"Generación es el único concepto sociológico made in Spain. Quien condensó las sugerencias previas de historiadores, sociólogos y demógrafos fue Ortega y Gasset. Cada oleada de coetáneos es marcada por un herraje cultural distinto, ya que la cultura evoluciona a un ritmo marcado por el factor i (capacidad + velocidad de transmisión de la información). Pero además de los valores dominantes en cada periodo, hay momentos que contribuyen a conformar las mentalidades porque capturan la atención, y provocan la emoción de millones de individuos en una etapa formativa clave como la infancia y la adolescencia.
Pero, ¿cuánto dura una generación? Herodoto hablaba de 30 años, Ortega lo redujo a 15. Es algo esencial que no aclaran, por ejemplo, libros premediáticos como el del publicitario holandés Jeroen Boschma (Generación Einstein) o el de la psicóloga norteamericana Jean M. Twenge (Generación Me), quienes además hacen juicios (de eso se trata, de juicios de valor) contradictorios respecto a la misma supuesta generación que diagnostican. Ninguno dice algo que no hubiesen dictaminado ya diez años antes los creadores de la Generación Y, nacida tras el baby boom, y luego los del concepto de Generación Internet, o los Generación M (del Milenio, o Multitarea para unos, o acertadamente mal traducida en España, de los Mileuristas). Lo que vienen a decir ambos libros es lo que quienes lanzan admoniciones sobre jóvenes vienen diciendo generación tras generación: que son mejores, pero más egocéntricos. El parto de los montes. Y es que sólo podemos entender a las generaciones como estaciones "de destino". Generaciones que se definen por lo que hacen, o han hecho (de hecho son nombradas por las fechas de su madurez), naturalmente entendiendo que hacen lo que hacen porque han sido marcados por hechos históricos compartidos. Pero hacer un análisis pronóstico de los efectos de esos momentos impactantes, esto es de las expectativas generacionales, es casi como hablar del sexo de los ángeles. Pura filfa.
Personalmente creo que quienes definen tan marcadamente a las nuevas generacio-nes, a los jóvenes en suma, no hacen sino proyectar sus propios complejos y traumas, sus temores para con sus propios hijos. Normalmente, quienes dicen cómo es la juven-tud están hablando más bien de cómo son quienes les crían, o malcrían. O sea, ellos mismos.
Por lo demás, cansa un poco el etnocentrismo de estas propuestas, que intentan (siempre en inglés) hacer universales las observaciones que han hecho en su pueblo. Por supuesto que tenemos aquí unas cohortes creciendo en la Sociedad Telemática, pero aquí y allá hay miles de millones de jóvenes que crecen en la clave Sociedad Industrial, o millones incluso en el Neolítico.
Habrá quien tome la crítica directamente del viejo Marx: ¿es más fuerte lo que unifica como generación a los jóvenes de Entrevías y Serrano, que lo que los separa e incluso enfrenta? O lo que es lo mismo: si esa supuesta generación descansa, como dice el publicitario holandés, en la informatización y, aún más allá, en Internet, ¿qué pasa en España con los Einstein que viven en los dos tercios de hogares que no tienen acceso a Internet, o que tienen un acceso de risa? Y las tres cuartas partes de la juventud del planeta, que no puede ni soñar con esas cosas, ¿es de otra generación, o de otro mundo? Como los fabricantes de coches, los de generaciones han pasado de las añadas (98, 14, 36) a las letras del abecedario (X, Y) y finalmente a las denominaciones impresionistas. ¿Será la Chiki chiki (una generación que prometía mucho, pero quedó reducida a su auténtica expresión cuando hubo de competir en buena lid, sin el apoyo de las redes sociales) la próxima?"
Baigorri, A. (2008), "¿De la generación del 98 a la 'Chiki chiki'?", El País, 8 junio 2008
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