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4.20.2023

Informe Edades 2022 Extremadura (2023)

El Programa de Encuestas Domiciliarias sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) es un programa bienal de encuestas domiciliarias sobre consumo de drogas, promovido por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas en colaboración con las comunidades autónomas. En este informe se extraen los datos de Extremadura.

Referencia:

Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., Chaves, M., Fernández, R. (2023) EDADES 2021/22. ANÁLISIS DE LA ENCUESTA SOBRE CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

Acceso

7.25.2021

Encuesta Edades 2019-2020 Extremadura (2021)

 




El alcohol sigue ocupando el primer lugar entre las sustancias psi-coactivas más consumida. Pero el tabaco, siendo la segunda droga en cuanto a extensión de su consumo, es la que ocupa la primera posición en el consumo Diario. Y en tercer lugar encontramos el cannabis, con niveles relativamente importantes de consumo experimental, esporádico, habi-tual e incluso diario, aunque en consumo diario es superado por los tran-quilizantes. El resto de las drogas muestran proporciones de consumidores habituales mucho más pequeñas.

Explotación de la muestra de Extremadura de la Encuesta del Plan Nacional de Drogas

Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., Chaves, M., Fernández, R. (2021) EDADES 2019/20. ANÁLISIS DE LA ENCUESTA SOBRE CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

Enlace

6.06.2021

Prólogo a ¿Quién apaga la luz? Generaciones y medio ambiente (2020)

Prólogo escrito para el libro que recoge la tesis doctoral de la socióloga Manuela Caballero Guisado, que tuve la suerte de dirigir.



"En las sociedades avanzadas en las que vivimos, los valores y acti-tudes pro-ambientales forman parte de la vida cotidiana de grandes ca-pas de la población, traduciéndose generalmente en hábitos y compor-tamientos con efectos ambientales positivos. Así ocurre con la modera-ción en el consumo de determinados productos como la electricidad o los combustibles fósiles, el reciclaje y reutilización de materiales y pro-ductos como ropa, comida, muebles, etc. Tales comportamientos son pro-ambientales en la medida que se traducen en un uso más racional y eficiente de los recursos naturales de los que dependemos y nos abaste-cemos.

Estos comportamientos, no obstante, y a pesar de estar cada vez más extendidos, no están presentes de forma homogénea en todos los grupos sociales. Su presencia depende de diversos factores contextuales, sean de tipo sociodemográfico, sean culturales, sean ideológicos, lo que complica enormemente la elaboración de un modelo que explique en su totalidad por qué ocurren y, consecuentemente en lo que a la aplicabili-dad del conocimiento se refiere, cuándo son esperables.

A nuestro juicio, una buena parte de estos comportamientos pue-den ser explicados por las condiciones materiales de socialización en las que se desenvuelve la vida de los individuos durante su infancia y adoles-cencia. Si estas condiciones son de escasez, es más probable encontrar entre su repertorio de prácticas cotidianas comportamientos como la moderación en el consumo, o el reciclaje y la reutilización de productos y objetos, en un intento de maximizar los recursos a los que puede acce-der y con los que cuenta. 

Esta situación describe bien las condiciones de existencia de gran parte de los miembros de las generaciones de españoles que crecieron en las décadas de las décadas de los 30’ y 40’ del pasado siglo y que hoy, habiendo mejorado notablemente sus condiciones de vida, mantienen vivas esas prácticas de ahorro, reutilización y reciclaje. Es decir, estas (...)"

Acceso al fichero completo  (pronto enlace al libro completo, que es más interesante)

Referencia: Baigorri, A. (2020), "Prólogo" en Manuela Caballero, ¿Quién apaga la luz?. Generaciones y Medio Ambiente. Editamás/La Ciencia de la Sociedad. Badajoz, pp. 11-15

 

7.25.2018

Glocalising the theory of generations: The case of Spain (2018)



Es un artículo que enviamos a la RIS, en español, pues nuestra política es en lo posible publicar en español (también para ellos funcionan los traductores), y en revistas en español. Pero les pareció indigno de publicarse en esa revista, con informes demoledores de los evaluadores. De forma que para no perder más tiempo lo enviamos en inglés a una revista internacional, más especializada (osea, con mejor capacidad para evaluar este artículo) y con el triple factor de impacto que la RIS, y lo publicaron sin prácticamente ningún cambio, salvo alguna errata. 

Por curiosidad he echado un vistazo a las citas de los artículos publicados en el número de la RIS en el que más o menos habría salido nuestro artículo de ser aceptado, y del que hemos recibido (según Google Scholar) 19 citas hasta el momento (bueno, en enero de 2025 la cifra es ya de 27). Pues bien, este sin duda interesante artículo, sobre el impacto de la abstención sexual en Cuaresma, tiene 3 citas. Este tiene 8. Este 17. Este 12. Este 11. Este 13. Este 5. Este 6. Y este ni siquiera tiene al autor en GScholar, pero en Dialnet no tiene ninguna cita. Todos tienen a fecha de hoy menos (la mayoría muchas menos) citas que el nuestro. Sin comentarios. 

Osea, tiernos infantes, si no estáis en la pomada o cerca, y os rechazan un artículo que créeis bueno, y os dicen eso de "tenga en cuenta que tenemos muchos artículos. Hemos visto incrementada la recepción de artículos considerablemente, lo cual nos ha obligado a ser mucho más estrictos con la fase de publicación", comprended que no caben todos los artículos y que hay prioridades. En algunas revistas, las de lis amiguis y amiguis de amiguis. Simplemente enviadlo a una revista de más nivel. Ganaréis y ganará el artículo. Teniendo en cuenta que es una revista muy costosa, porque tira con pólvora del rey, osea de nuestros impuestos, quizás cabría hacer otro tipo de denuncias que estos desahogos, pero no vale la pena. Con nuestro pan se lo coman.

Se incluye el enlace al artículo en español tal y como lo enviamos a la RIS, y el enlace al DOI de Times & Society, donde no está en abierto porque nunca hemos pagado para publicar (faltaría más). Así que digo de la REIS lo que ya había dicho hace muchos años de la REIS, por el mismo tipo de historia (tras esto): never more (y tras decirlo la primera vez volví a picar porque la autora creía que las cosas funcionaban como es debido, pero ya never never more).

Abstract
This work poses difficulties in the use of the generation concept as a social research instrument, due to its complex and multidimensional nature. A complexity by which is not a concept widely used in a current Sociology that focuses more on the mathematisation. But some social processes cannot be reduced to algorithms. For the theoretical review we have used contributions from Sociology, Philosophy and History, because it is of a transversal disciplinary nature, and we have applied it to the identification of Spanish generations in the 20th century. Inspired by Ortega’s theses and Strauss and Howe empirical development implemented for American society, the resulting model presents six generations with different collective identities that reflect the social changes in the history of Spain during the last century. A model that, after being tested in sectorial investigations, may constitute a useful new tool for the analysis of social change.



10.20.2017

Generaciones y alcohol (2017)




Intervención en el Seminario "Exceso y ocio juvenil. La extraña pareja", organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, en el Centro Reina Sofía de Estudios de Juventud de Madrid.


Artemio Baigorri
Generaciones y alcohol. Una perspectiva evolucionaria en el análisis del consumo
Centro Reina Sofía, Madrid, 29/3/2017
(transcripción de la conferencia)




Buenos días:

En primer lugar he de agradecer a la FAD, y en particular a Miguel Angel Rodriguez, la invitación para participar en este seminario.

Aunque la propuesta me llegó un poco por sorpresa, en lo que a plazos se refiere, no me he podido resistir porque la invitación me ha servido para espolear en una tarea en la que llevamos un tiempo trabajando, pero que últimamente andaba un poco ralentizada.

En los últimos años hemos dedicado bastante esfuerzo al desarrollo del concepto de generaciones como herramienta para el análisis del cambio social. Lo hemos aplicado al estudio de las actitudes y hábitos proambientales, en una espléndida tesis doctoral de mi colega Manuela Caballero, que está por ahí.  Y queríamos aplicarlo ahora al consumo de alcohol y drogas. Estábamos empezando la redacción de un artículo cuando llegó la invitación, así que, pese a las prisas, preparar la exposición ha sido un acicate para avanzar.

Supongo que se me sugirió una aportación más cuantitativa para compensar un poco la parte netamente cualitativa de los informes, ambos estupendos, que se presentan a continuación. Pero eso me ha planteado un problema porque, si bien es cierto que en los últimos años hemos trabajado bastante analizando las encuestas ESTUDES y EDADES, lo cierto es que a mí eso de lo cuanti y lo cuali me desorienta, porque en mis investigaciones practicamos más bien la metodología del exceso, por empezar a centrarnos en el término que nos reúne. Le damos a todo, como los jóvenes al ponerse el sol.


Modestamente creo que nuestro libro Botellón. Un conflicto postmoderno, algo añoso ya pero por lo que sigo viendo por ahí bastante vigente (2004), utilizamos todo tipo de técnicas, cualitativas, cuantitativas, participativas, de análisis web, etc. Porque los problemas sociales deben abordarse así, y cuanto más complejos y graves son, con mayor exceso metodológico (digo exceso, que no anar
quía).

¿Cómo abordar problemas como los que abordamos aquí sin entender y reflexionar sobre la extensión de la placenta social, la dimisión parental, o el papel político del lobby del alcohol? ¿Pero también cómo abordarlo sin preguntar, medir, cuánto alcohol consumen las personas, más allá o más acá de cómo lo justifiquen? ¿O cómo abordarlo sin entender cómo funcionan los contenidos en Internet, los mecanismos de las redes sociales y el papel de las TICs en general?

¿Cómo ubicar lo que las etnografías nos cuentan del exceso, por ejemplo, si no escuchamos también a los clásicos, lo que ya está dicho? Por ejemplo, la refinada elaboración de Maffesoli. Hace casi una década coincidí con él en un seminario, precisamente sobre los excesos del alcohol, en Francia, y descubrí que era algo más que las tribus. Yo no conocía entonces su libro La orgía, pero se lo recomiendo encarecidamente a los cualitativistas.


Pero decía que también es importante la perspectiva cuanti. En realidad, sólo la falta de cualificación suele explicar la preferencia radical por una u otra perspectiva.

En este caso es especialmente importante. Porque a mi juicio, por ejemplo, el exceso no es descontrol. En absoluto. Puede ser discutible qué es el exceso, dónde empieza, cómo medimos en las encuestas el exceso. Porque tiene una fuerte carga de subjetividad, incluso de biología individual: uno sabe cuándo se ha excedido, sabe que se ha pasado con dos, tres, cuatro, cinco copas… Pero hay que objetivarlo, para poder medir. ¿Cómo? Pues aceptando lo que nos dicen, fundamentalmente, los médicos. Nos adaptamos a una mera convención, como hacemos para medir el tiempo. Cuando sacamos el exceso de la subjetividad para poder medir, comparar, entender cambios, estamos aplicando una mera convención (en este caso médica, y que como tal puede cambiar, como cambian de tanto en tanto las convenciones médicas sobre la leche materna o el aceite de oliva). Una convención que señala el punto a partir del cual la Medicina conviene en que se puede poner en riesgo la salud del individuo. El exceso es por tanto controlable, medible, contrastable… cuantificable en suma.

Sin embargo el descontrol va más allá del exceso, a un territorio desconocido, tanto en su recorrido (el viaje) como en sus consecuencias finales, por el sujeto. Uno puede incluso prever qué va a pasar cuando se exceda. Y por lo mismo podemos prever qué puede ocurrirle a una población al hacerse mayor, si de joven se excede. Pero uno no puede prever, en modo alguno, qué puede pasar cuando pierda el control. Como no podemos prever qué puede pasar en una sociedad descontrolada.


En este sentido, la perspectiva generacional, que quiero apenas presentar, es una perspectiva también mixta, que debe medir, pero también definir identidades, es por tanto cuali/cuanti.

Creemos que es interesante aplicar esta perspectiva porque complementa el modelo tradicional, que es el del Ciclo de Vida, que se estructura en cohortes de edad, y tiene un componente fuertemente biológico, según el modelo de la naturaleza de nacimiento, crecimiento, desarrollo, decadencia y muerte. A ver si soy capaz de explicarles el por qué.


Es evidente, y muy importante analizarlo así, que los jóvenes tienen unos hábitos de consumo distintos que los mayores. SI observamos esta tabla, del último informe nacional sobre la encuesta EDADES de 2013, vemos que la proporción de quienes se emborrachan es mayor entre los más jóvenes que entre los más mayores. Eso es una constante. Ocurría en 1997, y seguía ocurriendo en 2013, porque es casi una “ley social”.

Incluso se mantienen cercanas las proporciones, igual en hombres que en mujeres. Entre las mujeres de 15 a 34 años la prevalencia de borracheras prácticamente mantiene el mismo multiplicador respecto a los de 35 a 64: es cinco veces más alta en 2013, y lo era en 1997.

Sin embargo en la tabla siguiente (extraída del mismo informe), veremos cosas sorprendentes, que chocan con esa constante del ciclo de vida.


Veamos primero la prevalencia de consumo de cannabis (en rojo), que cubre la serie completa. Los jóvenes de 2013 siguen consumiendo más que los mayores, es cierto. Pero mientras en 1995 la proporción era de casi cuatro veces, en 2013 ni siquiera es el doble. La prevalencia es más alta en todos los casos, pero la de los mayores de 2013 es incluso mayor que la de los jóvenes de 1995. Y en el caso del alcohol el cambio es mucho más significativo: sencillamente se ha invertido la relación. En 1997 la prevalencia de consumo de alcohol de los jóvenes era ligeramente superior a la de los mayores, mientras que en 2013 es la prevalencia de los mayores la más elevada. Y lo mismo ocurre en el tabaco.



¿Qué ha pasado? Pues que tenemos jóvenes y mayores, pero son otros jóvenes, y otros mayores. De hecho, éstos mayores de hoy son aquellos jóvenes de ayer. Aquellos jóvenes que bebían mucho, y muchos de ellos ya fumaban cánnabis… que siguen fumando de mayores.

Y es que a medida que las sociedades evolucionan nuestro ciclo de vida parece el mismo, pero no lo es en realidad. Reproducimos patrones y hacemos las cosas que a las edades correspondientes hacían nuestros padres o nuestros hermanos más mayores, pero las hacemos de forma muy distinta, porque pertenecemos a generaciones distintas, y pertenecer a una generación distinta es casi como pertenecer a otro país. Yo nunca he creído en el concepto de subcultura juvenil, pero sí que subculturas generacionales, porque cada generación construye no sólo sus creencias, valores, sino su forma de producir y consumir, específicas. Las hierbas del campo, los árboles, la fauna silvestre, sigue reproduciendo ahora los mismos ciclos que hace 5000 años, pero el ser humano trastoca los ciclos de la Naturaleza. El ciclo de la vida humana actual no tiene nada que ver con el de hace apenas un siglo: la duración media (la esperanza de vida) era la mitad, de 40 años. Hoy con una esperanza de vida de casi 85 años vivimos en realidad dos ciclos, o más.

De ahí el interés que tiene, a nuestro juicio, el concepto de generaciones, que debemos ubicar en un sentido general dentro de ese campo semántico-conceptual más amplio que incorpora la cohorte demográfica, el curso de vida (o curso vital) y el Ciclo de Vida, y que hay que reconocer tiene un largo recorrido lleno de sinsabores epistemológicos, porque es complejo de operativizar. 

Pues habrá quien diga con razón que ya prestamos toda la atención debida a los jóvenes, al flujo de jóvenes que cada vez son o hacen más esto o lo otro. O empiezan a fumar antes, o a beber menos, o a emborracharse más… ¿No es lo mismo que hablar de generaciones?

No, pues lo que hacemos no es análisis generacional, sino estudios de juventud, de problemáticas vinculadas a la Juventud como categoría social definida y diferenciada del resto de la población que constituye las sociedades. De hecho sólo muy  recientemente la mal llamada literatura sobre generaciones (que era más bien de cohortes) ha incorporado a los mayores.

En una sesión de reflexión rápida y divulgación no podemos detenernos a profundizar en la teoría de las generaciones, pero apuntaré al menos algunas notas.


Además del curso de la vida, del ciclo eterno de la naturaleza, hay un curso de vida que define en sus variaciones la evolución social, marcado por las particulares identidades y el hacer de las generaciones. Ha estado presente en la historia del pensamiento desde Platón al primer sociólogo y fundador del positivismo, Auguste Comte. Pero su operativización ha sido (y de hecho lo es aún) complicada. Ortega y Gasset planteó la aproximación más rica e imaginativa a la española, y Karl Mannhein intentó sociologizarla a la alemana, pero lo cierto es que los logros prácticos son escasos, más allá de su aplicación a la Historia de la Literatura o el Arte.

Hasta que dos historiadores norteamericanos, William Strauss y Neil Howe, se lanzaron a la tarea titánica de intentar explicar toda la Historia de su país aplicando un modelo generacional. Lo interesante del modelo de Strauss y Howe es que, amplificando el de Ortega, plantean un proceso cíclico (lo que permitiría integrar el modelo en una perspectiva evolucionaria) que en una especie de espiral (más que círculo) genera unos arquetipos generacionales que, en sus variaciones evolutivas, se repetirían hasta el fin de la Historia. Complejizan la idea orteguiana de que hay generaciones que conservan y generaciones que rompen, y plantean un modelo de ciclo o saeculum, de 80 ó 90 años, dividido en cuatro etapas o giros más constructivos, o imaginativos de novedades, o destructores/renovadores, en suma generaciones que responden a una serie de arquetipos (el profeta, el nómada, el héroe y el artista) que se suceden ininterrumpidamente. En el esquema vemos la aplicación del modelo que hacen al siglo XX, en el que nacen las generaciones vivas que hoy son contemporáneas.


El modelo de Strauss y Howe es particularmente útil porque, más allá de que los factores que definen a una generación (los hitos históricos, culturales, tecnológicos, que la marcan ideológica, actitudinalmente), sirve para intentar predecir algunos comportamientos.

Naturalmente, dada la dinámica histórica no podemos esperar una similitud exacta entre las estructuras generacionales de todas las culturas y países, aunque probablemente sí se esté empezando a dar ya en las últimas generaciones, y debamos hablar de generaciones globales en el caso de la llamada Generación Z, no sé si tanto en el caso de los millenials. En Holanda el sociólogo Henk Becker ha intentado aplicar un modelo generacional para analizar las dinámicas y conflictos en la gestión de las organizaciones. En nuestro caso, nuestro se ha centrado inicialmente en el análisis de las actitudes proambientales, y ahora trabajamos en intentar desentrañar y comprender mejor, con ayuda del modelo generacional, algunos de los cambios observados.


Para hacerlo disponemos de una herramienta muy buena, la encuesta EDADES. En primer lugar porque empieza a ser una serie larga, dos décadas; en egundo lugar porque tiene un tamaño de muestra que permite cruces sin una pérdida de calidad estadística; y en tercer lugar por incluir como universo a gran parte de la población.

Por supuesto que tiene limitaciones importantes. Una que sin duda nos ha dado muchos quebraderos de cabeza a quienes nos ha tocado analizar todas las series es que la formulación de algunas preguntas ha cambiado en ocasiones, o incluso han desaparecido algunas (es lógico que aparezcan nuevas, como las referidas al botellón, pero no es lógico que desaparezcan variables de plena actualidad)[1]. Otra es el retraso en la disponibilidad de los datos (con la 215 ya se están pasando) y la poca transparencia para que los investigadores no “conectados” puedan obtenerlos como con las encuestas del CIS y tantas del INE: con algo tan simple como un enlace a un formulario que automáticamente permitiese descargarlos, puesto que están suficientemente anonimizados.


Esas son limitaciones digamos genéricas, pero hay otras que se hacen precisamente evidentes cuando intentamos un análisis generacional. Sin duda la más importante, el rango del universo. Quizás pudiera defenderse un mínimo de 15 años en 1995, pero no desde que la encuesta alterna, ESTUDES, nos muestra edición tras edición que la edad de inicio en determinados consumos viene descendiendo sistemáticamente; por lo que debería ampliarse el rango hasta los 12 años. En cuanto al límite superior, ya fue un error fijarlo en 65 años en 1995, cuando la esperanza de vida, y por tanto los problemas derivados del consumo superaba los 75 años. Pero mantenerlo hoy es un error ya enorme. Actualmente la esperanza de vida supera los 80, casi 86 en el caso de las mujeres, y asistimos a un envejecimiento de calidad y activo en todos los sentidos (se amplía la edad de jubilación, se posibilita el trabajo como jubilado, la movilidad es enorme, los estilos de vida extremadamente diversos, etc), por lo que es absurdo limitarnos a los 65. Con esos límites absurdos se nos quedan fuera un par de generaciones. Un rango racional debería recoger a la población en disposición de responder de entre 12 y 85 años.

Para entender la importancia de ese cambio basta tener en cuenta que estamos llegando a esas edades los babyboomers, y llegarán enseguida los hoy señores y señoras X, es decir las generaciones que empezaron a tontear alocadamente con todo tipo de drogas, personas que en algunos casos llevan tres y aún cuatro décadas tomando drogas, en algunos casos muy duras. ¿Qué pasa con ellos? ¿Cómo es su vejez? ¿Qué podemos aprender de eso que pueda ser útil a las nuevas generaciones?. ¿Qué queda de sus valores y actitudes ante el alcohol y las drogas en las generaciones sucesivas?
Veamos algunos botones de muestra, teniendo en cuenta la dificultad que, como decía, plantean algunas serie de preguntas, que en unos casos desaparecen, y en otros se modifican sus categorías de forma que se hace casi imposible la comparación. Inicialmente hemos trabajado sólo tres momentos de la serie histórica, y he traído alguna variable relacionada con el alcohol.

Veamos primero esa variable que tanta preocupación nos viene generando, la edad de inicio en el consumo. Aunque debemos partir de 1997 (en el banco de datos de 1995 no aparece esa pregunta) vemos cómo la edad de inicio en el consumo se viene reduciendo sistemáticamente. Lo sabemos, nos preocupa.

Pero hay más cosas. ¿Qué pasa cuando aplicamos un análisis generacional? Pues descubrimos en primer lugar que la población reconstruye su biografía, seguramente para adaptarla a lo políticamente correcto en el momento.


¿Cómo lo hace? Retrasando esa fecha de inicio. Salvo la generación que llamamos franquista (no porque esa fuese su ideología), y en la última década los babyboomers, las siguientes generaciones (paradójicamente aquellas que por ser más jóvenes, deberían recordar mejor por tener más cerca ese momento de inicio) corrigen sensiblemente el dato: los de la generación X que en 1997 decían haberse iniciado a los 16,36 de media, en 2013 dicen que lo hicieron a los 17. Aunque el “olvido” más intenso, como vemos en el gráfico inferior, es el de los millenials, la generación que ahora está accediendo a posiciones de poder, que consecuentemente digamos que “limpia” su biografía, aumentando en más de un año la media de inicio.

Había preparado un par de variables más, pero anoche terminando de preparar la intervención fui consciente de que cometía exceso en el tiempo, así que para no caer en el descontrol lo dejaré aquí. Colgaré la presentación en el blog de mi grupo de investigación, por si alguien quiere consultarlo, aunque como decía espero que pronto tengamos un artículo en el que desarrollemos más extensamente esta propuesta metodológica.

Por supuesto puede discutirse si los cambios señalados son simplemente una cuestión de edad, efecto del simple ciclo de la vida, o si como creemos corresponden a las distintas identidades generacionales. En cualquier caso es una perspectiva analítica complementaria. Cuando las generaciones pueden durar de promedio no 40 sino 85 años, estamos ante un hecho nuevo que exige instrumentos nuevos. Hay que estudiar a los niños y a los ancianos, y hay que hacerlo teniendo en cuenta que esos ancianos son los niños décadas atrás. Tenemos que ver si es posible a partir de este modelo construir modelos cíclicos que nos permitan de alguna forma prever no el futuro, que no es previsible, pero sí tendencias futuras.

Por otra parte la perspectiva generacional puede ser útil desde el punto de vista de la prevención, para el diseño de programas de intercambio de experiencias intergeneracional, como hemos visto que ocurre con los valores proambientales.

Muchas gracias por su atención





©Artemio Baigorri, 2017, por el texto


[1] Salen cosas muy distintas según que se pregunte. Por ejemplo en el caso de cuántas bebidas diarias, no tienen nada que ver los resultados (2005 y 2013), que oscilan entre 1,84 y 3,2. Y si lo hacemos a partir del número de elementos (vino, champán, cañas, sidra, copas diversas…, etc (1995), que oscila entre 0,6 y 0,8 (hemos sumados todas las de diario, todas las de fin de semana, y hemos dividido por 7 días). Obviamente algo no cuadra, hay que ver cómo se pregunta, qué se pregunta… y mantenerlo.

12.25.2015

Encuesta EDADES 2013-14 (2015)


El Programa de Encuestas Domiciliarias sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) es un programa bienal de encuestas domiciliarias sobre consumo de drogas, promovido por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas en colaboración con las comunidades autónomas. En este informe se analizan los datos de la muestra poblacional de encuestados en Extremadura.

Explotación de la muestra de Extremadura de la Encuesta del Plan Nacional de Drogas


Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., Fernández, R. (2015) EDADES 2013/14. ANÁLISIS DE LA ENCUESTA SOBRE CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

Enlace

2.25.2014

ESTUDES 2010 y EDADES 2011Análisis de las encuestas sobre consumo de alcohol y drogas en Extremadura (2014)

 



Baigorri, A.,  Caballero, M. , Centella, M., Chaves, M., Fernández, R. (2014) ESTUDES 2010 y EDADES 2011. ANÁLISIS DE LAS ENCUESTA SOBRE CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN EXTREMADURA, Servicio Extremeño de salud.

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3.27.2013

¿Es operativo el concepto de generación? (2013)

Tras abordar en varias ocasiones el concepto de generación de forma circunstancial o periférica, en artículos de opinión en 1989, 1993 y 2008 y dentro de algunos otros trabajos y conferencias, al iniciarse la segunda década del siglo tuve ocasión de profundizar y poner en aplicación el concepto, en la tesis doctoral de Manuela Caballero. Luego hemos seguido aplicándolo en los temas ambientales desarrollados en la tesis, o lo he introducido en temas novedosos como el consumo de alcohol.

Este artículo es la base teórica en la que se sistematizaron aproximaciones previas y que sirvió como fundamento de la tesis citada.

"Este trabajo parte del intento de utilización de la Generación como concepto operativo liberado del sesgo de la juventud o “las nuevas generaciones”, que ha marcado a lo largo de casi todo el siglo XX la reflexión sociológica, y del conjunto de las Ciencias Sociales y Humanidades en general, sobre el tema. Efectivamente, la mayor parte de la literatura sobre generación se ha generado para intentar comprender, o al menos estudiar, a los jóvenes, normalmente para facilitar su doma o educación. Aunque la preocupación por el concepto viene de antiguo, se enfatiza justamente en un momento histórico muy concreto, en el que se produce la irrupción de “los jóvenes” en la vida social como nunca antes lo habían hecho, en el que surge mismamente el concepto mismo de juventud como categoría social. Es un momento, dentro del primer cuarto del siglo XX, condicionado por el miedo a las columnas de masas de jóvenes uniformados, marcando el paso dentro de movimientos totalitarios como el fascismo y el comunismo. Hay de hecho una cierta vinculación entre el concepto de masas, foules y como tales irracionales, con esa juventud inmadura, fuerte, amenazante. Debemos incluir en este paquete a los primeros análisis desde la..."

Referencia

Acceso al artículo completo

6.08.2008

¿De la generación del 98 a la 'Chiki chiki'? (2008)

Me pidieron un artículo sobre generaciones para acompañar este reportaje. Entonces apenas se hablaba, se utilizaba, el concepto, olvidado en los anaqueles de la Historia del Pensamiento (Ortega) y de la Sociología (Mannheim). Tan sólo Carles Feixa, desde la antropología y siguiendo la senda de las tribus de Maffesoli, había empezado a manejarse son soltura con ello. Yo mismo en Botellón, aunque intenté desarrollar toda una teoría sobre el propio concepto de juventud en el siglo emergente, no había prestado atención al concepto de generaciones. Cuando le llegó este encargo de reflexión de urgencia ya había empezado a intentar restituir para la Sociología un concepto que se había abandonado por incómodo, pero útil.


 



"Generación es el único concepto sociológico made in Spain. Quien condensó las sugerencias previas de historiadores, sociólogos y demógrafos fue Ortega y Gasset. Cada oleada de coetáneos es marcada por un herraje cultural distinto, ya que la cultura evoluciona a un ritmo marcado por el factor i (capacidad + velocidad de transmisión de la información). Pero además de los valores dominantes en cada periodo, hay momentos que contribuyen a conformar las mentalidades porque capturan la atención, y provocan la emoción de millones de individuos en una etapa formativa clave como la infancia y la adolescencia.

Pero, ¿cuánto dura una generación? Herodoto hablaba de 30 años, Ortega lo redujo a 15. Es algo esencial que no aclaran, por ejemplo, libros premediáticos como el del publicitario holandés Jeroen Boschma (Generación Einstein) o el de la psicóloga norteamericana Jean M. Twenge (Generación Me), quienes además hacen juicios (de eso se trata, de juicios de valor) contradictorios respecto a la misma supuesta generación que diagnostican. Ninguno dice algo que no hubiesen dictaminado ya diez años antes los creadores de la Generación Y, nacida tras el baby boom, y luego los del concepto de Generación Internet, o los Generación M (del Milenio, o Multitarea para unos, o acertadamente mal traducida en España, de los Mileuristas). Lo que vienen a decir ambos libros es lo que quienes lanzan admoniciones sobre jóvenes vienen diciendo generación tras generación: que son mejores, pero más egocéntricos. El parto de los montes. Y es que sólo podemos entender a las generaciones como estaciones "de destino". Generaciones que se definen por lo que hacen, o han hecho (de hecho son nombradas por las fechas de su madurez), naturalmente entendiendo que hacen lo que hacen porque han sido marcados por hechos históricos compartidos. Pero hacer un análisis pronóstico de los efectos de esos momentos impactantes, esto es de las expectativas generacionales, es casi como hablar del sexo de los ángeles. Pura filfa.

Personalmente creo que quienes definen tan marcadamente a las nuevas generacio-nes, a los jóvenes en suma, no hacen sino proyectar sus propios complejos y traumas, sus temores para con sus propios hijos. Normalmente, quienes dicen cómo es la juven-tud están hablando más bien de cómo son quienes les crían, o malcrían. O sea, ellos mismos.

Por lo demás, cansa un poco el etnocentrismo de estas propuestas, que intentan (siempre en inglés) hacer universales las observaciones que han hecho en su pueblo. Por supuesto que tenemos aquí unas cohortes creciendo en la Sociedad Telemática, pero aquí y allá hay miles de millones de jóvenes que crecen en la clave Sociedad Industrial, o millones incluso en el Neolítico.

Habrá quien tome la crítica directamente del viejo Marx: ¿es más fuerte lo que unifica como generación a los jóvenes de Entrevías y Serrano, que lo que los separa e incluso enfrenta? O lo que es lo mismo: si esa supuesta generación descansa, como dice el publicitario holandés, en la informatización y, aún más allá, en Internet, ¿qué pasa en España con los Einstein que viven en los dos tercios de hogares que no tienen acceso a Internet, o que tienen un acceso de risa? Y las tres cuartas partes de la juventud del planeta, que no puede ni soñar con esas cosas, ¿es de otra generación, o de otro mundo? Como los fabricantes de coches, los de generaciones han pasado de las añadas (98, 14, 36) a las letras del abecedario (X, Y) y finalmente a las denominaciones impresionistas. ¿Será la Chiki chiki (una generación que prometía mucho, pero quedó reducida a su auténtica expresión cuando hubo de competir en buena lid, sin el apoyo de las redes sociales) la próxima?"


Baigorri, A. (2008),  "¿De la generación del 98 a la 'Chiki chiki'?", El País, 8 junio 2008

7.28.1993

¿Una generación engañada? (1993)

 




"Con treintaytantos y de pueblo, pertenezco a una generación que, en lo que a traumas y represiones se refiere, no tiene nada que envidiar a la generación que hoy controla el stablishment. Tomamos leche en polvo americana, fuimos monaguillos, y en una u otra ocasión todos levantamos el brazo. Estudiamos acogotados por curas, monjas, y profesores de FEN. Sin propina, crecimos a la vez que la riqueza del país, y descubrimos luego que esa riqueza surgía de la explotación -y autoexplotación- de nuestros padres, los niños de la Cruzada, la auténtica generación perdida del siglo XX español.

Llegamos a la Universidad y estaba en guerra. Los actuales cuarentones y cincuentones, entonces penenes a la búsqueda del puesto fijo, nos animaban a luchar, primero por su sueldo y -last but not least-contra el Régimen. Nos metimos a saco en la refriega, y a cambio nos trajeron algunas chucherías de sus viajes al extranjero: apenas la resaca del '68, pero nosotros va y nos la creímos. Ahí es nada con Pink Floyd, Sisa, la Dharma, los porros, las manís, el ecologismo (no la neo-tecnocracia pajarera) y el pensamiento libertario...

Hasta que la fiesta se dio por liquidada, una vez que hubieron recogido la antorcha del Poder, de manos de una generación que no llegó a ejercerlo. Habíamos abandonado familias, pueblos, carreras, trabajos, novias... Porque estábamos construyendo que sé yo qué transición, ayudados por un viejo topo que venía en bicicleta, y mientras tanto llegaba el triunfo comíamos ajoblanco integral con aperitivos de alfalfa (o userda en catalán) que trajo aquel ecologista, y también había quien construía alternativas distintas del mundo obrero que nos prometían, siempre temerosos de quienes nos miraban, amenazadores, desde los torreones de el alcázar.

Pero todo esto fue hasta que los cuarentones, una vez situados después de hacer el cambio, hicieron el país a su medida, que se abatió como una losa sobre nuestras ilusiones y utopías, y ni siquiera fue ya posible la liberación, que se ahogó en deudas. Así que muchos se fueron entonces a La luna, descubrieron que se podía vivir del cuento y allí se quedaron haciendo diseño. Otros se conformaron con colocarse de favor como aprendices, asistentes o secretarios de sus mayores, y el resto sobrevivimos como pudimos, rebeldes con causa y como tal incómodos en las recepciones. El caso es que hoy en día percibo entre las gentes de mi generación una sensación generalizada de haber sido estafados."

(Diario EXTREMADURA, 28 de julio de 1993)  





5.28.1989

Donde comen dos, comen tres... (la familia ataca de nuevo) (1989)

 Este artículo corresponde a una época en que, asumido que había abandonado el periodismo y me adentraba, también institucional y honradamente cursando la carrera, en la Sociología, superaba la adicción a la tinta impresa regalando abundantes páginas de opinión a los periódicos de los amigos, mientras me ganaba la vida con los estudios de planificación (urbanística, territorial, turística...). El artículo creo que no ha envejecido a pesar de haber transcurrido más de tres décadas desde entonces. Primero en 1993 (para Sociología de la Familia) y luego en 1996 (para el curso de doctorado "La Mujer en España", de Luis Garrido) lo rescaté como "prólogo" de sendos trabajos. Finalmente quedó tan extenso que, aunque me daba pereza ampliarlo (como libro), o adaptarlo (como artículo) para publicarlo, creí que en Internet podría servir a otros, y completado con otros trabajos de doctorado, o incluso previos, lo colgué en mi primera página web como documento de trabajo, con el título de Mujeres, hombres, viejos y niños. Transformaciones demográficas, familia y realidad social en España.  



"Todos los 'progres' nos hemos reconciliado con nuestros padres. Cuando podemos, incluso nos los llevamos a casa para que nos hagan la comida, nos limpien los rincones y nos cuiden los niños. Y el que diga que no es el caso miente, o mantiene la pose atenazado por algún antiguo trauma ideológico-juvenil. 
No es cosa de la edad, porque esencialmente seguimos sin entendernos con ellos. Pero de hecho las siguientes generaciones ya ni siquiera han roto con la familia, como hicimos nosotros. Estamos aburridos de leer/oir/ver reportajes periodísticos, y resúmenes de encuestas, que muestran cómo los nuevos jóvenes tienden a retrasar el máximo la ruptura del cordón umbilical con sus familias (para algunos ello se debería a un retraso en el proceso de maduración social de los individuos, pero en mi opinión este retraso en la maduración sería más un efecto que una causa). Por una vez vamos parejos del resto del mundo desarrollado, a un ritmo parecido en e l proceso de cambio, e incluso con ventaja respecto de otros países (en algo debe notarse que somos la novena potencia mundial en el auténtico concierto de las naciones, que es la contribución económica a la ONU). 
La evolución del cine americano de los últimos veinte años constituye sin duda uno de los mejores reflejos de los cambios en los países industriales avanzados, especialmente en estos temas. En las películas de los años '60 los adolescentes se pasaban el tiempo discutiendo con sus padres, o con autoridades de corte paternalista, y escapándose en moto con mirada torva . En los años '70 y primeros '80 la familia sin embargo brillaba por su ausencia; tan sólo alguna vez, entre problema y problema psico-sexual de la pareja, aparecía una suegra lejana que rápidamente volvía a desvanecerse, o un padre profesor de Universidad que aconsejaba a la chica que siguiese su propia vida. En fin, en los últimos años la familia (incluso la familia extendida, tan divertidamente pintada en "Hechizo de luna" e incluso retratada irónicamente por los novelistas macarras del 'realismo sucio') vuelve a irrumpir en las pantallas, simple reflejo de la realidad: casi siempre como una tabla de salvación para los perdidos navegantes solitarios, que ya no miran desafiantes, sino con miedo, a su alrededor. Pero mientras nosotros, los hispanos, teníamos los padres aquí al lado, y los abuelos, y los tíos y todo el contubernio, los anglos de Manhatam deben ir a encontrarlos a Nebraska, y aún a veces se pierden por el camino, en una bella contribución a la movilidad geográfica; es la pequeña ventaja que les llevamos. 
Los hechos están ahí, pero no convencen las explicaciones, que además rara vez se dan. Estamos perplejos, y a lo máximo que acertamos -no siempre- es a describir la realidad. Sin atinar a interpretarla (¿cómo vamos a pensar entonces en transformarla?), sin estar seguros siquiera de si alguno de estos hechos constituye un problema o una solución, sin saber muy bien si hablamos de causa o efecto. Sólo sabemos que nos veíamos camino de encontrarnos todos metidos en nuestros respectivos box, terriblemente solos o abrazados -asustados- a nuestra pareja, y de pronto nos hallamos rodeados de padres, abuelos, tíos y sobrinos. 
Es cómodo, pero inquietante: ¿acaso estaremos reproduciendo la tribu, acabando más o menos por donde empezamos?. No puede ser tan simple. Pero ni siquiera Marvin Harris, o Toffler -si bien es cierto que las traducciones más recientes de ambos corresponden a sendos libros de 1980- aciertan a tocar el tema en sus últimos trabajos; y nada digamos de los agudos observadores sociales españoles, que aún andan en temas tan actuales como lo del descenso de la natalidad o la sociedad dual. 
Elucubrando un poco, sin mayores pretensiones que las admisibles en un artículo periodístico, podríamos tomar este cambio social como el principio del fin de una despilfarradora sociedad industrial. Una sociedad que condujo -por pura necesidad del crecimiento económico- a que a los 20 años los jóvenes tuviesen que salir de sus casas para crear una nueva familia en un nuevo hogar, multiplicando así las necesidades de espacio, infraestructuras y bienes de consumo. 
En el momento culminante de esa civilización, cuando se esperaba la desaparición de la familia, surge el mercado de apartamentos para solteros y matrimonios modernos sin hijos, así como aparecen módulos de vivienda en general cada vez más reducidos: lo justo para comer y dormir, es decir para permitir la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin embargo hoy, cuando la decadencia de esa sociedad ha empezado (para convertirse en algo que seguimos sin tener claro qué va a ser), observamos cómo nuevamente se buscan pisos amplios. La caricatura sería que se busca que haya espacio para todo (para la segunda televisión con el vídeo, para el ordenador, para los juegos de los niños, para los materiales de bricolage...), pero yo creo que , a sabiendas o no, se busca algo más. 
Para no pocos la mayor superficie de las viviendas responde ría únicamente a la existencia de un nivel económico más alto. Y es normal que se encuentre esa socorrida explic ación cuando las estadísticas nos hablan de familias con menor número de hijos. Sin embargo, podemos hacer también una lectura diametralmente opuesta, que creo más atinada: en mi opinión se buscarían viviendas más grandes para soportar el desarrollo de las nuevas familias 'extendidas', en las que padres, abuelos, hijos y nietos se mezclan nuevamente en una forma complejizada y adaptada al estadio social. Podría decirse que la familiar nuclear huye asustada hacia un tejido cálido, en el que sus polluelos crezcan arraigados a algo. 
No hay que olvidar que este proceso constituye una buena adaptación a la crisis económica y social: de una parte se ahorra espacio vital e 'infraestructura doméstica', y por otro lado no hay que olvidar que una familia extendida precisa menos ingresos per cápita (obtenemos economías de escala). Las comunas de los años '70 fueron de hecho una avanzadilla experimental en términos económicos, que fracasó por lo social. El "donde comen dos comen tres" es cierto, y con sólo un poco que aporte el tercero los recursos totales y el bienestar global del conjunto familiar aumentan no de forma lineal, sino exponencial.
Lamentablemente los economistas tan sólo se aplican a la economía del Estado o de las empresas (y en consecuencia tangencialmente atienden a la composición de la cesta de la compra, o las intenciones de compra de los consumidores, sólo en la medida en que los cálculos les sean de utilidad para optimizar los planes del Estado y las empresa s), pero serían de sumo interés algunos análisis en este sentido. 
Y si no imaginemos algún ejemplo. Tomemos un matrimonio de mediana edad y clase media-alta, con tres hijos: el mayor, de 31 años, está casado y tiene tres niños; el mediano, de 28 años, está también casado y tiene un hijo; el pequeño, de 20 años, aún está en casa. En total son 10 personas. Como mínimo, en la ca sa de los padres (un piso de 110 m²) tenemos un salón (con TV, vídeo, equipo de música para el pequeño que sigue en casa, y mobiliario completo), cuatro dormitorios completos, cocina completamente equipada, dos baños, un coche y una moto 'para el niño', además de una casa de segunda residencia en el pueblo, de 150 m². En la casa del hijo mediano (un piso de 80 m² que aún e stá pagando) tenemos un salón (con TV, HIFI y mobiliario incompleto), dos dormitorios, cocina completamente equipada, un baño y un coche (en las vacaciones comparten con los padres la casa familiar del pueblo). En fin, en la casa del hijo mayor (tanto él como su esposa trabajan como profesionales liberales, y tienen un piso de 120 m² que aún están pagando) disponen de un salón (con TV,vídeo, HIFI y mobiliario completo supermoderno y supercaro), cuatro dormitorios, dos baños, trastero, dos coches (el de la mujer de segunda mano) y un apartamento en la playa de 50 m² que aún están pagando. 
Si sumamos veremos que, en realidad, para tan sólo 10 personas tenemos en la ciudad un conjunto de tres viviendas, que totalizan 310 m², con tres salones (con tres TV, tres HIFI, tres vídeos y numerosos muebles), diez dormitorios, tres cocinas completas, cinco baños y un trastero. Es decir, el equivalente a un palacete completo del siglo XIX, que estaría ocupado en aquella época (con muy inferior nivel del equipamientos) por no menos de 15 miembros de una familia, incluyendo el servicio, de la gran burguesía. Además disponen de otros 200 m² de Segunda Residencia, cuatro coches y una moto. 
Con independencia de las diferencia s tecnológicas, los medios acumulados por esta familia de clase media de finales del siglo XX constituirían un lujo asiático para una familia de la alta burguesía del XIX. 
Pero si desarrollamos todo ésto en términos económicos (costes de mantenimiento, de sustitución, de alimentación...) llegaremos a observar una situación teóricamente absurda, aunque habitual. Más aún si sabemos que el hijo mayor y su mujer comen fuera a diario, porque casi no tienen tiempo, y por la misma razón los hijos comen en el colegio; mientras la abuela está aburrida y desquiciada, y estaría más a gusto guisando para todos, y el abuelo no sabe qué hacer y estaría encantado de entretenerse en traer y llevar a los nietos al colegio, entre otras posibles ocupaciones. Y no hablemos ya de los costes de todo tipo que esta situación supone para la Administra ción, especialmente para el municipio. 
En realidad, no hace falta ser un lince del análisis sociológico para darse cuenta de que este proceso de 'extensificación' de la familia se está dando ya en la sociedad española. Basta mirar a nuestro alrededor. En las grandes ciudades el proceso es de más difícil realización (en realidad en las grande s ciudades, salvo la diversión, van a tenerlo casi todo bastante más crudo en los próximos años), y aún más complicada cuantificación, pero también puede detectarse en ciertas áreas y sectores, primero y especialmente entre las clases altas en términos económicos y/o culturales. Pero en los pueblos, y en las pequeñas ciudades, donde esto es más factible a corto plazo, se percibe ya la decadencia de la construcción de pisos, y la vuelta al sistema tradicional de levantar sobre la casa del padre las de los hijos, para vivir en la práctica todos revueltos. Incluso los 'singles' dejan de serlo, y por mucho dinero que ganen deben agruparse a menudo con otros -en este caso por razones fundamentalmente económicas, pero también afectivas- para compartir vivienda, gastos y estados depresivos; reproduciendo en muchos casos una estructura seudofamiliar. 
La familia extendida es mucho más eficiente en términos económicos -y ecológicos-. Además de mucho más útil para garantizar la paz social en sistemas en los que el paro estructural se cuenta por millones. Estas, y no otras (como pudieran ser las modas o la evolución moral, que sin duda se razonarán cuando los investigadores comiencen a ocuparse de este tema) son las causas que están agudizando la decadencia de la familia nuclear y el resurgimiento de una estructura de familia extendida, casi tribal, en la que el apoyo mutuo es más practicable.  
Naturalmente, el desarrollo de la familia extendida trae consigo otro tipo de cuestiones más difíciles de cuantificar. Fundamentalmente, desde mi punto de vista, el reforzamiento de estructuras piramidales de poder, porque al menos hoy por hoy las familias extendidas siguen siendo esencialmente patriarcales. 
Posiblemente, en consecuencia, ello pueda llevar a la pérdida de algunos de los logros conseguidos por las mujeres en las últimas generaciones de esa misma familia; así como en conjunto a un mayor conformismo social. 
La valoración del fenómeno resulta, en cualquier caso, difícil todavía. Es incluso difícil intentar predecir la importancia que este tipo de familia pueda alcanzar en el conjunto social -un estudio realizado a principios de la década en un barrio negro de Chicago llegó a identificar hasta 86 diferentes formas de estructura 'familiar', y posiblemente en España no andaríamos lejos ahora mismo de esa cifra-. 
Por ahora bástenos el alerta sobre este nuevo cambio social que se avecina, masivo y desde luego muy distinto del que soñaban los 'antiguos' comuneros."

 

Referencia:

Baigorri, A. (1989), "Donde comen dos, comen tres (la familia ataca de nuevo)", El Día de Aragón, 28 de mayo de 1989, pag. 3