Mi primera exclusiva periodística (y en una página 3, la estrella en la época), recién cumplidos los 18 (ahora a esa edad ni me permitirían publicarlo; entonces incluso cobraba, algunas pesetillas por crónica)... A Sender lo traía un "consorcio" que incluía al principal periódico de la región, el Heraldo de Aragón. Llegaba a Barcelona, donde dió una conferencia, y luego lo llevaban a Zaragoza. Fui a la conferencia y al día siguiente me las arreglé para colarme en el hotel y convencer a quien hacía de secretaria, Luz C. De Watts, que me permitiese entrevistarlo. Es curioso que siendo mayo, recuerdo la luz de la habitación como de tarde invernal, sería la orientación de las ventanas.
Quizás intuía las reacciones, o me aleccionaría sobre cómo las gastaba aquella gente Vicente Calvo, porque inicié mi crónica (muy al estilo del Nuevo Periodismo, también es verdad) con prueba fehaciente de dónde y cómo: "En la habitación 710 del Hotel Avenida Palace, después de una brevísima espera, ha entrado don Ramón disculpándose, cuando era yo quien debía hacerlo por molestarlo".
No sé cuánto tiempo estaría Zapater "junto al escritor desde su llegada", pero desde luego esa tarde, que es cuando pasé yo una hora con él, obviamente no estuvo. Llegaría tarde el tren de Zaragoza. Quizás hasta puede que ya lo hubiese "despachado", no le cayese muy bien a Sender, enjuto ya y camino de la modestia senil, esa exageración, prepotencia y pretenciosidad de machote que era Zapater (pocas cosas hay más insoportables que un grandullón pretencioso, más aún para un bajito). Por tanto, si ésa fue su crónica, era falsa. Y la remembranza que hace Dominguez Lasierra, compadre de Zapater, es sesgada e incompleta, y por tanto desinforma en lugar de informar. Como es tan habitual en cierto periodismo, ni miente ni dice la verdad, simplemente oculta el pisotón que desde El Noticiero (entonces algo más liberal, aunque meapilas, que el Heraldo; sería en sus talleres donde se imprimiría la revista izquierdista Andalán hasta el cierre del periódico) le dimos al todopoderoso (y afecto a cada Régimen sucesivo) Heraldo de Aragón. Osea, falsa, mentira. Mientes, Domínguez, como mentía Zapater. Como decimos en mi pueblo al que viene enfilado sin motivo, el típico borracho en fiestas, ¿te debo algo, u qué?
El asunto es tan tonto que en la entrevista incluyo el plan de viaje que tenía para el día siguiente, dónde iba a comer, por donde pensaba pasear... Como para no haber estado con él.
Es curioso porque (lógico en aquel ambiente hiperpolitizado del tardofranquismo) la visita de Sender resultó para muchos un poco frustrante, pues no resultó ser el viejo incendiario y resentido que esperaban que llegase a molestar al Régimen, sino un abuelo "de vuelta de todo".
Quién sabe si por eso, finalmente no regresó, a pesar de que esos eran sus (doy fe que ilusionados) planes al aterrizar en España. Como he leído por ahí, "Ramón J. Sender murió en 1982 en Estados Unidos, tras haber renunciado dos años antes a la nacionalidad estadounidense de la que había disfrutado hasta entonces, para morir como español. Lejos de su tierra, incomprendido y camino del olvido." No, obviamente no le gustó lo que vió, o las gentes que lo rodearon mientras estuvo aquí. Y que pretendían tenerlo apropiado en exclusiva.
Referencia:
Baigorri, A.: "Ramón J. Sender llega hoy a Zaragoza", El Noticiero, 1/6/1974, pag. 3
Enlace al texto