"La fractura fundamental de las sociedades ricas avanzadas ya no viene determinada únicamente por el acceso a la propiedad de los medios de producción, ni siquiera por el factor de división en grupos de estatus determinado por las diferencias en el consumo. El acceso a la Información, y a través de ella al conocimiento, condiciona hoy en mayor medida la división y la estratificación social. De ahí que hoy hablemos, también, de inforicos e infopobres como categorías sociológicas reales.
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Ni siquiera en los países centrales del sistema mundo podemos hablar de un acceso igualitario a estos nuevos bienes de producción, conocimiento, consumo y en suma poder. En los Estados Unidos, mientras el 66% de los hogares urbanos de clase media y alta poseen ordenador, entre los hogares pobres de las zonas rurales sólo el,4,5% los poseen. En nuestro país las diferencias no son menos abismales.
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Naturalmente, no debe mitificarse la nueva Sociedad de la Información. Como no debe mitificarse Internet: la potencia no está en lo que puede obtenerse de la red, sino en lo que se puede introducir, y sobre todo en la administración de esas informaciones. (...) La Internet no es efectivamente la Sociedad de Información, sino más bien sólo uno de sus epifenómenos. Pero el acceso a la misma es fundamental para el desarrollo.
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Por ello, la apuesta, por ahora formal, de nuestro gobierno regional por esta cuestión me parece incuestionable. De hecho, no ha dejado de sorprenderme que Ibarra, siempre con tan buen olfato para la dirección de los vientos del mundo, haya tardado casi dos legislaturas en darse cuenta de la importancia de la informática y todo lo que su entorno conlleva.
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Sobre lo dicho podemos afirmar que si importante es la subsidiación de sistemas tradicionales de transporte y comunicaciones, como el ferrocarril o el transporte aéreo, no lo es menos hoy en día la dotación a la ciudadanía de un acceso fácil y económico a las tópicamente denominadas autopistas de la información. Y en este sentido, creo que la política regional a corto plazo en esta materia debería encaminarse en cuatro direcciones fundamentalmente:
- Potenciación de la calidad en la enseñanza y la investigación en los centros universitarios orientados directa o indirectamente al desarrollo de las tecnologías de la información.
- Una política de grandes convenios con las compañías telefónicas, tanto para una adecuada dotación de las llamadas autopistas de información en nuestra región, como para una política, durante varios años, de tarifas planas subvencionadas en el acceso a Internet (estos convenios con las compañías telefónicas deberían incluir la ruptura de la frontera: paradójicamente es el teléfono, uno de los símbolos de la globalización, el único elemento físico y claramente marcado que sigue mostrándonos la existencia de una frontera entre Extremadura y Portugal).
- Creación en todos los pueblos y los barrios de las ciudades de nuestra región de lo que podríamos denominar infotecas. Las infotecas no son otra cosa que centros públicos dotados de numerosos ordenadores conectados a Internet, en los que los estudiantes de cualquier edad capaces de manejarlos y que no cuentan con medios económicos para tener uno propio podrían trabajar en y sobre la red. La iniciativa privada, en las grandes ciudades, ha respondido a esta demanda mediante la creación de los denominados cibercafés; pero obviamente esto no resuelve las diferencias entre info-ricos e info-pobres. Hoy las infotecas son sólo una palabra que se me acaba de ocurrir; pasado mañana serán un servicio público tan fundamental como las bibliotecas, las hemerotecas, o los museos. Ojalá que mañana mismo sean un servicio disponibles para los ciudadanos de bajos recursos en Extremadura. La creación de esta red de infotecas supondría una fuerte inyección económica en el sector, además de la creación de numerosos puestos de trabajo para nuestros futuros egresados, en biblioteconomía, documentación e informática.
Hay que insistir en ello: quedarse fuera de la Sociedad de la Información va a equivaler a quedarse fuera del Progreso. Por otra parte he repetido hasta la saciedad que la posición actual de nuestra región la convierte en una buena candidata para la implantación de centros de teletrabajo, que son las fábricas limpias de la sociedad de la información. Si bien tampoco debemos olvidar que los bajos índices relativos de formación del capital humano constituyen un elemento muy poco competitivo para el desarrollo de los nuevos sectores relacionados con la Sociedad de la Información.
Todo ello exige una apuesta decidida, y por supuesto muy cara. El gobierno regional no debe temer el riesgo que esto supone: las generaciones futuras sabrán, si no agradecerlo, al menos aprovecharlo."
De los tres puntos de mi propuesta, tan sólo al tercero se le prestó atención. El primero se confundió con Información y Documentación, que no es Tecnologías de la Información. Aún así, hubo bastante apoyo a la Politécnica de Cáceres, en donde se alojan las titulaciones informáticas y telemáticas, y hoy tiene un buen nivel, con algunos investigadores de prestigio.
Pero la propuesta de infotecas sí encontró respuesta, aunque lógicamente se le cambiase el nombre porque no podía parecer que el jefecillo de turno no tenía ideas propias. Se llaman Centros del Conocimiento (sic), y ahí siguen prestando su servicio aunque ya no son necesarios en el sentido originario. El resto de los esfuerzos se centraron en otras direcciones, absurdas para esta región en aquella época: convertirse en el emporio del software libre en una región sin programadores, llenar las aulas de las escuelas de voluminosos monitores y ordenadores que luego no se podían mantener... Pero alguien hizo buenos negocios, sin duda, vendiendo materiales.
El concepto de Sociedad de la Información todavía me parecía entonces usable, aunque al poco me pareció más adecuado el de Sociedad Telemática. Pero ese es otro tema.
Referencia:
Baigorri, A.: (1998), "Info-ricos e info-pobres. Navegando sin remos sobre la cresta de la ola", Diario HOY
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