12.28.1983

11.10.1983

Un pantano que Franco no inaugurará (1983)

"La historia del proyecto del embalse de Jánovas  tiene mucho que ver con con dos herencias dejadas a este país por los demonios de la Historia: el franquismo y la crisis energética..."

El artículo está recogido del boletín de la Asamblea Ecologista de Zaragoza, pero originariamente se publicó en el diario El Día de Aragón. De hecho, en la última página del pdf compartido se incluye una carta al director enviada por un lector del diario, en la que tachaba mi artículo de ingenuo y pronosticaba que en contra de mis esperanzas, el embalse se haría. Pues no, no se ha hecho. Hace poco lo festejaban




Referencia:
Baigorri, A. (1983), "Un pantano que Franco no inaugurará", Adobe, Num. 3, pag. 12
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8.10.1983

La urbanización del mundo campesino. Usos y abusos en la modernización del medio rural (1983)



Artículo para el monográfico sobre la España Rural de la revista Documentación Social. Creo que, aunque poco citado, es uno de mis trabajos que más ha influido en la construcción de nuevos modelos de ordenación del territorio y desarrollo rural/local. He reconocido, y sigo reconociendo, muchos de los planteamientos que se hacían en este artículo en muchos trabajos, documentos oficiales y leyes. Es agradable percibir que lo que te has esforzado en pensar para mejorar algunos átomos de la realidad. Que te lo reconozcan o no tampoco importa tanto, cuando faltes ya te dará igual. 


"   Va ya para dos siglos que la intelectualidad y los sucesivos aparatos político-ideológicos de este país vienen persiguiendo una como sublime obsesión, que se manifiesta periódicamente de fonna invariable: la modernización del campo, la introducción de la modernidad en esa especie de mundo lejano, mágico, oscuro y en general hostil a las extranjerías. En el fondo de toda esa voluntad modernizadora no se hallaba, las más de las veces, sino el deseo de proceder a una colonización sistemática del mundo rural, que permanecía un tanto al margen del desarrollo capitalista (...)
Al fin, las previsiones y deseos de los redentores y mesías del campesinado (entendido aquí no en términos de clase), de Jovellanos a Kaustky, de Costa a José Antonio, se han cumplido ya, aunque haya quien síga hablando de modernizar (...) 
Como reflejo de todo ello se han adquirido nuevas formas de producción, consumo y vida. El agricultor se ha especializado en la producción de alimentos y ya no se sabe hacer nada más. Incluso para producirlos depende del exterior. Fuera de su medio debe adquirir todos los utensilios, desde la tajadera de hierro hasta el tractor, así como la energía para hacerlos funcionar, porque ni la energía metabólica ni los propios alimentos naturales sirven ya. Ni siquiera sabe reparar esos utensilios cuando se estropean. (...) 
Es sobre este campo, al que ni la sociología rural (por estar más obsesionada por la antropología que por la dialéctica de los hechos nuevos) ni el urbanismo (por centrarse sus teorías y análisis en la propia ciudad, aunque ésta abarque hoy todo el espacio), han prestado la debida atención, sobre el que queda por estudiar y, sobre todo, hacer (...) 
Las funciones del suelo llamado «rural» y la competencia por el uso de la tierra (...) 
la tierra, cultivable o no cultivable, ha dejado de tener esa única función de producir alimentos, o en general, materias primas. Nuevos factores económicos han entrado en juego, de forma que, en último término, el agricultor no es sino un agente más en competencia por el uso y control de ese suelo, aunque siga siendo el que más superficie domina y administra (y esta sería quizá la diferencia, en este aspecto, de estos territorios con los puramente metropolitanos e incluso urbanos).Creemos que la clave de la crisis urbana y territorial por la que atraviesan estos espacios es tá precisamente en esa competencia que diversos agentes ejercen por el control del suelo: agricultores, ganaderos, grandes compañías agroindustriales, ahorradores inversionisras, comerciantes, urbanitas con pecunio suficiente como para comprarse una parcelita y construirse una chalébola, organismos de la Administración, grandes y pequeñas empresas, etc. (...) 
La Ordenación Territorial es una disciplina de aluvión, que se ha venido definiendo por la praxis. Pero en la práctica lo que la O.T. ha hecho ha sido estructurar grandes espacios territoriales (comarcas, provincias, regiones) en función de un único fin: la producción de mercancías en las ciudades. Difícilmente puede servir entonces todo el entramado teórico que a partir de esa praxis se ha construido para abordar la problemática territorial y urbana del medio rural. Y si ni sirve la Ley del Suelo para resolver los problemas urbanísticos de los pueblos, ni sirven las grandes teorías de la O.T. para acometer la ordenación de un término municipal en relación con su núcleo urbano y con su población, algún instrumento será preciso elaborar para no seguir inventando todos lo mismo continuamente (porque esto de alguna manera es lo que está pasando). 
Debería existir una legislación distinta de la Ley del Suelo. Para los pueblos debería crearse una figura dístinta de planeamiento, algo así como un Plan de Desarrollo y Ordenación Municipal, que habría de contemplar varios aspectos, aprovechando que por varios cientos de miles o varios millones de pesetas pagados por la Administración regional o central, los pueblos cuentan durante un año, cada siete u ocho años, con un equipo de expertos multidisciplinario. 
Aquí, la información socioeconómica no podría ser un relleno, como ocurre generalmente en los planes de urbanismo, que nadie se lee, sino la clave para delimitar las líneas maestras del potencial desarrollo de ese pueblo. El diseño y la normativa urbanística irían a remolque de todo esto, no a coartar expectativas.Las ciudades vienen haciéndose a sí mismas desde hace siglos. Pero a esos pueblos de que venimos hablando. que también se venían haciendo a sí mismos, ahora, tras su inclusión en el entramado urbano-capitalista, «los hacen» desde la centralidad metropolitana en la mayor parte de sus aspectos de desarrollo. Superar las graves contradicciones que esta urbanización del mundo campesino está generando, el planeamiento podría ser un instrumento, pequeño o grande, según la calidad del equipo que lo realice, de ayuda a estos municipios. Para que de alguna manera comiencen a hacerse a sí mismos nuevamente, en base a sus propias tradiciones, recursos, carácter, historia..., en fin, en base a su propia manera de ser."

REFERENCIA:
Baigorri, A. (1983), La urbanización del mundo campesino, Documentación Social, Num 51, pp. 143-158
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5.15.1983

El campo cambia. Los problemas del suelo rural (1983)




"Es ya muy difícil hablar del territorio rural en términos generales. La  evolución social, económica y territorial del estado español en los últimos treinta años ha conducido a la delimitación e áreas espaciales muy diversas e intensamente interrelacionadas. Con todo, podríamos hallar básicamente tres tipos de territorios. 
Los rurales propiamente dichos. Entrarían dentro de este apartado vastas extensiones, miles de municipios españoles, la mayoría deshabitados o semidesiertos, sin ningún dinamismo económico, y que no suelen ser ya los que preocupan en este tipo de reflexiones, sobre todo por ser los más estudiados, objeto de miles de tesis y tesinas de sociólogos, economistas, geógrafos, antropólogos, agrónomos, etc. Pueblos agroganaderos y/o forestales, con formas extensivas de producción, cuyos escasos habitantes sobreviven, en muchos casos con un elevado nivel de rentas, gracias a la conjunción de varias fuentes de ingresos: las rentas generadas por sus tierras y ganados; los aprovechamientos forestales, cinegéticos, etc., administrados por el ICONA —para los que en numerosas ocasiones se emplean incluso como operarios—; en muchas zonas el trabajo domiciliario; y, principalmente, las pensiones de los jubilados y pensionistas de la Seguridad Social Agraria.En estos territorios no existen graves problemas de ordenación territorial, salvo que dé la casualidad de que aparezca una autopista u otra infraestructurade transporte. Entonces los lugareños obtienen unos ingresos adicionales inesperados, tras vender unas pocas parcelas, sin que la cosa suela ir amayores. Caso distinto es cuando al MOPU o a las compañías eléctricas se les ocurre que aquél es un buen lugar para construir un embalse. Pero, básicamente, estos inmensos territorios, cuyas características podemos encontrar en muchas comarcas aragonesas, dejan transcurrir la historia en torno suyo, sin ser afectados por la misma.De vez en cuando, a un emigrante le entra nostalgia y se gasta sus ahorros en construirse un chalecito en las afueras del pueblo. Da igual que el paisaje a observar desde el chalet sea un riachuelo parnasiano o un páramo desolador. 
El segundo tipo de territorios serían los urbanos, también propiamente dichos. Sobre la definición y características socioeconómicas de las ciudades, áreas metropolitanas y conurbanizaciones, así como sobre la problemática territorial y urbanística que plantean, es sobre lo que evidentemente no estamosreflexionando en estas páginas, por ser asunto esencialmente distinto. (...)"


REF: Baigorri, A. (1983), "El campo cambia. Los problemas del suelo rural", Andalán, Num. 380, pp.19-33
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5.04.1983

La urbanización dei mundo campesino. Usos y abusos en la modernización del medio rural (1983)

 



"Va ya para dos siglos que la intelectualidad y los sucesivos apara­tos político-ideológicos de este país vienen persiguiendo una como sublime obsesión, que se manifiesta periódicamente de forma invariable: la modernización del campo, la introducción de la modernidad en esa especie de mundo lejano, mágico, oscuro, y en general hostil a las extranjerías. En el fondo de toda esa voluntad modernizadora no se hallaba, las más de las veces, sino el deseo de proceder a una colonización sistemática del mundo rural, que permanecía un tanto al margen del desarrollo capitalista.
Esta colonización sigue dos procesos diacrónicos. La primera fase se lleva a cabo mediante la mercantilización de la economía de los agricultores (es presentado como un avance por los economistas el que éstos entrasen en el mercado para su abastecimiento y para dar salida a sus sobreproducciones). En segundo lugar, como demostró en su día Mario Gaviria, se reduce el contenido de sus actividades (se vuelve el campesino cada vez más incapaz de resolver sus cul­tivos por medios propios, con independencia del mercado y de los intermediarios de inputs y outputs que van surgiendo). De forma que, en último término, los espacios rurales, colonizados por los espacios urbano-apitalistas, han terminado estructurados en función de las necesidades de los centros, de las metrópolis. El capitalismo se ha entrometido, así, en los espacios agrarios, explotando a los campesinos mediante el intercambio desigual."