2.14.1992

Apuntes sobre un modelo de desarrollo para Extremadura (1992)

Este texto circuló a nivel interno entre profesores de la Universidad, técnicos, políticos y profesionales. No estoy seguro de si llegó a publicarse en prensa. Se plantean cuestiones tanto de política universitaria y de investigación, como metodológicas. El origen del texto es curioso, porque un (entonces joven) profesor de la Universidad de Extremadura, que casualmente estaba colaborando con todo su departamento en un proyecto liderado por nuestra empresa de consultoría (Estudio de Ordenación Territorial I), prácticamente venía a reivindicar que la Universidad era el único agente legítimo para hacer no ya investigación pura, sino investigación aplicada. El autor ha hecho ldesde entonces una gran carrera, ciertamente, en la investigación aplicada, con inmuerables convenios con distintas entidades públicas. Curiosamente unos años más tarde yo entraba en la Universidad, pero seguí, y sigo, pensando exactamente lo mismo que expresaba en este texto.


APUNTES SOBRE UN MODELO DE DESARROLLO PARA EXTREMADURA

Artemio Baigorri

Director del Taller de Estudios Sociales y Territoriales SL


El profesor de Geografía de la UNEX Julián Mora Aliseda acaba de publicar en estas páginas páginas un brillante trabajo sobre el desarrollo de Extremadura. No puedo por menos que estar de acuerdo en la mayor parte de sus planteamientos, aunque solo sea porque, esencialmente, coincide con lo que yo mismo vengo exponiendo desde hace bastantes años. Conceptos como desarrollo endógeno, iniciativas locales de empleo, desarrollo sostenido, economía social, etc, hoy de manejo corriente en el mundo académico, están bien asentados desde hace casi tres lustros en la materia gris tanto de la sociedad civil extremeña, como de los políticos que intentan llevarlos a la práctica (ver sin ir más lejos el reciente discurso de Rodriguez Ibarra).

No es menor la coincidencia (ahí están mis críticas públicas, desde hace años, a la escasez de medios que la mayor parte de los departamentos de la Junta de Extremadura asignan al análisis) en lo que hace a la necesidad de "conocer al más mínimo detalle la realidad (económica, social, ambiental, etc) del espacio sobre el que se pretende actuar". Quienes otrora hemos debido realizar análisis, de problemáticas esenciales de esa región, sin otra financiación que las suscripciones populares, sabemos bastante de estos problemas. Aunque

Tanta coincidencia no es casual, pues con el profesor Mora y sus compañeros del Departamento de Geografía coincidimos ahor amismo incluso en un interesante proyecto de planificación, y hasta coincidimos de vez en cuando tomando una copa, aunque luego no tengamos ocasión de coincidir en espacios de debate (y un servidor piensa, porque sigue siendo un hegeliano, que sólo de la contrastación dialéctica surgen las síntesis de acción que la sociedad precisa en cada momento).

Pero advertidas las coincidencias, quiero señalar, en esa línea de análisis dialéctico de la realidad, las contradicciones que detecto en el trabajo de Julián Mora. No tanto porque expresen su opinión (que sé que no es exactamente esa, aunque en el artículo se haya dejado llevar por la pasión juvenil), sino porque reflejan un cierto sentimiento que, en los últimos tiempos, se detecta aquí y allá en la Universidad de Extremadura.

Me refiero a dos cuestiones muy simples, que casi pasan desapercibidas pero que son de gran enjundia. De un lado, a su afirmación de que "es en la Universidad donde en mayor medida se concentra la materia gris de una sociedad; es decir, la gente altamente cualificada que trabaja para encontrar soluciones que desde la sociedad se le demandan". Y, de otra parte, al que con tales planteamientos resulta obligado (además de explícito) corolario: que sólo la Universidad puede, "de forma rigurosa, científica y objetiva, identificar tanto las potencialidades como los estrangulamientos".

En el primer enunciado considero que hay dos errores graves, que creo deben aclararse pronto porque de otro modo corremos el riesgo de que la Universidad acabe perdiendo los papeles (pues, insisto, la opinión expresada por Julián Mora está generalizándose demasiado en ciertos ámbitos universitarios). De un lado, si en general es indiscutible que en la Universidad se pule la materia gris de la sociedad, resulta un poco atrevido (e incluso insultante, si no supiera que no era esa la intención del autor) considerar que el millar de profesores de la UNEX concentra la materia gris del millón largo de extremeños. De otra parte, yo creía que "la gente altamente cualificada que trabaja para encontrar soluciones que desde la sociedad se le demandan" estaban en la Administración Pública (tanto en los ámbitos burocrático como político de la misma), y en el ejercicio libre de ciertas profesiones dedicadas justamente a eso (abogados, economistas, sociólogos, urbanistas, arquitectos, geógrafos, ingenieros, etc. Yo creía que en la Universidad estaba la gente altamente cualificada para solucionar la formación de cuadros y profesionales que desde la sociedad se le demandan (y que aún eso lo compartían con el cuerpo docente de Enseñanzas Medias). Por lo demás, también desde fuera de la UNEX se han construído en los últimos años grandes bases de datos, se han introducido en la investigación social y territorial tecnologías punta (obviamente, en este caso ello sólo ha sido posible detrayendo recursos exclusivamente de los beneficios empresariales), y se ha demostrado suficientemente la capacidad para analizar nuestra sociedad "de forma rigurosa, científica y objetiva"...y comprometida.

Me explico. Que yo sepa, la función de la Universidad es doble: formar al alumnado (sin duda la más importante, pues no existe otra institución que en niveles superiores pueda cumplir ese papel) e investigar (para lo cual, no obstante, además de la Universidad existen otro tipo de organismos públicos, vertebrados por el CSIC o integrados en otros ámbitos de la Administración, sin contar con la investigación privada). A esa doble función le conviene, qué duda cabe, que incluya formas mixtas de investigación aplicada, en las que la formación académica de los alumnos se complemente con proyectos de trabajo por encargo de empresas o instituciones, y que pueden realizarse bien directamente desde los Departamentos universitarios, bien en asociación con empresas especializadas (como es el caso de algunas experiencias interesantes que, en este sentido, se desarrollan ahora mismo). De esta forma los alumnos se preparan para aplicar luego, en su vida laboral, lo aprendido en la Universidad, y el profesorado refresca sus conocimientos y actualiza las teorías. Ello enriquece en todos los sentidos.

Sin embargo, si he entendido bien lo que el artículo de Julián Mora plantea (y creo haberlo entendido, pues esa es la impresión que detecto en algunos otros sectores de la UNEX), parecería que se estuviese proponiendo para la UNEX una función muy distinta, que perseguiría suplantar tanto a los órganos de análisis y reflexión de la propia Administración como, en lo que a otros nos toca, al libre mercado de la consultoría en casi todas las ramas del saber. Esto podría llevar (no digo que esté ocurriendo así, sino que es un riesgo, que perjudicaría sobre todo a la propia Universidad) a competir deslealmente con medios públicos, con alumnos utilizados como negros, utilizando como reclamo personal la competencia colectiva de la institución, y sobre todo rozando si no por lo legal sí por lo ilegítimo la legislación sobre incompatibilidades.

Y, vamos a ver si me explico con exactitud, no es que personalmente vea mal el aumento de la competencia, al contrario siempre bienvenida sea, y supongo que de forma similar pensarán cuantos en la región se dedican a lo que algunos llamamos el cuaternario. Lo que temo es que, tentados por la rentabilidad de unos encargos para los que no deben realizar inversiones (mano de obra barata, la infraestructura de la Universidad a plena disposición...), algunos de los pocos (pero no escasos) que han elegido la Universidad no tanto por vocación como por incapacidad para el desenvolvimiento en el libre mercado, desvíen sus esfuerzos tanto de la formación de sus alumnos como de la que debe ser la auténtica investigación universitaria: la investigación pura (que no inútil). Y ello, insisto, a quien únicamente perjudicaría sería a la propia Universidad (que supongo no esperará financiarse con el 10 ó el 15 % de peaje), y de rebote a la región (sabemos bastante en este país de lo que ocurre cuando se pretende cubrir, desde lo público, ámbitos para los que está capacitada la iniciativa privada).

En Extremadura no creo haya nadie a quien no interese potenciar la UNEX, de la que tienen que salir los futuros dirigentes, gestores, empresarios e intelectuales de la región. Personalmente creo que el cambio en el equipo rectoral se ha hecho notar positivamente, y la Universidad se ha lanzado de cabeza a implicarse más a fondo con la sociedad extremeña (naturalmente, para ese análisis previo necesario antes de diseñar su estrategia ha buscado una consultora independiente, como debe hacerse, y aún hubiese sido más perfecto si no se hubiese ido a buscarla fuera de Extremadura). En consecuencia, creo que la sociedad está respondiendo, si atendemos a la atención que le prestan los medios de comunicación, a las inyecciones económicas otorgadas por la Junta, y al compromiso de un número creciente de empresas locales. Pero, modestamente, creo que hay que traer a colación un dicho muy popular, que dice algo así como "¡Zapatero, a tus zapatos!".

No quiero terminar sin señalar un par de cuestiones de entidad menor con las que tampoco estoy de acuerdo, debo advertir que la necesidad del análisis de detalle (ese "pueblo a pueblo") no puede negar la validez del análisis comparativo. Sin duda Mora tendrá por cierto que, sin un marco de referencia nacional, continental o planetario, difícilmente puede construirse la teoría explicativa, y sin ella navegamos en la nada empírica.

La otra cuestión es también de ámbito teórico, en lo que se refiere a esa cierta insistencia en las disparidades intrarregionales, y epistemológico, en lo que hace al abuso que a veces hacemos de los índices. De un lado, salvo que partamos, si no de concepciones ideológicas colectivistas, al menos de 'ideas elemento' como la igualdad, no podemos plantearnos como objetivo, al diseñar un modelo de desarrollo territorial, la igualación en los niveles de desarrollo. Por otra parte, sabido es que los índices miden sólo ciertos aspectos de la realidad, es decir, en su acepción última, son tan sólo indicios, y no siempre parámetros. En suma, si para Extremadura estamos planteando un modelo, no de igualación con las regiones ricas en base a los índices económicos tradicionales (algo por otra parte imposible, fuera de la demagogia política), sino de nivelación en la calidad de vida de acuerdo con sus posibilidades objetivas; si estamos intentando utilizar para fijar la dirección del progreso, junto a los tradicionales, índices de bienestar que, como decía Jouvenel hace más de treinta años, no caben en el PNB, no vamos a pasar ahora a medir los índices de desarrollo (y aquí nuevamente habría que decir, ¿qué desarrollo?) intraregional nuevamente con el número de oficinas bancarias, kilómetros de carretera o licencias comerciales cada mil habitantes.

14/2/1992


1.29.1992

Reformar la Reforma. Apuntes para una Nueva Política Agraria en Extremadura (1992)






"(...)
Históricamente, cualquier RA ha perseguido fundamental­mente tres objetivos: mejorar el autoabas­tecimiento alimentario, adaptar las estructuras productivas a las estructuras sociales dominantes y mantener la paz social de resultas de una estructu­ra productiva más justa. 
(...)
Quien apruebe lo expuesto en las líneas precedentes coincidirá conmigo en la necesidad de plantear un nuevo modelo de Reforma Agraria para Extremadura, para la Extrema­dura de principios del siglo XXI, o si se quiere una 'reforma de la reforma'.        
La definición de ese modelo será compleja, y como todas las RAs posiblemente conflictiva, por lo que evito entrar en mayores detalles. Sin embargo, me permito apuntar lo que considero un elemento fundamental para su diseño: el núcleo simbólico que debe alentar dicho modelo, y que está siempre íntimamente relacionado con los paradigmas esenciales de cada estadio de la civilización. Las RA diseñadas por los romanos (primeras docu­mentadas) tuvieron como núcleo simbóli­co esencial el concepto de coloniza­ción. En el siglo XVIII, época de las primeras RA modernas, el núcleo simbólico es la liberaliza­ción ("remover los estorbos que retardan su progreso", decía Jovellanos). En el siglo XIX, fue la mecaniza­ción (las propias plantas se consideran artefactos mecánicos con la fertiliza­ción forzada), o al decir de Macías Picavea, "proveerse de máqui­nas, semillas y abonos". En fin, en el siglo XX asistimos a un primer bloque de RAs diseñadas a partir del núcleo simbólico del reparto ("la solución del problema, ya antiguo y en España tan agudizado, del latifundis­mo" escribía el padre de Peces-Barba en 1932), y a un segundo bloque cuyo núcleo era la produc­tividad (Ley de Reforma y Desarrollo Agrario, Ley de Fincas Mejorables, RAs regionales de los años '80, etc).

En el siglo XXI, y de acuerdo con el paradigma de equili­brio ecológico que va a caracterizar a este nuevo estadio de la Civiliza­ción (como lo social caracterizó el paradigma de justicia social en el siglo XX, o lo económico el paradigma de la productividad en el XX), el núcleo esencial que debe alentar las RAs será el de Ecolo­gía.
(...)
En más de una ocasión me he negado a emplazarme en la dicotomía conservacionismo vs. producción. Mi actitud procede tanto de convicciones ideológicas como de premisas científicas. Del productivismo y el crecimiento exponencial como motores sociales y económicos ya conocemos sus riesgos y limitaciones, y el conservacio­nismo a toda costa temo que nos llevaría a algo socialmente reprobable. Por otra parte, no considero que la quimicalización de la Agricultura deba analizarse en los términos esotéricos con que lo hacen algunos, ni siquiera únicamente como una degradación epistemológi­ca de la ciencia, en los términos en que lo hace mi buen amigo José Manuel Naredo (en su reciente libro sobre agricultura ecológica, compartido con Juan Serna, editado por el Banco de Crédito Agrícola). Me emplazo en un análisis más materialis­ta, y así considero que en el curso de la Civilización industrial los abonos químicos, los productos fitosani­tarios y la tecnología dura han ayudado a que la Agricultura cumpliese con la función que entonces le era esencial: alimentar a una población creciente en términos exponenciales. En ese estadio, no podía ser de otra manera, con una energía fósil abundante y barata.
Sin embargo, en la nueva Civilización en la que estamos entrando la Agricultura ha pasado a cumplir otras funciones incluso más esenciales, especialmente en los países ricos, como es la conservación del paisaje o, más radicalmente, de la Naturaleza. La mundialización de la Economía obliga a plantearse la cuestión del abastecimiento alimentario en términos más complejos que los derivados de las economías nacionales. Y las limitaciones energéti­cas convierten en una aventura descabellada la productividad para el excedente (el primer aniversario de la Guerra del Golfo debería ayudarnos a reflexionar sobre las consecuencias que puede tener una mala gestión energética mundial). Una de las contradicciones más sangrantes es justamente la existencia de excedentes en los países ricos, a costa de destruir su medio natural, mientras que los países pobres no pueden vender aquéllo que únicamente pueden ofrecer: alimentos. 
Esta contradicción puede resolverse de formas muy diversas, pero una de las vías de solución podría pasar por la radicalización de los conflictos Norte-Sur. Es decir, las condiciones materiales imperantes en el contexto mundial aconsejan la necesidad de modificar los esque­mas productivos de la Agricultura en los países ricos. Y cualquier modelo de RA local debe tener a la vista las interrelaciones con el sistema nacional, europeo y mundial.
Entrando en el fondo del asunto, la cuestión no sería por tanto enfren­tar las variables producción-conservación, sino alcanzar la máxima producción posible con la máxima eficiencia energética y absolutas garantías de conservación de un medio natural que, en Extremadura, constitu­ye ya un recurso en sí mismo que estructurará y dotará de contenido en las próximas décadas a un sector econó­mico nuevo.
En este marco, el modelo de RA extremeña del siglo XXI debe tener como motor esencial la agricultura y la ganadería ecológicas. Y si en el caso de la Ganadería el proceso se está dando de esa forma casi espontánea con que se dan algunas RAs, con la ayuda del mercado y de la propia Ley de la Dehesa (nadie apuesta ya en Extremadura por otro tipo de ganadería que la extensiva, combinada con una gestión eficiente de la dehesa), sin embargo en el caso de la Agricul­tu­ra va a ser necesaria la intervención desde la Administra­ción, ayudando a la adaptación de las estructuras y sistemas productivos a esas nuevas necesida­des sociales.
Tenemos, en Extremadura, las condiciones para abandonar el puesto de vagón de cola que hemos mantenido, también, en el sector Agrario, y pasar a convertir la región en la punta de lanza de ese nuevo modelo Agrario que va a extenderse en toda Europa durante las próximas décadas. Entre estas condiciones podemos citar:
·        La existencia de una enorme masa de población activa agraria que, en las actuales circunstancias, no halla acomodo en el sistema productivo (unos 25.000 de los cuales en permanente situación de paro y bajo riesgo de convertirse en parásitos sociales), y cuyo reciclaje hacia la agricultura ecológica no sería difícil.
·        Tierra abundante, no contami­nada por la agricultura química, susceptible de ser transforma­das en regadío (único input energético agrícola renovable, junto a la energía metabóli­ca)
·        Aguas poco contaminadas para atender los nuevos regadíos.
·        El más importante emporio de agricultura ecológica de España, y posiblemente de Europa.
·         Recursos científicos (Facultades de Biología y Química, Escuela de Ingenieros Agrícolas que deberá convertir­se a no tardar en superior, buen servicio de Investiga­ciones Agra­rias...) para el desarrollo y mejora de las viejas y nuevas técnicas (pues no se trata sólo de recuperar técnicas ancestrales de cultivo) tanto agronómicas como agroindus­triales.
Las cosas van en esta dirección. Que no es en absoluto una herencia de los 'hippies', como podría creer alguien al leer el delicioso ensayo de Serna que comparte libro con Naredo, sino la consecuencia directa de las transformaciones socioeco­nómicas y de la vida cotidiana (donde se inserta también la demanda de alimentos) en las últimas décadas. Podemos esperar a ver cómo nos lleva el mercado, a remol­que una vez más de otros territorios, pagando el precio de las contra­dicciones económicas y sociales que ello ha de generar (sin ir más lejos, la agricultura ecológica, por sus inferiores rendimientos, puede estar conculcan­do ahora mismo la vigente Ley del Regadío). Pero también podemos adelantar­nos, diseñan­do ya ese nuevo modelo de Reforma Agraria que Extrema­dura precisará en el siglo XXI. Este es, creo, uno de los próximos y más urgentes retos en la región, si queremos que el Sector Primario siga teniendo la importancia que, todavía, merece. "


Referencia:
Baigorri, A. (1992), "Reformar la Reforma. Apuntes para una Nueva Política Agraria en Extremadura", El Periódico de Extremadura, 28 y 29/1/1992, pags. 4



9.06.1991

Más que palabras (1991)

En 1991 una "fontanera" del PSOE regional me llamó para decirme que al presidente le hacía ilu que yo, un crítico independiente sensiblemente a su izquierda, presentase su libro. ¿Y por qué no? Eso sí, frente a lo que la intermediaria se atrevió a pedirme (tenía confianza), que me cortase un poco el pelo, dije que ni hablar. Que cómo va mi pelo, largo o corto, lo decido yo.

"(...)Y aquí estamos, en 1991, con Ibarra dispuesto a repetir nuevamente, y con el dragón de Valdecaballeros definitivamente vencido.
No creo que la victoria contra la central nuclear deba atribuirse a Juan Carlos Rodriguez Ibarra, sino a todos los extremeños que han empujado a ello; muy especialmente, y esto hay que decirlo también aquí, quienes hace quince años iniciaron la lucha antinuclear, soportando las acusaciones de retrógrados, prehistóricos o pequeño-burgueses. Pero también tengo la convicción de que con otro presidente seguramente las cosas hubiesen sido muy distintas.
En cualquier caso es sólo una batalla. Quedan otras aún hasta ganar, en Extremadura, la guerra de la energía; una de las guerras más importantes en esta región. Entre las batallas pendientes están el cierre de Almaraz, la introducción de nuevas energías alternativas, la reinversión en la región de los beneficios generados por la hidroelectricidad... 
Pero Valdecaballeros era importante, muy importante, más importante de lo que creían incluso muchos destacados militantes del partido que patrocina este acto. Porque suponía una gravísima hipoteca, una pesada espada de Dámocles, sobre el eje económico fundamental de esta región: las Vegas del Guadiana.  
Y tiene más significación el empeño personal del presidente cuando quizás ni siquiera lo ha hecho por antinuclear, seguramente tampoco por miedo a perder unos votos, sino simplemente por lealtad a su tierra y a sus gentes.(...)"


Referencia
Baigorri, A. (1991), "Más que palabras", Mérida
Enlace al texto completo

5.31.1991

Un modelo para Extremadura: propuestas de acción 1991-1994 (1991)

A finales de mayo de 1991, tras las elecciones autonómicas, y a pesar de que en aquellos entonces se me ubicaba poco menos que en la extrema izquierda, el presidente Ibarra me solicitó un listado de propuestas que a mi juicio fuesen interesantes para la región, y que no estuviesen incluidas en el programa del PSOE. Obviamente Ibarra echaba mano de gente que podía aportarle algo para pensar y repensar Extremadura, no sólo de amiguetes y botafumeiros.

Como siempre he sido un voluntarioso tonto útil, a pesar de lo liado que estaba (trabajo, estudios, llevar la niña al colegio, el niño recién nacido) en unos días preparé este documento, que luego estuvimos discutiendo a lo largo de una jornada que empezó muy bien pero no terminó muy allá. Básicamente por mi cabezonería en torno a una cuestión "fuera de programa": la objeción de conciencia respecto de la mili y el debate sobre su desaparición. Ibarra se ofendió incluso porque la consideraba un instrumento patriótico esencial. Yo no lo veía así, y no estaba desencaminado: en 1994 Felipe González declaró que "los insumisos nos llevan a un callejón sin salida", y en 1996 tendría que ser el PP quien acabase con el servicio militar obligatorio. Luego he pensado que aquella discusión provocada sólo fue un examen, que evidenció que no era sumiso. Osea, que no lo pasé. Creo que afortunadamente. 

En cualquier caso, ahí quedaron mis propuestas. Unas cuantas fueron incorporadas a lo largo de los años de gobierno de Ibarra, en algunos casos de forma milimétricamente textual, en otras de forma aproximada. Otras han llegado después por el curso natural de las cosas, o porque las han visto citadas, o porque las han impuesto desde Europa (todo ese rollo de la economía circular, ¡por favor!, cuántos años de tiempo perdido por no hacerme caso). Otras se le habrán ocurrido al responsable de turno de mottu propio, no digo yo que no aunque no he visto yo demasiada capacidad creativa en muchos cargos públicos, la verdad. Otras (como eso que hoy llaman "un tren digno", o la autovía a Levante) en realidad las puede pedir cualquiera, porque siguen esperando al depender de Madrid. Pero es que también siguen esperando otras que dependían, y dependen porque aún están pendientes, de decisiones regionales. Osea, que el documento creo que aún puede inspirar políticas, tres décadas más tarde. 

Bueno, ahí están. Aquí el listado de esas medidas; al final del comentario está el enlace el texto completo. Las primeras se refieren a la Universidad, y en lo que a carreras propuestas, obviamente se han cumplido todas, aunque no con exactitud (la ingeniería industrial superior en la rama de energía solar que yo proponía se quedó en electricidad a secas; y la especialidad de paisajismo que proponía para la Ingeniería de Montes no se ha desarrollado):
  • potenciar los seudo campus de Plasencia y Mérida, REALIZADO
  • captar alumnado portugués
  • romper la división territorial entre Ciencias y Letras  REALIZADO
  • Nuevas carreras:
    • 1. Económicas (BADAJOZ)   IMPLANTADA
    • 2. Ingeniería Agrícola Superior (BADAJOZ) IMPLANTADA
    • 3. Escuela de Trabajo Social (BADAJOZ) 
    • 4. Escuela de Turismo (CACERES) IMPLANTADA
    • 5. Informática Superior (CACERES) IMPLANTADA COMO INGENIERÍA
    • 6. Ingeniería Industrial Superior (BADAJOZ)  IMPLANTADA
      • (sólo ramas muy avanzadas:organización industrial, energía solar, etc
    • 7. Ingeniería Técnica de Montes (CACERES) IMPLANTADA EN PLASENCIA
      • Especialidades: Ingeniería Técnica Ambiental; Gestión de Sistemas Adehesados; Paisajismo
    • comandos de educación popular  REALIZADO (AUPEX)
  • Dirección General de Agricultura y Agroindustria Biológicas
  • huertos familiares   REALIZADO EN BADAJOZ
  • introducir la informática en la agricultura HA LLEGADO SOLA
  • DEJAR DE HACER EXPROPIACIONES  REALIZADO
  • Banco de Tierras
  • Regar la dehesa en algunas zonas para mejorar su productividad 
  • Pequeños regadíos locales 
  • Crear una cultura del agua en la región
  • Repoblación márgenes pantanos
  • Recuperación Charcas urbanas    REALIZADO
  • Diseñar una política natalista
  • Potenciar las mancomunidades de servicios   REALIZADO PERO MAL
  • Facilitar la segregación de los pueblos de colonización, solos o agrupados  REALIZADO
  • Mejorar la gestión de los comunales, rescatando vuelos
  • Adaptar la Ley del Suelo diseñando unas Directrices de Planeamiento básicas para todos los municipios  REALIZADO POR IMPOSICIÓN DE LEY
  • Micropolígonos industriales sólo a la demanda, con bajos niveles de urbanización
  • Polígonos ganaderos
  • Potenciar el consumo de productos extremeños en la propia región  REALIZADO ASÍ ASÁ
  • Fomentar la conservería artesanal de calidad y ecológica   REALIZADO POQUITO
  • Cerrar Almaraz 
  • Construir un gran centro de ocio vinculado al medio ambiente en Valdecaballeros  EN 2021 APARECE UN PROYECTO DE INICIATIVA PROVADA EN ESTA LÍNEA, ASI QUE EN REALIZACIÓN
  • Potenciar las energías alternativas: promover una megacentral solar en La Serena, el biogás y el reciclaje de la basura y especialmente de los residuos agrícolas y forestales  REALIZADO EN PARTE
  • Plan Informático Regional  REALIZADO, PERO FUE UNA CHAPUZA
  • Promover un bolsín regional para captar recursos locales para los emprendedores 
  • No obsesionarse por el TAV, que llegará algún día. Exigir la mejora de la red tradicional de ferrocarriles
    • Crear una red de cercanías que conecte Badajoz, Mérida, Cáceres y VillaBenito
  • Autovía a Levante
  • Vía transversal de Gata a Navalmoral    REALIZADO
  • Mejorar la carretera a Huelva   REALIZADO
  • Creación de islas de descanso y acampada en carreteras nacionales y autovía
  • Red de miniaeropuertos para aerotaxis en Cáceres, Mérida y VillaBenito y mejora del aeropuerto de Badajoz
  • Replantearse la Ley del golf, que es un gran error  REALIZADO, PERO TARDE, Y LUEGO AÚN SE HIZO OTRA PEOR EN LA MISMA LÍNEA
  • Promover la creación de campings municipales  REALIZADO ESPONTÁNEAMENTE EN ALGUNOS MUNICIPIOS, PERO NO HA HABIDO TODAVÍA UN PLAN SOBRE ESO
  • Desarrollar una política de casas rurales   REALIZADO
  • Promover la industria del reciclado de basura, así como de residuos agrícolas  REALIZADO EN PARTE POR IMPOSICIÓN LEGAL EUROPEA
    • El tren de la basura de Madrid





Referencia:
Baigorri, A. (1991), Un modelo para Extremadura: propuestas de acción 1991-1994 , Documento de Trabajo
Enlace al texto completo

9.29.1990

Notas sobre el Descubrimiento, y su impacto en la sociedad (1990)

En septiembre de 1990 me invitaron a una sesión extrañísima, un lujo cultureta de esos para gente bien. Cosa de medio centenar de gentes venidas de toda España y Latinoamérica, convocadas por una organización cultural (Ámbito María Corral) de Barcelona a una cena-coloquio en el Parador de Trujillo, en la que, mientras ellos cenaban tan a gusto, sucesivamente un historiador del CSIC (Antonio Lafuente, físico dedicado a la Historia de la Ciencia, actualmente activista altermundista que ha desarrollado una teoría sobre el procomún que se parece demasiado a un combinado de Illich al Gorz tomado en el Santabárbara de los 70 una noche de viernes); un filósofo de aquellos postmodernos entonces de moda, que estaba (provisionalmente, claro) en la Universidad de Extremadura y luego creo que se fue para Navarra, y cuyo nombre no recuerdo; y un sociólogo periférico que tardaría en entrar en la Universidad (yo mismo) les hablábamos de nuestra visión sobre el descubrimiento (porque se acercaba el 92) a partir de un texto de partida escrito por uno de los organizadores, Alfredo Rubio. Un poco sobrecogedor todo, y más en ese marco. Una experiencia... Por su parte, ni idea de cómo y por qué llegaron a mí. Por mi parte un atrevimiento, pero uno ha sido siempre un tímido atrevido.




"He apuntado unas breves reflexiones en torno al texto que sirve de base para este coloquio. Son notas sin pretensión sistémica, como corresponde a un debate relajado como éste.

 .1 Por ejemplo, separar el descubrimiento de América de otros acontecimientos históricos ubicados en el Renacimiento; creo que la cuestión es netamente diferenciable de los descubrimientos científicos resueltos en esa época. Por eso me causa extrañeza esa vinculación del viaje de Colón al ámbito de las Revoluciones Científicas. 

 .2 ¿Por qué andar buscando justificaciones espúreas a la celebración? El '92 es para mí más bien la exaltación de la salida de España de un aislamiento secular. Lo que se celebra es la incorporación de este país a lo que antes se llamaba el concierto de las naciones; es decir, al grupo de países que dan la nota en el concierto: los países ricos y superdesarrollados. Además, como los españoles somos poco ahorradores, en este asunto se une también la posibilidad exquisita de derrochar el capital acumulado en los últimos años de bonanza económica. En España, cada vez que se supera una crisis se monta una exposición, se organiza un centenario o se compra un paquete de aviones de combate. Somos así, y debemos tomarnos como somos, porque no hay remedio.

 .3 De otro modo, si hallásemos razonable lo que se nos propone, la consecuencia lógica sería un jolgorio continuo. Pues si hemos de celebrar en estos términos el descubrimiento de América, habría que hacer lo propio con la llegada de Marco Polo a China, o de los fenicios a Cádiz. Y con mayor razón habría que celebrar el descubrimiento del trigo, del fuego, de la rueda, de la máquina de vapor, de la electricidad o del ADN, acontecimientos éstos últimos de mayor importancia para el hombre; especialmente porque son tanto producto del azar como de la Ciencia, y si tales hechos no hubiesen sucedido la Historia sería distinta, mientras que el descubrimiento de América, y luego volveremos a ello, habría sucedido igual tarde o temprano.

 .4 Unos breves apuntes históricos pueden mostrar más claramente lo erróneo de la pretensión de vincular el descubrimiento a la primera Revolución Científica del mundo moderno, y más aún de pretender, como se hace en el texto que nos sirve de referencia para el diálogo, que con el viaje de Cristóbal Colón "se realizó, al fin, la praxis de la profética revolución copernicana".

En primer lugar, a Colón el desarrollo científico (o, por decirlo en términos de la época, de la 'filosofía natural') le importaba un pimiento. Era, como Marco Polo, un aventurero con ansias de poder y riqueza (aunque mucho menos inquieto por el conocimiento que el curioso y perspicaz veneciano). De hecho, cuando Colón realiza su viaje es ya conocida la redondez de la tierra; y más aún, los Técnicos de la reina Isabel que en primera instancia desestimaron el proyecto no lo hicieron en base a oscuros e inquisitoriales designios, sino porque hallaron que los cálculos del navegante eran una chapuza.

En cuanto a Copérnico, esbozó su teoría heliocéntrica (ya planteada, por otra parte, en la Grecia del siglo III antes de Cristo por Aristarco, aunque sin mucho éxito) en 1.507, afinándola hacia 1.530. Pero sólo fue publicada en 1543, es decir casi medio siglo después del Descubrimiento. Además, los términos de su teoría no trascienden de la física aristotélica, y habrían de ser precisos Kepler y Galileo para que el asunto cuajase. De hecho, es a principios del siglo XVIII cuando las teorías de Copérnico, ya corregidos sus numerosos errores, son comúnmente aceptadas en las sociedades europeas.

 .5 Creo que debemos olvidarnos de una vez de ciertas interpretaciones históricas basadas en una supuesta progresión racional de las ideas, una eterna lucha entre buenos (los que propagan las ideas comúnmente aceptadas) y malos (los que se opusieron a ellas). Es esta una visión antihistórica, y además anticientífica. Una visión que conduce a interpretaciones erróneas como las que plantea el señor Alfredo Rubio en su escrito, y que recuerdan a aquélla canción de Carlos Puebla: "¡...Y eso llegó Fidel!". Aquí el providencialismo se aplica a los científicos. Por el contrario, la Historia del Mundo es mucho más compleja que la historia de la Ciencia; y ésta no es sino una pequeña parte de los elementos y estructuras que conforman cada estadio de la sociedad.

La Antropología nos ha enseñado que lo llamado "mágico" en una sociedad primitiva puede corresponder a lo que se llama "ciencia" en otra supuestamente avanzada. Elementos, en ambos casos, al servicio de las estructuras dominantes de la sociedad. Por ello no creo que -sin negarle su importancia en el camino de la Ciencia- haya que hablar tanto de una Revolución Copernicana, como de un Renacimiento que, justamente en el seno de las transformaciones socioeconómicas (surgimiento del capitalismo), generó aquéllas. Es decir, es el Capitalismo surgiente quien provoca los Descubrimientos (no en vano Colón procede de Génova, cuna del primer capitalismo mercantil), y no al contrario.

Curiosamente, y en contraposición a esa visión idealista de la Historia, será justo en el siglo XVI (el siglo de los Descubrimientos) cuando las mentes más lúcidas de Europa elaboren una doctrina política -el absolutismo- que se define por la afirmación de una soberanía monárquica sin límites ni control, que no reconoce a los súbditos más que el deber de obedecer. Es además el siglo del apogeo de la caza de brujas, de las persecuciones de judíos, de las guerras religiosas. Un siglo en el que se ponen las piedras sillares del nuevo edificio científico que habría de construirse en los siglos siguientes: pero esas piedras para los cimientos deben más, como han demostrado los historiadores, al nuevo platonismo del Renacimiento y al misticismo alquimista que surgió de él que a ninguna especie de "racionalismo" en el sentido moderno de la palabra. 

Pero si vamos más allá en estos hitos de la llamada Revolución Copernicana, hallaremos que justamente dentro del círculo ideológico de Galileo pueden verse años más tarde a gentes como Hobbes, que trasladará a la teoría política el materialismo mecanicista de los racionalistas, y elevará la teoría absolutista a las más altas cimas. Entonces, como hoy y como siempre, desarrollo científico no puede traducirse de forma automática como elemento liberador del hombre.

 .6 En suma, estimo que Descubrimiento de América y Revolución Copernicana (si es que puede hablarse de tal) son dos cuestiones no más relacionadas entre sí de lo que puedan estarlo cualesquiera otros acontecimiento de la Historia. Porque, ciertamente, todos están relacionados.

 .7 Yendo un poco más allá: en realidad, para el desarrollo histórico el Descubrimiento no tuvo demasiada importancia. Fue una simple cuestión azarosa que ocurriese en 1492 y no en 1450 ó 1550. Para los hispanoamericanos, y para los españoles (me refiero a los de la época) hubiese sido preferible que 'el encuentro' se hubiese dado un par de siglos más tarde, con los europeos un poco más civilizados. Pero ocurrió así, y no se puede cambiar la Historia. 

 .8 Veamos algunas posibles influencias de ambos acontecimientos (que, insisto, no deben ser considerados de forma unitaria) en la sociedad de su tiempo. 

 .9 El Descubrimiento tuvo ciertamente una influencia muy directa en extensos grupos sociales: abría la posibilidad de probar fortuna en otro mundo. Algo que sólo ocurre, efectivamente, cada 500 ó 1.000 años. Ello influye a su vez, lógicamente, en el vivero de la Utopía. Por supuesto que desde avanzada la Edad Media la secularización fomentada por viajes a tierras no cristianas había llevado a incursiones en el destino, a la construcción de utopías sociales, en suma a la consciencia de la posibilidad de construir un mundo mejor. Pero será el Descubrimiento de América el hecho que abrirá la última espita de la imaginación social. Ya no será sólo imaginable un mundo mejor; será posible imaginarlo construido desde cero. Muy poco después del Descubrimiento Tomas Moro escribirá su "Utopía", precisamente inspirado en las narraciones de Américo Vespucio, y a ésta seguirán decenas de creaciones en la misma línea. Pero, aún más, será incluso posible materializarlo: al poco de publicarse "Utopía" un español intentará aplicar sus presupuestos entre los indios de América. Y algo más tarde las comunidades protestantes iniciarán su migración a América del Norte, a construir allá sus 'utopías'.

Los Descubrimientos dieron "un giro total a la relación del hombre con su entorno natural", como nos propone el doctor Alfredo Rubio. Pero esto no tiene por qué ser ineludiblemente positivo. De hecho, ello supuso concebir otros espacios a los que expandirse, y de rebote se tradujo, en la praxis social y económica, en una minusvaloración de la importancia de los disponibles. Hasta finales del siglo XV la Humanidad era consciente de que por siempre las sucesivas generaciones habrían de vivir del mismo suelo que ellos utilizaban. A partir del siglo XVI estas consideraciones perdieron importancia. Y todo ello ha tenido, a su vez, una extraordinaria importancia para este planeta, que hoy está exhausto a causa de los cambios ecológicos operados en los últimos 300 años.

 .10 En cuanto a la influencia de la Revolución Copernicana, es más discutible su repercusión en la sociedad de la época. El desarrollo del capitalismo comercial dejará subsistir todavía durante mucho tiempo los rasgos esenciales de una economía rural tradicional y de una sociedad aristocrática que se expresan en el régimen señorial. Poco notaron durante siglos los súbditos de los reinos de Europa, por más que se hubiese demostrado que el sol tenía algo más de importancia que la Tierra. En realidad, no es la CIENCIA la que provoca transformaciones sociales, sino la TECNICA; y ambas se deben a su vez, quiero insistir en ello, a las estructuras sociales dominantes. La base teórica en que se basa la informática tiene un siglo largo; pero ésta sólo ha incidido realmente en la sociedad, provocando algunos cambios -tampoco tantos como se temía- cuando se han podido fabricar ordenadores personales. El descubrimiento del ADN es muy importante en términos científicos; pero tan sólo cuando se popularicen técnicas de manipulación genética podremos detectar cambios sociales influenciados por esta cuestión. Algo así nos ocurre con el descubrimiento de Copérnico: tan sólo las invenciones técnicas generalizadas a partir del siglo XVIII, basadas en los descubrimientos científicos del XVI y el XVII, condujeron a cambios sociales importantes.

Por otra parte, la revolución copernicana en absoluto implica una desconsideración del hombre como centro del universo. Por el contrario, para bien y para mal, este paradigma sigue siendo la base filosófica de buena parte de la Ciencia Moderna. Esta trabaja al servicio del hombre, especialmente de ciertos grupos de hombres, es decir de ciertas clases sociales. Lo que sí ocurre es que, a la vez, ello supone hacerlo contra otros grupos de hombres, contra otras clases sociales."