Uno de tantos reportajes que hice para el entonces semanario aragonés Andalán, varios de ellos firmados también por Mario Gaviria. Eloy Fernández Clemente, el propietario y cronista oficial del periódico y de tantos otros asuntos de Aragón, suele olvidarlo, qué le vamos a hacer si yo era un rebelde. Algunos de los reportajes incluso los cobré. Este, como otros, no. Era militancia, y lo cierto es que ya estaba abandonando el periodismo, dedicado al planeamiento urbanístico y territorial.
Los "modelos" de las fotografías también tienen su historia, pues son sociólogos: en la portada Antonio Marín, un sociólogo libertario que aunque murciano de Cieza como Antonio Lucas Marín, estaba (entonces) en sus antípodas. Hizo alguna cosita con nosotros, pero decía que no le gustaba la Sociología y tras un desengaño emocional acabó volviéndose a Cieza, a llevar la empresa familiar (allí lo vi años más tarde, hecho un pequeño potentado pero igual de amable, cuando pasé cerca, haciendo un informe sobre artesanía en Castilla la Mancha, y me acerqué a saludarlo). Hoy veo que anda en mis antípodas, pero seguro que sigue siendo el buen chaval que era. El que aparece en otra de las fotos también era sociólogo, Alfredo Pérez Palacios. Conocí a ambos, junto a la mujer de Alfredo, Asunción Sobreviela, cuando se me presentaron puede que hacia 1980 en un acto en Zaragoza (recuerdo que en el Centro Cultural Pignatelli pero no recuerdo el tema) porque querían que les llevase a conocer a Gaviria, y trabajar con nosotros. Los tres vivían por aquel entonces en el pueblo (Remolinos) y la casa de Alfredo, y parecían muy entusiastas, intimamos bastante, hicimos no pocos proyectos de sobremesa y participaron en algunas de las movidas ecologistas que organizamos, contra la General Motors o el Trasvase del Ebro. Incorporé a Alfredo en varios de nuestros proyectos (en La Rioja y Extremadura) pero en ninguno terminó participando, porque la vida de "pistoleros a sueldo" arrastrando a menudo a la familia de aquí para allá, como yo andaba (o como Mario, con la familia destartalada) era bastante dura, y querían algo más tradicional. Finalmente, cuando en 1986 yo rompí con Mario y deshicimos la empresa, Alfredo y Asunción se incorporaron a su equipo (1986), y tan intensamente que se fueron con su niña a vivir con él a Pamplona (precisamente por no estar dispuesto a irme a vivir a Pamplona, además de por el ultraje económico que me habían hecho, rompí con Mario y los otros socios). Y no volví a saber de ellos. Sé que tras algún trabajo con el equipo de Mario para el Ayuntamiento de Zaragoza consiguió una plaza en una concejalía, primero como laboral y muy poco después como funcionario. Osea que en cierto modo también se volvió a su pueblo, como Antonio, pero comme il faut: como sociólogo funcionario. En 2018 me saludó Asunción en el homenaje a Gaviria en Tudela, y me contó que Alfredo había fallecido en 2011. Pero vamos al tema:
"Una misteriosa enfermedad va a obligar, con toda seguridad, a destruir la totalidad de la cosecha de maíz de más de 1.000 hectáreas de la Ribera navarra y aragonesa. Los hongos y las deformaciones que han convertido a estos campos en un museo de monstruosidades vegetales, afectan a las tierras que se vieron anegadas por las aguas del Ebro en las últimas inundaciones. Pero, a estas alturas, no se sabe si la enfermedad se ha producido por este origen, o a causa de la utilización de determinados herbicidas, o por el vertido incontrolado de algún producto tóxico al Ebro, o por escapes radioactivos de la central nuclear de Santa María de Garoña. Lo que sí se sabe es que los paganos de este desastre van a ser los de siempre; los menos culpables: los agricultores."
Referencia:
Baigorri, A.,, Gaviria, M. (1980), "La plaga fantasma", Andalán, Num 292, pp 10-12
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