1.09.1990

Urbanismo, medio ambiente y ordenación del territorio (1990)

Este texto es una propuesta de reordenación de las competencias en esas temáticas, que hice en Extremadura, cuando apenas llevaba cuatro años residiendo (aunque una década desde mi primer contacto), pero ya había decidido hacer de esta tierra la mía de adopción. Hacíamos mucho urbanismo y ordenación del territorio entonces, y Teresiano Rodriguezme aguantaba unos artículos de página completa en el HOY que hoy no me tolerarían.

El texto debió de circular antes de publicarse el artículo. No lo recuerdo, porque andaba uno gestionando una consultora, estudiando, movilizando vecinos contra los proyectos urbanísticos municipales y co-criando la prole, mucho jaleo; pero debió de circular porque tengo una carta de Ibarra (que incluyo en el fichero, no creo faltar a ninguna reserva cuando tiene publicadas sus memorias) en la que me responde, pero la carta es de fecha anterior a la de publicación del artículo. Me responde básicamente que mi propuesta no es viable.


Lo interesante es que, veinte años más tarde, ¿saben cómo se llama la Consejería correspondiente, dónde está ubicado el Medio Ambiente, el Urbanismo y la Ordenación del Territorio? Pues justamente ahí, en la que yo proponía con esos tres contenidos, más algunos añadidos: se llama, no sé desde cuándo, Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio. Al menos hoy. Quizás en dos meses haya cambiado. Pero hoy es la Consejería que yo propuse como imprescindible para la región hace dos décadas. Si responde o no a los objetivos para los que fue propuesta, ya corresponde a otros decirlo.







¿Vamos a ver cómo llega desde el Wordstar, a través del recuperado WordPerfect 6?...Alehop, con aceptos y todo! Como en el fichero había un par de versiones, no sé si es siquiera la última publicada. 

"VERSION  2ª


     URBANISMO, MEDIO AMBIENTE Y ORDENACION DEL TERRITORIO
                       Artemio Baigorri

     Como nada sé de los entresijos de la Junta de Extremadura

ni de los apaños internos del PSOE, ignoro qué va a hacer Rafael
Olea, el ya ex-director general de Urbanismo, Medio Ambiente y
Ordenación del Territorio, en Madrid de diputado. Me alegro por
él si le eso le apetece, pero es una pérdida, por ejemplo, para
quienes intentamos hacer un Urbanismo humano y pensado en y para
Extremadura. Olea lo ha hecho bastante bien, al menos en lo que
al Urbanismo y la O.T. se refiere, y desde luego Juan Serna
acertó plenamente cuando se lo llevó de director general. En
cuanto al Medio Ambiente, tal vez no lo haya hecho mejor, pero
tampoco peor que el buen amigo Jesús Garzón.
     Mas dicho esto hay que decir también que no se está haciendo
un buen Urbanismo en Extremadura, y no creo que haya un buen
profesional que se atreva a desmentirlo (y allá él si lo hace,
pues las falsas alabanzas envilecen al que las hace y ensucian
al que las recibe). Al igual que no está funcionando la
Ordenación Territorial, y el Medio Ambiente no deja de degradarse
día a día. 
     ¿Qué ocurre pues para que habiendo habido buenas ideas e
intenciones en los dos extremos, de un lado un Director General
honesto e incluso a ratos utopista, de otro lado buenos
profesionales ilusionados e imaginativos, y voluntariosos
ecologistas, no termine de funcionar el asunto? ¿Acaso los
demonios de aviesas intenciones andarían comiéndose las migas que
vamos dejando por el camino, para inducirnos al extravío? Es
mucho más sencillo: Extremadura está creciendo. Ni tan deprisa
como algunos desean y prometen, ni tan despacio como otros
desearían y mienten. Simplemente crece, lo que no es poco, y
cuando hay crecimiento, cualquier indicador en el camino es
considerado un freno; cualquier consejo de variar el rumbo una
zancadilla; cualquier aviso una traición.
     Alguna vez he intentado razonar que Extremadura estaría
dando un salto en el vacío desde una sociedad agraria tradicional
y profunda a una sociedad postindustrial y 'ligera', casi sin
solución de continuidad. Naturalmente es una hipérbole, que
pretende apoyar la idea, crecientemente aceptada en la región,
de que no es preciso pasar por un estadio de industrialización
'a cualquier precio' para alcanzar un buen nivel de vida.
     Sin embargo, el sustrato de esa nueva sociedad extremeña
'nopobre' (aunque nunca podrá ser rica, tal y como hoy podemos
entender la riqueza de las regiones), crecientemente informada,
relajada y cómoda, está constituído de alguna manera por esos
tres elementos que dan título a la Dirección General que acaba
de abandonar Olea: el Medio Ambiente, el Territorio humanizado
y el Urbanismo. Sobre este sustrato se levanta la riqueza de la
región (desde la agricultura al turismo, pasando por la propia
industria), y se extienden los pueblos y ciudades donde
habitamos.
     Pero tantos años de espera de un industrialismo, que ni ha
llegado ni llegará, ha creado en las élites del poder económico
y político, a todos los niveles, una especie de reflejo
condicionado. Entrenados para abrir puertas a la industria, de
ello ha quedado una actitud que podríamos condensar en una frase
:"¡Que nos contaminen!". Se ha llegado a identificar contami-
nación y destrucción de los recursos naturales o patrimoniales
con creación de riqueza.
     Y sin embargo es completamente al contrario. Aunque a muchos
cueste creerlo, sólo una estricta conservación de todos los
valores regionales físicos (ambientales, territoriales,
urbanísticos, arquitectónicos) puede garantizar la consecución
de esa nueva sociedad extremeña basada en la calidad de vida.
Porque para 'lo otro' cualquier otra región española (hasta
nuestra vecina Castilla-La Mancha) está mucho mejor preparada y
mejor situada. El futuro de Extremadura sólo puede estar
fundamentado en mantener férreamente ese sustrato, porque es lo
mejor que podemos ofrecer en términos de economía de mercado:
unos pocos recursos limpios que ya no se encuentran en otras
regiones; un territorio despejado y cómodo para el que quiera
huir, con su centro productor al hombro, de la morralla y el
fango de las grandes ciudades; un millón de nuevos consumidores
con unas pesetas -pocas, desde luego- recién llegadas al
bolsillo; una posición relativamente buena, cara al '92, en el
triángulo Madrid-Lisboa-Sevilla; y sobre todo un paisaje todavía
virgen y variadísimo, unos pueblos y ciudades todavía cómodos y
de milagro aún hermosos, un cielo y un clima como pocos pueden
ofrecer. Poco, pero suficiente para dotar de un honorable nivel
de vida al millón de gentes que habitamos esta región.
     En estas circunstancias, mantener una Dirección general de
Ordenación del Territorio, Urbanismo y Medio Ambiente, ahí
perdida, casi como adorno, es un contrasentido. Y un error que
Extremadura puede pagar muy caro a veinte o treinta años vista.
Eso, independientemente de que la dirección general esté adscrita
a una Consejería inversora que, como tal, está obligada a no
pararse en minucias. Pero por otro lado la repetida propuesta de
las organizaciones ecologistas, en el sentido de crear una
Agencia de Medio Ambiente, separada del Urbanismo y la Ordenación
del Territorio, no parece tampoco adecuada en esta región, que
ni tiene el nivel cultural de Madrid ni la potencia económica y
extensión de Andalucía. Si bien podría quedar muy bien a niveles
propagandísticos, y sería un complemento decorativo ideal para
el Presidente, la solución no parece muy práctica (y de hecho ni
en Madrid ni casi en Andalucía se está mostrando como una buena
idea). Sólo un organismo con fuerza suficiente, de una parte para
imponer sus criterios a los organismos (y agentes privados) de
rango inferior, y de otra parte con capacidad suficiente para
enfrentar criterios a los de las Consejerías que por su propia
naturaleza se ven obligadas a hacer caso omiso del sustrato eco-
urbano-territorial, podría garantizar tanto la necesaria
independencia para el gestor de estos temas, como la atención y
el apoyo suficientes a los que desde fuera trabajan en ello.
     De ahí que sea un buen momento, este en que la Dirección
General está sin cubrir, para extinguir la plaza. Y crear una
Consejería de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Medio
Ambiente. Ello obligaría de principio al resto de los órganos de
la Administración regional a asumir que estos temas deben estar
mucho mejor dotados presupuestariamente. Pues aunque el gasto en
este caso no siempre genere un producto visible a corto plazo
(salvo en algunas inversiones medioambientales), a largo plazo
su acción es determinante (más o menos como ocurre con Educación
y Cultura). Y dotaría de capacidad al gestor para acometer
medidas de alcance, que en este campo deben ser a menudo
legislativas (a corto/medio plazo se hacen imprescindibles para
la supervivencia del sustrato de la región al menos tres
documentos legales: una Ley del Suelo y de Armonización del
Desarrollo Urbano que adapte a las particularidades extremeñas
la legislación del suelo vigente o de pronta aprobación para el
Estado; una Ley de Directrices de Ordenación Territorial; y una
Ley General de Protección y Mejora y del Medio Ambiente
extremeño). Además de mayor autoridad moral y política -ya que
no legal- sobre los Ayuntamientos.
     Esa Consejería debería tener tres direcciones generales. La
de Ordenación, Planificación, y Prospectiva Territorial tendría
más funciones que las de hacer estudios comarcales: de un lado,
estructurar la masa de información que al más bajo nivel se
recoge a través de la realización del planeamiento urbano y
territorial, y convertir esa información en utilizable y
filtrable al resto de órganos de la Administración (a menudo los
desaguisados se cometen simplemente porque falta información, y
se tiende entonces a suplirla con el orgullo torero de 'la
acción'); de otra parte racionalizar el gasto en cartografía en
la región (pocos se hacen idea de las veces que se contratan los
mismos planos, para negocio de las empresas cartográficas de
Madrid y despilfarro del erario público), atendiendo a las
necesidades de todas las Consejerías y compartiendo con otras
Administraciones; en fin, diseñar unas directrices esenciales de
desarrollo armonizando los diversos intereses, en función de las
posibilidades del territorio.
     La D. G. de Urbanismo vendría a hacer lo que hacía hasta
ahora, aunque de la mayor especialización se seguiría lógicamente
una mayor capacidad de acción. Básicamente, tutelar (o realizar
subsidiariamente) el planeamiento urbanístico de nuestros pueblos
y ciudades, y sobre todo hacer cumplir la Ley (primero la estatal
y luego, cuando esté desarrollada, la regional) sin miramiento
de colores ni credos. En este sentido, cuando la cultura popular
ha desaparecido sin ser sustituída por una nueva cultura
urbanístico-arquitectónica positiva, sólo cabe cierta forma de
despotismo ilustrado como una fase provisional que a la larga
todos los municipios y ciudadanos agradecerían. Además de la
normal infraestructura administrativa debería disponer de agentes
ejecutivos con capacidad de imponer sanciones, e incluso de
iniciar procesos judiciales para proteger la legalidad
urbanística.
     En cuanto a la D.G. de Medio Ambiente, el simple hecho de
estar dentro de una Consejería específica la dotaría de los
recursos y capacidades de que ahora no dispone. Tal vez -en
cualquier caso deberían opinar los ecologistas- retomando algunas
competencias que erróneamente quedaron en Agricultura (como es
el tema de tratamientos fitosanitarios), y contando con su propio
centro de investigaciones biológicas.
     Evidentemente todo este programa global no puede hacerse
desde una Dirección General marginada, mal escuchada y peor
presupuestada, como hoy ocurre. Algunos opinarán que hablamos de
lujos, prohibitivos en una región en crecimiento. Pero es justo
ahora, en pleno desarrollo, cuando podemos y debemos distraer
parte de nuestro esfuerzo y aplicarlo a conservar el sustrato que
ha hecho posible el propio crecimiento. Es precisamente el
sustrato eco-urbano-territorial extremeño un lujo que hay que
cuidar como oro en paño. En realidad el único lujo que tenemos,
y en no pocos lugares puede decirse, ya, "que teníamos". "


Referencia y enlace al fichero


Baigorri, A. (1990), "Urbanismo, medio ambiente y ordenación del territorio", Diario HOY (9/1/1990), p.10


Enlace al texto completo



12.21.1989

La trampa Fukuyama (1989)

Este texto fue publicado en un monográfico del diario El País dedicado a debatir el artículo de Francis Fukuyama sobre el fin de la Historia. En realidad nunca supe que el texto se había publicado hasta encontrar una referencia casual en una bibliografía, en Internet, veinte años más tarde. Yo lo había enviado como artículo de opinión, pero nunca tuve respuesta, o no me llegó. Así que fue una sorpresa encontrarme dos décadas más tarde compartiendo monográfico con Chomsky o el propio Fukuyama (su respuesta a las críticas) sobre su panfletillo.

Fue gracias a la periodista María R Sahuquillo que conseguí finalmente, en 2008, las páginas del monográfico escaneadas, en intercambio por una entrevista para un reportaje sobre no recuerdo qué tema.




Recuperado de Word Perfect 4.2, ahí es nada...


L A   T R A M P A   F U K U Y A M A
Ideas para la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes
Artemio Baigorri
¿Quién le iba a decir al señor Fukuyama, ideólogo de segunda fila del Imperio Texaponés, que se iba a hacer famoso en un rincón remoto del planeta? ¡Chapeau! El corresponsal de la CIA le enviará los recortes, para ampliar su ya sin duda grueso currículum de servicios a la patria.
Lo más notable del caso es que, si uno lee detenidamente, su ensayo se muestra como un divertimento que no pretendía ir más allá. Una de esas pajas mentales que los altos funcionarios se sueltan a veces cuando están solos y aburridos en su despa cho, en esas mañanas soleadas del final del verano, repuesto el vigor intelectual tras las vacaciones. Como siempre tienen amigos en periódicos y revistas, allí como aquí, tienen asegurada la publicación de cualquier estupidez que se les ocurra. ¿Cómo es posible que nos haya tenido la inteligencia ocupada durante tantos días a tanta gente?
Las ideas de Fukuyama ni son nuevas ni son propiamente ideas. Son parte de una matraca publicitaria que empezó hace ya unos cuantos años. En lo que imagino la estructura de una campaña publicitaria, el ensayo de Fukuyama correspondería a la fase en que el producto está consolidado en el mercado, y se hace únicamente preciso recordar de tanto en tanto a los consumidores la imagen de marca. En este caso, el fin de las ideologías de izquierda (porque imagino que nadie habrá sido tan ingenuo como para creer que pueda predicarse el fin de TODAS las ideologías).
Por algo quienes mejor han entendido, de entre los que se han aprestado a responder, el divertimento Fukuyama, han sido los de su bando. Verstrynge, alguien que viene del pensamiento más reaccionario (¿y a dónde va?), lo ha entendido como lo que es, y no le ha respondido a Fukuyama en sí mismo (al anuncio), sino al conjunto de la campaña (al producto). Y Swhartz lo ha entendido a la perfección, y lo ha tomado como la granada con la que destruir los últimos reductos,¡ríndanse!, naturalmente con la elegancia y la delicadeza de los españanquis.
Por el contrario, aquéllos que lo han analizado desde una óptica reconocida de izquierdas, han vuelto a caer en lo que la intelligentsia apoltronada viene cayendo desde hace quince o veinte años. Con un empeño tal que raya en el ridículo, venimos practicando el sí-pero, o lo que es lo mismo dos pasos atrás y uno adelante. Es decir, reconociendo como ciertos los puntos de partida de la reflexión reaccionaria, para intentar luego enfrentarnos al resto de la argumentación. Y, claro, cada vez los puntos de partida han ido más allá, ganando el terreno, y queda menos argumentación que rebatir. Así es como justamente nos han debilitado el pensamiento. Por la vía más simple: la del autoconvencimiento. Ni siquiera nos han derrotado. Nos hemos rendido, y todo para no parecer locos sectarios ante los ojos irónicos -snobs- de los que, siempre en el machito de la dirección espiritual del pueblo, van dictando las modas al socaire de los intereses del sistema económico. Entre dos habituales errores del pensamiento ("Esto es antiguo y por lo tanto bueno", o bien "Esto es nuevo y por lo tanto mejor") hemos escogido a ciegas la segunda, sólo por no ser diferentes. Y así nos va (bueno, en general va bien; es sólo la conciencia)
En general, la respuesta ha sido de rendición absoluta, ciertamente. Sí, bueno, el siglo XX ha sido un desastre de luchas entre ideas contrapuestas (naturalmente ya no se lleva pensar que la sangría ha sido causada por la más terrible conjunción de la Historia: Imperialismo & Capitalismo). Ha sido una carnicería causada -por supuesto- fundamentalmente por una pandilla de curanderos que han acabado contagiados del mismo virus que pretendían curar. Vamos, como las guerras de religión del XV al XVII pero a lo bestia. Mas -se alega- de eso a que la Historia se detenga...tampoco es para tanto, pues todavía quedan democracias por restaurar (es decir: usted tiene razón, pero falta aún un poquito de tiempo para que la tenga del todo).
Y sin embargo, lo que los Fukuyama predican no es que la Historia vaya a detenerse. ¡Cómo va a detenerse con los profundos cambios sociales que saben se derivarán de los cambios tecno-económicos que tienen previstos: de la energía de fusión a las factorías espaciales, del sistema informático nacional a la desaparición de la escritura manual! Lo que los Fukuyama predican es lo de siempre: que CIERTAS ideologías no sirven para hacer frente a esos cambios. Y nosotros, como siempre, caemos en la trampa: sí, claro, esas no sirven, aunque las otras tampoco, y tal y cual. Y derrotadas las nuestras, sólo quedan en pie las suyas. Ese y sólo ese es el fin de la Historia al que se refiere Fukuyama: el fin de los rebeldes, o más exactamente (puesto que la rebeldía está en los genomas humanos, y tardarán aún en poder modificarlos masivamente) la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes.
Lo que en realidad a Fukuyama le hubiese gustado enunciar es lo que podríamos llamar la Ley de la Tranquilidad Universal: todo sistema social permanecerá más o menos estable en función de su capacidad para llenar las despensas de aquéllos que disponen de una capacidad de razonar por encima de la media de los que difunden el discurso oficial.
Aquí casi lo han logrado ya. No es extraño que nos admire el que un jefe político advierta de que el que se mueve en la foto no sale, siendo eso  pura anécdota y simple centralismo democrático que afecta -exclusivamente- a los miembros de su partido. Mientras se silencia el hecho (no dependiente tanto de los gobiernos como de "las fuerzas de la cultura") de que el que se mueve en la película social (el que agita, el que denuncia estentóreamente, el que pretende unos principios -horror, la moral-...) no sale en los periódicos, ni en la tele, ni en los libros, ni en la radio: no existe.
Por lo demás, Kissinger tenía más nivel; Aron mejores sentimientos; Bell más visión de futuro; Pemán mejor estilo literario, O'Rourke más gancho y llega mejor a los jóvenes, y el propio Reagan sacaba las pistolas mucho más rápido. Seguro que Fukuyama es del Opus, además de 'japo' de origen, y por eso es tan soso."


Referencia
Baigorri, A. (1989), "La trampa Fukuyama", El País, Extra El Triunfo del Liberalismo, 21 de diciembre de 1989, pag. 15

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10.20.1989

Vicente Calvo, in memorian (1989)

Me ha aparecido "limpiando" archivos comprimidos rescatados algún día de diskettes a discos duros, de aquellos a otros, y así van rodando tantos ficheros, de siglo en siglo ya (hay que ver lo bien que recupera Libreoffice los ficheros de Wordstar de los años 80', aunque haya que cambiar algunos acentos). 

Parece que estuviese escrito para enviarlo, lógicamente a El Día de Aragón, donde en 1989 escribía artículos de opinión. Quizás me lo pidió Plácido Díez, su director entonces. Pero no recuerdo si lo envié, y si lo envié no recuerdo si se publicó. Pero no quiero que se pierda, quede pues "publicado" al menos aquí aquel recuerdo de un buen tipo.



" Se le hace a uno raro glosar a los muertos. De hecho, antes de los cuarenta creo que a todos nos horroriza acercarnos a un cadáver. Después supongo que el hombre comienza a hacerse a la idea de que lleva media vida vivida; comienza entonces el largo, lento y tortuoso descenso a los infiernos, y hay que acostumbrarse a que los amigos empiecen como por azar a desaparecer, aquí un infarto, allá un accidente, acullá un cáncer, de oídas un SIDA...

Pero a los treinta es muy desagradable encontrarse un cadáver en la puerta. Desagradable, frustrante y deprimente. Por eso, a quienes por suerte o por desgracia nos ha tocado echarnos al mundo de la mano de gentes mayores que nosotros, nos toca antes de tiempo escribir epitafios.

Estaría por los treinta Vicente Calvo Báguena cuando yo publiqué, de su mano, mis primeras líneas. Don Tomás, el maestro que fuera corresponsal de "El Noticiero" en Mallén, decidió pasarme el testigo porque sabía que yo iba para periodista. No había cumplido 16 años, y yo entonces no sabía siquiera que "El Noticiero" fuese 'el periódico de los curas'. Era sencillamente el periódico. El que, menos los domingos (el papel del 'Heraldo' era muy preciado para envolver bocadillos y encender la cocinilla), había devorado desde que aprendí a unir la 'a' con la 'b'. Y Vicente Calvo era redactor jefe de Región, y estaba empeñado en que las noticias de cualquier pueblo de Aragón salieran en el periódico. Yo era un niño y aún no sabía qué era la censura, y me subía por las paredes cuando mis crónicas salían recortadas. Pero la emoción de enviar las crónicas, a cobro revertido, desde el locutorio de mi pueblo ("Cuenta hasta cinco y empieza a leer, despacio, sin retirar la boca del auricular") superaba a todo lo demás. Y no digamos cuando iba por la desvencijada redacción de El Coso y, después de las admoniciones de Coll Gilabert, Vicente me llenaba de consejos y recriminaciones: "Puedes decir lo mismo con palabras más suaves" (es curioso que 'todos' me hayan seguido diciendo lo mismo, incluso cuando la censura dejó de existir hace muchos años), "no metas muchas ideas o informaciones en una misma crónica", "los textos deben tener una estructura lógica"... consejos todos ellos a los que nunca he hecho caso. Para Vicente yo era un capricho, en medio de los vejestorios corresponsales, la mitad curas, del periódico. Y para mí Vicente era, o así lo sentía entonces, un maestro.

El mejor regalo que le dí, el único que le dí nunca, fue la que posiblemente fuese la primera entrevista que se le hizo a Sender en suelo español, cuando volvió  en 1973 ó 1974. Estaba ya estudiando para periodista, en primero, en Barcelona, y por casualidad me enteré del hotel en el que se iba a alojar. Llamé a Vicente:

-¿Le hago una entrevista?

- Tira, que la sacaremos seguro

-Pero si no he leído nada suyo...

-Qué te importa eso. ¿Te parece que le habrán leído la mitad de los que escribirán estos días artículos sobre él?. 

Se negaba a dar entrevistas (y además recuerdo que había alguna historia de exclusivas con algún periódico, lo supe luego), me echaron varias veces del hotel, una secretaria con acento yanqui me despedía con cajas destempladas por el teléfono, pero al final mi tozudez fue más fuerte que la de Sender, y de malas maneras contestó a unas lamentables e infantiles preguntas. Y Vicente tuvo para "El Noticiero" su entrevista, no recuerdo si me hicieron 'enviado especial' o 'corresponsal en Barcelona'.

Ocurría sin embargo que Vicente Calvo era, además de bruto y socarrón, tremendamente humilde, o al menos así lo recuerdo yo. Y como los jóvenes somos desagradecidos e impetuosos, en cuanto desde el Olimpo de Andalán, Luis Granell me dió la alternativa, y Gaviria 'se me llevó por ahí', creí superado todo lo que podía enseñarme mi antiguo mentor. Mientras otros de su generación se lanzaban alegres y despreocupados al carro de la progresía, él se quedó leyendo a Alberto Casañal y Santiago Blasco, porque era un antiguo. Aunque en realidad los 'despreocupados' supieron montárselo bien, mientras él se quedaba con los humildes, en aquella carpetovetónica "Secuestro Común" (Esfuerzo Común) desde la que empezamos a darnos a conocer casi todos los que no pertenecíamos ni a las 'mafias' del Bajo Aragón o del Pirineo, ni a las buenas familias zaragozanas.

Vicente Calvo no tenía madera de triunfador. La tenía, sí, de luchador, en el sentido en que los agricultores pueden luchar durante años para transformar en huerta un secano. Era de ideas fijas, como buen baturro. Pero no tenía el veneno del éxito, ningún apego a élites de ningún tipo, ningún ansia de dominar. Era un buen hombre, sin más, algo muy raro entre los periodistas. Y listo, además, aunque por la razón que fuese no siempre quisiera ejercer. "Pero si todos son los mismos, decía. Si son sólo los hijos riñendo con los padres para quitarles el puesto..." (y desde luego que bastante razón tenía en su escepticismo respecto de las élites de la progresía zaragozana). Y se sentía más a gusto merendando calderete con los agricultores, que bloqueaban la carretera con sus remolques de pimientos, que en un recital de Labordeta o en un Congreso de Cultura Aragonesa. 

Uno de los últimos recuerdos que tengo de él, y además uno de los más entrañables, es de un día en que después del cierre de Esfuerzo Común, Javier Ortega habló de un pueblo de su tierra soriana, San Pedro Manrique, donde los hombres bailaban descalzos sobre las brasas. Era ya de noche, y hacía frío, pero ni corto ni perezoso, Vicente cogió su eterno Dyane6 y nos lanzamos los tres a hacer ciento y pico kilómetros por carreteras terribles. Fue una noche mágica y hermosa, y aunque Vicente no nos dejó ligar con aquellas tres sorianas, me ha quedado una de esas sensaciones dulces a las que difícilmente puedes poner un guión pero que nunca puedes olvidar.

Desde que se refugió en la Asociación de la Prensa y la Hoja del Lunes, y en sus campañas de "Salvar Teruel", y yo fui tomando caminos que se alejaban del Periodismo, prácticamente no nos volvimos a ver. No sé cómo se lo montó, ni de qué viviría después, aunque intuyo que nada sobrado. Pero esta mañana, cuando ha llegado, como siempre con retraso, El Día, y hemos leído la glosa editorial que, no sé por qué, adivino de Plácido Diez (que también lo conoció bien en sus inicios), mi mujer y yo no hemos podido reprimir las lagrimas"

10.17.1989

Cartas de ultratumba de Don Alberto Casañal (1989)

A lo largo de mi vida he hecho algunos experimentos periodísticos. Creé secciones en una revista de colegio en Zaragoza (1972); "publiqué" en mi pueblo boletines de agitación que sólo llegaban a los dos o tres cercanos, lo que daba de sí el calco de la máquina de escribir (1974); también en mi pueblo, y más o menos por el 73 ó el 74, me permitieron hacer (aprovechando que con la crisis había menos dinero) un programa de fiestas que rompía con el modelo tradicional de todos los pueblos; creé en Extremadura (1979) un "diario de batalla" que se publicó durante una semana y del que se tiraban cientos de ejemplares en una ciclostil; creé en Tauste, con una pandilla de ninis rurales, una revista (Fagüeño) que luego sobrevivió un par de años (1981) y hasta le han dedicado un TFG; promoví un periódico (Liberación) en el que luego no trabajé aunque escribí algún trabajo, porque ya había dejado de sentirme periodista... Y más, y más. De todo un poco. 

Pero creo que lo más atrevido que he hecho nunca es (ya retirado del periodismo, pero no de la opinión) es enviar un artículo de opinión en verso. Tan atrevido, que ni el director (no sé si lo era entonces Pablo Larrañeta o Plácido Díez), que me lo publicaba todo (porque él me había solicitado mis artículos, que por supuesto yo regalaba como contribución solidaria a la supervivencia del periódico), ni yo, nos atrevimos a ponerlo en la sección de opinión, sino en la de "Cartas al Director". 

Por supuesto, el tema apenas empezaba. Dos meses más tarde publicaría, ya en la sección "seria", dos tochazos sobre el tema. Pero yo sin duda me quedo con este:

 

Cartas de ultratumba de Don Alberto Casañal


DEL SOMONTANO DEL MONCAYO


(Por la transcripción, A. Baigorri)


A las cumbres del Moncayo,

por donde nace La Güecha,

han venido unos fulanos

a estropicianos la fiesta.

Que van a hacer cien chaleses,

o quinientos, si les dejan,

pa vender a los bilbainos

y a los yuppies de Tudela.


A los de Añón les prometen

sus cuatro perricas frescas,

y aura quieren, con legajos

abogaus y toda pesca,

darle al Melero pol saco

y hasta metelo en la trena.


Los que gustan d'ir al campo

pa ver la Naturaleza,

pa pasiar por los campicos

y despejar la sesera,

dicen que esto es un chandrío.

Y no pué ser cosa buena

acabar con las huerticas

que se riegan con La Güecha.


Los de Alcalá, los de Vera,

los de Borja y los de Albeta,

opinan que las orines,

los zurutos y durezas

que los chalés nos desagüen

nos entufarán las tierras.

Y además como esa gente

son finos y tienen perras,

hacen piscinas y riegan

con aspirsor la parcela;

enredan de jardineros;

se duchan todos los días;

rujian el coche en la puerta...

Igual nos dejan sin agua

desde Añón hasta Bureta.


Mas los que han comprao la tierra 

pa costruir las casicas

y llevase las pesetas,

alegan que les asisten

el derecho y la DeGeA.

Si me dejáis que sus cuente

de donde arranca la juerga,

veráis que tiene su miga

la historia de esta molleja.


Hará ya diez años largos

qui una cuadrillica maños,

biologos, arquitetos,

sociologos y abogados,

por cuenta Diputación

unas Normas empezaron,

pa ver de aplicar la Ley

en ordenar el Moncayo.

Decían: "Mancomunaros;

meter a los domingueros

a que vivan en el casco;

no hagáis chalës en el campo;

no dejéis que sus distrocen

un patrimonio tan majo"


Pero eran mu poca cosa

frente a tanto interesado.

Y en Vera, casi les pegan.

En San Martin, sulfurados.

En Añón, soñando ya

lo mismico que Litago

con chalés a todo trapo.

El par de alcaldes que había

más que rojos, concinciados,

se icharon patrás por miedo

a quedase sin el cargo.

Un coronel s'hizo fuerte

detrás de un buen abogado,

y al ladico de la cruz

donde Becquer soñó tanto,

pa costruise el chalé

removió Roma y Santiago.


Aquello fue una batalla

mu gorda pa los muchachos.

No tenían esperencia

ni apoyos pa soportalo.

Se quedaron escaldados

y aun encima los echaron.

Y luego entre unos poquicos

a gusto s'organizaron.

Callandico, sin chistar,

dieron palabra de Ley

al sueño de unos vandalos.


Y ahura eso le vale al PAR

pa dar la espalda y callase,

u decir que ya las Normas

preveían el enjuague.

Y a mí, es que me paicen bobos,

riéndose del montaje

que arman los ecologistas

pa protestar, en la calle.

Más les valía enterase

que es pequeñico el Moncayo.

Que si dejamos que empiecen

a morder unos bocados,

a poco que nos volvamos

no han de dejanos ni tamo.

Pero claro, a ellos les votan

costrutores, potentados,

promotores, vendedores,

y algún pastor despistado.

Justo es que ahura les defiendan

y les cuiden el bocado.


En fin, para qué cansalos

con historias y sucesos.

Que no sacaremos nada

con devavanos los sesos.

Por más que toda la CEA

y ese buen hombre, Melero,

y el Perico y el Martinez

y sus Ecofontaneros,

y aun yo desde la ultratumba

y toda la Biblia en verso

denunciemos, escribamos,

costruyamos, cimentemos,

los del Grado van palante

y los demás a jodenos.

El Comisario del Agua,

como es normal y corriente,

enredará un poco el charco

y apoyará al más pudiente.

Y al Consejero, que paice

no tener un dedo frente,

ya puén hacele protestas,

qu'él seguirá sonriente.


Y así acabará la historia.

Una más, otro jaleo

para nada, en esta tierra

que hacemos crecer a peos.






5.28.1989

Donde comen dos, comen tres... (la familia ataca de nuevo) (1989)

 Este artículo corresponde a una época en que, asumido que había abandonado el periodismo y me adentraba, también institucional y honradamente cursando la carrera, en la Sociología, superaba la adicción a la tinta impresa regalando abundantes páginas de opinión a los periódicos de los amigos, mientras me ganaba la vida con los estudios de planificación (urbanística, territorial, turística...). El artículo creo que no ha envejecido a pesar de haber transcurrido más de tres décadas desde entonces. Primero en 1993 (para Sociología de la Familia) y luego en 1996 (para el curso de doctorado "La Mujer en España", de Luis Garrido) lo rescaté como "prólogo" de sendos trabajos. Finalmente quedó tan extenso que, aunque me daba pereza ampliarlo (como libro), o adaptarlo (como artículo) para publicarlo, creí que en Internet podría servir a otros, y completado con otros trabajos de doctorado, o incluso previos, lo colgué en mi primera página web como documento de trabajo, con el título de Mujeres, hombres, viejos y niños. Transformaciones demográficas, familia y realidad social en España.  



"Todos los 'progres' nos hemos reconciliado con nuestros padres. Cuando podemos, incluso nos los llevamos a casa para que nos hagan la comida, nos limpien los rincones y nos cuiden los niños. Y el que diga que no es el caso miente, o mantiene la pose atenazado por algún antiguo trauma ideológico-juvenil. 
No es cosa de la edad, porque esencialmente seguimos sin entendernos con ellos. Pero de hecho las siguientes generaciones ya ni siquiera han roto con la familia, como hicimos nosotros. Estamos aburridos de leer/oir/ver reportajes periodísticos, y resúmenes de encuestas, que muestran cómo los nuevos jóvenes tienden a retrasar el máximo la ruptura del cordón umbilical con sus familias (para algunos ello se debería a un retraso en el proceso de maduración social de los individuos, pero en mi opinión este retraso en la maduración sería más un efecto que una causa). Por una vez vamos parejos del resto del mundo desarrollado, a un ritmo parecido en e l proceso de cambio, e incluso con ventaja respecto de otros países (en algo debe notarse que somos la novena potencia mundial en el auténtico concierto de las naciones, que es la contribución económica a la ONU). 
La evolución del cine americano de los últimos veinte años constituye sin duda uno de los mejores reflejos de los cambios en los países industriales avanzados, especialmente en estos temas. En las películas de los años '60 los adolescentes se pasaban el tiempo discutiendo con sus padres, o con autoridades de corte paternalista, y escapándose en moto con mirada torva . En los años '70 y primeros '80 la familia sin embargo brillaba por su ausencia; tan sólo alguna vez, entre problema y problema psico-sexual de la pareja, aparecía una suegra lejana que rápidamente volvía a desvanecerse, o un padre profesor de Universidad que aconsejaba a la chica que siguiese su propia vida. En fin, en los últimos años la familia (incluso la familia extendida, tan divertidamente pintada en "Hechizo de luna" e incluso retratada irónicamente por los novelistas macarras del 'realismo sucio') vuelve a irrumpir en las pantallas, simple reflejo de la realidad: casi siempre como una tabla de salvación para los perdidos navegantes solitarios, que ya no miran desafiantes, sino con miedo, a su alrededor. Pero mientras nosotros, los hispanos, teníamos los padres aquí al lado, y los abuelos, y los tíos y todo el contubernio, los anglos de Manhatam deben ir a encontrarlos a Nebraska, y aún a veces se pierden por el camino, en una bella contribución a la movilidad geográfica; es la pequeña ventaja que les llevamos. 
Los hechos están ahí, pero no convencen las explicaciones, que además rara vez se dan. Estamos perplejos, y a lo máximo que acertamos -no siempre- es a describir la realidad. Sin atinar a interpretarla (¿cómo vamos a pensar entonces en transformarla?), sin estar seguros siquiera de si alguno de estos hechos constituye un problema o una solución, sin saber muy bien si hablamos de causa o efecto. Sólo sabemos que nos veíamos camino de encontrarnos todos metidos en nuestros respectivos box, terriblemente solos o abrazados -asustados- a nuestra pareja, y de pronto nos hallamos rodeados de padres, abuelos, tíos y sobrinos. 
Es cómodo, pero inquietante: ¿acaso estaremos reproduciendo la tribu, acabando más o menos por donde empezamos?. No puede ser tan simple. Pero ni siquiera Marvin Harris, o Toffler -si bien es cierto que las traducciones más recientes de ambos corresponden a sendos libros de 1980- aciertan a tocar el tema en sus últimos trabajos; y nada digamos de los agudos observadores sociales españoles, que aún andan en temas tan actuales como lo del descenso de la natalidad o la sociedad dual. 
Elucubrando un poco, sin mayores pretensiones que las admisibles en un artículo periodístico, podríamos tomar este cambio social como el principio del fin de una despilfarradora sociedad industrial. Una sociedad que condujo -por pura necesidad del crecimiento económico- a que a los 20 años los jóvenes tuviesen que salir de sus casas para crear una nueva familia en un nuevo hogar, multiplicando así las necesidades de espacio, infraestructuras y bienes de consumo. 
En el momento culminante de esa civilización, cuando se esperaba la desaparición de la familia, surge el mercado de apartamentos para solteros y matrimonios modernos sin hijos, así como aparecen módulos de vivienda en general cada vez más reducidos: lo justo para comer y dormir, es decir para permitir la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin embargo hoy, cuando la decadencia de esa sociedad ha empezado (para convertirse en algo que seguimos sin tener claro qué va a ser), observamos cómo nuevamente se buscan pisos amplios. La caricatura sería que se busca que haya espacio para todo (para la segunda televisión con el vídeo, para el ordenador, para los juegos de los niños, para los materiales de bricolage...), pero yo creo que , a sabiendas o no, se busca algo más. 
Para no pocos la mayor superficie de las viviendas responde ría únicamente a la existencia de un nivel económico más alto. Y es normal que se encuentre esa socorrida explic ación cuando las estadísticas nos hablan de familias con menor número de hijos. Sin embargo, podemos hacer también una lectura diametralmente opuesta, que creo más atinada: en mi opinión se buscarían viviendas más grandes para soportar el desarrollo de las nuevas familias 'extendidas', en las que padres, abuelos, hijos y nietos se mezclan nuevamente en una forma complejizada y adaptada al estadio social. Podría decirse que la familiar nuclear huye asustada hacia un tejido cálido, en el que sus polluelos crezcan arraigados a algo. 
No hay que olvidar que este proceso constituye una buena adaptación a la crisis económica y social: de una parte se ahorra espacio vital e 'infraestructura doméstica', y por otro lado no hay que olvidar que una familia extendida precisa menos ingresos per cápita (obtenemos economías de escala). Las comunas de los años '70 fueron de hecho una avanzadilla experimental en términos económicos, que fracasó por lo social. El "donde comen dos comen tres" es cierto, y con sólo un poco que aporte el tercero los recursos totales y el bienestar global del conjunto familiar aumentan no de forma lineal, sino exponencial.
Lamentablemente los economistas tan sólo se aplican a la economía del Estado o de las empresas (y en consecuencia tangencialmente atienden a la composición de la cesta de la compra, o las intenciones de compra de los consumidores, sólo en la medida en que los cálculos les sean de utilidad para optimizar los planes del Estado y las empresa s), pero serían de sumo interés algunos análisis en este sentido. 
Y si no imaginemos algún ejemplo. Tomemos un matrimonio de mediana edad y clase media-alta, con tres hijos: el mayor, de 31 años, está casado y tiene tres niños; el mediano, de 28 años, está también casado y tiene un hijo; el pequeño, de 20 años, aún está en casa. En total son 10 personas. Como mínimo, en la ca sa de los padres (un piso de 110 m²) tenemos un salón (con TV, vídeo, equipo de música para el pequeño que sigue en casa, y mobiliario completo), cuatro dormitorios completos, cocina completamente equipada, dos baños, un coche y una moto 'para el niño', además de una casa de segunda residencia en el pueblo, de 150 m². En la casa del hijo mediano (un piso de 80 m² que aún e stá pagando) tenemos un salón (con TV, HIFI y mobiliario incompleto), dos dormitorios, cocina completamente equipada, un baño y un coche (en las vacaciones comparten con los padres la casa familiar del pueblo). En fin, en la casa del hijo mayor (tanto él como su esposa trabajan como profesionales liberales, y tienen un piso de 120 m² que aún están pagando) disponen de un salón (con TV,vídeo, HIFI y mobiliario completo supermoderno y supercaro), cuatro dormitorios, dos baños, trastero, dos coches (el de la mujer de segunda mano) y un apartamento en la playa de 50 m² que aún están pagando. 
Si sumamos veremos que, en realidad, para tan sólo 10 personas tenemos en la ciudad un conjunto de tres viviendas, que totalizan 310 m², con tres salones (con tres TV, tres HIFI, tres vídeos y numerosos muebles), diez dormitorios, tres cocinas completas, cinco baños y un trastero. Es decir, el equivalente a un palacete completo del siglo XIX, que estaría ocupado en aquella época (con muy inferior nivel del equipamientos) por no menos de 15 miembros de una familia, incluyendo el servicio, de la gran burguesía. Además disponen de otros 200 m² de Segunda Residencia, cuatro coches y una moto. 
Con independencia de las diferencia s tecnológicas, los medios acumulados por esta familia de clase media de finales del siglo XX constituirían un lujo asiático para una familia de la alta burguesía del XIX. 
Pero si desarrollamos todo ésto en términos económicos (costes de mantenimiento, de sustitución, de alimentación...) llegaremos a observar una situación teóricamente absurda, aunque habitual. Más aún si sabemos que el hijo mayor y su mujer comen fuera a diario, porque casi no tienen tiempo, y por la misma razón los hijos comen en el colegio; mientras la abuela está aburrida y desquiciada, y estaría más a gusto guisando para todos, y el abuelo no sabe qué hacer y estaría encantado de entretenerse en traer y llevar a los nietos al colegio, entre otras posibles ocupaciones. Y no hablemos ya de los costes de todo tipo que esta situación supone para la Administra ción, especialmente para el municipio. 
En realidad, no hace falta ser un lince del análisis sociológico para darse cuenta de que este proceso de 'extensificación' de la familia se está dando ya en la sociedad española. Basta mirar a nuestro alrededor. En las grandes ciudades el proceso es de más difícil realización (en realidad en las grande s ciudades, salvo la diversión, van a tenerlo casi todo bastante más crudo en los próximos años), y aún más complicada cuantificación, pero también puede detectarse en ciertas áreas y sectores, primero y especialmente entre las clases altas en términos económicos y/o culturales. Pero en los pueblos, y en las pequeñas ciudades, donde esto es más factible a corto plazo, se percibe ya la decadencia de la construcción de pisos, y la vuelta al sistema tradicional de levantar sobre la casa del padre las de los hijos, para vivir en la práctica todos revueltos. Incluso los 'singles' dejan de serlo, y por mucho dinero que ganen deben agruparse a menudo con otros -en este caso por razones fundamentalmente económicas, pero también afectivas- para compartir vivienda, gastos y estados depresivos; reproduciendo en muchos casos una estructura seudofamiliar. 
La familia extendida es mucho más eficiente en términos económicos -y ecológicos-. Además de mucho más útil para garantizar la paz social en sistemas en los que el paro estructural se cuenta por millones. Estas, y no otras (como pudieran ser las modas o la evolución moral, que sin duda se razonarán cuando los investigadores comiencen a ocuparse de este tema) son las causas que están agudizando la decadencia de la familia nuclear y el resurgimiento de una estructura de familia extendida, casi tribal, en la que el apoyo mutuo es más practicable.  
Naturalmente, el desarrollo de la familia extendida trae consigo otro tipo de cuestiones más difíciles de cuantificar. Fundamentalmente, desde mi punto de vista, el reforzamiento de estructuras piramidales de poder, porque al menos hoy por hoy las familias extendidas siguen siendo esencialmente patriarcales. 
Posiblemente, en consecuencia, ello pueda llevar a la pérdida de algunos de los logros conseguidos por las mujeres en las últimas generaciones de esa misma familia; así como en conjunto a un mayor conformismo social. 
La valoración del fenómeno resulta, en cualquier caso, difícil todavía. Es incluso difícil intentar predecir la importancia que este tipo de familia pueda alcanzar en el conjunto social -un estudio realizado a principios de la década en un barrio negro de Chicago llegó a identificar hasta 86 diferentes formas de estructura 'familiar', y posiblemente en España no andaríamos lejos ahora mismo de esa cifra-. 
Por ahora bástenos el alerta sobre este nuevo cambio social que se avecina, masivo y desde luego muy distinto del que soñaban los 'antiguos' comuneros."

 

Referencia:

Baigorri, A. (1989), "Donde comen dos, comen tres (la familia ataca de nuevo)", El Día de Aragón, 28 de mayo de 1989, pag. 3