"Una vez desmontado por lúcidas mentes aragonesas, catalanas y navarras el mito de la Barcelona sedienta, de cuya sed no tiene la culpa la falta de agua, sino la falta de escrúpulos de la burguesía, se quieren cambiar los argumentos por los de una Tarragona agrícola sedienta de agua para beber y regar. Si utilizando la incorruptible voluntad de ios territorios por los que cruza el Ebro de dedicar
sus aguas primordialmente a regadíos y consumo humano, consiguiesen hacer un «minitrasvase» (eufemismo utilizado para designar un verdadero trasvase solapado) hasta las comarcas que rodean el complejo petroquímico de Tarragona, el primer paso ya estaría dado, y en poco tiempo el verdadero trasvase sería algo definitivo.
Con estas líneas de argumentación, precisamente, son con las que al parecer la burguesía y su representante, Tarradellas, han comenzado a minar la resistencia del primer territorio catalán que de forma absoluta se manifestó como contrario al trasvase. Se trata de las comarcas del Ebro, donde con promesas se está intentando comprar la voluntad popular.
El primer paso ha sido la desmembracióndesmembración de las primeras, radicales y representativas Comisiones de Defensa. En la actualidad, Tarradellas ha conseguido montar un Consell d'Ebre de donde comienzan a salir fantasmagóricas pero eficientes declaraciones sobre «la posibilidad de negociar el trasvase». Y comienza a aparecer como probable el que, a cambio de unas cuantas escuelas y algunos puestos de trabajo, las «fuerzas vivas» de..."
Referencia:
Baigorri, A. (1979), "Campo de Tarragona: la última baza del trasvase", Andalán, Num. 204, 9 al 15 de febrero de 1979, Pag. 10
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