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10.05.1995

Comarcalización en Extremadura. Materiales para el debate (1995)

En 1995 los de IU organizaron en Cáceres unas Jornadas de Ordenación del Territorio. Escuchaban entonces todo tipo de voces, y me invitaron a exponer mi posición sobre el tema.  

"En mi opinión el territorio, o por decirlo con más exactitud el ecosistema humano, en absoluto puede considerarse como un conjunto de unidades de información que podamos tomar analíticamente como si de elementos químicos se tratase, para formularlos y reformularlos a nuestro antojo. Ocurre exactamente igual que con el hombre: hoy estamos ya en disposición de tomar sus elementos físico-químicos constitutivos, su ADN, y reconstruirlo a nuestro antojo, produciendo una criatura teóricamente superior. El problema estriba en que el animal resultante ya no será un hombre, sino un monstruo; puede que adecuado para la vida en un mundo hecho a su medida, pero incapaz seguramente de insertarse en las sociedades realmente existentes.

En los países y regiones menos desarrollados hemos asistido en las últimas décadas a proyectos de ordenación territorial de este tipo, que indefectiblemente han conducido al fracaso y al conflicto social. Uno de los casos nacionales más conocidos es el de Mozambique, donde una planificación cuadriculada intentó imponerse a la fuerza a la sociedad tribal existente, mediante una política de creación de ciudades nuevas en las que se concentraba a las diversas tribus. La consecuencia ha sido una revolución social que ha causado miles de muertos. (...)

Ese análisis de la realidad debe llevarnos también, forzosamente, a hacernos algunas reflexiones políticas, por cuanto al fin y al cabo estamos tratando de conceptos que conllevan una organización política. Sin definirme a priori ni como comarcalista ni como anticomarcalista, sí que considero importante sin embargo el contraponer el concepto de mancomunidad funcional, que teniendo un origen predemocrático supone sin embargo una estructuración de abajo arriba, desde la base que en este caso son los municipios, a la comarca administrativo-política como estructura impuesta de arriba a abajo, desde el poder regional al municipal. Del mismo modo que, en términos sociológicos, cabría considerar la cuestión, todavía no superada plenamente en España, del caciquismo, y del impacto que esta estructura de poder podría tener superpuesta a una estructura políticoadministrativa comarcal. (...)

En cualquier caso, puestos a definirse en un sentido u otro, personalmente me inclinaría, eso sí sin demasiada convicción antes de realizar un estudio monográfico, por la división de la región en cuatro provincias: las capitales de las dos nuevas provincias serían Plasencia y Villa-Benito (...)"

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Ref:  Baigorri, A. (1995), "Comarcalización en Extremadura. Materiales para el Debate", I Jornadas de Ordenación del Territorio, Izquierda Unida, Cáceres.

2.20.1990

Propuesta para unas Directrices de Gestión urbanística de los pueblos del Moncayo (1990)

Este documento forma parte del extenso Currículum de Fracasos que salpica este repositorio (y no están, ni mucho menos, todas las propuestas infaustas).



A finales de la década de 1980, la recuperación económica volvió a hacer apetecibles determinados proyectos de turistización de espacios naturales que, iniciados a finales de la de 1960, la larga crisis económica derivada de la del petróleo (1973) paralizaría. Uno de los espacios objeto de intervención fue la Sierra del Moncayo. Situado a apenas 80 kms de Zaragoza, y 30 de Tudela, era una alternativa de más rápido acceso que el Pirineo, y más asequible a las clases medias bajas, por lo que se pusieron en marcha varios proyectos de urbanización. De forma aislada se venían produciendo conflictos, como el que desencadenó que la Diputación de Zaragoza nos rescindiese, a finales de la década de 1970, el contrato al equipo que realizábamos unas Normas Subsidiarias Comarcales, por nuestra oposición a que un alto mando del ejército se construyese un chalet en la misma puerta del convento de Veruela, junto a la Cruz de Becquer. Curiosamente el abogado que defendía el atentado urbanístico y ambiental, Emilio Gastón, que arrastraba un gran prestigio entre la progresía local, sería luego Defensor del Pueblo regional. Así que el coronel hizo su chalet, y encima bendecido jurídicamente por uno de los popes de la progresía zaragozana. Así que ahí sigue el chalet, y a nosotros simplemente nos echaron.





Pero, decía, a finales de los 80 nuevos proyectos de turistización generan conflictos en la comarca. Si una década atrás pudierámos decir que las fuerzas vivas de la zona se levantaron contra el planeamiento (hay que decir que el militar del chalet había "ayudado" en la mili a numerosos reclutas de Vera del Moncayo, lo que provocó un movimiento de apoyo al chalet), esta vez surgieron plataformas y organizaciones de oposición a la urbanización que se proyectó, en 1987, primero en Añón y luego en Alcalá de Moncayo.


La aparición, entre los actores, de un nuevo grupo ecologista  de Zaragoza (formado por antiguos militantes del PTE reconvertidos al ecologismo) que intenta adoptar a nivel local los métodos del entonces emergente a nivel global Greenpeace (los llamados Ecofontaneros), realizando diversas acciones en las obras, va a suponer un altavoz importante. Entre 1988 (he recogido algunos elementos claves de este conflicto en mi trabajo Notas y Materiales sobre el Conflicto Social en el Marco de la Urbe Global de 1995) y 1991 se extenderá este conflicto socioambiental. Todavía vinculado a la zona porque aún pasaba buena parte del verano entre Gallur y Mallén, participé entonces activamente, aunque a distancia, entre 1989 y 1990; publicando varios artículos (alguno en verso, uno de los pocos artículos de opinión en verso que se habrán publicado) sobre el tema en el periódico El Día de Aragón, e impartiendo una conferencia en la Universidad de Zaragoza.
Para enfrentar, o difuminar el conflicto, el gobierno de Aragón convocó un concurso para la elaboración de unas Directrices de Gestión Urbanística para la zona. Osea, las NNSS Comarcales que nos habían rescindido una década antes (aunque las competencias entonces las tenía la Diputación Provincial, eran los mismos). Lógicamente, y aunque me enteré de chiripa, presentamos una propuesta... que lógicamente no ganó el concurso. Porque el concurso lo ganó la propuesta de un arquitecto sobrino del Presidente de Aragón. Ese presidente era el asturiano Hipólito Gómez de las Roces, que ya había sido presidente de la Diputación de Zaragoza por la gracia de Franco. Como anécdota, llevábamos en el equipo a Ramón Fernández Durán. Algunos elementos de la propuesta los discutiría con él, pues en esa época me quedaba a menudo en su casa, los fines de semana en que iba a Madrid a la UPSAM, donde cursaba CCPP y Sociología a distancia.

Me admiro ahora de lo que lograba hacer con aquel rudimentario First Publisher (que no sé cómo conseguiría, en algún disquette de los que venían en las revistas de Informática) con el que enredaba haciendo autoedición ¡en MSDOS!. La leche (la memoria en sí va seguramente en WP 5.0)


"HIPÓTESIS A: La gestión debe ser mancomunada 
Hace unos diez años tuvirros ocasión de equivacarnos al plantear la conveniencia de crear una Mancomunidad de Municipios del Moncayo -el redactor de esta propuesta tuvo bastante protagonisrro en ello. No varros a extendernos aquí en repetir los planteamientos desarrollados en aquel momento, pero no dedemos ocultar que fue justamente esa cuestión, junto al intento de protección de ciertos espacios de interés, lo que determinaría el fracaso de un intento de planeamiento comarcal que en la distancia
debemos juzgar como precipitado y falto de base socio-política -sin perjuicio de que consideremos que las soluciones que lo reemplazaron fueron aún más erróneas.
En cualquier caso, a lo largo de la pasada década se han desarrollado profundos cambios tanto a nivel estatal, corro regional e incluso corrarcal, en lo que a esta cuestión se refiere. Herros visto surgir Mancorrunidades tanto en Aragón como en otras regiones españolas, tanto de índole específica (el mantenimiento de un servicio) como de propósito general. El desarrollo del autogobierno regional ha influído sin duda en la aparición de actitudes favorables, y capacidades políticas y adrninistrativas para la
extensión de ciertos niveles de autogobierno a un nivel comarcal, incluyéndose en este punto las nuevas perspectivas abiertas con la Ley de Bases de Régimen Local. En el propio Sorrontano del Moncayo han cambiado también las cosas al respecto, al menos en buen número de mmicipios: la prolongación de la sangría derrográfica a que vienen siendo sometidos desde los años '60 ha llevado a pensar, a amplios sectores de la población. en la conveniencia de aunar esfuerzos.
La Mancommidad es de hecho la mejor forna institucional que la Ley prevé para atender a problerras corro el que nos ocupa; más aún si tenerros en cuenta que ello permite la participación colegiada de órganos superiores de la Adrninistración local/regional, con el soporte técnico y (...)"



Ref:
Baigorri, A. (1990), Propuesta para unas Directrices de Gestión Urbanística del Moncayo, TESYT

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