7.09.1980

El futuro como amenaza (1980)

 

Ninguno de los pronósticos de futuro de carácter cuantitativo, basados en modelizaciones econométricas, empezando por los sucesivos informes del MIT, no han acertado nunca. De hecho los pronósticos económicos apenas aciertan a seis meses vista, es lógico por tanto.

Sin embargo las prospecciones "cualitativas" del futuro nos han acercado al mismo mucho más incluso de lo que creíamos al conocerlas, de las obras de Toffler o Martin, o del informe que, en este breve texto, glosaba en 1980.

El proyecto Interfutures escribía casi milímétricamente el guión de la globalización. 







"El proyecto Interfuturs -como pomposamente se le ha llamado- tiene su origen en una iniciativa del gobierno del Japón, que en 1975 encargó a los expertos de la OCDE la elaboración de un informe sobre la evolución futura de las sociedades industriales avanzadas "en armonía con las de los paises en desarrollo". Durante tres años, de enero de 1976 a enero de 1979, un amplio equipo de expertos interdisciplinarios dirigido por J. Lesoume analizó el desarrollo de las distintas variables socioeconómicas que inciden en el sistema económico mundial (1). Si hiciéramos critica literaria, habría que decir que, de alguna manera, este informe -todavía no publicado en castellano- viene en parte a completar, en parte a matizar el ya venido a menos Informe sobre los Limites del Crecimiento, elaborado por el MIT para el Club de Roma en 1973. En este periodo intermedio, las clases dominantes de las sociedades industriales avanzadas, han tomado conciencia de los problemas que el informe del  Club de Roma señalaba, y han visto surgir otros problemas, económicos y sociales, en parte derivados de los señalados por el citado informe. Se han sentado un momento y se han dicho ¿y ahora qué?.

Si es ya clásica la necesidad de, en la guerra, estar informado de lo que piensa el enemigo, esta vez la necesidad se acentúa. Face aux futurs es un libro que hay que leer, porque en él, explicitados o no, estân no sólo las opiniones del "enemigo", sino, sobre todo, sus intenciones, muchas de las veces ocultas en párrafos de dificil interpretación. Porque junto a 19 de los paises miembros de la OCDE (entre ellos España) y a la CEE, las otras tres instituciones que han contribuido a su financiación pertenecen a la plana mayor del "enemigo": La Fundación Ford y la Fundación German Marshall, de los USA, y la Fundación Toyota del Japón. Y aunque solo fuera por ellos, habría que leerlo por la astucia -ideológicamente poco limpia, naturalmente- con que en el informe son analizados los principales problemas que como suele decirse, aquejan al mundo: los limites físicos del crecimiento; las tendencias del pasado y las dimensiones del porvenir; las sociedades industriales avanzadas frente al cambio; las sociedades industriales avanzadas y el Tercer Mundo; la interdependencia mundial.

Si ahora no podemos detenernos todo lo que sería preciso en los análisis que los expertos de la OCDE hacen sobre los distintos grupos temáticos tratados, sí que podemos avanzar algunas de sus conclusiones que, a pesar del barniz de inocentes con que van teñidas, no tienen desperdicio alguno. No hay que olvidar que, como reconocen los autores, el informe está realizado en función de unos objetivos muy claros: "El mantenimiento o el reforzamiento de la seguridad política y económica a muy largo plazo en las sociedades industriales, tanto en sus relaciones exteriores como en sus situaciones internas; la reducción de su vulnerabilidad frente a acontecimientos más o menos imprevisibles; el aumento de la eficacia de la economía mundial, mejorando el funcionamiento de los mercados y otras instituciones; y la disminución de las desigualdades en la renta y el poder, precisamente en la medida en que estas desigualdades ponen en peligro la ética dominante en el seno de los paises desarrollados, comprometiendo su seguridad a largo plazo.

Y en función de esos objetivos, el informe señala cómo se están desarrollando una serie de nuevos fenómenos, o están a punto de desarrollarse (2): el crecimiento cero de la población, que "conducirá a una población estacionaria de 11 a 12.000 millones de aquí a un siglo"; la necesidad de adecuar las tasas de crecimiento a la realidad de la existencia de unos limites fisicos insuperables a largo plazo ("los paises industrializados conocerán un crecimiento más moderado"); el lento abandono de la agricultura quimica y el renacimiento en muchos puntos de la agricultura de subsistencia; modificación profunda de la estructura de relaciones energéticas; "superación de las rigideces que se organizan en torno al mercado de trabajo"; aumento de la dependencia alimenticia de los paises en desarrollo; sustitución por una nueva generación de de ramas motrices de los sectores que han sido responsables del crecimiento industrial desde la postguerra; concentración de la producción industrial contaminante en los países subimperialistas (ellos lo dicen así: "Bajo los auspicios de las empresas multinacionales -privadas o públicas- se perseguirá la fragmentación de los procesos productivos y la concentración de ciertas producciones a la escala de grandes regiones o del mundo. El Tercer Mundo, comprendida China, podría asegurar a finales de siglo del 23 al 25% de la producción industrial mundial"); el mantenimiento del subdesarrollo en los países más pobres y la acentuación de la dependencia en el resto de países dependientes; crisis del Estado a todos los niveles (político, asistencial, productivo...), etc., etc.

En suma y sin que explicitamente se mencione, el informe habla a los gobiernos de la necesidad de prepararse para la gestión de la escasez. (....) Es pues, un mensaje optimista, dirigido naturalmente a los dominadores: si os lo sabéis montar, ésto puede durar aún una buena temporada."



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