12.21.1989

La trampa Fukuyama (1989)

Este texto fue publicado en un monográfico del diario El País dedicado a debatir el artículo de Francis Fukuyama sobre el fin de la Historia. En realidad nunca supe que el texto se había publicado hasta encontrar una referencia casual en una bibliografía, en Internet, veinte años más tarde. Yo lo había enviado como artículo de opinión, y nunca tuve respuesta, o no me llegó. Así que fue una sorpresa encontrarme años más tarde compartiendo monográfico con Chomsky o el propio Fukuyama (su respuesta a las críticas). Fue gracias a la periodista María R Sahuquillo que conseguí finalmente, en 2008, las páginas del monográfico escaneadas.




Recuperado de Word Perfect 4.2, ahí es nada...


L A   T R A M P A   F U K U Y A M A
Ideas para la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes
Artemio Baigorri
¿Quién le iba a decir al señor Fukuyama, ideólogo de segunda fila del Imperio Texaponés, que se iba a hacer famoso en un rincón remoto del planeta? ¡Chapeau! El corresponsal de la CIA le enviará los recortes, para ampliar su ya sin duda grueso currículum de servicios a la patria.
Lo más notable del caso es que, si uno lee detenidamente, su ensayo se muestra como un divertimento que no pretendía ir más allá. Una de esas pajas mentales que los altos funcionarios se sueltan a veces cuando están solos y aburridos en su despa cho, en esas mañanas soleadas del final del verano, repuesto el vigor intelectual tras las vacaciones. Como siempre tienen amigos en periódicos y revistas, allí como aquí, tienen asegurada la publicación de cualquier estupidez que se les ocurra. ¿Cómo es posible que nos haya tenido la inteligencia ocupada durante tantos días a tanta gente?
Las ideas de Fukuyama ni son nuevas ni son propiamente ideas. Son parte de una matraca publicitaria que empezó hace ya unos cuantos años. En lo que imagino la estructura de una campaña publicitaria, el ensayo de Fukuyama correspondería a la fase en que el producto está consolidado en el mercado, y se hace únicamente preciso recordar de tanto en tanto a los consumidores la imagen de marca. En este caso, el fin de las ideologías de izquierda (porque imagino que nadie habrá sido tan ingenuo como para creer que pueda predicarse el fin de TODAS las ideologías).
Por algo quienes mejor han entendido, de entre los que se han aprestado a responder, el divertimento Fukuyama, han sido los de su bando. Verstrynge, alguien que viene del pensamiento más reaccionario (¿y a dónde va?), lo ha entendido como lo que es, y no le ha respondido a Fukuyama en sí mismo (al anuncio), sino al conjunto de la campaña (al producto). Y Swhartz lo ha entendido a la perfección, y lo ha tomado como la granada con la que destruir los últimos reductos,¡ríndanse!, naturalmente con la elegancia y la delicadeza de los españanquis.
Por el contrario, aquéllos que lo han analizado desde una óptica reconocida de izquierdas, han vuelto a caer en lo que la intelligentsia apoltronada viene cayendo desde hace quince o veinte años. Con un empeño tal que raya en el ridículo, venimos practicando el sí-pero, o lo que es lo mismo dos pasos atrás y uno adelante. Es decir, reconociendo como ciertos los puntos de partida de la reflexión reaccionaria, para intentar luego enfrentarnos al resto de la argumentación. Y, claro, cada vez los puntos de partida han ido más allá, ganando el terreno, y queda menos argumentación que rebatir. Así es como justamente nos han debilitado el pensamiento. Por la vía más simple: la del autoconvencimiento. Ni siquiera nos han derrotado. Nos hemos rendido, y todo para no parecer locos sectarios ante los ojos irónicos -snobs- de los que, siempre en el machito de la dirección espiritual del pueblo, van dictando las modas al socaire de los intereses del sistema económico. Entre dos habituales errores del pensamiento ("Esto es antiguo y por lo tanto bueno", o bien "Esto es nuevo y por lo tanto mejor") hemos escogido a ciegas la segunda, sólo por no ser diferentes. Y así nos va (bueno, en general va bien; es sólo la conciencia)
En general, la respuesta ha sido de rendición absoluta, ciertamente. Sí, bueno, el siglo XX ha sido un desastre de luchas entre ideas contrapuestas (naturalmente ya no se lleva pensar que la sangría ha sido causada por la más terrible conjunción de la Historia: Imperialismo & Capitalismo). Ha sido una carnicería causada -por supuesto- fundamentalmente por una pandilla de curanderos que han acabado contagiados del mismo virus que pretendían curar. Vamos, como las guerras de religión del XV al XVII pero a lo bestia. Mas -se alega- de eso a que la Historia se detenga...tampoco es para tanto, pues todavía quedan democracias por restaurar (es decir: usted tiene razón, pero falta aún un poquito de tiempo para que la tenga del todo).
Y sin embargo, lo que los Fukuyama predican no es que la Historia vaya a detenerse. ¡Cómo va a detenerse con los profundos cambios sociales que saben se derivarán de los cambios tecno-económicos que tienen previstos: de la energía de fusión a las factorías espaciales, del sistema informático nacional a la desaparición de la escritura manual! Lo que los Fukuyama predican es lo de siempre: que CIERTAS ideologías no sirven para hacer frente a esos cambios. Y nosotros, como siempre, caemos en la trampa: sí, claro, esas no sirven, aunque las otras tampoco, y tal y cual. Y derrotadas las nuestras, sólo quedan en pie las suyas. Ese y sólo ese es el fin de la Historia al que se refiere Fukuyama: el fin de los rebeldes, o más exactamente (puesto que la rebeldía está en los genomas humanos, y tardarán aún en poder modificarlos masivamente) la destrucción del alimento espiritual de los rebeldes.
Lo que en realidad a Fukuyama le hubiese gustado enunciar es lo que podríamos llamar la Ley de la Tranquilidad Universal: todo sistema social permanecerá más o menos estable en función de su capacidad para llenar las despensas de aquéllos que disponen de una capacidad de razonar por encima de la media de los que difunden el discurso oficial.
Aquí casi lo han logrado ya. No es extraño que nos admire el que un jefe político advierta de que el que se mueve en la foto no sale, siendo eso  pura anécdota y simple centralismo democrático que afecta -exclusivamente- a los miembros de su partido. Mientras se silencia el hecho (no dependiente tanto de los gobiernos como de "las fuerzas de la cultura") de que el que se mueve en la película social (el que agita, el que denuncia estentóreamente, el que pretende unos principios -horror, la moral-...) no sale en los periódicos, ni en la tele, ni en los libros, ni en la radio: no existe.
Por lo demás, Kissinger tenía más nivel; Aron mejores sentimientos; Bell más visión de futuro; Pemán mejor estilo literario, O'Rourke más gancho y llega mejor a los jóvenes, y el propio Reagan sacaba las pistolas mucho más rápido. Seguro que Fukuyama es del Opus, además de 'japo' de origen, y por eso es tan soso."


Referencia
Baigorri, A. (1989), "La trampa Fukuyama", El País, Extra El Triunfo del Liberalismo, 21 de diciembre de 1989, pag. 15

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10.20.1989

Vicente Calvo, in memorian (1989)

Me ha aparecido "limpiando" archivos comprimidos rescatados algún día de diskettes a discos duros, de aquellos a otros, y así van rodando tantos ficheros, de siglo en siglo ya (hay que ver lo bien que recupera Libreoffice los ficheros de Wordstar de los años 80', aunque haya que cambiar algunos acentos). 

Parece que estuviese escrito para enviarlo, lógicamente a El Día de Aragón, donde en 1989 escribía artículos de opinión. Quizás me lo pidió Plácido Díez, su director entonces. Pero no recuerdo si lo envié, y si lo envié no recuerdo si se publicó. Pero no quiero que se pierda, quede pues "publicado" al menos aquí aquel recuerdo de un buen tipo.



" Se le hace a uno raro glosar a los muertos. De hecho, antes de los cuarenta creo que a todos nos horroriza acercarnos a un cadáver. Después supongo que el hombre comienza a hacerse a la idea de que lleva media vida vivida; comienza entonces el largo, lento y tortuoso descenso a los infiernos, y hay que acostumbrarse a que los amigos empiecen como por azar a desaparecer, aquí un infarto, allá un accidente, acullá un cáncer, de oídas un SIDA...

Pero a los treinta es muy desagradable encontrarse un cadáver en la puerta. Desagradable, frustrante y deprimente. Por eso, a quienes por suerte o por desgracia nos ha tocado echarnos al mundo de la mano de gentes mayores que nosotros, nos toca antes de tiempo escribir epitafios.

Estaría por los treinta Vicente Calvo Báguena cuando yo publiqué, de su mano, mis primeras líneas. Don Tomás, el maestro que fuera corresponsal de "El Noticiero" en Mallén, decidió pasarme el testigo porque sabía que yo iba para periodista. No había cumplido 16 años, y yo entonces no sabía siquiera que "El Noticiero" fuese 'el periódico de los curas'. Era sencillamente el periódico. El que, menos los domingos (el papel del 'Heraldo' era muy preciado para envolver bocadillos y encender la cocinilla), había devorado desde que aprendí a unir la 'a' con la 'b'. Y Vicente Calvo era redactor jefe de Región, y estaba empeñado en que las noticias de cualquier pueblo de Aragón salieran en el periódico. Yo era un niño y aún no sabía qué era la censura, y me subía por las paredes cuando mis crónicas salían recortadas. Pero la emoción de enviar las crónicas, a cobro revertido, desde el locutorio de mi pueblo ("Cuenta hasta cinco y empieza a leer, despacio, sin retirar la boca del auricular") superaba a todo lo demás. Y no digamos cuando iba por la desvencijada redacción de El Coso y, después de las admoniciones de Coll Gilabert, Vicente me llenaba de consejos y recriminaciones: "Puedes decir lo mismo con palabras más suaves" (es curioso que 'todos' me hayan seguido diciendo lo mismo, incluso cuando la censura dejó de existir hace muchos años), "no metas muchas ideas o informaciones en una misma crónica", "los textos deben tener una estructura lógica"... consejos todos ellos a los que nunca he hecho caso. Para Vicente yo era un capricho, en medio de los vejestorios corresponsales, la mitad curas, del periódico. Y para mí Vicente era, o así lo sentía entonces, un maestro.

El mejor regalo que le dí, el único que le dí nunca, fue la que posiblemente fuese la primera entrevista que se le hizo a Sender en suelo español, cuando volvió  en 1973 ó 1974. Estaba ya estudiando para periodista, en primero, en Barcelona, y por casualidad me enteré del hotel en el que se iba a alojar. Llamé a Vicente:

-¿Le hago una entrevista?

- Tira, que la sacaremos seguro

-Pero si no he leído nada suyo...

-Qué te importa eso. ¿Te parece que le habrán leído la mitad de los que escribirán estos días artículos sobre él?. 

Se negaba a dar entrevistas (y además recuerdo que había alguna historia de exclusivas con algún periódico, lo supe luego), me echaron varias veces del hotel, una secretaria con acento yanqui me despedía con cajas destempladas por el teléfono, pero al final mi tozudez fue más fuerte que la de Sender, y de malas maneras contestó a unas lamentables e infantiles preguntas. Y Vicente tuvo para "El Noticiero" su entrevista, no recuerdo si me hicieron 'enviado especial' o 'corresponsal en Barcelona'.

Ocurría sin embargo que Vicente Calvo era, además de bruto y socarrón, tremendamente humilde, o al menos así lo recuerdo yo. Y como los jóvenes somos desagradecidos e impetuosos, en cuanto desde el Olimpo de Andalán, Luis Granell me dió la alternativa, y Gaviria 'se me llevó por ahí', creí superado todo lo que podía enseñarme mi antiguo mentor. Mientras otros de su generación se lanzaban alegres y despreocupados al carro de la progresía, él se quedó leyendo a Alberto Casañal y Santiago Blasco, porque era un antiguo. Aunque en realidad los 'despreocupados' supieron montárselo bien, mientras él se quedaba con los humildes, en aquella carpetovetónica "Secuestro Común" (Esfuerzo Común) desde la que empezamos a darnos a conocer casi todos los que no pertenecíamos ni a las 'mafias' del Bajo Aragón o del Pirineo, ni a las buenas familias zaragozanas.

Vicente Calvo no tenía madera de triunfador. La tenía, sí, de luchador, en el sentido en que los agricultores pueden luchar durante años para transformar en huerta un secano. Era de ideas fijas, como buen baturro. Pero no tenía el veneno del éxito, ningún apego a élites de ningún tipo, ningún ansia de dominar. Era un buen hombre, sin más, algo muy raro entre los periodistas. Y listo, además, aunque por la razón que fuese no siempre quisiera ejercer. "Pero si todos son los mismos, decía. Si son sólo los hijos riñendo con los padres para quitarles el puesto..." (y desde luego que bastante razón tenía en su escepticismo respecto de las élites de la progresía zaragozana). Y se sentía más a gusto merendando calderete con los agricultores, que bloqueaban la carretera con sus remolques de pimientos, que en un recital de Labordeta o en un Congreso de Cultura Aragonesa. 

Uno de los últimos recuerdos que tengo de él, y además uno de los más entrañables, es de un día en que después del cierre de Esfuerzo Común, Javier Ortega habló de un pueblo de su tierra soriana, San Pedro Manrique, donde los hombres bailaban descalzos sobre las brasas. Era ya de noche, y hacía frío, pero ni corto ni perezoso, Vicente cogió su eterno Dyane6 y nos lanzamos los tres a hacer ciento y pico kilómetros por carreteras terribles. Fue una noche mágica y hermosa, y aunque Vicente no nos dejó ligar con aquellas tres sorianas, me ha quedado una de esas sensaciones dulces a las que difícilmente puedes poner un guión pero que nunca puedes olvidar.

Desde que se refugió en la Asociación de la Prensa y la Hoja del Lunes, y en sus campañas de "Salvar Teruel", y yo fui tomando caminos que se alejaban del Periodismo, prácticamente no nos volvimos a ver. No sé cómo se lo montó, ni de qué viviría después, aunque intuyo que nada sobrado. Pero esta mañana, cuando ha llegado, como siempre con retraso, El Día, y hemos leído la glosa editorial que, no sé por qué, adivino de Plácido Diez (que también lo conoció bien en sus inicios), mi mujer y yo no hemos podido reprimir las lagrimas"

10.17.1989

Cartas de ultratumba de Don Alberto Casañal (1989)

A lo largo de mi vida he hecho algunos experimentos periodísticos. Creé secciones en una revista de colegio en Zaragoza (1972); "publiqué" en mi pueblo boletines de agitación que sólo llegaban a los dos o tres cercanos, lo que daba de sí el calco de la máquina de escribir (1974); creé en Extremadura (1979) un "diario de batalla" que se publicó durante una semana y del que se tiraban cientos de ejemplares en una ciclostil; creé en Tauste una revista con una pandilla de ninis rurales que luego sobrevivió un par de años (1981); promoví un periódico (Liberación) en el que luego no trabajé, porque ya no era periodista... Y más, y más. De todo un poco. Pero sin duda lo más atrevido que he hecho nunca es (ya retirado del periodismo, pero no de la opinión) es enviar un artículo de opinión en verso. Tan atrevido, que el director, que me lo publicaba todo (porque él me había solicitado mis artículos, que por supuesto yo regalaba como contribución solidaria a la supervivencia del periódico), no se atrevió a ponerlo en la sección de opinión, sino en la de "Cartas al Director". 

Por supuesto, el tema apenas empezaba. Dos meses más tarde publicaría, ya en la sección "seria", dos tochazos sobre el tema. Pero yo sin duda me quedo con este:

 

Cartas de ultratumba de Don Alberto Casañal


DEL SOMONTANO DEL MONCAYO


(Por la transcripción, A. Baigorri)


A las cumbres del Moncayo,

por donde nace La Güecha,

han venido unos fulanos

a estropicianos la fiesta.

Que van a hacer cien chaleses,

o quinientos, si les dejan,

pa vender a los bilbainos

y a los yuppies de Tudela.


A los de Añón les prometen

sus cuatro perricas frescas,

y aura quieren, con legajos

abogaus y toda pesca,

darle al Melero pol saco

y hasta metelo en la trena.


Los que gustan d'ir al campo

pa ver la Naturaleza,

pa pasiar por los campicos

y despejar la sesera,

dicen que esto es un chandrío.

Y no pué ser cosa buena

acabar con las huerticas

que ser riegan con La Güecha.


Los de Alcalá, los de Vera,

los de Borja y los de Albeta,

opinan que las orines,

los zurutos y durezas

que los chalés nos desagüen

nos entufarán las tierras.

Y además como esa gente

son finos y tienen perras,

hacen piscinas y riegan

con aspirsor la parcela;

enredan de jardineros;

se duchan todos los días;

rujian el coche en la puerta...

Igual nos dejan sin agua

desde Añón hasta Bureta.


Mas los que han comprao la tierra 

pa costruir las casicas

y llevase las pesetas,

alegan que les asisten

el derecho y la DeGeA.

Si me dejáis que sus cuente

de donde arranca la juerga,

veráis que tiene su miga

la historia de esta molleja.


Hará ya diez años largos

qui una cuadrillica maños,

biologos, arquitetos,

sociologos y abogados,

por cuenta Diputación

unas Normas empezaron,

pa ver de aplicar la Ley

en ordenar el Moncayo.

Decían: "Mancomunaros;

meter a los domingueros

a que vivan en el casco;

no hagáis chalës en el campo;

no dejéis que sus distrocen

un patrimonio tan majo"


Pero eran mu poca cosa

frente a tanto interesado.

Y en Vera, casi les pegan.

En San Martin, sulfurados.

En Añón, soñando ya

lo mismico que Litago

con chalés a todo trapo.

El par de alcaldes que había

más que rojos, concinciados,

se icharon patrás por miedo

a quedase sin el cargo.

Un coronel s'hizo fuerte

detrás de un buen abogado,

y al ladico de la cruz

donde Becquer soñó tanto,

pa costruise el chalé

removió Roma y Santiago.


Aquello fue una batalla

mu gorda pa los muchachos.

No tenían esperencia

ni apoyos pa soportalo.

Se quedaron escaldados

y aun encima los echaron.

Y luego entre unos poquicos

a gusto s'organizaron.

Callandico, sin chistar,

dieron palabra de Ley

al sueño de unos vandalos.


Y ahura eso le vale al PAR

pa dar la espalda y callase,

u decir que ya las Normas

preveían el enjuague.

Y a mí, es que me paicen bobos,

riéndose del montaje

que arman los ecologistas

pa protestar, en la calle.

Más les valía enterase

que es pequeñico el Moncayo.

Que si dejamos que empiecen

a morder unos bocados,

a poco que nos volvamos

no han de dejanos ni tamo.

Pero claro, a ellos les votan

costrutores, potentados,

promotores, vendedores,

y algún pastor despistado.

Justo es que ahura les defiendan

y les cuiden el bocado.


En fin, para qué cansalos

con historias y sucesos.

Que no sacaremos nada

con devavanos los sesos.

Por más que toda la CEA

y ese buen hombre, Melero,

y el Perico y el Martinez

y sus Ecofontaneros,

y aun yo desde la ultratumba

y toda la Biblia en verso

denunciemos, escribamos,

costruyamos, cimentemos,

los del Grado van palante

y los demás a jodenos.

El Comisario del Agua,

como es normal y corriente,

enredará un poco el charco

y apoyará al más pudiente.

Y al Consejero, que paice

no tener un dedo frente,

ya puén hacele protestas,

qu'él seguirá sonriente.


Y así acabará la historia.

Una más, otro jaleo

para nada, en esta tierra

que hacemos crecer a pedos.






5.28.1989

Donde comen dos, comen tres... (la familia ataca de nuevo) (1989)

 Este artículo corresponde a una época en que, asumido que había abandonado el periodismo y me adentraba, también institucional y honradamente cursando la carrera, en la Sociología, superaba la adicción a la tinta impresa regalando abundantes páginas de opinión a los periódicos de los amigos, mientras me ganaba la vida con los estudios de planificación (urbanística, territorial, turística...). El artículo creo que no ha envejecido a pesar de haber transcurrido más de tres décadas desde entonces. Primero en 1993 (para Sociología de la Familia) y luego en 1996 (para el curso de doctorado "La Mujer en España", de Luis Garrido) lo rescaté como "prólogo" de sendos trabajos. Finalmente quedó tan extenso que, aunque me daba pereza ampliarlo (como libro), o adaptarlo (como artículo) para publicarlo, creí que en Internet podría servir a otros, y completado con otros trabajos de doctorado, o incluso previos, lo colgué en mi primera página web como documento de trabajo, con el título de Mujeres, hombres, viejos y niños. Transformaciones demográficas, familia y realidad social en España.  



"Todos los 'progres' nos hemos reconciliado con nuestros padres. Cuando podemos, incluso nos los llevamos a casa para que nos hagan la comida, nos limpien los rincones y nos cuiden los niños. Y el que diga que no es el caso miente, o mantiene la pose atenazado por algún antiguo trauma ideológico-juvenil. 
No es cosa de la edad, porque esencialmente seguimos sin entendernos con ellos. Pero de hecho las siguientes generaciones ya ni siquiera han roto con la familia, como hicimos nosotros. Estamos aburridos de leer/oir/ver reportajes periodísticos, y resúmenes de encuestas, que muestran cómo los nuevos jóvenes tienden a retrasar el máximo la ruptura del cordón umbilical con sus familias (para algunos ello se debería a un retraso en el proceso de maduración social de los individuos, pero en mi opinión este retraso en la maduración sería más un efecto que una causa). Por una vez vamos parejos del resto del mundo desarrollado, a un ritmo parecido en e l proceso de cambio, e incluso con ventaja respecto de otros países (en algo debe notarse que somos la novena potencia mundial en el auténtico concierto de las naciones, que es la contribución económica a la ONU). 
La evolución del cine americano de los últimos veinte años constituye sin duda uno de los mejores reflejos de los cambios en los países industriales avanzados, especialmente en estos temas. En las películas de los años '60 los adolescentes se pasaban el tiempo discutiendo con sus padres, o con autoridades de corte paternalista, y escapándose en moto con mirada torva . En los años '70 y primeros '80 la familia sin embargo brillaba por su ausencia; tan sólo alguna vez, entre problema y problema psico-sexual de la pareja, aparecía una suegra lejana que rápidamente volvía a desvanecerse, o un padre profesor de Universidad que aconsejaba a la chica que siguiese su propia vida. En fin, en los últimos años la familia (incluso la familia extendida, tan divertidamente pintada en "Hechizo de luna" e incluso retratada irónicamente por los novelistas macarras del 'realismo sucio') vuelve a irrumpir en las pantallas, simple reflejo de la realidad: casi siempre como una tabla de salvación para los perdidos navegantes solitarios, que ya no miran desafiantes, sino con miedo, a su alrededor. Pero mientras nosotros, los hispanos, teníamos los padres aquí al lado, y los abuelos, y los tíos y todo el contubernio, los anglos de Manhatam deben ir a encontrarlos a Nebraska, y aún a veces se pierden por el camino, en una bella contribución a la movilidad geográfica; es la pequeña ventaja que les llevamos. 
Los hechos están ahí, pero no convencen las explicaciones, que además rara vez se dan. Estamos perplejos, y a lo máximo que acertamos -no siempre- es a describir la realidad. Sin atinar a interpretarla (¿cómo vamos a pensar entonces en transformarla?), sin estar seguros siquiera de si alguno de estos hechos constituye un problema o una solución, sin saber muy bien si hablamos de causa o efecto. Sólo sabemos que nos veíamos camino de encontrarnos todos metidos en nuestros respectivos box, terriblemente solos o abrazados -asustados- a nuestra pareja, y de pronto nos hallamos rodeados de padres, abuelos, tíos y sobrinos. 
Es cómodo, pero inquietante: ¿acaso estaremos reproduciendo la tribu, acabando más o menos por donde empezamos?. No puede ser tan simple. Pero ni siquiera Marvin Harris, o Toffler -si bien es cierto que las traducciones más recientes de ambos corresponden a sendos libros de 1980- aciertan a tocar el tema en sus últimos trabajos; y nada digamos de los agudos observadores sociales españoles, que aún andan en temas tan actuales como lo del descenso de la natalidad o la sociedad dual. 
Elucubrando un poco, sin mayores pretensiones que las admisibles en un artículo periodístico, podríamos tomar este cambio social como el principio del fin de una despilfarradora sociedad industrial. Una sociedad que condujo -por pura necesidad del crecimiento económico- a que a los 20 años los jóvenes tuviesen que salir de sus casas para crear una nueva familia en un nuevo hogar, multiplicando así las necesidades de espacio, infraestructuras y bienes de consumo. 
En el momento culminante de esa civilización, cuando se esperaba la desaparición de la familia, surge el mercado de apartamentos para solteros y matrimonios modernos sin hijos, así como aparecen módulos de vivienda en general cada vez más reducidos: lo justo para comer y dormir, es decir para permitir la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin embargo hoy, cuando la decadencia de esa sociedad ha empezado (para convertirse en algo que seguimos sin tener claro qué va a ser), observamos cómo nuevamente se buscan pisos amplios. La caricatura sería que se busca que haya espacio para todo (para la segunda televisión con el vídeo, para el ordenador, para los juegos de los niños, para los materiales de bricolage...), pero yo creo que , a sabiendas o no, se busca algo más. 
Para no pocos la mayor superficie de las viviendas responde ría únicamente a la existencia de un nivel económico más alto. Y es normal que se encuentre esa socorrida explic ación cuando las estadísticas nos hablan de familias con menor número de hijos. Sin embargo, podemos hacer también una lectura diametralmente opuesta, que creo más atinada: en mi opinión se buscarían viviendas más grandes para soportar el desarrollo de las nuevas familias 'extendidas', en las que padres, abuelos, hijos y nietos se mezclan nuevamente en una forma complejizada y adaptada al estadio social. Podría decirse que la familiar nuclear huye asustada hacia un tejido cálido, en el que sus polluelos crezcan arraigados a algo. 
No hay que olvidar que este proceso constituye una buena adaptación a la crisis económica y social: de una parte se ahorra espacio vital e 'infraestructura doméstica', y por otro lado no hay que olvidar que una familia extendida precisa menos ingresos per cápita (obtenemos economías de escala). Las comunas de los años '70 fueron de hecho una avanzadilla experimental en términos económicos, que fracasó por lo social. El "donde comen dos comen tres" es cierto, y con sólo un poco que aporte el tercero los recursos totales y el bienestar global del conjunto familiar aumentan no de forma lineal, sino exponencial.
Lamentablemente los economistas tan sólo se aplican a la economía del Estado o de las empresas (y en consecuencia tangencialmente atienden a la composición de la cesta de la compra, o las intenciones de compra de los consumidores, sólo en la medida en que los cálculos les sean de utilidad para optimizar los planes del Estado y las empresa s), pero serían de sumo interés algunos análisis en este sentido. 
Y si no imaginemos algún ejemplo. Tomemos un matrimonio de mediana edad y clase media-alta, con tres hijos: el mayor, de 31 años, está casado y tiene tres niños; el mediano, de 28 años, está también casado y tiene un hijo; el pequeño, de 20 años, aún está en casa. En total son 10 personas. Como mínimo, en la ca sa de los padres (un piso de 110 m²) tenemos un salón (con TV, vídeo, equipo de música para el pequeño que sigue en casa, y mobiliario completo), cuatro dormitorios completos, cocina completamente equipada, dos baños, un coche y una moto 'para el niño', además de una casa de segunda residencia en el pueblo, de 150 m². En la casa del hijo mediano (un piso de 80 m² que aún e stá pagando) tenemos un salón (con TV, HIFI y mobiliario incompleto), dos dormitorios, cocina completamente equipada, un baño y un coche (en las vacaciones comparten con los padres la casa familiar del pueblo). En fin, en la casa del hijo mayor (tanto él como su esposa trabajan como profesionales liberales, y tienen un piso de 120 m² que aún están pagando) disponen de un salón (con TV,vídeo, HIFI y mobiliario completo supermoderno y supercaro), cuatro dormitorios, dos baños, trastero, dos coches (el de la mujer de segunda mano) y un apartamento en la playa de 50 m² que aún están pagando. 
Si sumamos veremos que, en realidad, para tan sólo 10 personas tenemos en la ciudad un conjunto de tres viviendas, que totalizan 310 m², con tres salones (con tres TV, tres HIFI, tres vídeos y numerosos muebles), diez dormitorios, tres cocinas completas, cinco baños y un trastero. Es decir, el equivalente a un palacete completo del siglo XIX, que estaría ocupado en aquella época (con muy inferior nivel del equipamientos) por no menos de 15 miembros de una familia, incluyendo el servicio, de la gran burguesía. Además disponen de otros 200 m² de Segunda Residencia, cuatro coches y una moto. 
Con independencia de las diferencia s tecnológicas, los medios acumulados por esta familia de clase media de finales del siglo XX constituirían un lujo asiático para una familia de la alta burguesía del XIX. 
Pero si desarrollamos todo ésto en términos económicos (costes de mantenimiento, de sustitución, de alimentación...) llegaremos a observar una situación teóricamente absurda, aunque habitual. Más aún si sabemos que el hijo mayor y su mujer comen fuera a diario, porque casi no tienen tiempo, y por la misma razón los hijos comen en el colegio; mientras la abuela está aburrida y desquiciada, y estaría más a gusto guisando para todos, y el abuelo no sabe qué hacer y estaría encantado de entretenerse en traer y llevar a los nietos al colegio, entre otras posibles ocupaciones. Y no hablemos ya de los costes de todo tipo que esta situación supone para la Administra ción, especialmente para el municipio. 
En realidad, no hace falta ser un lince del análisis sociológico para darse cuenta de que este proceso de 'extensificación' de la familia se está dando ya en la sociedad española. Basta mirar a nuestro alrededor. En las grandes ciudades el proceso es de más difícil realización (en realidad en las grande s ciudades, salvo la diversión, van a tenerlo casi todo bastante más crudo en los próximos años), y aún más complicada cuantificación, pero también puede detectarse en ciertas áreas y sectores, primero y especialmente entre las clases altas en términos económicos y/o culturales. Pero en los pueblos, y en las pequeñas ciudades, donde esto es más factible a corto plazo, se percibe ya la decadencia de la construcción de pisos, y la vuelta al sistema tradicional de levantar sobre la casa del padre las de los hijos, para vivir en la práctica todos revueltos. Incluso los 'singles' dejan de serlo, y por mucho dinero que ganen deben agruparse a menudo con otros -en este caso por razones fundamentalmente económicas, pero también afectivas- para compartir vivienda, gastos y estados depresivos; reproduciendo en muchos casos una estructura seudofamiliar. 
La familia extendida es mucho más eficiente en términos económicos -y ecológicos-. Además de mucho más útil para garantizar la paz social en sistemas en los que el paro estructural se cuenta por millones. Estas, y no otras (como pudieran ser las modas o la evolución moral, que sin duda se razonarán cuando los investigadores comiencen a ocuparse de este tema) son las causas que están agudizando la decadencia de la familia nuclear y el resurgimiento de una estructura de familia extendida, casi tribal, en la que el apoyo mutuo es más practicable.  
Naturalmente, el desarrollo de la familia extendida trae consigo otro tipo de cuestiones más difíciles de cuantificar. Fundamentalmente, desde mi punto de vista, el reforzamiento de estructuras piramidales de poder, porque al menos hoy por hoy las familias extendidas siguen siendo esencialmente patriarcales. 
Posiblemente, en consecuencia, ello pueda llevar a la pérdida de algunos de los logros conseguidos por las mujeres en las últimas generaciones de esa misma familia; así como en conjunto a un mayor conformismo social. 
La valoración del fenómeno resulta, en cualquier caso, difícil todavía. Es incluso difícil intentar predecir la importancia que este tipo de familia pueda alcanzar en el conjunto social -un estudio realizado a principios de la década en un barrio negro de Chicago llegó a identificar hasta 86 diferentes formas de estructura 'familiar', y posiblemente en España no andaríamos lejos ahora mismo de esa cifra-. 
Por ahora bástenos el alerta sobre este nuevo cambio social que se avecina, masivo y desde luego muy distinto del que soñaban los 'antiguos' comuneros."

 

Referencia:

Baigorri, A. (1989), "Donde comen dos, comen tres (la familia ataca de nuevo)", El Día de Aragón, 28 de mayo de 1989, pag. 3 


5.01.1989

Artesanía y construcción en Castila La Mancha (1989)

El texto responde a un encargo rápido de la empresa pública ARTESPAÑA sobre las vinculaciones entre los sectores de la artesanía y la construcción en Castilla la Mancha. Durante varias semanas recorrí entre pensiones y campings la región , entrevistando a artesanos, constructores, responsables de las administraciones y expertos. El texto recuperado corresponde a la ponencia invitada presentada en las II Jornadas Técnicas de Artesanía de Castilla-La Mancha, celebradas en Toledo en 1989, en las que presentaba un resumen del trabajo. 

"Nos interesa ver ahora, una vez mostrado el excelente estado de salud en que se encuentran tanto la Artesanía como la Construcción en esta Comunidad, cómo y en qué punto entran en contacto ambos sectores, las posibilidades que se detectan al respecto y las carencias que todavía se perciben. 
En  realidad  no  hace  demasiado  tiempo  (y  menos  aún  en  las  zonas  rurales)  la construcción en su totalidad era pura artesanía en esta como en otras regiones de bajo desarrollo. Sin embargo, la irrupción de los nuevos materiales, la tecnificación de los proyectos constructivos y el aumento de la escala condujo a su mecanización a todos los niveles (desde el proyecto, que hoy se reconoce a menudo 'fabricado' en serie, hasta las recientemente incorporadas carpinterías exteriores de PVC). En fin, las propias modas arquitectónicas en cuanto a estilos se refiere han tenido una gran influencia en el cambio. Evidentemente la arquitectura funcional-racionalista no precisaba de buenos oficiales que manejasen con finura el yeso, la teja, el ladrillo árabe... bastaban brazos fuertes para manejar la hormigonera, y para alicatar a destajo sin perderse en detalles. No ya los grandes bloques de viviendas populares, sino incluso  las  viviendas  de  élite  o  la  arquitectura  institucional,  se  bastaban  con  el hormigón, el hierro y el cristal.

Esta  situación  comienza  a  cambiar,  en  distintos  periodos  para  cada  tipo  de arquitectura, de forma casi imperceptible. En los años 60 y 70 el boom del turismo condujo a la recuperación de estilos tradicionales de construcción y decoración en alojamientos turísticos, establecimientos hosteleros y tiendas de souvenirs (estas últimas fueron especializándose en muchos casos hacia la artesanía propiamente dicha). En estos años carpinteros, tallistas de madera y herreros fueron ampliamente solicitados por los constructores para ese tipo de construcción/decoración.

En los años 80 el desarrollo del estado de las autonomías ha contribuído sin duda a los intentos de recuperación de las culturas regionales. Y dentro de este fenómeno la arquitectura vernácula ha renacido con fuerza. El propio fenómeno de la segunda residencia ha contribuído a ello en gran medida. Cuando los madrileños (sean o no de origen castellano-manchego) acuden a las provincias limítrofes, a sus pueblos o directamente al campo, no sólo buscan naturaleza sino restos de una cultura rural perdida hace años en la gran ciudad. En este ambiente (primero en Toledo y algunas áreas de Cuenca, luego también en Guadalajara y poco a poco en proporción diversa en todas las provincias) la arquitectura tradicional constituye un primer auxilio en su proceso  de  recuperación  de  la  memoria  perdida.  Primero  en  algunas  grandes mansiones de segunda residencia, y luego más masivamente a nivel popular, poco a poco los propios habitantes de los pueblos y ciudades han sido influenciados por los "domingueros" y turistas, retornando en muchos casos también a la arquitectura tradicional."

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REFERENCIA:
Baigorri, A. (1989), "Artesanía y construcción en Castilla La Mancha", II Jornadas Técnicas de Artesanía de Castilla-La Mancha, Toledo

1.25.1989

Democracia y participación. La mitad de la mitad (1989)


DEMOCRACIA Y PARTICIPACION 
(la mitad de la mitad...)
 ©Artemio Baigorri
(Enero, 1989, publicado en los diarios EXTREMADURA y EL DIA DE ARAGÓN)

Llevaba ya muchos años en la web, aquí:
http://www.eweb.unex.es/eweb/sociolog/BAIGORRI/opinion/opin_1.htm


Nuevamente suenan campanas electorales. Vamos a elegir de nuevo a nuestros delegados en el Parlamento Europeo, vamos a poner nuevamente en marcha la ceremonia de la participación. Es buena hora pues para, junto a los cantos elegíacos sobre la nueva Europa (es decir, sobre el nuevo Mercado Europeo, que poco más de sí da la cosa), hilvanar algunas reflexiones sobre el propio sistema electoral. Reflexiones que, pasados los tiempos de miedos y tropiezos, deberían hacer los demócratas mucho más a menudo; por cuanto la más simple de las lógicas nos aconseja suponer que, al igual que el sistema de democracia parlamentaria de partidos constituye un neto avance sobre anteriores sistemas de gobierno, debe ser él mismo mejorable y superable al ritmo de la evolución y el progreso social. Sin miedo, sin prejuicios y sin hipocresías.
En las más recientes elecciones celebradas en España, las catalanas de mayo de 1988, el presidente regional Jordi Pujol volvió a alzarse con una mayoría absoluta: un 60 % de los votos. Estas cosas ocurren habitualmente.
Sin embargo, si nos sentamos con una calculadora de bolsillo ante los datos que nos ofrece la prensa, las mayorías se disuelven como por encanto. Vivimos gobernados por minorías más o menos selectas, pero en cualquier caso minorías absolutas. 
Si tomamos las elecciones catalanas citadas, resulta que la participación electoral ha sido de sólo un 60 %. De resultas, el señor Pujol volvió a ser presidente por la voluntad de sólo un 36 % del electorado. Un tercio de la población votante decide el nuevo gobierno. Pero si vamos más allá y consideramos al conjunto de la población, las elecciones vienen a resultar, dicho en términos grotescos, una especie de encuesta, manipulada en sus resultados por la influencia de amigos y familiares de los interesados. Tomemos para ello las últimas elecciones estatales celebradas en España, y podremos hacer cuentas más ajustadas:



POBLACION38.398.246100 %
CENSO ELECTORAL29.117.61375.83 %
Votos Emitidos20.487.81253.35 %
Votos PSOE8.901.71823,18 %
Así, algo más de 1/5 de la población española decide el gobierno de la nación.
Dicho de paso, y sin más ánimo que el de un mejor conocimiento de la realidad social, en estas condiciones adquieren mayor sentido dos actitudes repetidamente mostradas por el PSOE:
  1. gobernar 'para todos', por cuanto en realidad representa a muy pocos (por supuesto a muchos más que el siguiente partido en lid, AP, votado únicamente por un 13,6 % de los españoles)
  2. gobernar a base de encuestas (si bien es evidente que hay dos maneras de utilizar las encuestas: una para actuar en función de la opinión mayoritaria, y otra para halagar a la minoría mayoritaria asegurando su voto futuro)
Posiblemente, dado el desarrollo técnico en la fiabilidad de la estadística, fuese ahora mismo más próxima a la realidad nacional un Parlamento configurado en base a una encuesta, que las propias elecciones. En una encuesta se elije aleatoriamente, reproduciendo la estructura del universo en la muestra. Es decir, teóricamente al menos (y en la práctica suele ser así en las encuestas bien hechas), en la encuesta participarían proporcionalmente a su importancia cuantitativa real oligarcas, obreros, meretrices, jóvenes, funcionarios, militares, monjas, rústicos y urbanos. Sin embargo, la elección por voto desvirtúa esta limpieza; la militancia política contribuye sin duda a ello. Y perdemos la posibilidad de conocer la opinión al respecto de la mayoría de los ciudadanos.
En suma, si somos sinceros hemos de reconocer que el sistema de partidos no permite el acceso al Poder de gran parte de la población. De alguna manera habría que darle la vuelta a todo ésto, diseñando un sistema electoral más justo, más allá de la polémica sobre los sistemas de asignación de escaños. Creo que hoy día, con una democracia sólidamente establecida en las mentes de los ciudadanos e incluso del aparato del Estado (el elemento social más reticente a la Democracia, después de las clases dominantes y sus adláteres), ese sistema más justo sería el derivado de las encuestas. 
Especialmente grave, dentro de este sistema de democracia altamente imperfecta, es el tema de los jóvenes. La EGB termina a los 14 años, y para cualquiera que no sea un paladín de la intolerancia debería resultar claro que esa habría de ser la edad mínima de voto. Evidentemente, muchos jóvenes de entre 14 y 18 años no tienen formado el juicio, pero tampoco lo tienen muchos de los de más de 18, ni aún de los de más de 50, y no por ello se les prohibe votar (a veces se les lleva en ambulancias, no teniendo ellos más capacidad que la que les permite transportar hasta la urna la papeleta que alguien les ha colocado en la mano). Los jóvenes, en cuanto llegan a los Institutos, empiezan a discutir de política, se manifiestan, hacen huelgas, se apuntan a grupos ecologistas o de derechos humanos (o incluso a bandas de choque de grupos violentos), beben alcohol, fuman, empiezan a amar, y todos los que no van al Instituto empiezan a trabajar, a apuntarse al paro o a delinquir...y sin embargo no pueden votar, algo tan tonto como ésto. Hay al menos 1.000.000 de españoles con capacidad suficiente para decidir y a los que de hecho se les niega el acceso -incluso este acceso indirecto y viciado de las elecciones- a las decisiones políticas que les atañen como ciudadanos. 
En realidad, políticamente, en lugar de hablar de una sociedad dual habría que hacerlo de una sociedad a cuatro bandas, que se va constituyendo claramente. Hay en torno a 1/4 de la población que NO PUEDE votar; en torno a 1/4 que NO QUIERE votar; en torno a 1/4 que VOTA OPOSICION, y en torno a 1/4 que GOBIERNA.
Recogemos gráficos elaborados con los resultados de diversas elecciones en varios países, incluída España, y vemos que en todas se repite prácticamente el mismo esquema, por lo que podemos inferir que no se trata de un problema local, sino más bien de un problema popio del sistema político de democracia parlamentaria occidental. Veamos primero el cuadro de datos, y luego los gráficos:
LA SOCIEDAD A CUATRO BANDAS




ELECCIONESNO PUEDENNO QUIERENOPOSICIONGOBIERNO
España 198224,222,530,223,2
Francia 198134,419,328,817,5
Grecia 198125,016,230,528,3
Alemania 198725,911,739,323,1
Inglaterra 198722,819,733,224,4
No sé si podría establecerse alguna hipótesis: por ejemplo ¿podrían ser un índice de nivel de democracia o libertad -al menos lo son de mayor participación- las tasas bajas del cuarto de los que no pueden votar, o las tasas altas del cuarto de los que fijan el gobierno? Resulta difícil sacar conclusiones, pero desde luego podrían obtenerse si cruzásemos estos datos con las pirámides de población y las tasas de inmigración de los países respectivos.
En cualquier caso, lo que sí puede establecerse es una imagen tipo de esta estructura sociopolítica. No hace falta fijarse mucho para ver que coincide con el símbolo pacifista. ¿Casualidad? Sin duda, pero también podría ser la imagen de la PAZ SOCIAL. Hilando fino, podríamos relacionar aquél símbolo de la paz de los adormecidos 'hippies' de los años '60 con este otro de la paz social en las adormecidas sociedades de capitalismo avanzado.

En realidad funcionamos con democracias propias del liberalismo de las élites caciquiles, y luego resulta que debe pactarse contra natura, desliendo y traicionando los programas electorales. Como quien dice, los amigos y la familia de los candidatos (con los casi 90.000 candidatos que suman todas las elecciones reguladas en España, sumando amigos y familiares, estamos hablando de votos no estrictamente democráticos por millones), más los cuatro gatos que responden automáticamente a las siglas, y pocos más, deciden cada cuatro años el gobierno del municipio, la región o el país.
Otro tema que va emparejado con esa desigual calidad de la opinión de unos y otros ciudadanos, es el precio en votos de los escaños parlamentarios. En esas mismas elecciones de 1986, los 7 escaños conseguidos por la coalición Izquierda Unida les costaron más de 133.000 votos/escaño; sin embargo, a Herri Batasuna sus 5 escaños tan sólo les salieron a 46.344 votos/escaño; los más 'baratos' del Parlamento -y luego dicen que no hay suficientes garantías democráticas para sus huestes, cuando incluso están 'subvencionados' por las leyes electorales-. Evidentemente estas 'injusticias' sólo podrían evitarse de una forma: mediante la circunscripción única para el Parlamento. Diversos elementos de juicio apoyan esta hipótesis: el más importante es sin duda que, en realidad, la mayoría de los candidatos -sobre todo los que salen elegidos- son impuestos a las provincias desde Madrid en casi todos los casos, y hablan luego en nombre del partido y no de la provincia a la que teóricamente representan. Para la representación regional (la provincial es un contrasentido en un estado de las autonomías dentro de una Europa de las Regiones) está el Senado, además de los propios gobiernos autonómicos.
Seguramente a los propios partidos nacionalistas (conservadores o progresistas) les iría mucho mejor. Los nacionalistas de izquierda suman en las elecciones de 1986, en votos, un porcentaje mucho más alto que el de escaños obtenidos. A su vez, los pactos electorales darían alguna voz a grupos minoritarios que alcanzan el  3% (o el 5%) en sus circunscripciones.
¿No se agrupan los bancos? ¿No se agrupan las empresas para conseguir contratos? Con una circunscripción única, en la que una vez se hubiese votado pudiesen sumarse los votos de unos y otros, las 19 candidaturas situadas teóricamente a la izquierda del PSOE habrían obtenido 1.713.519 votos, el 8,54 % del voto escrutado (sin duda en tal situación hubiese obtenido más votos, porque ahora sí habría voto útil, y descendería la abstención por la izquierda), y le corresponderían por tanto nada menos que 20 escaños, frente a los 9 que ahora suman los partidos con escaño que figuran en el listado anterior (si en honor a los ingenuos irreductibles de la izquierda inconsciente sumásemos los votos de HB, serían 1.945.241 votos -el 9,69 %- y 27 escaños, esto es se trataría de la 3ª fuerza política en el Parlamento, despúes de AP). Naturalmente, si esto fuese así mucho voto útil del que va a parar al PSOE hubiese quedado en tal agrupación postelectoral, con lo que el PSOE bo tendría mayoría absoluta. Su 44,3 % debería sumarse para gobernar al 8,5 (o el 9,6 en el hipotético caso de incluir a HB) de la izquierda; o bien al 9,2 del CDS, o al casi 10 % de las fuerzas nacionalistas conservadoras. Evidentemente, el gobierno de la nación respondería en tal caso a esquemas más enriquecedores; aunque por supuesto que más complicados y conflictuales (como corresponde a la sociedad moderna). 
Evidentemente, hoy día la cuestión no es ya que el sistema parlamentario de partidos en democracia sea el menos malo de los sistemas conocidos. La cuestión es que también es demasiado malo como para mantenerlo. Y, evidentemente, tiempo es ya de ir inventando algo también en este campo.