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7.27.1982

Comunales (1982)

En 1982, haciendo amigos, escribí una serie de artículos críticos para con los planes que el IRYDA y otros organismos públicos tenían, en el marco de la transformación en regadío de Bardenas, para con los bienes comunales. El único apoyo que apareció hacia mis planteamientos fue el del entonces alcalde socialista de Zaragoza, Ramón Saínz de Varanda. Por eso incluyo al final del PDF que recoge los artículos, el suelto que él publicó, ignoro por qué razón en un periódico distinto (de más tirada, quizás por eso). También se incluyen en el fichero dos artículos posteriores, vinculados al tema.



"Ningún pueblo puede renunciar a sus comunales, que en otras  épocas han sido defendidos con sangre y han salvado a la pobla ción del hambre. Ningún Ayuntamiento puede tener fuerza moral  para desprenderse de unos bienes que son de todos, producto de  conquistas históricas, y que han sobrevivido al feudalismo, las  desamortizaciones y la rapiña de los caciques. Y ninguna genera ción puede disponer alegremente de esos recursos históricos que  pertenecen a las generaciones presentes, pasadas y futuras. 
     De modo que ni siquiera puede admitirse, desde esta perspec tiva comunalista, la idea que circula en ciertos ámbitos sobre la  posibilidad de hacer un referéndum para que decidan los vecinos;  porque en este tema los vecinos de 1982 no pueden decidir por los  de 1999.
     En estos tiempos de sociedad de consumo, competitiva y  alienante, la mayoría de los vecinos pueden llegar a pensar que  es mejor vender y sacar dinero a corto plazo. Pero ¿qué opinarán  sus nietos cuando los 1.500 millones que a lo máximo puede obte ner Tauste por la venta se hayan volatilizado -lo que ocurriría,  al ritmo presupuestario e inversionista de Tauste en el plazo de  diez años- y les digan que no hay tampoco tierra para hacer lotes  cultivables?. (...)"

Referencia:
Baigorri, A. (1982), "Los comunales y la independencia municipal", El Día de Aragón, 25/7/1982, pag. 3
Baigorri, A. (1982), "Defender los comunales a cualquier precio", El Día de Aragón, 27/7/1982, pag. 3
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8.10.1981

La Ribera yanqui del Ebro (1981)


"La lucha y la oposición a la presencia yanqui en la Ribera del Ebro no es nueva. Personalmente escribí mi primer alegato contra los aviones en mayo del 75. en un diario zaragozano, y no hacía sino reflejar el sentir generalizado de mi entorno geográfico. Pero obviamente antes del 20-N de ese mismo año la situación no ayudaba mucho a esta lucha, y todo se reducía a textos como los que se publicaban en e1 Andalán de aquellos tiempos, además de las charlas de café.
Tras el óbito o paso a mejor vida del general pardo, la presencia yanqui se hizo por un tiempo más disimulada (ver cuadro de accidentes: "Lo que cae del cielo ... "), porque se estaba en una situación muy extraña: ni los querían los ultras por demócratas, ni los quería la izquierda por imperialistas. Los herederos del general solucionaron el entuerto el 24 de enero de 1976, cuando Areilza y Kissinger firmaron el autodenominado Tratado de Amistad y Cooperación entre los Estados Unidos y España, que prorrogaba por cinco años la ocupación yanqui de la base naval de Rota, de las bases aéreas de Torrejón, Zaragoza y Morón. el campo de tiro de Bardenas, el oleoducto Zaragoza-Cádiz y otras instalaciones en todo el territorio español. 
Desde entonces, la lucha se ha generalizado, protagonizada por los grupos ecologistas y por los partidos de extrema izquierda (aunque también el PCE y el PSOE han participado en algunas campañas, y desde luego el alcalde de Zaragoza se ha destacado por encima de la política de su partido, convirtiéndose casi en padalín de la lucha contra la base). Una lucha que se ha materializado en numerosos intentos de llegar en marcha hasta las instalaciones del polígono (todos terriblemente fallidos con excepción de la marcha que la Convención Republicana protagonizó en mayo de 1978 mientras varios miles de ecologistas se divertían en el Soto de Arguedas, cerca del polígono, y que estuvo a punto de terminar trágicamente), casi una docena de manifestaciones en Tudela, numerosos detenidos (entre ellos varios alcaldes de la zona, diputados y parlamentarios forales navarros que a finales de1980 acudieron a Madrid a manifestarse frente a la Conferencia de Seguridad Europea), multas y muertos. Gladys del Estal, muerta en la última gran fiesta ecologista que se celebró en Navarra, en Tudela,murió simplemente porque las FOP creyeron que los miles de ecologistas que se estaban divirtiendo en Tudela tenían previsto marchar por la tarde hacia el polígono de tiro (lo que no era cierto), y se apresuraron a disolvemos y expulsamos de Tudela. La consecuencia más directa, además de la generalización del terror entre la población, fueron varios heridos. alguno de bala. Y la muerte de Gladys, a la que nunca se olvidará en la Ribera."

REFERENCIA:
Baigorri, A. (1981), "La ribera yanqui del Ebro", El Viejo Topo, Num. 63 (diciembre), pp. 8-14
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