4.30.1994

La economía verde (1994)

(que lo de circular, una pura redundancia, ya lo llevaba incluido)





"Debemos saludar con alborozo la aparición de un nuevo medio de comunicación, especialmente en una región como la nuestra, semidesértica en estos aspectos. Como decía el viejo Mao, "que se abran cien flores y compitan cien escuelas"; porque ya sean flores de un día, o de toda una vida, todas las flores y escuelas embellecen el mundo. O lo que es lo mismo, dicho en términos occidentales, sólo la información desprejuiciada y el libre debate, abierto a todos sin distinción ideológica, permiten el diseño de políticas apropiadas a la realidad y el progreso social. Si además este nuevo medio está preferentemente dedicado a la economía, merece mayores ánimos, puesto que la aventura es aún más difícil. Sin duda ha de contribuir a extender la cultura empresarial en Extremadura, que falta le hace todavía, especialmente en tiempos de crisis. 
Mi impresión es que, también en esta tierra, se acabaron los pelotazos; ya no cabe amontonar duros en cuatro días, alcoholizando a los jóvenes; se ha terminado el tiempo de pillar los millones de la subvención y correr; ya no va a ser tan fácil conseguir la recalificación semifraudulenta de terrenos, o meterles el pufo a unos cuantos desprevenidos compradores de vivienda... Tal vez haya sido necesario pasar el sarrampión del capitalismo especulativo, para conseguir esa acumulación rápida de capital; desgraciadamente, parece que sigue siendo la única vía para crear una clase empresarial dinámica en las sociedades capitalistas. Así ha ocurrido en Extremadura en los últimos años, pero es tiempo ahora de aplicar ese capital y ese dinamismo en inversiones productivas, es hora de conectar la región con los flujos económicos nacionales e internacionales. Tenemos ya un buen racimo de empresarios, en nuestros pueblos y ciudades, con dinero fresco que deben poner a trabajar en inversiones productivas, creando empleos de futuro. Para ello un espacio de comunicación económica, como el que ahora ve la luz, es fundamental. 
La permanencia de esta revista será no obstante difícil. En mi opinión, su futuro estará asegurado en la medida en que sepa adaptarse a las peculiaridades de la región. En la medida en que evite los pasos de tantos intentos similares surgidos en otras regiones, empeñados en reproducir miméticamente los esquemas de las grandes revistas económicas o financieras de ámbito nacional o internacional. El buen empresario, como el buen científico o el político honesto, ya se mantiene al día de las grandes corrientes e informaciones de ámbito nacional. Lo que sin duda echa en falta es una información actualizada de las posibilidades de inversión local, la difusión de los grandes temas económicos regionales, la puesta en comunicación de las diversas iniciativas de las dos provincias en que para mal sigue dividida la región, y sobre todo el debate de sus problemas fundamentales. Esos deben ser los objetivos de una revista económica que, en Extremadura, se pretenda duradera: que las ideas, recursos y capitales de la región se pongan en contacto. 
¿Por qué hablo, en este ámbito, de una economía verde?. No por cierto porque reivinque una economía para legos, sino porque estimo imprescindible que, en esta región (tarde o temprano hasta la Universidad de Extremadura se terminará enterando), la Economía maneje conceptos como economía de los recursos (economía del agua, de la energía...), economía del medio ambiente (economía del reciclaje, del impacto ambiental...), ordenación del territorio (economía urbana, economía regional), desarrollo sostenible (agroecología, eco-turismo, eco-técnicas...), etc . 
El modelo de desarrollo de Extremadura está ya prácticamente definido (tanto por responder a un proyecto autóctono, como porque la economía-estado, la economía-Europa y la economía-mundo no nos dejan muchos más resquicios) como un modelo blando, basado en los recursos locales, de bajo impacto, descentralizado y deslocalizado. Agricultura y agroindustria (incluyendo la agricultura biológica y la agroindustria artesanal, que han de tener a medio plazo un futuro esplendoroso), turismo (cultural, de salud, ecológico, cinegético...) y servicios innovadores (incluyendo la investigación) van a ser los ejes económicos de esta región. Y todo ello sobre el sustrato de un espacio ambiental (y aquí incluyo tanto a los espacios supuestamente naturales, como a los creados, pueblos y monumentos incluídos, por la mano del hombre) que es a la vez sostén y limitante de todas esas actividades. Tal vez en pocos territorios sea esencial, como lo es en Extremadura, la conservación del medio ambiente rústico y urbano. Es, ahora mismo, nuestra gallina de los huevos de oro. Tal vez sea, incluso, nuestra única gallina.
Esta revista debe ser pues capaz de introducir esa perspectiva ecológica,no por estar a la moda, ni mucho menos por agradarnos a los pocos que intentamos avanzar, en el conocimiento o la planificación, por esa línea. Simplemente porque, en Extremadura, la Economía será ecológica o no será."


Referencia:
Baigorri, A. (1994), "La economía verde", Extremadura Económica, Num. 1, 30/4/1994, pag. 2

1.27.1994

Extractos de Cultura y Personalidad (1994)

A finales de los 80's, abandonada hacía años la opción de terminar las cuatro o cinco (según dónde lo hiciese) asignaturas que me quedaban de Periodismo, decidí "normalizar" mi condición de sociólogo realmente existente, o como habría dicho Suárez, "elevar a la categoría académica de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal". Y se me planteó un dilema porque en Badajoz (donde en 1987 había decidido quedarme a vivir sin horizonte de salida) la única opción era la UNED, con sede en Mérida. Pero eso me obligaba a ir un par de días a la semana a Mérida, a 60 kms, a unas tutorías atendidas por tutores que tenían muchos menos conocimientos que yo (algunos de los tutores ni siquiera eran sociólogos). Pero sobre todo tenía mucho trabajo en la consultora, una niña pequeña y mi mujer también estudiando (Económicas en Badajoz)... No era una opción. 

Pero ví en El País un anuncio de la oferta de Sociología "semipresencial" de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid (la antigua León XIII, uno de los primeros centros de enseñanza de Sociología en España). Me informé y ví que era una opción inigualable: sólo había que ir una vez por trimestre a Madrid, en fin de semana. Se concentraban ahí sesiones con todos los profesores, en las que básicamente se orientaba, se veían dudas (en Estadística y Técnicas era donde más se veía, pues a esa titulación llegaba gente diversa de todo pelaje y origen, todos ya adultos). Pero la asignatura te la preparabas tú en casa. Osea, muy llevadero. Y para comprobarlo, antes de probar convencí a mi socio, que también había abandonado los estudios (en su caso de Sociología en la UCM), para que se matriculase, y así ví que la cosa era viable. Así que él retomó los estudios en 1988, y yo los inicié en 1989. Era como las Universidades on Line de hoy, pero sin Internet. Osea, como la opción que tenemos que dar ahora en las universidades "normales" en las que debemos incluir una opción de evaluación no presencial. 

Algunos de los trabajos de curso que realicé durante esa carrera se han convertido luego en textos, algunos con cierta proyección. Pero los materiales que me preparaba para estudiar, los apuntes que yo mismo me construía de aquellas asignaturas que no se basaban en un libro de texto, no han tenido utilidad posterior. Y es una pena. Las recupero aquí, porque pueden ser de utilidad para otros estudiantes. Entre ellos estaba el "tocho" que preparé en el último curso 1993-94, con casi un centenar de "temas" de materias diversas, pues al terminar había que pasar un examen de grado de la Complutense (aunque el examen se hacía físicamente en la propia León XIII). Lo subiré también. 

Bueno, pues el texto que incluyo aquí recoge las notas que tomé, en Word Perfect, de las lecturas con las que había que preparar la asignatura Cultura y Personalidad. Se llevaba entonces (cuando se leía) que los profesores recopilaran capítulos de libros en tochos de fotocopias que se vendían luego en las fotocopiadoras de las facultades (ahora eso es delito). Tomás Calvo Buezas era el profesor que preparó los de Cultura y Personalidad (Antropología Cultural), y a ellos añadí algunas lecturas extras para completar los temas.

Referencia

Baigorri, A., comp. (1994) Extractos de Cultura y Personalidad, Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid/León XIII

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12.22.1993

Intervención Jornadas de Planificación Hidrológica en defensa de los regadíos (1993)

Texto de mi ponencia invitada en las Jornadas de debate sobre el borrador de Plan Hidrológico Nacional, organizadas por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en Madrid.


"     Aunque no esté formulada una Sociología del Agua, o una Antropolo­gía del Agua, pese a las modestas aproximaciones que algunos hemos hecho, sin embargo una Política Hidraúlica (término que prefiero, por más exacto, al de planifica­ción) no puede basarse, si quiere ser eficiente, justa y perdurable, exclusivamen­te en criterios técnicos, económicos o aún jurídicos, sino también, en criterios sociales. No en vano el agua ha sido, como he insistido en repetidas ocasiones, la causa de los primeros conflictos sociales conocidos en España, que datan de la época de la colonización romana1. Y sigue siendo la causa de algu­nos de los más agudos conflictos sociales de las últimas décadas, sea por la ubicación de embalses, sea por el reparto de agua entre pueblos, sea por los trasvases intercuen­cas (...)
Tal vez lo que voy a decir parezca injusto para con un documento que, en otros aspectos, hace notables aportaciones, pero da la impresión de que los regadíos se hayan utilizado única y exclusiva­men­te como instrumento metodoló­gico para justificar los trasvases1. Los tecnocráti­cos y antiagra­rios Planes de Desarrollo, aún tra­tando una temática mucho más am­plia, eran mucho más generosos ­con el regadío que este documento, monográfi­ca­mente dedicado a un elemento del que, por casualidad, el regadío es el principal con­sumidor. Parece cual si los ingenieros del MOPT ahora lo fuesen sólo de Caminos y Puertos, y no de Canales, habida cuenta del poco aprecio que les tienen. 
(...)la contradicción evidente en que se cae en la memoria del Plan. Pues de un lado se reconoce que "el regadío permite una mayor diversifi­cación de cultivos, más capacidad de adaptación a los cambios en la de­manda, y aumento en la garantía en la producción", es decir elementos claramente positivos desde una perspecti­va ecosistémica; pero de otra parte, como ya empieza a ser aburridamente habitual, se utilizan argumen­tos bioecológi­cos como arma arrojadiza contra el regadío. Parece que el regadío, y no las industrias químicas, no las centrales nucleares, no los vertidos urbanos, fuese el principal culpable del lamentable estado en que se encuen­tran los ríos españoles. Se llega a decir, por ejemplo, que los acuíferos más degradados desde el punto de vista de la contaminación "se corresponden, como es lógico (cito textualmente), con sectores rurales de intensa explotación agrícola". Sin duda las petroquímicas, las explotaciones mineras, las grandes áreas metropoli­tanas, las parcelaciones de segunda residencia o las urbanizacio­nes del litoral no guardan relación con los acuíferos más contamina­dos, a juicio de los redactores de la memoria del Plan.(...)En primer lugar, las tendencias en la agricultura de los países ricos parecen ir ahora mismo hacia la con­centración. Concentración en la gestión, pues los agri­cul­tores necesitan cada vez más tierra y mayores pro­ducciones brutas para sobrevi­vir, dado el valor decre­ciente de la unidad de producto; y concentración en el territorio, promocionándose tanto en la UE como en los EEUU el aban­do­no de tierras marginales, pues simultáneamente y de forma contradictoria con lo anterior se exigen reducciones globales de la producción para evitar excedentes. El regadío es sin duda la mejor respuesta a este desafío, a esta reconver­sión, pues concen­tra in intenso, y no in extenso. Sólo sólo este tipo de concentra­ción puede permitir la extensifi­cación de la agri­cultura que hoy se desea: per­mite obtener más, y además sin aumentar pro­porcio­nalmente los inputs ener­gé­ticos (salvo que el regadío se base en sistemas antiecológicos(...)en términos científicos no es sostenible el calificar de ecosistema natural a la dehesa, que es una tecnología productiva determinada por el latifundio y la baja densidad demográfi­ca, y basada como todas las tecnologías agrarias en la selección artificial de especies, mientras se tacha de ecosistema artificial al regadío. Las huertas milenarias de los pequeños valles afluentes del Ebro, de muchos valles de Cataluña y el Levante, del Norte de Extremadura, de tantas otras zonas españolas, son ecológicamente mucho más ricas que algunos espacios supuestamente naturales mitificados por los que yo llamaría eco-4x4, en honor a los vehículos con los que les gusta patear el campo.(...)
En suma, se trata de encontrar un equilibrio entre los ecosistemas agrícolas tradicionales, más autorregulados, con menores necesidadades de energía externa, pero menos productivos, y los ecosistemas agrarios modernos, altamente productivos pero poco estables, poco autosostenibles, energéticamen­te poco eficientes y altamente contaminantes. ­Por ello he abogado repetida­men­te porque la transfor­mación en regadío debe plantearse no sólo en términos producti­vos, sino asimismo ecológicos. Y no pienso tanto en los estudios de impacto ambiental, que van orientados a aspectos de conservación muy particulares, como en una concep­ción mucho más rica del diseño. Yo no hablaría más de transfor­mación en regadío, sino de diseño de huertas. "


REFERENCIA:
Baigorri, A. (1993), Intervención en Jornadas de Planificación Hidrológica, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid
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11.16.1993

Próxima parada, Extremadura (1993)



Entre que lo escaneo en condiciones y no, pego del fichero en WordPerfect que encuentro, no parece la última versión que envié al periódico, pues el título es distinto y es más largo, y tiene unos párrafos dirigidos explícitamente a las gentes del PSOE, que finalmente no aparecen en el publicado. No creo que "censurados", porque nunca me recortaron un artículo de opinión, otra cosa es que yo lo acortase por alguna otra razón que no recuerdo. Teniendo en cuenta que apenas llevaba 8 años viviendo en Extremadura, aunque tres lustros viniendo por aquí, quizás fuese un ppoco pretencioso el planteamiento. Pero lo leo décadas más tarde (cuando ya se me puede considerar siquiera extre-maño, para complicar aún más en mis descendientes mis "ocho apellidos vascos", en realidad navarrros de la Baja Navarra francesa) y lo encuentro muy acertado, mal está que yo lo diga.


"LA DIVISION SOCIALISTA Y LA UNIDAD REGIONAL

Artemio Baigorri


En los últimos meses, hemos asistido a un cierto renacimiento del secular enfrentamiento interprovincial (o más exactamente, provinciano) entre Cáceres y Badajoz -o viceversa-. No son pocos los acontecimientos que avalan esta hipótesis: desde el grave conflicto placentino, que en cierto modo recuerda peligrosamene el estilo de las Ligas italianas, al más reciente surgido por el torpe olvido del MOPTMA hacia el tramo Cáceres-Plasencia de la autovia de la Plata, los hitos son numerosos, y a cual más lacerante. Si demasiado a menudo la reivindicación procede del Norte de la región, no siempre es así, y basta recordar cómo en estos meses han abundado las propuestas, desde Badajoz, de dividir la UEX en dos universidades, o cómo se ha insistido ladinamente, desde ciertos ámbitos, en que la mayor parte de los proyectos de la Corporación Empresarial se localizan en el Norte de la región. Sería ridículo, en este sentido, buscar culpables, aunque es inobjetable que hay ciertos especialistas del agravio comparativo, a veces incluso con nombre, apellidos y cargo político.

El propio conflicto surgido en el Partido Socialista en estos últimos días es, a mi modo de ver, no otra cosa que una refriega más en la larga guerra interprovincial. Es obvio que, si el asunto ha preocupado tan seriamente a las fuerzas vivas de la región, y en general a todos quienes de una u otra forma nos preocupamos por el desarrollo de Extremadura, no es tanto por su apariencia de enfrentamiento felipistas-guerristas, sino porque pone en entredicho una unidad regional duramente conseguida a lo largo de la pasada década. Porque ese es el problema de fondo. El resto de los partidos han funcionado tradicionalmente en las dos provincias como partidos plenamente separados, a veces incluso con estrategias contrapuestas (algunos incluso son de hecho uniprovinciales, como ocurre con los grupos regionalistas), mientras que el PSOE, y algo habrá influído en ello la gestión de Rodríguez Ibarra, ha sabido mantener una estrategia unitaria por encima de las evidentes diferencias ideológicas y personalistas de sus distintas familias. Con ello no sólo se ha conseguido un partido auténticamente regional, sino que a través del control de la Administración se ha conseguido la instauración de un sentimiento de región en la inmensa mayoría de los extremeños. Y lo que muchos nos tememos ahora es que, si el PSOE se rompe, o se rompe siquiera su unidad de acción, Extremadura como concepto también se romperá. Es decir, la contradicción que subyace a las noticias que han llenado las primeras páginas de los periódicos regionales en los últimos días no es de tipo superestructural (un conflicto entre personas, ni siquiera entre concepciones ideológicas), sino de carácter estructural y territorial.

Por ello sería un error que, desde dentro del propio partido, los socialistas se quedasen en su análisis al mero nivel de la lucha interna de tendencias, pues de hecho las tendencias neoliberal y socialdemócrata están tan presentes en Cáceres como en Badajoz, como lo están con mayor o menor fuerza, en ambas provincias, otras tendencias menores. Y no sería menor la torpeza de los partidos de la oposición si se alegrasen de este tropiezo del PSOE, olvidando la advertencia del viejo aforismo sobre las barbas propias y las del vecino.

El problema que subyace a la rebelión cacereña es el eterno problema: la biprovincialidad de esta región. La bipolaridad es la causa de todos los grandes conflictos sociales, como la ha sido durante décadas de los conflictos internacionales, porque la bipolaridad nunca es equipolaridad. La existencia de una provincia en la que se asienta más del 60 % de la población regional, conduce irremisiblemente a la concentración de inversiones, y a que en la otra provincia se abone un sentimiento de marginación, o cuando menos de discriminación. No es un problema de diferencias étnicas (que las hay, y muy profundas, como en todas las regiones españolas), sino un mero problema de matemáticas. Que los oliventinos no tienen nada que ver con los veratos es una obviedad, pero del mismo modo que las gentes de las Vegas Bajas en poco se parecen ya a las de La Siberia o las de Sierra Morena. Dentro de cada una de las dos provincias podemos hallar profundas diferencias antropológicas. El primer problema es que siempre habrá que hacer 1,6 puentes en Badajoz por cada puente en Cáceres, si se desea ser justos; y si con ese puente no se satisfacen las necesidades de Cáceres el sentimiento de insatisfacción se situará por encima de la razón. El segundo problema es que no hay otros ámbitos con los que contrastar las desigualdades, porque sólo hay dos comensales alrededor de la mesa.

Cuando hay bipolaridad la justicia no es posible. Los sociólogos y psicólogos sociales lo han estudiado en profundidad en relación a los microgrupos humanos, y las provincias no son sino abstracciones orgánicamente equiparables a personas. Por muy artificiales y recientes que, en términos históricos, sean. El presidente Ibarra ha venido haciendo un indudable encaje de bolillos entre las provincias para conformar el gobierno regional, tanto a nivel de consejeros como de directores generales, y es de suponer que en su partido habrá venido haciendo algo parecido. Pero el problema es irresoluble, porque se parte de una realidad desigual. Por eso el actual conflicto interno del PSOE reaparecerá cualquiera que sea la forma en que, por ahora, se solucione. Ayer fue desde la izquierda del partido, hoy desde la derecha, y mañana será desde cualquier otra opción que permita racionalizar en términos ideológicos un enfrentamiento que tiene raíces mucho más profundas, estructurales según he señalado. 

De ahí que, si es cierto que no hay mal que por bien no venga, estos acontecimientos debieran servir para plantear las cosas, definitivamente, en términos realistas, y no desde la mistificación racionalizada. Y desde esos planteamientos realistas, la única opción que se les puede aparecer como viable a largo plazo a los socialistas extremeños, si quieren seguir unidos, es la única viable asimismo para la región: la ruptura de la biprovincialidad.

Naturalmente, las soluciones son siempre más complejas, y conflictivas, que los apaños. Exigen de principio un debate previo, mientras que en el enfrentamiento visceral y bipolar no es necesario, basta con la discusión. Pero las soluciones son, cuando menos, duraderas, mientras que los apaños son sólo circunstanciales.

Personalmente he tenido ocasión de manifestarme contrario a la mayoría de las propuestas de comarcalización que se han hecho hasta el momento, algunas de las cuales llegan a ser auténticos delirios liliputienses. Es una cuestión conceptual, de base, que no voy a alargarme en explicar aquí. Pero la necesidad de romper los conceptos de Badajoz-provincia y Cáceres-provincia es ineludible, y por eso me he mostrado partidario de partir de un instrumento administrativo-territorial ya probado, conocido y suficientemente eficaz como es la provincia (por más que sea una figura actualmente en revisión, especialmente en lo que hace al papel de las Diputaciones, ello no le quita funcionalidad), y aplicarlo como medicina para romper la bipolaridad. En este sentido, no me cabe ninguna duda de que una nueva organización territorial, basada en la existencia de cuatro provincias, diluiría la división actual y potenciaría el sentimiento de región. Y para ello no hace falta extraños y rimbombantes experimentos de laboratorio: bastaría dividir la provincia de Cáceres en dos para, además, solucionar de paso el secular irredentismo placentino; mientras que hacer lo propio con la de Badajoz aportaría racionalidad territorial a esta demasiado extensa provincia, además de permitir posiblemente la definitiva unificación del continuum urbano Villa Benito, que se constituiría en capital de esa cuarta provincia, y tercera ciudad de la región. El caso de Mérida requiere sin duda una reflexión más detenida, pues hay tantos pros como contras en su posible consideración como distrito federal.


La política de Rodríguez Ibarra ha logrado hasta el momento tres o cuatro grandes activos, por señalar algunos en los que la inmensa mayoría de los extremeños estaremos de acuerdo: ha frenado la decadencia acelerada de esta región, que hace poco más de diez años iba camino de la nada, por más que la crisis enturbie hoy este logro; ha enraizado el sentimiento regional en pueblos muy distintos -y distantes- entre sí; ha conseguido que los extremeños, además de sentirse como tales, se sientan orgullosos de serlo, sin que con ello se haya generado ningún tipo de chovinismo insolidario (al contrario de lo que ha ocurrido en otras regiones del Estado); ha conseguido que Extremadura, o al menos su presidente, sea una interlocutora más en el concierto de los pueblos de España, a nivel de igualdad por lo menos a la hora de hablar. Otros logros pueden ser discutibles para algunos, y habrá quien crea que son más los errores que los aciertos, pero los señalados son incontestables en su obviedad.

Ahora bien, la obra quedará a medias si Extremadura no se dota de una estructura político-territorial que facilite con mayor eficacia la acción sinérgica de todas las fuerzas de la región en beneficio, equilibradamente redistribuído, de todos. Si el equilibrio intraregional queda para siempre al arbitrio del presidente, o del secretario regional de turno del partido que en cada momento ostente el poder, esta tierra será para siempre una jaula de grillos, de dos únicos grillos eternamente enemistados. Si hoy están permanentemente en pie de guerra, con razón en ocasiones, sin razón en otras, los del Norte, mañana pueden estarlo los del Sur. La solución es sin duda compleja, y conlleva cambios legislativos, tanto a nivel regional como nacional, importantes. La solución no puede ser inmediata. La solución puede ser dura para las dos principales ciudades de la región. Pero, sobre todo, la solución es única. No hay vías alternativas.

Estoy seguro de que Rodríguez Ibarra conseguirá, con su intuición y su habilidad táctica, coser siquiera provisionalmente las heridas de su partido, de cara al congreso nacional del PSOE. Sobre todo sus militantes, pero también todos quienes simpatizamos con su proyecto progresista, e incluso quienes no simpatizando con él desean una estabilidad política en la región, nos sentiremos aliviados. Pero todo se quedará en un respiro momentáneo si no se apresta a enfrentarse al auténtico desafio. El gran desafío, ya lo he dicho, es el de solucionar definitivamente el problema territorial que, recurrentemente, como esos virus traidores, infecta a la sociedad extremeña: el biprovincialismo. O dicho más crudamente, en términos que no me he atrevido a utilizar para titular estas reflexiones, el cainismo provinciano. Si Rodríguez Ibarra se va, sin antes intentar al menos resolver definitivamente esta contradicción estructural, le quedará siempre la duda de si no habría algo de cierto en esas acusaciones de cesarismo que, injustamente sin duda, desde ciertos sectores se le han hecho. Cuando Ibarra se vaya no puede dejar a su sucesor sentado a la mesa con Caín y Abel, aunque estos intercambien de tanto en tanto sus papeles, sino sentado frente a un único interlocutor: Extremadura."



Referencia: Baigorri, A. (1993) "Próxima parada, Extremadura. Del biprovincialismo como conflicto estructural", El Periódico de Extremadura, 1/12/1993



11.04.1993

El metabolismo urbano (1993)


"El concepto de metabolismo tiene varias acepciones en Biología. De un lado se toma como el conjunto de reacciones químicas a que son sometidas las sustancias ingeridas o absorbidas por los seres vivos hasta que suministran energía (catabolismo) o hasta que pasan a formar parte de la propia arquitectura estructural (anabolismo). Por su parte, el metabolismo basal mide la cantidad de calorías liberadas, por unidad de superficie corporal, por un individuo en reposo, en ayunas y a una temperatura ambiente normal. Y se habla de metabolismo intermediario al referirse al conjunto de modifica­ciones que sufre una sustancia desde su entrada en el interior de un organismo hasta su transformación final. Obviamente, si nos detenemos a analizar los procesos que el metabolismo describe, la analogía organicista a la que ya hemos hecho referencia en otras sesiones es de nuevo de plena aplicación a los sistemas urbanos, tomados como organismos vivos.
Para algunos, el concepto de metabolismo de la ciudad se referirá, respondien­do simultánea­mente a la última y la primera de las acepciones biologistas que hemos señalado, a los procesos seguidos por las sustancias utilizadas por la ciudad para su supervivencia, desde que se captan hasta que se desechan sus restos. "Las exigencias metabólicas de la ciudad pueden ser definidas como la suma de todas las materias y productos que aquélla necesita para el sostén de sus moradores, tanto en sus hogares como en sus trabajos y sus esparcimien­tos. Entre esas exigencias hay que incluir también -para un determinado periodo de tiempo- los materiales destinados a la construcción -o a la reconstrucción- de la propia ciudad. El ciclo metabólico no se considera cerrado hasta que los desechos y detritus que la vida cotidianamente va acumulando han sido recogidos y elimina­dos". En suma, desde esta interpretación, la más extendida, el metabolismo de las ciudades vendría a equivaler más bien al proceso digestivo urbano. Es decir, nos ocuparíamos, al tratar del metabolismo, del tipo de problemas que, en la mente popular, constituyen la problemática ecológica urbana: contaminación, impactos sobre el entorno, etc.
Desde una perspectiva ecosistémica más avanzada, todo este proceso puede observarse en términos termodinámicos, como un proceso interminable de captación y degradación de la energía. Es una perspectiva útil en términos ecológicos, pero que tomada tal cual limitaría fuertemente, dado su escaso grado de desarrollo actual, las posibilida­des de acercamien­to a esta problemáti­ca. Hasta el momento sólo se ha aplicado precisamente en cuestiones relacionadas con la energía, aunque es de prever que el futuro desarrollo de esta perspectiva, de esta estrategia de investigación, nos permitirá integrar en el proceso del metabolis­mo ciertos aspectos sociales fundamentales.
Por ahora nos quedaremos al nivel sencillo de la analogía organicista,(...)"
Los gráficos son muy cutres, lo que permitía el Presentations de Word Perfect hace un cuarto de siglo. Lógicamente, el texto es también anterior al concepto de huella ecológica, que ha dado forma económica a las cuestiones que aquí se trataban. Wackernagel y Rees publicaron su primer trabajo sobre el tema en 1996, y no se difundiría hasta unos años más tarde. 

REFERENCIA:
Baigorri, A. (1993): "El metabolismo urbano", Curso de Urbanismo, ASYPE, Badajoz 

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