne, tout se situe dans des coordonnées précises, mais la vie sociale est plus complexe : par exemple, le Nord espagnol est le Sud français. Le peuple catalan, apprécié en Espagne comme sérieux, travailleur, dans le sud de la France est apprécié comme tapageur, amoureux des taureaux et de fêtes. Le Pays basque, qui dans le premier tiers du vingtième siècle était notre Nord, la modernité industrielle en Espagne, berceau des grands intellectuels, était un Sud étrange et primitif pour la France.

Puis j'ai quitté le Nord géographique et social pour venir dans une poche de pauvreté du Sud géographique et social : l'Estrémadure.



L'Estrémadure et l'Alentejo étaient des régions pauvres dans les années quatre-vingt. Les plus pauvres d'Europe lorsque nos pays ont rejoint l'Union européenne. Mais plusieurs millions d'habitants de la planète aimeraient aujourd'hui avoir le niveau de développement que l'Estrémadure, ou l'Alentejo, avait alors.

On dit d'un sage qu'un jour il était si pauvre et misérable qu'il ne mangeait que des herbes qu'il avait cueillies. Y en aura-t-il un autre, se dit-il, plus pauvre et plus triste que moi? Et quand le visage revint, il trouva la réponse, voyant qu'un autre sage ramassait les herbes qu'il a jetées.(Calderón de la Barca, 1996, p.12)

En fait, lorsque les pays d'Europe de l'Est sont entrés dans l'Union européenne, ces régions ont découvert qu'elles étaient presque riches. C'est pourquoi on ne peut pas parler de Sud Global, concept qui fait aujourd’hui partie du courant dominant de les sciences sociales (19,500.000 apparitions sur Google en anglais) parce que le Sud est une position relative, et parce qu'il y a des Suds qui se font concurrence et se pillent.

2 Sud ou périphéries?

Je préfère le concept classique de centre-périphérie de Raúl Prebisch, qui visualise le système capitaliste mondial comme des espaces développés et sous-développés interdépendants (Prebisch, 1971). Avec ce modèle, nous analysons le pillage (de la population, de l’eau, de l'énergie, de la nourriture pas chère) auquel certains territoires espagnols ont été soumis par les régions riches, dans le cas d’Aragon(Gaviria, 1977), du sud de la Catalogne(Baigorri, 1979) , ou de l’Extremadure (Baigorri, 1978; Gaviria & Naredo, 1978).

Pendant des siècles, le Sud n'a pas existé. Il y avait le monde, la civilisation, et au-delà la terre inconnue peuplée de monstres. Le domaine grec s'est étendu pendant des siècles par certaines fondations isolées en Méditerranée. Depuis, la latinité était la civilisation. L'humanité était la latinité qui a colonisé le Nord, homogénéisant la diversité tribale.

Le sociologue Edgar Morin disait, à la fin du siècle, que

l'Europe n'est qu'un fragment de l'Occident, alors qu'il y a quatre siècles l'Occident n'était qu'un fragment de l'Europe. Il n'est plus au centre du monde, elle a été jetée à la périphérie de l'histoire (Morin, 1988, p.169)

Mais quand on parle du Sud on parle à la première personne. Je parle du Sud d'une Europe qui est peut-être déjà à la périphérie de l'Histoire, mais qui n'en reste pas moins un espace d'où personne ne sort et auquel chacun veut accéder. Un Sud qui bénéficie des plus-values ​​que le Nord obtient du Sud pauvre, mais qui est aussi, conceptuellement, une partie indissociable du Nord.

3 Le Sud comme fondement du Nord

Je me perds quand la question rhétorique de ce que le Sud peut apporter est soulevée. Parce qu'il a déjà assez contribué. Dans ce Sud il y a des institutions politiques comme le Tribunal de l'Eau de Valencia, qui se réunit à l'ombre de la cathédrale pour dicter la justice aux utilisateurs du système d'irrigation, qui fonctionne depuis plus de deux mille ans(Beltrán & Willi, 2011). Lorsque les Romains ont occupé l'Hispanie, ils ont trouvé des systèmes locaux complexes de gestion de l'eau, qu'ils ont respectés et codifiés (Galvez, 2016).

Les abus commis par les conquérants espagnols et portugais en Amérique, dénoncé par certains religieux espagnols, ont suscité, au XVIe siècle, une réflexion intellectuelle et politique, générant un nouveau corps doctrinal des droits pour les indigènes. Bien que, paradoxalement, ces plaintes qui ont donné lieu à de nouvelles formes de droit aient été utilisées par les dirigeants de Grande-Bretagne et des Pays-Bas, grands exploiteurs de colonies, pour construire la fameuse Légende noire de l'Empire espagnol, contre lequel ils se sont battus pour l'hégémonie dans les océans(Payne, 2019).

Ces innovations dans le droit des gens ont eu leur effet démographique: lorsque les processus d'indépendance ont commencé en l’Amérique Hispanique, selon des chiffres recueillis dans (Rosenblat, 1967), le pourcentage de population indigène aux États-Unis et au Canada était de 3% (entre 1848, lorsque les États-Unis ont occupé la Californie, et 1880, la population indienne est passée d'environ 150 000 à 16 000), en Guyane française de 4% et au Brésil de 9%. Cependant, au Mexique il était 55%. Bien qu'actuellement il n'y aurait guère de chiffre contesté, selon l'Institut National de la Statistique et de la Géographie de México oscillerait entre 6 et 19%, selon les variables considérées (INEGI, 2022)

Je veux citer deux auteurs (inconnus en dehors de l'Espagne et de l'Amérique hispanique) car ils expriment, au dix-neuvième siècle, deux manières d'aborder la dialectique Nord/Sud.

Angel Ganivet était un andalou passionné qui s'est suicidé à l'âge de trente-trois (33) en Europe du Nord. Mais il a eu le temps de construire des analyses de l'urbain á (Ganivet, 1905) au moins aussi subtil que celles de Simmel ou de Park (Baigorri, 2001).

Et Joaquin Costa était un Aragonais intéressé par une compréhension scientifique de la société espagnole et de ses défis (Gómez Benito, 2021), mais dans un sens plus général était un sociologue non universitaire intéressé par des sujets aussi divers comme l'histoire agraire (comme Max Weber), les religions primitives (comme Durkheim), et par les questions que David McClelland développera un demi-siècle plus tard, comme «achieving societies» (McClelland, 1976). En analysant le déclin espagnol Costa soutient que la société espagnole était ancrée au quinzième siècle, morte de succès, et propose de "mettre sept clés au tombeau du CID” et devenir un Nord, européanisant l'Espagne (Costa, 1914), alors que les penseurs basques Unamuno et Baroja qui, décoloniaux avant la lettre, voulaient hispaniser l'Europe. Costa veut que l'Espagne oublie son passé colonial qui, contrairement au reste des pays européens, cela n'a pas apporté la richesse, mais la folie et la ruine, comme l'aventure chevaleresque à Don Quichotte.

Angel Ganivet veut une modernisation qui ne laisse pas de côté ce que l'Espagne accumule, du fait d'être peut-être le plus grand creuset de l'histoire, après mille invasions de peuples du Nord, du Sud et de l'Est. La dernière, sans succès, depuis la France (A. Ganivet, 1990).

Comme exemple de ce creuset, aussi de la France, des familles sont venues dans ma ville il y a des siècles. Ils ont émigré d'un Nord pauvre, dans les montagnes, vers un Sud plein de promesses, dans la vallée de l'Èbre. De nombreux patronymes de ma commune sont des toponymiques qui correspondent à des communes de Basse-Navarre, les territoires du Royaume de Navarre faisant aujourd'hui partie de la France. Ainsi, mon propre nom de famille, Baigorri (de Baïgorry), et d'autres comme Espeleta (de Espelette), Suescun (de Suhescun), Yoldi (de Iholdy), Larralde o Sola (de Soule). J'en accumule plusieurs dans ma généalogie.

André Siegfried a proposé que

ce n'est pas l'Europe latine qui a fait la révolution industrielle, mais (...) le point de vue latin, dans la considération des problèmes, dans la conception même que l'on se fait de la vie, constitue un aspect indispensable de notre civilisation. (Siegfried, 1950, p.47).

Il y en aura qui se révolteront pour avoir cité Siegfried dans ce siècle. Mais la psychologie des peuples, c'est ce qu'a fait Inglehart, et il n'y a pas de valeurs plus postmatérialistes que celles qui ont gouverné Don Quichotte.

4 Sud local vs. Sud global

Mais revendiquer le Sud ne peut être revendiquer des identités, des rites, des folklores, que comprennent les stigmates: l'irrationalisme, le dolce far niente, une vie subventionnée. Le Sud auquel je peux prétendre est celui qui a construit l'État, les droits pour les indigènes, la tolérance, la diversité. Un Sud qui est en fait le Nord, car le Nord est construit avec des briques du Sud.

C'est pourquoi j'évite le concept de Sud Global, cette réinvention du Sud. Je n'accepte pas une fusion étrange avec d'anciennes cultures prédatrices et oppressives sur lesquelles des histoires de pureté souillée sont maintenant reconstruites. Celui qui est libre des péchés ancestraux, jette la première pierre, mais ne mélange pas mon Sud avec celui qui opprime les femmes ou celui qui exalte ceux qui, il y a quelques siècles, Ils s'exerçaient à arracher les cœurs, et pas dans le sens surréaliste de Boris Vian. Même Rousseau serait effrayé par le creuset du bon sauvage proposé aujourd'hui. Parfois je pense que dans les années soixante-dix, quand on voulait ouvrir une brèche dans l'édifice presque soviétique de la pensée structuraliste, de la modernité éclairée, on jetait le bébé avec l'eau du bain.

5 Conclusion

Quand je pense à mon Sud, je ne pense pas aux mythes ancestraux. Je pense aux trains et aux autoroutes. Je pense à l'arrivée, un jour, du train à grande vitesse. Qui relie Extremadura et Alentejo au Nord. Je pense à une autoroute pour relier la Méditerranée à l'Atlantique. Que nos territoires ruraux disposent de réseaux numériques de qualité pour que les promesses de la Société Télématique puissent se concrétiser ici aussi. Un Sud intégré dans la marche de la civilisation. Pour le meilleur et pour le pire.

Un Sud vers lequel ceux qui ont émigré peuvent revenir. Ma fille est retournée en Estrémadure il y a quelques mois. Après avoir travaillé pendant près de vingt ans dans des compagnies de ballet en Espagne, en Irlande, au Portugal, en Allemagne et en Italie, il souhaite revenir dans sa ville, créer sa propre compagnie dans la périphérie Sud. Je veux que cela soit maintenant possible. C'est le seul Sud que je revendique. Le reste pour les touristes

BIBLIOGRAPHIE

Baigorri, A. (1978). Extremadura Saqueada. Transición. Economía, Trabajo, Sociedad, 8, 15-19.

Baigorri, A. (1979). Regió d’Ebre, pariente pobre de Catalunya. Transición. Economía, Trabajo, Sociedad, 14, 15-19.

Baigorri, A. (2001). Hacia la urbe global. Editora Regional de Extremadura.

Beltrán, F., & Willi, A. (2011). El regadío en la hispania romana. Estado de la cuestión. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 21, 9-56. https://doi.org/10.30827/cpag.v21i0.106

Calderón de la Barca, P. (1996). La Vie est un songe. Librairie générale française. http://archive.org/details/lavieestunsonge0000cald_q1q2

Costa, Joaquín. (1914). Los siete criterios de Gobierno. Biblioteca Costa. http://archive.org/details/lossietecriterio00cost

Galvez, A. (2016). Dos pleitos de aguas en la epigrafía latina del Valle Medio del Ebro: De la Tabula Contrebiensis al Bronce de Agón [TFG, Universidad de Zaragoza]. https://zaguan.unizar.es/record/58834/files/TAZ-TFG-2016-4896.pdf

Ganivet, Á. (1905). Granada la bella. Librería General de Victoriano Suárez. http://archive.org/details/AW0790

Ganivet, A. (1990). Idearium español con El porvenir de España. Espasa-Calpe. http://archive.org/details/ideariumespanolc0000gani

Gaviria, M. (Ed.). (1977). El Bajo Aragón expoliado. Autonomía y recursos naturales. Deiba.

Gaviria, M., & Naredo, J. M. (Eds.). (1978). Extremadura saqueada. Ruedo Ibérico.

Gómez Benito, C. (2021). Joaquín costa como sociólogo histórico. Tendencias Sociales. Revista de Sociología, 7, 181-200.

INEGI. (2022). Estadísticas a propósito del Día Internacional de los pueblos indígenas. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2022/EAP_PueblosInd22.pdf

McClelland, D. (1976). The achieving society. Irvington Publishers

Morin, E. (1988). Pensar Europa. Gedisa.

Payne, S. G. (2019). En defensa de España: Desmontando mitos y leyendas negras. Espasa.

Prebisch, R. (1971). Changed and Development Latin America’s Great Task Report Submitted to the Inter-American Development Bank. New York:Praeger Publishers. http://archive.org/details/changeddevelopme0000raul

Rosenblat, A. (1967). La Población En América En 1492. Nuevos Y Viejos Cálculos. El Colegio de México. http://archive.org/details/rosenblat-angel.-la-poblacion-en-america-en-1492.-nuevos-y-viejos-calculos-1967

Siegfried, A. (1950). L`âme des peuples. Librairie Hachette.


Presentación utilizada en la ponencia


 


 Cómo citar

Baigorri, A. (2024). Desenvolvimento e Sociedade. n.º 12. pp. 129-134. ISSN eletrónico: 2184-2647

URL: https://www.revistas.uevora.pt/index.php/desenvolvimento_sociedade/article/view/722/1193

6.27.2024

"Me llena de orgullo y satisfacción..."

 ...que este modesto repositorio de textos, a pesar de estar fuera de los repositorios oficiales, de los indexados y demas gaitas de la pomada académica, ha alcanzado las 50.000 visitas. No parece mucho al lado de las 217.500 visitas que ahora mismo alcanza mi blog principal (justo acaba de adalantar a las 216.000 visitas censadas que en 2006, cuando la abandoné aunque siguió colgada hasta que los burócratas de mi Universidad la descolgaron, llevaba acumuladas mi primera página web), pero lo creé hace apenas un lustro, mientras que el blog tiene ya casi un cuarto de siglo. Incluso mi blog de materiales para las clases de Sociología alcanza ya las 100.000 visitas, pero también lleva mucho más tiempo, y es fuente directa para los alumnos de muchos cursos de Sociología. Pero vaya, que 50.000 visitas son muchas visitas, así que sí, me llena de orgullo y satisfacción, como decía el Borbón cuando se nos metía en casa. 

El conjunto de las webs y blogs que he creado, y que en algunos casos aún mantengo, he calculado que suman 600 ó 700.000 visitas. El caso es que sirvan.



1.22.2024

Hacia la Sociedad Telemática. Elementos de Sociología de Internet (2024)

 


El libro recupera una serie de trabajos, algunos inéditos y otros ya publicados o difundidos por otros medios, con algunas de las primeras teorizaciones en español, así como algunos análisis aplicados en España de Sociología de Internet. Actualiza el concepto de Sociedad Telemática y plantea los nuevos desafíos que Internet supone para las ciencias sociales, y en particular para la Sociología.

PDF (Libre)

El corazón de la diáspora (2023)

 


El libro recoge una colección de historias de vida, en distintos formatos, de emigrantes desde la región española de Extremadura a otras regiones españoles y otros países de Europa y América, a lo largo del siglo XX. Se obtuvieron en el marco de una investigación sobre Emigración y Retorno realizada en 2008-2009 realizada por investigadores de la Universidad de Extremadura, y cuyos resultados se publicaron en su día. Con esta publicación se pone a disposición de los investigadores y curiosos en las dinámicas seguidas, y problemas afrontados, por los emigrantes de la región más pobre de España. En unos casos son microbiografías breves que explican la trama migratoria, en otros casos historias de vida más extensas con la riqueza de la narración en primera persona.

7.18.2023

Educación climática (2023)

Me invitan a revisar un artículo, pero incialmente paso porque desde siempre me niego no sólo a publicar artículos en revistas de pago (directo o indirecto), y desde hace un tiempo también a hacer revisiones, para enriquecer con mi trabajo a un espabilado como el chino de MDPI o cualquier otra multinacional. Insistieron varias veces, y decidí echar un vistazo. El formato de Qeios me resultó tan curioso (ambiguo al menos), que finalmente he aceptado la invitación. Provisionalmente, como digo en el texto. 

Review of: Responsible Geosciences, or Geoscience Literacy for Urbanites

It is an interesting article, which (in my opinion) starts from a very acceptable premise because it coincides with my analytical model of the global city ( https://www.academia.edu/47651552/Hacia_la_urbe_global_El_fin_de_las_jerarqu%C3%ADas_territoriales ) this is the tendency towards cultural urbanization of the entire planet, and this also implies the loss of "knowledge" that in the framework of rurality did exist (although it should not be mythologized either: some of the biggest climatic catastrophes occur in rural spaces, because they lack a key component to face them: science/technology).

However, part of other not so acceptable premises. Well, in most of the countries of the world, there is a strong education in earth and natural sciences throughout the process of primary and secondary education. We studied through Biology, Chemistry, Physical Geography, for years, of course in all developed countries.

The problem is not so much, therefore, the lack of Geosciences in our training, but the lack of Social Science that relates this knowledge to social reality, how it influences it and is influenced. This has been evidenced in our work "For a true education for climate change" ( https://theconversation.com/por-una-verdadera-educacion-para-el-cambio-climatico-126612 ), after analyzing the reality of climate education in some Spanish regions (https://doi.org/10.5565/rev/athenea.2293). The importance of the Social Sciences in all this matter was already highlighted in my conference "Global change, vulnerability and resilience: the role of the social sciences" in 2010 ( https://www.academia.edu/23405144/Cambio_global_vulnerabilidad_y_resiliencia_el_papel_de_las_ciencias_sociales_2010_ ) .

Consequently, it is very appropriate that the educational programs in Natural Sciences be refined (although the article does not specify this, nor does it point out examples in different countries or regions), adapting them for a better knowledge of Climate Change, its causes and effects. But if it is not linked to a sociological training on the social bases of those causes, and on the social consequences of the effects, it will not be of much use. Geosciences in Secondary Education, of course. But without Sociology it cannot have a sustainable effect.

I have accepted to do a review in this repository, although I systematically refuse to do reviews in journals that charge for publishing (from the authors or their universities), because the Queios format still has me somewhat confused. So provisionally.


https://www.qeios.com/read/BZUDSZ

5.29.2023

Jovenes y elecciones. Notas para una jornada electoral (2023)


Una vez más me tocó este año acompañar a los periodistas de Canal Extremadura TV en el Especial Elecciones Municipales y Autonómicas. La participación ad honorem, of course (ut solet, ut fieri solet, malpensados).

Y, suele ocurrir, como te prepares a fondo para el tema que se va a abordar, luego no hay forma de aprovecharlo. Es mejor ir a pelo. En cualquier caso, las notas que preparé darían para ser base de un artículo que seguramente no haré, así que mejor publicarlas aquí directamente. Sobre todo porque vienen nuevos comicios (como dicen los cursis) y habría que tener en cuenta algunas de las anotaciones que hice.

La base de mis notas está en contradecir el meme que todos los medios repiten machaconamente, incluso reproduciendo análisis de expertos:que los jóvenes están con la extrema derecha. Pero simplemente no es así. O sí, pero no quienes dicen (18-24). Son los Millenial, los mismos que trajeron a Podemos, quienes traen a Vox. No los Zeta. 




Presentación (puedes ir pasando las páginas):



Como citar:
Baigorri, A. (2023). Jovenes y elecciones. Notas para una jornada electoral (https://textosdeartemiobaigorri.blogspot.com)

5.24.2023

Sociología y Recursos Humanos (1998-2023)

 


Este libro se publica en 2023, pero fue redactado en 1998, e inicialmente formateado como libro en 2004. Pero ahí se quedó, en una carpeta, como tantas otras cosas se quedan en nuestro recorrido vital: encarpetadas, polvorientas, olvidadas. Pero me acordé, y me pareció que podía ser útil a interesados en la materia, aunque no incluya ya nada novedoso, ni introduzca nuevas teorías. Simplemente como lo que es: un pequeño manual sobre Recursos Humanos desde una perspectiva sociológica. O más bien, por mi propia especialidad, desde la Psicología Social sociológica (que hay que reivindicarla frente a la meramente psicologista). Me ha parecido interesante contribuir con él a acrecentar el catálogo del proyecto transeditorial La Ciencia de la Sociedad. Le seguirán otros.
.................
Apenas unos meses más tarde de su publicación, he tenido que hacerme cargo de forma imprevista de una nueva asignatura sobre RRHH, por lo que finalmente será nuevamente de utilidad para mis alumnos.

"Cuando hablamos del ambiente, o clima organizacional, nos estamos refiriendo a todo aquello que hace que los individuos se sientan, o no, cómodos en una organización, o en una empresa. Así como hablamos del clima de un país, de una región o una ciudad, podemos hablar del clima organizacional de un departamento, de una sucursal, de una empresa en conjunto, o de un organismo de la administración pública.

2.1. Clima y bienestar

El clima no se ve, ni se toca, pero tiene efectos sobre las personas. Hay climas cuyas características han llevado a los grupos humanos a evolucionar fisiológicamente, y también culturalmente, para adaptarse a los mismos y poder sobrevivir: el color de la piel ha sido sin duda alguna una estrategia adaptativa, como lo han sido algunas religiones, hábitos de consumo, etc.. 

Sin embargo, hay un umbral a partir del cual la vida humana se hace insoportable, de ahí que hay lugares desérticos, o que han quedado deshabitados a partir de ciertas modificaciones climáticas. Mientras que por el contrario existen unas determinadas regiones del planeta, las que se corresponden con los climas templados, que atraen desde hace milenios a los grupos humanos. Del mismo modo, muchas personas huyen de organizaciones en las que se respira un mal clima de trabajo, mientras que otras organizaciones se presentan como particularmente atractivas, con independencia en ocasiones de las mayores o menores ventajas económicas.

Pero no sólo los climas extremados provocan la migración humana. Algunos reclamos turísticos buscan atraer a la población en sus vacaciones hacia ciertos espacios en los que “uno puede sentir en un solo día las cuatro estaciones”; se trata de lugares atractivos como curiosidad turística, es decir, para visitarlos, pero no para residir en ellos. Tarde o temprano, la gente que vive en estos lugares termina por cansarse de los repentinos cambios de tiempo, y opta por emigrar a regiones de clima más estable. 

Asimismo, un ambiente o clima organizacional estable se presenta siempre como una garantía de estabilidad a largo plazo. Una organización en la que sin solución de continuidad se pase de una disciplina exagerada a una relajación absoluta en las normas plantea inseguridades a las personas más capaces, que tarde o temprano optarán por abandonarla a la búsqueda de climas más estables.

Para algunos autores, el clima organizacional es prácticamente sinónimo de lo que se denomina la cultura de la empresa, entendida en este caso como cristalización del entorno. Sin embargo, cuando se producen estas asimilaciones, sólo a posteriori se indaga la correspondencia entre la cultura de la empresa o de la organización y diversos aspectos de adecuación a las expectativas del personal. 

Efectivamente, como se pone de manifiesto en cuanto venimos diciendo, el clima influye en la motivación, el desempeño y la satisfacción en el empleo, creando determinadas expectativas respecto a las consecuencias que una persona puede esperar según las acciones que realice. Los miembros de una organización, efectivamente, esperan recompensas y satisfacciones, o por el contrario penalizaciones y frustraciones, a partir de su percepción del clima organizacional.

Mientras que podemos hablar de estilos culturales, o tipos de cultura organizacional, en lo que al ambiente o clima organizacional se refiere sólo podemos referirnos a una gradación. Los diversos tipos de climas, como los climas físicos, en sus efectos sobre las personas deben verse como variaciones, a lo largo de un continuo, que va de favorable a desfavorable, pasando por neutro. Es decir, que iría desde el más elevado umbral de habitabilidad a la más extremada dureza o aridez.

En lo que a la empresa se refiere, debemos entender en consecuencia con lo expuesto que tanto los empresarios como los trabajadores deberían preferir por igual un clima favorable. 

Por una parte, si aceptamos que el clima determina lo cómodas que las personas se sienten en la organización, es previsible que los empleados deseen las bondades de un clima templado, del mismo modo que los grupos humanos han buscado secularmente los lugares de la tierra caracterizados por este clima.

Pero si consideramos que, efectivamente, el ambiente o clima organizacional influye en la satisfacción de los miembros de la organización, es previsible que se consiga un mejor desempeño de las tareas en esas organizaciones caracterizadas por un clima favorable; lo cual redundará en la eficiencia productiva, y al cabo -en lo que a la empresa se refiere- seguramente en los beneficios.

Por otra parte, la existencia de un clima favorable hará que las personas tiendan a establecerse en dicha organización; mientras que en las que sufren las inclemencias de un clima riguroso las personas más capacitadas -y por tanto con mayores dotes para la búsqueda de nuevas ocupaciones- tenderán a salir de la organización en cuanto les sea posible. 

En una parte importancia el exceso de rotación del personal en ciertas empresas o sectores viene determinado justamente por la dureza de su clima organizativo.

(...)

Si buscamos en un diccionario la palabra ‘necesidad’, hallaremos diversas definiciones que, aunque distintas, están estrechamente relacionadas entre sí. Así, una definición muy genérica sería la de “todo aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir”, o lo que es lo mismo, “privación o falta de cosas que hace padecer”. También se dice que necesidad significa “falta de las cosas que son menester para la conservación de la vida”, o “falta continuada de alimento que hace desfallecer”.

Para un observador superficial, aparentemente todas las definiciones vienen a decir lo mismo. Sin embargo, si nos fijamos con mayor atención, vemos que las dos últimas hacen referencia a aspectos vitales, es decir, a una falta de cosas que puede determinar incluso el fin de la vida; mientras que las dos primeras se refieren más bien a una falta que puede producirnos dolor o incomodidad, pero no necesariamente la muerte.

En ambos casos nos encontramos frente al concepto filosófico de ‘necesidad’ como relación ineludible, o más estrictamente “relación existente entre determinadas entidades, cuya contradictoria es imposible”. Pero las entidades relacionadas son bien distintas: en un caso se relacionan las cosas con la vida misma, y en el otro caso se relacionan las cosas con la inexistencia de dolor, osea con el placer.

Efectivamente, desde una perspectiva sociológica, el hombre aparece como un ser lleno de necesidades, según lo definieron Marx y Engels en el origen mismo de la Sociología: necesidades más elementales de nutrición, de vestido, de cobijo; o bien necesidades más refinadas de comodidad. Será la satisfacción de tales necesidades lo que implicará al hombre en una lucha con la naturaleza y con las fuerzas de la naturaleza, obligándole a desarrollar unas técnicas productivas y a elaborar unos modos de organización del trabajo colectivo, dando origen a la división del trabajo. Una división del trabajo que, orientada a la satisfacción de necesidades, está en la base misma, como apuntó Durkheim, del hecho social. Asimismo, todas las instituciones sociales han surgido orientadas a la satisfacción de necesidades.

Desde una perspectiva económica el concepto de necesidad se observa en un sentido bien distinto, pero también guarda una estrecha relación con la cuestión que nos ocupa. Aunque la Economía se define, según los presupuestos neoclásicos, como la ciencia que estudia la satisfacción de las necesidades en relación a unos recursos escasos; por lo que no es extraño que Marx la definiese en 1844 como la ciencia que nula justamente las necesidades, al menos las necesidades de aquellos sectores de la población no beneficiados del sistema económico dominante.

Efectivamente, frente a esa visión expresada por Marx, del hombre como un conjunto de necesidades, la teoría de las necesidades expresada por la economía neoclásica considera que las necesidades no existen por igual para todos, sino que simplemente dependen de los gustos de los individuos. Sobre esta base es factible construir una formulación apoyada en los siguientes dos supuestos:

1) El principio hedonista según el cual el individuo procurará siempre obtener el máximo placer con el mínimo sufrimiento

2) Que los placeres y sufrimientos son mensurables o en todo caso comparables. 

Se trata entonces de conseguir una ordenación de las necesidades que permita establecer preferencias en cuanto a la secuencia de satisfacción de las mismas y en cuanto a sus niveles de satisfacción. Partiendo de que el individuo dispone de recursos limitados para satisfacer unas necesidades.

Desde la perspectiva de la Psicología Social el término plantea una cierta ambigüedad, sobre todo en lo que hace a la diferenciación entre ‘necesidad’, ‘motivación’, ‘pulsión’ o ‘tendencia’. Básicamente, se considera que la necesidad es la base de la motivación, la cual desencadena la pulsión, que a su vez induce una virtualidad de acción -esto es, una posibilidad de acción- que recibe el nombre de tendencia. La realización de la tendencia equivale por tanto a un ‘comportamiento motivado’, que es la actividad dirigida hacia un objetivo, cuyo logro comporta la saciedad y, secundariamente, la disminución de la necesidad primitiva. Para la Psicología existen básicamente dos tipos de necesidades: las primarias, que corresponden a aspectos fisiológicos -comer, dormir, etc.-, y las secundarias, que corresponden a aspectos relacionales de la personalidad.

Estas diferentes perspectivas que adoptan las distintas ciencias al enfrentarse a la cuestión de las necesidades humanas, unidas a los distintos paradigmas ideológicos -o científicos, tanto da- en que se basen los distintos autores, se traducen en teorías muy divergentes, sobre todo en dos aspectos básicos: el relativismo o universalismo de las necesidades, y su carácter objetivo o subjetivo.

Por un lado tenemos teorías objetivo-relativistas. Esto es, teorías que consideran que las necesidades humanas se pueden especificar, teórica y empíricamente, de manera objetiva, con independencia de los gustos, preferencias o deseos individuales; pero a la vez son socialmente relativas, es decir, dependen de la formación social determinada que consideremos.

Dentro de estas teorías destaca la teoría de Marx, quien reconocía la existencia de necesidades humanas objetivas y universales, pero a la vez advertía que cada modo de producción determina o crea necesidad concretas y específicas. 

Asimismo, las nuevas teorías sobre la denominada pobreza relativa, ahora denominada exclusión social, parten de la interpretación de Townsend, quien en los años ‘70 puso en cuestión las cifras oficiales de pobreza al demostrar que no se es pobre por estar por debajo de una determinada línea absoluta de ingresos, más o menos arbitraria, sino que “se es pobre con relación a la pobreza (o riqueza) de los demás”.

Por otro lado tenemos teorías subjetivo-relativistas, según las cuales las necesidades son expresión de preferencias, intereses o motivaciones individuales. Así, se considera que nadie sabe mejor que los propios individuos sus necesidades concretas, necesidades que además son relativas a sociedades y culturas también concretas.

La Economía Neoclásica, a la que ya hemos hecho referencia, y sus doctrinarios, es sin duda el mejor paradigma de este tipo de teorías. Aquí directamente se sustituye el concepto de necesidades por el de preferencias y demanda: las necesidades serían únicamente una serie de preferencias individualistas que, al ser compartidas -por simple adición- por distintas personas, las cuales generan una demanda. Obviamente, se deriva que las preferencias serán distintas según las sociedades, y según los grupos sociales. Algunos autores llegan a extremos como el siguiente: “si todos juegan al tenis, necesitas fuerzas para participar en el juego, si no quieres verte excluido de un aspecto de la vida social”; lo cual sería incluso divertido si no existiesen en el mundo tantos millones de seres humanos condenados a la muerte por inanición.

Los planteamientos de la Economía Neoclásica han sido, por otra parte, adaptados para la construcción de otras teorías que albergan la idea de que sólo se puede hablar de necesidades de grupos sociales: es decir, habría unas necesidades ‘de las mujeres’, unas necesidades ‘de los negros’, unas necesidades ‘de los vascos’, etc. Aquí se ha sustituido el subjetivismo individual por un subjetivismo tribal.

En fin, se han desarrollado asimismo algunas teorías objetivo-universalistas, según las cuales las necesidades son las mismas para todos, y no dependen de las preferencias individuales. Según estas teorías -desarrolladas en el campo de la Economía por Sen, y en en el campo de la Sociología Dahrendorf, Doyal y Gough, entre otros-, las necesidades serían las mismas para todas las personas, sea cual sea su condición, grupos social de pertenencia o país. Doyal y Gough las denominan necesidades intermedias, y serían a su modo de ver: alimento y agua adecuados, vivienda adecuada, ambiente de trabajo que no entrañe peligro, medio ambiente que no entrañe peligro, cuidados sanitarios adecuados, infancia segura, relaciones primarias significativas, seguridad física, seguridad económica, control de la natalidad y embarazos seguros, y educación básica. En suma, todo aquello que posibilita el desarrollo mínimo de un individuo en una sociedad. Lo que tendría carácter culturalmente relativo serían los bienes que satisfacen tales necesidades. 

Amartya Sen planteó un ejemplo que, en su aparente exageración, expresa muy bien estas posiciones: “se ha señalado que en Europa Occidental y Norteamérica un niño puede no ser capaz de seguir el programa de su colegio a menos que tenga una televisión. Si esto es así, entonces el niño que no tenga televisión en Gran Bretaña o Irlanda estaría realmente peor -tiene un nivel de vida más bajo- en relación con un niño de Tanzania, por ejemplo, que no tenga televisión. No se trata de que el niño británico tenga una necesidad nueva, sino de que para satisfacer la misma necesidad que el niño tanzano -la necesidad de ser educado- el niño británico ha de tener más bienes”. (...)"

Acceso al libro completo (en libre acceso en pdf, si lo quieres impreso, puedes obtenerlo a través de Amazon) en los siguientes enlaces:

Epub o PDF 

Referencia:

Baigorri, A. (2023), Sociología y Recursos Humanos, LCS/Amazon



4.20.2023

Informe Edades 2022 Extremadura (2023)

El Programa de Encuestas Domiciliarias sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) es un programa bienal de encuestas domiciliarias sobre consumo de drogas, promovido por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas en colaboración con las comunidades autónomas. En este informe se extraen los datos de Extremadura.

Referencia:

Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., Chaves, M., Fernández, R. (2023) EDADES 2021/22. ANÁLISIS DE LA ENCUESTA SOBRE CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

Acceso

9.04.2022

Si no sale bien, también se aprende (2022)

Se plantea una relectura de la cultura del éxito vinculado a la innovación docente. El programa neoliberal en Ciencia y Docencia ha establecido en el último medio siglo un conjunto de mecanismos de selección de lo que tanto en esos como en otros ámbitos se denomina “buenas prácticas” que incita, mediante todo tipo de refuerzos positivos, en suma, premios en forma de remuneración material o simbólica, a difundir exclusivamente aquellos proyectos que hayan sido, o tengan la apariencia de haber sido, exitosos.  

Pero emergen perspectivas críticas de ese modelo, evidenciando la necesidad de tener también en cuenta y valorar también los fracasos, que pueden también ser de utilidad a otros, evitando fracasos futuros. Algunos autores promueven incluso un currículum de fracasos, aunque habría que buscar otra denominación sin esa carga peyorativa. 

La base empírica es un PID que pretendía visualizar acciones conectadas con los ODS sobre la hipótesis de que el número de acciones conocidas era modesto por el propio desconocimiento que la comunidad  universitaria tiene de los ODS. Pero los resultados no fueron los previstos. Aunque se alcanzaron algunos de los objetivos, tras meses trabajando apenas se consiguió participación y no pudieron alcanzarse todos los objetivos.  

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7.25.2022

Encuesta ESTUDES 2021 de Extremadura (2022)




La encuesta ESTUDES que tienen como objetivo conocer el consumo de drogas entre los estudiantes de 14-18 años que cursan Enseñanzas Secundarias.

Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., M., Chaves, M., Fernández, R. (2022) ESTUDES 2021. INFORME DE LA ENCUESTA SOBRE USO DE DROGAS EN ENSEÑANZA SECUNDARIA EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

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7.21.2022

A, ante, de, bajo, con, contra, desde, durante, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras Andalán (2022)


Un buen día de marzo me sorprendió leer un correo de Eloy Fernández Clemente, catedrático de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza, y fundador y primer director de la revista aragonesa Andalán,  en la que hice de todo durante unos años. De todo. Me sorprendió porque en más de 40 años, desde que publiqué mi último trabajo en la revista, hacia 1982, no había tenido noticia alguna. Bueno, noticia sí, pero no comunicación. Porque había visto algún libro on line, algo de la celebración del 25 aniversario, pero información directa... Bueno, aquí lo dejé dicho.

Así que me sorprendió. Supongo que algunas líneas que circularon con ocasión de la muerte de un antiguo colega, Enrique Ortego (quien a pesar de haberse ido tan lejos, a Nicaragua, tenía mejor memoria que quienes se quedaron en Zaragoza, o quizás por eso) le estimularían. O no sé, sería la vejez, el caso es que EFC me escribió para decirme que a ver si quería colaborar con un bosquejo de lo que para mí significó Andalán, porque iban a celebrar el 50 aniversario. Pues vale, ya saben que nunca digo NO, aunque a veces me lo pida el cuerpo. O casi nunca.

Me sorprende, al hojear (que en web ya es ojear) el monográfico del cincuentenario, que mi memoria de compañeros colegas de la época no sea mutua. Sí parece que lo era en el caso de Enrique Ortego, con el que compartí algunos reportajes y del que volví a saber cuando murió hace unos años. Será que en Aragón jugábamos mucho de niños a "Fuera de mi castillo", y también se decía mucho aquello de "El que se fue a Sevilla perdió su silla". Pasa lo mismo con la tierra (si te vas, te la quitan) que con la memoria.

- Venga, llorica, ya pasó, ya pasó... -me dice no sé qué hemisferio cerebral.

Pues eso. Que esta vez se acordaron, y esto es lo que envié, que ahora está publicado aquí:


Esto será un tópico muy repetido en esta colección de memoriales, pero debo empezar por ahí: a mí Andalán me cambió la vida.

Nunca sabré si a mejor o a peor, si para bien o para mal, porque los caminos alternativos que en cada cruce no tomamos, a saber a dónde conducían. Yo que desde niño iba para periodista, y en ello estaba en Zaragoza, he terminado convertido en sociólogo y dando clases de Sociología en el far west, a 700 km de mi pueblo. Y eso empezó con Andalán.

Expatriado, aculturizado

Nací en Mallén (1956), un pueblo de frontera en el que al menos un tercio de la población tenía entonces apellidos vascones, de la Baja Navarra hoy francesa. No sé si fueron fugitivos de guerras de religión o banderías, o migrantes en busca de mejor fortuna, como los apellidos rumanos que hoy amplían el arcoiris gentilicio de mi pueblo.

Nací en una casa de pequeños agricultores en la que se usaba el comedor sólo en la fiesta de la cofradía, o cuando los terratenientes (los Monguilán, Arnedo, Escoriaza y no sé qué más, una macedonia de apellidos que resumíamos en “los monguilanes”) venían a cobrar la renta o a autoinvitarse a comer. Aquella burguesía “de Zaragoza, Aragón y Rioja” que vivía de rentas, y a la que en los 60’s el IRYDA ayudó a capitalizarse para sus inversiones inmobiliarias, ofreciendo a los renteros créditos baratos para comprarles la tierra.

De niño inicié un camino migratorio que no sé si ha terminado todavía, pues eso no se sabe hasta la muerte, pero en solitario, pues mi familia siguió atada al surco. A los 8 años a Santa Coloma de Gramanet, acogido por una rama emigrante de la familia, para hacer el Ingreso de Bachillerato.  Al año siguiente interno a Tudela, tres años, con lo que hice muy mía a la capital de La RiberaAcepté estudiar euskera (hacia 1968 y todo a plena luz, y pronto lo olvidé porque el euskera no es como montar en bici), porque los jesuitas estaban obsesionados con mis “ocho apellidos vascos”.

Luego inauguraron Instituto en Borja y pude volver a Mallén, para ir a diario a clase en autobús. Apenas dos cursos, porque nos engañaron y no pusieron el Bachiller Superior que habían prometido. Así que entonces tocó ir a Zaragoza de forma precipitada, con el curso empezando en el Xavierre y al año siguiente el recién implantado COU en el “nuevo” Instituto Pignatelli, el primer instituto mixto de Zaragoza, una auténtica cochambre con aspecto de cárcel soviética descascarillada, hoy convertido en palacio burocrático. Ambos cursos alojado en el Colegio Menor Baltasar Gracián.

Y enseguida de vuelta a Barcelona a estudiar periodismo, pero con truco: trabajando siete horas diarias en las oficinas de una gasolinera, en cuyas habitaciones para camioneros también dormía, en el arranque de la Meridiana. Luego comía de forma precipitada la escudella o las mongetes amb butifarra del cercano bar de obreros, cogía dos líneas de metro, un tren y un autobús de sardinas para ir a la UAB, en Bellaterra. Había que tener vocación no de periodista, sino de mártir. Así que más o menos a partir del segundo mes, pasé de ir, salvo en fechas imprescindibles. Después de comer, si fa sol a leer poesía al Parque de la Ciudadela, y si no a los cines de sesión doble. Luego a buscar libros y discos de segunda mano, escuchar conferencias, o correr un poco con el corazón bumbumbum en alguna mani.

Así que desde niño me he sentido forastero con motivo, y ninguna identidad ha enraizado en mí con fuerza. En mi proceso de socialización primaria se entremezclan caóticamente Mallén, Cataluña (la xarnega y la com cal), Tudela, Borja, Zaragoza, jesuitas, dominicos, el colegio menor, el catalán y el vasco, un verdadero lío lleno de contradicciones en los términos. Al menos me libré del seminario (aunque disfruté mucho de ser monaguillo) y de la OJE, que no es poco. Fue ya en el siglo XXI, tras décadas lejos, cuando por primera vez me produjo una cierta emoción escuchar una jota, y resulta que era navarra (“soñé que la nieve ardía”); ahora también me da cosa si por un casual escucho “Pulida magallonera”, que de Magallón venía la abuela Larralde que no conocí, y en Magallón ligué alguna vez y hasta dí mi primer y único concierto como cantautor (al contrario que otros de éxito, yo era consciente de ser flojillo).

No estuve mucho en Barcelona. El primer curso fue un desastre académicamente (me dejé dos, y con dos suspensos obligaban a repetir). Pero “profesionalmente” fue un buen año, pues conseguí mi primera exclusiva periodística: fue El Noticiero quien publicó la primera entrevista a Ramón J Sender en su primer viaje del exilio a España, pisándosela al Heraldo/Zapater. Me colé en su hotel la tarde siguiente a su llegada y conseguí camelarme a la señora Luz C. De Watts, quien lo acompañaba y filtraba periodistas. La entrevista era muy pobre, pero para mis 18 años recién cumplidos, y no haber leído de Sender nada más que algún artículo sobre él en Índice, tenía su mérito. Coll Gilabert le reservó Tercera Página, bajo el vigía de la Torre Nueva, y anuncio en portada.

Y el 74-75 fue peor. En casa se habían apretado el cinturón para que no tuviese que trabajar, pero además de empezar el curso más tarde por la nueva Ley de Educación, inmediatamente se pusieron en huelga indefinida los PNN’s. Y Bellaterra fue una juerga, pero al terminar el invierno mi padre dijo que había mucho quehacer en el campo, a casa hasta que las clases empezasen de nuevo.

Las clases ya no empezaron. Quienes pudieron permitirse aguantar allí de marcha tuvieron aprobado político en casi todas las asignaturas, pero quienes habíamos tenido que volver a casa tuvimos que examinarnos. Aquello agudizó mi percepción sobre las desigualdades sociales y sus efectos, pero tuvo la virtud de descubrirme que era una tontería volver a Barcelona, cuando a distancia podía ir sacando la carrera, y en Zaragoza no sería tanta carga para casa. Así que en cuanto acabaron las labores más fuertes del verano negocié una pequeña ayuda familiar, y con las perrillas que me sacaba de vez en cuando con tareas administrativas en la Hermandad de Labradores, más la propina que me pagaban por las crónicas locales en El Noticiero, me dió para vivir miserablemente en un piso de estudiantes en Zaragoza. Donde tuve un poco de la vida estudiantil que apenas había podido tener en Barcelona. Los primeros viajes a dedo a Bellaterra a buscar apuntes, a alguna tutoría obligada y a exámenes fueron duros, alguno de casi 24 horas, pero luego fui descubriendo que estábamos varios periodistas de Zaragoza en la misma situación, y compartíamos coche.

Mi padre, como presidente de la Hermandad Sindical de Agricultores y Ganaderos, había estado metido en la primera de las “guerras agrarias”, la del tomate de 1973. Aunque el protagonismo se haya atribuido luego a una UAGA y una UAGNa que no existían ni en la imaginación, fueron gentes de las Hermandades Sindicales quienes estuvieron dando la cara. Y al año siguiente lo arrastré a otra contra la Autopista del Ebro. Con la movilización, basada en manifestaciones en el pueblo y en una batalla jurídica asesorados por Ramón Sainz de Varanda, conseguimos que en Mallén el precio de las expropiaciones se multiplicase. Debieron ser mis crónicas como corresponsal sobre aquellas batallas lo que llevó a Luis Granell, a finales de 1975, a ofrecerme escribir un artículo sobre la autopista en Andalán. Y ahí empezó lo poco o mucho que hubo.

 

Zaragoza, hacia 1978 Fotografía: Georgina Cortés

Zaragoza, hacia 1978, Fotografía: Georgina Cortés

 

No fue mi escuela de periodismo

El encuentro con Andalán fue para mí un orgullo. Había estado suscrito un tiempo mientras estaba en Barcelona, y hasta creo recordar haber enviado alguna carta al director que quedó infausta.

Pero aquel primer contacto estuvo a punto de ser frustrante. Justo me había puesto a trabajar en mi reportaje, cuando Granell me llamó de nuevo y me dijo que “mira qué suerte, que está unos días en su casa al lado de tu pueblo, en Cortes, un sociólogo muy famoso que ha escrito sobre las autopistas”, que si no me importaba hacer el artículo con él. Y le dije que no me importaba, pero claro que me importaba, ¿mi primer artículo en Andalán y tenía que compartirlo?, era como un coitus interruptus. Encima acababa de leer un artículo de ese sociólogo, en un monográfico de Cuadernos para el Diálogo sobre la agricultura española, que me pareció muy ocurrente pero con el que no estaba de acuerdo prácticamente en nada.

Sin embargo ocurrió, como le pasaba a tanta gente, que Mario Gaviria me sedujo en nuestro primer encuentro. Se presentó una mañana en Mallén sin avisar, con un montón de garrafas en el coche para llenarlas en mi casa con el agua del Moncayo que bebíamos en Mallén, y de paso hablar del artículo. Yo lo tenía casi terminado, lo leyó y me dijo que lo firmaba conmigo tal cual, que lo enviase así, para qué perder tiempo. En vez de eso estuvimos discutiendo sobre su artículo en Cuadernos.

Pero, aunque como decía me sentía orgulloso de la llamada de Andalán, en puridad no puedo decir aquello que suele decirse de experiencias periodísticas tempranas: ni fue mi escuela de periodismo, ni me abrió puertas en mi “carrera”.

No fue escuela porque desde los 15 años practicaba como corresponsal en Mallén de El Noticiero. Y entre 1971-73, mientras residía en el Colegio Menor era redactor del programa de radio escolar y de la revista colegial Alcorce, para la que entrevisté a Cecilia (un amor), Guillermina Motta (qué desvergüenza y qué piernas la Guillermotta) y otros cantautores. Incluso había adquirido de forma autodidacta ciertas “competencias” periodísticas que no se aprenden en la Facultad, como a colarme en el Teatro Principal y en las discotecas, para entrevistarlos.

Claro que mi escuela tampoco fue la Facultad de Ciencias de la Información, cuya licenciatura terminaría abandonando en 5º, a falta de tres o cuatro asignaturas. No deja de tener su aquel que casi lo único realmente útil que saqué de la Facultad fue el descubrimiento de la Sociología, a la que he terminado dedicado y que fue la carrera que sí terminé. Mi auténtico maestro de periodismo fue Vicente Calvo Báguena, aquel humilde periodista de pueblo, con las cuatro reglas que me repetía cuando visitaba El Noticiero.

Pero no era muy consciente de ello. El síndrome del impostor me ha acompañado toda mi vida y ahí sigue. Así, yo pensaba que debía fijarme en Enrique Ortego, con quien Larrañeta me puso a formar equipo una temporada para cubrir temas agrarios, pues creía que era un experimentado periodista, y resulta que según leí muchos años después en un texto del propio Enrique, era él el que andaba un poco perdido en lo del periodismo, y se consideraba aprendiz de mí y de otros. Hicimos unos cuantos viajes entretenidos en su coche.

Además, casi a la vez que en Andalán empecé a escribir en Esfuerzo Común, la revista de aquel oxímoron, los carlistas rojos, conocida entonces como Secuestro Común. En ella publiqué reportajes, artículos de opinión y alguna sección con seudónimo. Entre Vicente CalvoJavier Ortega y yo llenamos algún que otro número de la revista.

Y cuando me enteré de que Triunfo estaba sin "corresponsal" escribí a suerte y verdad incluyendo un reportaje, y Víctor Sanchez Reviriego me respondió a vuelta de correo diciéndome que sí y que lo que quisiera, de Aragón o de cualquier sitio, que fuese a que me hiciesen un carnet, el único carnet de periodista que he tenido nunca (en Andalán nunca nos lo hicieron a los precarios, al menos a mí). Eduardo Haro Tecglen me lo entregó, enorme y mayestático, cual príncipe austrohúngaro que entrega un nombramiento de cónsul. Entre mis reportajes para Triunfo está precisamente el que publiqué en mayo de 1978 con el título de “Quieren cargarse Andalán”, en defensa de la revista cuando fue procesada (seguro que no está en ninguna bibliografía sobre prensa aragonesa).

Y el verano en que Luis Granell me pasó la corresponsalía de Diario16 al irse de vacaciones conseguí colocar varias páginas completas. En 1979 estaba en la directiva de una Unión de Periodistas de Aragón surgida contra la carca Asociación de la Prensa, que estaba tomada por el Heraldo. Y desde Madrid me buscaron para incorporarme al proyecto del diario Liberación, que contribuí a lanzar, aunque ya estaba saliendo del periodismo y decliné unirme a la cooperativa. Osea que en paralelo a Andalán, donde sólo era un free-lance, iba construyendo una carrera profesional.

Pero viví muchas experiencias, tan valoradas hoy por el consumidor de vida

Lo que Andalán sí me dió fue experiencias vitales. Y hoy que la gente se mata por tener experiencias, agradecido estoy porque fue un periodo intenso y estimulante.

La primera, sin duda, fue la de conocer a Gaviria y su mundo (porque en aquella época había todo un mundo en torno a Mario). Recién publicado el artículo que firmó conmigo sobre/contra la autopista del Ebro, él mismo me planteó hacer otro, éste sobre el proyecto de papelera que se cernía sobre Tudela. Aunque le sugerí publicarlo en Esfuerzo Común, pues Vicente Calvo se acababa de incorporar a la dirección de la revista y se había puesto “celoso” de mi artículo en Andalán (que no dejaba de ser su competencia). Y aún no habíamos terminado de escribirlo y me arrastró a otra historia en una dirección totalmente distinta: el estudio que estaba a punto de iniciar sobre el Bajo Aragón, en el marco de las luchas locales contra los proyectos de centrales térmicas y nucleares, que daría lugar al libro El Bajo Aragón expoliado.

 

Cortes de Navarra, hacia 1977 (arriba Mario Gaviria, a la izquierda José Mari Lagunas, en el centro Artemio Baigorri y Georgina Cortés)  Fotografía: Blanca Berlín

Cortes de Navarra, hacia 1977 (arriba Mario Gaviria, a la izquierda José Mari Lagunas, en el centro Artemio Baigorri y Georgina Cortés), Fotografía: Blanca Berlín

 

La segunda, vivir un tiempo en el piso, o alocada comuna, de José Mari Lagunas, “el Gordo” (ahora que lo veo en alguna fotografía de Internet descubro que “el Gordo” soy yo), con el que me uniría una amistad de años que, más que perdiendo, se fue diluyendo como tantas otras en las entretelas del tiempo y la distancia. Me acababa de quedar sin piso en Zaragoza y mientras trabajábamos en la redacción de El Bajo Aragón expoliado me ofreció una habitación vacía que tenía en el suyo, hasta que encontrase algo. Y fue la leche.

Además José Mari, que formaba junto a José Luis Fandosel Tablas (con quien también compartí algún reportaje) y Luz Abadía, el clan samperino que estaba bajo la advocación y protección de EFC, era el responsable de la producción de la revista. Lo que nos permitía a sus amigos precarios obtener algunos ingresos extra con dos trabajos manuales: fajar periódicos (colocar una tira de papel con la dirección del suscriptor en cada periódico plegado), lo que hacíamos en los talleres de El Noticiero, y pegar carteles con el anuncio del nuevo número. Fajar era monótono, pero lo hacíamos entre chistes y luego nos íbamos a tomar algo. El segundo era más puñetero: había que ir con el cubo de cola, la brocha y el paquetón de carteles recorriendo la ciudad (fundamentalmente el centro, que Andalán no era precisamente prensa obrera), y a veces (según la portada) podía ser arriesgado, especialmente cuando pegábamos en Zona Nacional. Alguna agresión de fachas creo que hubo.

La siguiente experiencia especial fue precisamente pegando carteles, y fue peor que un ataque de Fuerza Nueva. Porque nos tocó hacer de auténtica carne de cañón. Eran las primeras elecciones democráticas, y nos tocó empapelar con el principal titular del número de Andalán de esa semana: “Nuestro voto a la Izquierda” (Num 117). La cosa es que nos mandaron a empapelar en la noche preelectoral, y acabamos detenidos. No recuerdo quiénes íbamos, pero sí que pasamos la noche en comisaría, fichados y ciertamente acojonados, según la Policía por delito electoral. Así que no fue EFC el único andalanio que pasó algún rato entre rejas por la revista.

 

 

Y cómo tocaba hacer de todo, hubo otras experiencias intensas. En la época de los festivales de promoción y apoyo a la revista, entre otros me tocó ayudar a José Mari Lagunas a montar el chiringuito de venta y alguna logística en el de Barcelona, en el Palacio de los Deportes (1978). Fueron unos días locos, en los que al Gordo, que ya apuntaba como emprendedor, se le ocurrió que comprásemos velitas para venderlas en el puesto de revistas y posters. Nos volvimos locos hasta encontrarlas en una bocacalle de Las Ramblas, pero fue una ruina, no recuperamos ni la inversión.

Otras experiencias nadaban en la hiperrealidad, en el metaverso que diríamos hoy, como cuando en el piso del Tablas  hacíamos elucubraciones y cálculos sobre acciones directas, que afortunadamente no pasaron de un póster a doble folio con la imagen de un pollo de carnicería colgado del gancho, como amenaza simbólica a las eléctricas. Tampoco olvidaré la experiencia de la entrevista con un alto mando del Ejército del Aire, en la que con gran delicadeza me amenazó seriamente. Había publicado un informe sobre las bombas que se les caían a los Phantom, y Larrañeta me pidió que fuese a oír su versión pues habían llamado muy cabreados. Pero no fue “una versión”, sino un aviso, una amenaza. Se quedó en nada, y fue una pena, porque un juicio en aquellos años era una gran inversión, aquéllo sí que te abría puertas. Algún otro toque de atención fue merecido, como la carta al director del presidente del IRYDA y entonces senador por UCD, Alberto Ballarín, en la que me corregía los datos sobre sus fincas de Monegros.

En aquella época, abducido por el universo de Gaviria, y dado que ya venía motivado por las batallas con mi padre, el periodismo, como luego la investigación, era indisoluble de la acción. Así que compatibilizaba mi intento de profesionalización como periodista con el agit-prop: las guerras agrarias, la autopista, las nucleares, la General Motors, la base yanqui, el polígono de tiro de Bardenas, los regadíos, las comunas… Había colegas que no lo entendían así, y consideraban igual de digna la información deportiva o sobre “sociedad”. Seguramente estaban en lo cierto, pues en el periodismo les ha ido muy bien.

Mi última experiencia con Andalán la tuve cuando ya no colaboraba en la revista.  Fue en febrero de 1981, aquel febrero del año aquél. Estaba con Mario trabajando en unos informes para el PGOU de Alicante, y la concejalía de Urbanismo la ostentaba alguien del PCE. Por lo que la tarde del 23-F estábamos reunidos con ellos en el despacho de uno de sus abogados, o en su sede (no recuerdo exactamente), a primera hora de la tarde. El caso es que llegó alguien sofocado hablando de ruido de sables en el Congreso, pero sin apenas datos. Intentaron llamar a Madrid, pero imposible conectar, con las líneas saturadas. Se me ocurrió que quizás a Zaragoza sí pudiésemos llamar, y puede que en Andalán supiesen algo, y efectivamente allí tenían datos actualizados, no recuerdo quién me informó. Fue trasladarlo a los reunidos, y en diez minutos todos los de la concejalía habían desaparecido y nos habían dejado en plena calle. Fue una noche movida, muy movida, que también terminó en comisaría, pero ésa es otra historia.

Adiós, muy buenas

Aunque todavía escribí algún texto, más ensayístico y ad honorem más tarde, en 1979 había terminado mi relación “profesional” con Andalán.

No hay nostalgia. Como vino, se fue. En cierto modo siempre me sentí forastero en Zaragoza, como en cierto modo siempre me sentí forastero en Andalán, a veces un poco quemado de ver cómo mi “ficha” se iba yendo hacia el fondo mientras fichas más recientes avanzaban en aquel escalafón nebuloso que culminaba con la entrada en El Consejo. Cuantas veces me propusieron, uno u otro, fue que no. Aún recuerdo, una de las veces, al bueno de Angel Delgado saliendo una noche más entristecido que enfadado del conciliábulo: “Es que dice Biescas que eres muy antipartidos”. Y lo era.  

Y es que yo no lo sabía entonces, pero era orgullosamente libre. Y con Gaviria podía ejercitar esa libertad, lo mismo organizando movidas que escribiendo al alimón un texto u organizando una profunda investigación. Y me sentía reconocido, como luego con los arquitectos (de Zaragoza, Navarra, Madrid, Badajoz) con los que durante años trabajé en planeamiento urbanístico. Claro que a Luis Granell y a Pablo Larrañeta les encantaban mis artículos, y ni una coma me cortaron que no fuese precisa por la maquetación.  Pero institucionalmente (ahora que soy sociólogo sé decirlo así), no veía, no existía ese reconocimiento.

También es verdad que me estaba dejando de atraer el periodismo, que veía cada vez más como una mera actividad de portavocía política. Así que el día que finalmente llegó la oferta, porque llegó, nunca sabré si sincera porque llegó en verano, cuando había que cubrir las vacaciones de los contratados, dije que no. Decía a la vez no a Andalán y al periodismo. Y sin saberlo, a Zaragoza.

Estábamos en Extremadura, elaborando un informe y organizando un enorme follón para intentar detener la construcción de la central nuclear de Valdecaballeros, como antes habíamos hecho en el Bajo Aragón. A la vez que hacíamos la investigación, ejercía las que fueron mis últimas tareas periodísticas: un boletín diario con una vietnamita con la que tirábamos mil ejemplares, en el que tenía que dibujar con un punzón, sobre el papel de calco, las escenas “fotográficas” (un resumen de aquel boletín fue también mi última aportación en Triunfo). Estaba en Villanueva de la Serena, que pronto dejará de llamarse así, cuando llegó el aviso (¿cómo llegaban los avisos entonces, sin móviles?): “que llames a Andalán, que quiere hablar Pablo contigo”. Y Pablo, algo así como “que deberías venirte mañana mismo para hacerte cargo de la redacción, que se queda sola”. Y yo “Es que dejar ahora esto en lo que me he comprometido…”. Y él “Piénsatelo, porque yo creo que ya entrarás de redactor de seguido…” No recuerdo el detalle, la verdad, y supongo que lo discutiría con el Gordo, con Mario, con mi novia Gina. No recuerdo qué me dijeron, pero sí lo que no sé con qué palabras exactas le dije a Pablo: “No, gracias”.

Aunque como he dicho seguí escribiendo siempre que me lo pidieron, no sé de qué año será mi última colaboración. Pablo Larrañeta me pediría luego insistentemente artículos de opinión para El Día, y le envié bastantes; y Plácido Diez siguió con la tónica, e incluso publicó una “antología” en un par de librillos de una colección que regalaban con el dominical.

Creía entonces que con ello mantenía algún cordón umbilical, pero no era así. Había dicho adiós a Andalán, a Zaragoza, a Aragón. El que se fue a Sevilla...

Y tras…

Así que Andalán siguió su camino y yo el mío, y ambos nos olvidamos mutuamente. Ni me enteré, ni me enteraron, de que cumplió 25 años.

Trabajé con Mario Gaviria, con quien llegué a montar una empresa consultora  con la que nos fue demasiado bien durante un tiempo a los socios, pero que me acabó costando dinero sólo a mí. Colaboré con unos cuantos equipos de urbanismo. Y finalmente lo mandé todo a la mierda de verdad, no como figura retórica parlamentaria, y me quedé en Extremadura, la región más atrasada de España, en donde había estado con Gaviria en 1977 y en 1979 haciendo investigación-acción, y en donde todo aún parecía virgen, puro, honrado. Había vuelto en varias ocasiones, llamado para diversos trabajos de planeamiento, y había ido de nuevo, en 1986, a hacer una gran investigación sobre Cultura del Agua. Rompiendo conscientemente con los Nortes, fue empezar no de cero, pero casi. Allí monté otra empresa consultora, sin dependencias de nadie, en la que llegamos a trabajar media docena de personas y con la que hicimos trabajos muy creativos.

Y como trabajaba como sociólogo, pues en vez de terminar las asignaturas que me quedaban de Periodismo me hice los cinco cursos de CC Políticas y Sociología. Y fue terminar y tentarme con una plaza a tiempo parcial en la Universidad de Extremadura. Yo detestaba la Universidad, pero entre mi esposa entonces, Gina Cortés, que había entrado como profesora de Economía un poco antes, y algunas de sus compañeras, me convencieron de que probase, total era a tiempo parcial. Yo mismo había convencido años atrás a Gaviria, por sugerencia de Enrique Gastón e insistencia de su madre, de que entrase en la Universidad. Y eso le aseguró un día una jubilación decente. Así que ¿por qué no?

Y ahí sigo. Entré en 1995, en 1999 leí mi tesis doctoral (que fue premio nacional de la Real Academia de Doctores), y en 2001 obtuve mi titularidad. Si alguien me ha “domado” ha sido la Universidad. Siempre digo que es un trabajo privilegiado, porque es seguro, pagado suficientemente (por más que se quejen nuestros sindicatos) y tienes una libertad enorme, sobre todo si no persigues carreras políticas (dentro o fuera de la Universidad). Pero para quedarte dentro tienes que atravesar una serie de puertas que te van arrehojando, castrando. Aunque es cierto que si llegas a la Universidad algo maduro, ya vivido, te lo tomas con resiliencia. Te castran igual, pero lo llevas con elegancia.

Así que vaya, a veces digo que he vivido varias vidas. Fuí periodista, escribí unos cuantos reportajes, artículos y sueltos en Andalán y en otros medios regionales y nacionales como El Noticiero, Esfuerzo Común, Triunfo, Diario16 o Primera Plana, etc.  Escribí además trabajos más teóricos en revistas como El Viejo Topo, Transición, Bicleta, Ajoblanco, etc. Y luego dejé de ser periodista, me legitimé como sociólogo pero seguí escribiendo artículos de opinión para quien me los publicaba o me los pedía, como El País, El Periódico de Catalunya, Hoy o El Periódico de Extremadura, así como he sido entrevistado, o participado en tertulias de radio y televisión. De forma que el gusanillo periodístico, que en el fondo siempre está ahí, se va matando. Y finalmente profesor universitario.

¿Qué más decir de mí? Bueno, tempranamente me lancé a ciegas y de lleno a la Sociedad Telemática, con páginas web y blogs, así que casi todo lo mío anda colgado en la red. Pero sintetizando, he participado en muchas, dirigido bastantes de ellas, investigaciones sobre agricultura, ecología, urbanismo, género, consumo, turismo, ocio, consumo de alcohol y drogas, sociedad telemática, trabajo, el rural ése y unos cuantos temas más, lo que me permitió en su día investigar en muchas regiones: Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, La Rioja, Madrid o Navarra. En mi CV digo con razón que he publicado como autor principal o coautor en más de medio centenar de libros, de casi demasiados temas como para ser confiable (“el mucho abarca, poco alcanza”, me repetía mi abuela). Como El Bajo Aragón expoliado (1976), Extremadura saqueada (1978), Vivir del Ebro (1978), La enseñanza de la arquitectura (1980), Ecodesarrollo. El modelo extremeño (1980), El campo riojano (1984), Ordenación territorial rural (1984), El espacio ignorado. Agricultura periurbana de Madrid (1987), Agricultura Periurbana/ Agriculture Periurbaine (1988), Extremadura. La Guía (1992), Mujeres en Extremadura (1993) El paro agrario (1994)  El hombre perplejo (1995), Ocio y deporte en España (1996), Sociología de la Empresa (1996), Atlas visual de Extremadura y Alentejo (1997), La economía Ibérica (1999), Estados y regiones ibéricos en la Unión Europea (2000), Sociología y Medio Ambiente (1999), Hacia la urbe global (2001), Agroecología y Desarrollo (2001), El campo andaluz y extremeño: la protección social agraria (2003), Botellón: un conflicto postmoderno (2003), Young Technologies in old hands (2005), Debate Educativo (2005 y 2006), Enseñando Sociología a profanos (2007), Perspectivas teóricas en desarrollo rural (2007), Diáspora y retorno (2009), Transiciones Ambientales (2012), La ciudad. Antecedentes y nuevas perspectivas (2012), Esquemas de Sociología (2013), Treinta años de Economía y sociedad Extremeña (2014), Resaca nacional (2015), Casas de campesinos y pescadores (2015), Energy and Society (2015), o Dominación y neoextractivismo (2018) entre lo más reciente.

Y ahora hago esas cosas que hay que hacer en la universidad: preparar materiales docentes; organizar congresos, jornadas y seminarios; publicar artículos en revistas que casi nadie lee, incluidos algunos en inglés que suman más puntos pero aún lee menos gente; participar en comisiones de calidad que no mejoran nada; evaluar proyectos o artículos ajenos consiguiendo no entrar en el juego de putearse mutuamente, etc. A veces me invitan de universidades españolas o latinoamericanas a dar cursos o conferencias, y entonces sí que disfruto de verdad.

Podía haberme jubilado el año pasado, y si fuese albañil o camionero lo habría hecho. Hay compañeros de la generación anterior, auténticos jetas organizados, que se montaron unas normas más que ad hoc, casi ad hominem, con las que se pudieron jubilar a miles en toda España con 61 años, como los profesores de Primaria y Secundaria (que ya canta, también). Contaron el relato (estamos en el siglo de los Pequeños Relatos) de que así hacían sitio a los jóvenes, pero los políticos (que eran básicamente ellos mismos) cerraron luego el camino de entrada a los jóvenes con las famosas tasas de reposición. Vergüenza les tendría que dar: hay quién, si aguanta hasta el máximo de esperanza de vida hoy posible en España, va a estar mucho más tiempo cobrando pensiones y haciendo gasto que el que estuvo cotizando. Yo procuraré engordar todo el tiempo que pueda la hucha de las pensiones del Estado, hasta que me echen.

Y si llego, quizás luego escriba mis memorias (porque mi mujer, Manuela, se empeña en que lo haga). Entonces reciclaría con un copypega estos recuerdos de otros tiempos y otros lugares que, gracias a la invitación de la gente de Andalán, de Eloy (lo pondré así esta vez) he hilvanado para la ocasión. Agradecido, pues así he podido recordar a tantos otros periodistas con los que compartí momentos yendo y viniendo a Bellaterra, en Andalán, en Esfuerzo Común, en uniones, reuniones y movidas varias: además de los ya nombrados, José Carlos Arnal, José Ramón Marcuello, Fernando Baeta, Plácido Díez, Enrique CarbóAdelina Mullor (con quien las circunstancias han permitido que mantengamos la relación), y algunos otros que quisiera, pero la memoria se resiste a rescatar.

 

Badajoz, a 704 kms de Mallén y de Zaragoza, 15/3/2022


Addenda (10/10/2024):

Me ha aparecido entre viejos papelotes el rastro de mi primer contacto con Andalán, en la primavera de 1974, mucho antes de que me contactasen para escribir mi primer artículo.  Llevaba siete meses en Barcelona, estudiando Periodismo en la Autónoma a la vez que trabajaba en las oficinas de la gasolinera Meridiana, donde además residía en una especie de hostal para camioneros. Estaba suscrito a Andalán, no sé desde cuándo, y parece, a tenor de la nota que como tarjeta postal me envían, que les debí proponer tratar algún tema, que obviamente no les pareció oportuno. Acababa de cumplir 18, y seguro que, aunque no atendieran mi sugerencia, debió de emocionarme que me respondiesen.




Año y medio más tarde, hacia diciembre de 1975, Luis Granell me localizaba para pedirme un artículo sobre la autopista del Ebro. Y bueno, lo que vino luego se cuenta arriba.

 

Addenda (25/02/2025):

Ando revisando papeles antiguos de otra naturaleza, cartas de amor, poemas y esas cosas, y se cruza un texto escrito a máquina, en tinta rojiza (no sé si es tinta de la cinta, o de algún calco), sin fecha. No sé si es algo que envié, o quedó inédito, porque ignoro el resultado de lo que motiva el texto. He calculado por lo que se dice (que llevaba cinco años relacionado con la revista) que es del año 1981, y parece una aceptación de pertenencia al Consejo de Andalán pero con retranca, con mucha retranca, tanta que casi más parece un rechazo cargado de resentimiento. Sí, atendiendo al texto (cuatro folios cargados de bilis) es obvio que no creía que la revista (en tanto que institución, por supuesto expresada en sus dueños/jefes) hubiese sido justa y honesta conmigo, y lo hacía saber. Pero como no tengo noción en la memoria de que haya pertenecido nunca a aquel sanedrín, quizás fuese simplemente un texto preparado cuando alguien me informó de que alguien de nuevo iba a proponerme, pero finalmente (de nuevo) no salió la cosa y no tuve que enviarlo. O quizás salió pero finalmente no lo envié. Quién sabe. Quizás EFC, o Peiró, el hereu, lo tengan anotado en alguna de sus innumerables fichas históricas. 
Fíjate lo que me importa ahora haber pertenecido, o no, al Consejo de Fundadores y Accionistas de Andalán, o como se llamase. Pero a los 19 años que escribí mi primer artículo, o a los 25 o por ahí que tenía al redactar aquel texto, debía de importarme bastante.