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9.07.2000

Mercado de trabajo en España y Portugal (2000)



El texto base corresponde a una conferencia presentada en un Seminario de investigación sobre economía ibérica, en la Universidad de Extremadura (1998), que luego apareció publicado como libro en 2000.


"   Este trabajo analiza la evolución y tendencias del mercado de trabajo en los dos países que conforman la Península Ibérica. Atendiendo tanto a las variables esenciales que componen el mercado de trabajo, como a las políticas aplicadas por ambos Estados para luchar contra el desempleo, que hoy por hoy es valorado por la sociedad como el principal desequilibrio económico y social.En la primera parte se sitúa a estos países en el marco general de los países desarrollados del planeta (grupo de la OCDE), y muy particularmente en el marco de la Unión Europea, de cuya zona euro, o núcleo duro comunitario, forman además parte.En la segunda parte nos adentramos en el análisis pormenorizado de la situación de la ocupación y el desempleo en ambos países, atendiendo en primer lugar al marco institucional, luego a la evolución y tendencias de las macromagnitudes relacionadas con el empleo, y finalmente a las políticas de empleo.
(...)
Puestos se señalar asimetrías esenciales, hemos de referirnos al caso de España, en lo que se refiere a las macromagnitudes del mercado de trabajo, como la imagen invertida de Portugal. Con un nivel de riqueza y bienestar medio relativamente elevado, plasmado en los elevados índices de consumo,
el observador circunstancial sólo puede concluir que es un milagro que, en medio de tanta riqueza, la existencia de 800.000 desempleados registrados que no cobran ningún subsidio, 250.000 de los cuales son parados de larga duración con cargas familiares, no provoque un estallido social. De hecho, el número de beneficiarios de prestaciones sociales por desempleo, que llegó a ser en 1993 de casi dos millones de personas, se ha reducido aceleradamente desde 1996, siendo la cifra de julio de 1998 de 1.094.000 personas, esto es un 35% de la población que en la EPA se declara parada. No deja de ser paradójico que el principal argumento para utilizado por los sindicatos para convocar la huelga general del 14 Diciembre de 1988 fuese la escasa protección por desempleo, en un año que alcanzó a 1.116.400 personas, esto es un 37% de la población que en la EPA se declaraba en paro.
Sin embargo, además de las ya señaladas en torno a la disparidad de cifras oficiales, o al peso del trabajo negro, hay otra coincidencia entre la situación española y la portuguesa: la mejora sustancial de las macromagnitudes en los últimos tres (no dos) años, aunque todavía la tasa de desempleo, del 18,7% en agos to de 1998, no ha recuperado los niveles de 1992, cuando se situó en el 18,5% (por otro lado, en los dos últimos meses hemos asistido a un....  "



REFERENCIA:
Baigorri, A. (2000), "Mercado de trabajo en España y portugal", en Caetano, J., Masa, L. y Macorra, L., eds, Estados y regiones ibéricos en la Unión Europea, Editora Regional de Extremadura, Mérida, pp. 153-184

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Enlace al documento original de la conferencia, recuperado de Word Perfect

12.10.1999

Actividad agraria y regadío en Extremadura (1999)


Informe realizado mediante un convenio con la agrupación de cooperativas del campo ACOREX. Está recuperado a partir de un fichero de WordPerfect, que ya no es operativo, importado a través de Libreoffice, por lo que los gráficos se han perdido. Si alguien los necesita con el tiempo se pueden escanear de la copia impresa.


"   Atendiendo al paradójico repunte en la ocupación agraria en los últimos dos años, debemos hacer referencia a las previsiones que, en los últimos años, se han hecho respecto a las necesidades objetivas de fuerza de trabajo en la agricultura. 
A pesar del descenso evidente de la población activa agraria, sin embargo los restos del baby-boom de los años '50 extienden todavía sus efectos en las zonas rurales, donde en ciertas áreas la llegada de nuevas generaciones amplias todavía es un factor de presión (por el lado de la oferta) en el mercado de trabajo, al contrario de lo que ocurre en otros países de Europa.Sin embargo, todos los análisis realizados sobre esta cuestión han coinci­dido en todo momento en señalar que, en términos globales, el sector agrario no podía ofrecer más puestos de trabajo. "Las mayores posibili­dades de fijación de empleo están relacionadas en muchas regiones con la creación de cooperativas y empresas dedicadas a la comercia­lización y primera transformación de los alimentos"1; es decir, se ha seguido esperando el trasvase intersec­torial, aunque ya no tanto el territorial. Comienza a ser ya tradicional hablar de la conservación de la naturaleza, protección del medio ambiente y agroturismo, como fuentes alternativas de empleo para los excedentes laborales del campo. 
Lo cierto es que en los últimos veinte años hemos asistido a la mecanización de buena parte de los cultivos intensivos de la agricultura española, al menos en sus fases de recolección. Productos míticos calificados de cultivos sociales, como era el caso de la remola­cha, se han transformado en intensamente mecanizados y es escasa la mano de obra que precisan en la actualidad. La mecaniza­ción ha sido también completa en la recolección de la patata, el algodón, e incluso algunas hortalizas2. Parcialmente también se ha mecanizado la recogida de la aceituna. Las nuevas técnicas de cultivo de los frutales han reducido asimismo de forma notable las necesidades de mano de obra, y además los sistemas de riego se han automati­zado en algunas zonas3. 
En conjunto, los analistas vienen haciendo previsiones desde mediados de los años '80 en el sentido de estructurarse unos espacios (normalmente se proponía La Rioja, Navarra y Cataluña) en los que se profundizaría el déficit de mano de obra agraria, complementados por otros espacios que les suministrarían, mediante migraciones tempora­les de sus exceden­tes, la fuerza de trabajo necesaria 4. La realidad ha mostrado un poco esquemáticas tales previsiones, pues han surgido espacios (no previstos por los análisis macro) con déficits no previstos inicial­mente (como es el caso de Aragón, especial­mente en la Ribera del Ebro, e incluso de algunas zonas agronómicamente importan­tes de Extre­madura). 
Lamentablemente, hasta dentro de varios años no dispondremos de datos del Censo Agrario que se está realizando en 1999, y las Encuestas de Estructuras no permiten un cálculo definitivo de estas variables. Sin embargo, los análisis que han contrastado los datos del último Censo de 1989, respecto de los anteriores, muestran que algunas de las tendencias decrecientes se han ralentizado, e incluso se han contradi­cho muchas de las opiniones más estereoti­pa­das5, aunque sigue siendo evidente que el conjunto de la agricultura española ofrecía menos trabajo en 1989 que en 1982, año del Censo anterior6. 
En menos de una década (en siete años de periodo intercensal), y atendiendo en este punto a los datos del Censo Agrario, se asistió a la destrucción del equivalente a 250.000 empleos7 en la agricul­tura española. En términos absolutos el descenso más impor­tante se habría dado entre los titulares (más de 110.000 UTAs) y la ayuda familiar (90.000 UTAs), pero el descenso porcentual es mucho más importante en el empleo asalariado fijo (más de 30.000 UTAs, lo que significa un 25,6 % de descen­so). Aunque el número real de trabaja­do­res agrarios por cuenta ajena (afiliados al REASS) ha aumentado de hecho en los años ‘80 (por el influjo del PER), podemos afirmar que estamos asistiendo a un proceso palpable de mayor precariza­ción del empleo agrario, pues ese aumento en el número de trabajadores por cuenta ajena se refiere a trabaja­do­res eventua­les8. 
Diversos autores, por otro lado, han coincidido en los últimos años en las perspec­tivas generales señaladas, de la tendencia a una mayor pérdida de empleos agrarios en los próximos años. Así, Velarde Fuertes afirmaba que "incluso ahora es posible esperar, a pesar de la rapidísima caída de nuestra población agraria -la mayor, histórica­mente, de Europa-, que ésta se profundice más aún, con lo que las alteraciones en la función de producción en el campo español, que ya se han producido con mucha hondura, se incrementarán más todavía"9. En general, se insiste en la solicitud secular de disminuir la población activa agraria. Lamo,­ Sumpsi y Tío repiten la ya secular advertencia: "apunta un gran problema del futuro en la economía española: la necesidad de disminuir la pobla­ción activa agraria"10.Sin embargo, los datos que hemos apuntado, de incremento reciente en la ocupación, muestra que han sido más acertados los análisis que dudaban de la verosimilitud de ese vaciado absoluto, atendiendo sobre todo al marco comunitario en el que desde hace una década nos venimos moviendo. No hay seguridad en torno a los excedentes de mano de obra, por cuanto a medio plazo la reducción en la natalidad, ya operada años atrás, va a ser un elemento coadyu­vante a tener en cuenta; y además existe una cierta convicción en la existencia de oportuni­dades de empleo fuera de la agricultura, por cuanto la activi­dad estrictamente agrícola precisará menos fuerza de trabajo, especial­mente en las áreas con tasas elevadas de población activa agraria, como es la extremeña.  
En suma, parece que el descenso en la ocupación agraria ha tocado fondo en España. Incluso aún cuando pueda considerarse una cierta reducción, en algunas zonas, del empleo agrario, no es previsible que se reduzca el conjunto del empleo rural."



REFERENCIA:
Baigorri, A., dir. (1999), Actividad agraria y regadío en Extremadura, Informe de investigación, Universidad de Extremadura/ACOREX, Badajoz
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11.17.1997

Juventud y mercado de trabajo (1997)

Conferencia impartida en unas jornadas transfronterizaqs sobre juventud empleo organizadas en el marco del I Plan de Empleo de la Junta de Extremadura, con el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas.

"Vamos a hablar de la Situación actual y perspectivas del empleo juvenil en Extremadura. Aunque, naturalmente, para hablar del empleo juvenil hay que hacerlo fundamentalmente del paro juvenil, teniendo en cuenta que estamos con tasas de paro en torno al 50% para los menores de 25 años, y dado que no estamos en un foro académico dedicado al mercado de trabajo, sino en un encuentro que surge justamente como respuesta al problema del paro juvenil en las regiones de Extremadura y Alentejo.

Y debemos hacerlo con una perspectiva de largo alcance. No limitándonos a los datos más recientes -que desde luego comentaré-, sino a las grandes tendencias que se pueden observar a lo largo de las últimas dos décadas, desde que se inició la transición política en España -que, como saben, coincidió también con el inicio de una de las peores crisis económicas de este siglo, no sólo España sino a nivel mundial-. 

Situaremos el fenómeno del paro juvenil en sus dimensiones reales, deteniéndonos en el análisis de los fenómenos sociales que en buena parte han determinado que se haya convertido en lo que se llama un problema social Como saben, un problema social es definido como tal no tanto por su importan cia objetiva, como por la importancia subjetiva que el conjunto de los agentes sociales le atribuyen, y al fenómeno del paro juvenil se le ha atribuído en los últimos años una gran importancia. Y atenderemos a las perspectivas que se atisban hacia el futuro, tanto en lo que al paro como al empleo juvenil se refiere.

Debo advertir, previamente, que los datos de que disponemos sobre esta cuestión son, más que escasos, raquíticos. El principal instrumento de análisis del mercado de trabajo en España, la Encuesta de Población Activa (EPA), nos suministra trimestralmente una serie de datos bastante fidedignos. Asimismo, el INEM ofrece algunos datos de interés sobre demandantes de empleo, así como a través de sus Observatorios Ocupacionales. Sin embargo, el nivel de desagregación de los datos del INE, o las dificultades para acceder a los datos pormenorizados del INEM -al tratarse de un registro de personas- no nos permite hacer análisis afinados a nivel regional. Y, al contrario de lo que ocurre en otras regiones españolas, no disponemos de un sistema de observación complementario que nos permita conocer al detalle lo que realmente sucede en nuestro mercado de trabajo, o con nuestros parados. Desde que en 1991 realizamos un profundo estudio sobre mercado de trabajo, que constituyó una base de conocimientos imprescindible para el diseño del II Plan de Empleo, casi no se ha avanzado en el conocimiento de esta parcela de la realidad social. En aquel informe señalábamos la necesidad de realizar al menos los siguientes análisis, al mayor parte de los cuales o no se han hecho o sólo se empìezan a hacer ahora:

- Análisis monográfico del sector agrario (lo hicimos en 1992)

- Encuesta sociodemográfica de carácter anual sobre recursos humanos, como la hacen otras regiones, de forma regular, como complemento de la EPA No se ha hecho, a pesar de su necesidad manifiesta.

- Estudio sobre el trabajo irregular y la economía sumergida. No se ha hecho, a pesar de que tenemos la convicción, a partir de los análisis sobre mercado de trabajo que hemos realizado, de que un porcentaje indeterminado pero importante de los parados y paradas, que puede oscilar entre un 15 y un 25%, realiza de hecho actividades en el mundo de la economía sumergida: haciendo chapuzas o trabajando sin contrato -por ejemplo, en el caso de la práctica totalidad de las empleadas domésticas, o en muchos trabajos de alta estacionalidad en la hostelería-.

- Estudio sobre el servicio doméstico. No se ha hecho

- Estudio sobre la inmigración. Se han hecho sólo algunos intentos, que han aportado muy poco debido a su metodología.

- Informes locales sobre vacíos productivos en las principales ciudades de la región. Sólo ahora van a empezar a hacerse algunos estudios a nivel comarcal, lo cual no es una metodología muy apropiada porque ni siquiera existen comarcas oficiales, pero algo es algo.

El propio estudio que realizamos en 1991 debiera haberse repetido cada dos o tres años, porque la Administración regional, que no dispone de un organismo propio dedicado al empleo ni de un Instituto de Estadística propiamente dicho, está de otro modo limitada a trabajar con los datos secundarios procedentes de organismos estatales.Y sin embargo se ha puesto en marcha nada menos que un III Plan de Empleo e Industria, sin contar previamente con ese análisis en profundidad de la situación actual y real.Yo espero sinceramente que el III Plan sea un éxito, y no dudo de que alcanzará grandes logros. Pero desde luego su ejecución sería mucho más exitosa si sólo una pequeña parte de lo que se ha gastado y se está gastando en el marketing del Plan se hubiese invertido previamente en conocer la realidad sobre la que se desea intervenir.

Y en lo que se refiere más en concreto a los jóvenes, aún sabemos menos. En 1988 el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente de Presidencia del Gobierno, realizó una encuesta sobre la juventud extremeña por encargo de la Junta de Extremadura. Desde entonces sólo se han realizado algunos estudios parciales, que por lo demás en la mayoría de los casos ni siquiera se han difundido entre los investigadores. Por lo que les animo a que entre las conclusiones de estas Jornadas incluyan la recomendación de realizar estudios serios, globales y en profundidad, sobre la juventud extremeña, y particularmente sobre su comportamiento en el mercado de trabajo.

Y dicho esto, entremos en materia...(sigue)"



Referencia:

Baigorri, A. (1997), "Jóvenes y mercado de trabajo en Extremadura",  I Jornadas Transfronterizas sobre Paro Juvenil, I Plan de Empleo Juvenil de Extremadura, Mérida

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12.27.1996

Situación del paro, mercado de trabajo y Relaciones Laborales en Extremadura (1996)


Es simplemente lo que anuncia el título. Un análisis de la situación en 1996.


Referencia:
Baigorri, A., Fernández, R., Cortés, G. (1996), "Situación del paro, mercado de trabajo y Relaciones Laborales en Extremadura", Informe del Consejo Económico y Social de Extremadura, Mérida
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8.09.1995

El paro agrario (1995)



Libro que recoge la investigación realizada en Extremadura en 1992, difundida en ese mismo año en edición fotocopiada, y en 1995 publicado como libro, sobre trabajo y desempleo en la Agricultura. La paginación no se corresponde exactamente, pues no está escaneado, sino recuperado de un viejo archivo de Word Perfect; por lo mismo muchos gráficos han perdido su legibilidad.

Para hacerse una idea del contenido, éstos son los epígrafes de eso que todavía no se llamaba entonces "resumen ejecutivo":


INTRODUCCIÓN, NOTAS SOBRE METODOLOGÍA, RESUMEN Y CONCLUSIONES 21
CAPITULO 1: INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA 23
Agricultores y jornaleros 23  Modelos interpretativos 25   Sobre las técnicas y fuentes utilizadas 28
CAPÍTULO 2: RESUMEN, CONCLUSIONES, INSINUACIONES
31
(La despoblación de la agricultura española, 31. La agricultura
extremeña, en la incertidumbre, 33. La actividad y el empleo en el sector agrario extremeño, 35. El trabajo agrícola en el espacio y el tiempo, 39. Introducción al mercado de trabajo, 40. El paro agrícola en Extremadura, 43. Los antecedentes del subsidio y el PER, 48. El subsidio de desempleo agrario y el PER, 52. Una sociopatología del jornalero extremeño, 54. La formación ocupacional de los trabajadores agrícolas, 59. Los que salvan la cosecha: inmigrantes y temporeros en el mercado de trabajo agrario, 63. Los agentes sociales en el mercado de trabajo: contradicciones y desequilibrios, 67.)
REFERENCIA:

Baigorri, A. (dir) (1995), El paro agrario, Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, Badajoz
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12.27.1994

Análisis ex-post de la formación ocupacional (1994)



"(...) 
1955-1973
(La gran hecatombe en medio del desarrollismo)
Puede decirse que el "Nuevo Estado", como gustaba autodenominarse el ­­Régimen anterior, arranca en términos económicos en los años '50. ­La Guerra Civil ha bloqueado las grandes posibilidades de desarrollo que con la actuación de órganos específicos de la República se habían abierto para Extrema­dura: regulación hidraúlica, regadíos, reforma agraria, industrialización... Los grupos dominantes han reaccio­nando volviendo a una agricultura y ganadería precapitalistas, sobre mínimos, eludiendo toda inversión y toda mejora de las estructuras (salvo en áreas muy concretas de las vegas más ricas). El fantasma del hambre se cierne sobre la región y sobre el conjunto del Estado, y justo en ese punto se ponen en marcha (en un intento de asegurar el abastecimiento nacional, tanto de alimentos como de otros productos industriales) los dos mecanismos que en mayor medida han condicionado la actual situación de la región: simultáneamente se desarrollan los grandes planes de transformación en regadío, en la región, y los grandes planes de industrialización en ­las grandes ciudades del Norte de España. Los programas de desarrollo agrario de Extremadura son sin embargo insuficientes, porque no persiguen mantener la población, sino únicamente la estrictamente necesaria para colaborar en el abastecimiento nacional, forzando la emigración del resto, especialmente de los más jóvenes, fuertes y dinámicos, a las grandes ciudades del Norte en las que se concentran las inversiones del Estado. En veinte años casi medio millón de habitantes emigran de Extremadura. Así y todo, en el periodo 1955-1973 la población que queda en la región hace un profundo esfuerzo de adaptación a los estándares de la economía nacional. Si en 1955 la tasa de actividad es de un 23,64 % en Badajoz y un 25,91 en Cáceres, frente a un 30,84% para el conjunto nacional, casi al final del periodo considerado, en 1971, las distancias se habían acortado sensiblemente, pues frente a una tasa del 39,58 % a nivel nacional, Badajoz ofrece un 36,22, y Cáceres incluso la supera con un 40,07 %. El esfuerzo es considerable si tenemos en cuenta la sangría migratoria, que ha dejado una población envejecida. En lo que hace a la distribución de la población activa por sectores, se da también una fuerte reducción de las distancias respecto del conjunto del Estado. La Administración consolida una infraestructura burocrática que supone un salto cualitativo y cuantitati­vo importante. La instalación del Institu­to Nacional de Colo­nización y el resto de organis­mos vincula­dos a a la gestión de los planes de trans­forma­ción en rega­dío, la ex­tensión de la Seguri­dad So­cial..., todo ello hará elevar­se notablemen­te el número de acti­vos en el Tercia­rio. En cifras abso­lutas el crecimiento de los Servicios (en los que la Administración siem­pre tiene una participa­ción impor­tante en la región) supone un aumento de más de 38.000 activos en Badajoz y 18.000 en Cáceres. Por su parte las transfor­ma­ciones deri­vadas de la ejecución de las in­fraestruc­turas vin­culadas a los planes de regadío supone un au­mento neto de la población activa industrial (más de 20.000 nuevos activos en la región), influyendo a su vez en el sector Servicios. Naturalmente, la incapacidad de aquellos grandes planes para activar todos los recursos de la región, y la incapacidad de la incipiente burguesía local, impiden absorber todo el crecimiento demográfico. No existe paro oficialmente reconocido en la región, porque el medio millón de extreme­ños que engrosarían esa estadística han marchado en busca de trabajo a otras regio­nes y países. En suma, poco antes de iniciarse la crisis económica de los '70, Extremadura sigue siendo todavía una región claramente subdesarrollada en relación con el resto del Estado, con una tasa de población activa agraria de casi un 53 % frente a un 28 % en el conjunto del Estado, una industria débil, y unos servicios todavía tercermundistas, con mucho subempleo y un fuerte peso de la Administra­ción. Esta situación, y sobre todo los orígenes de la misma, generarían la aparición del concepto de Extremadura saqueada.
1973-1983(De la crisis al autogobierno)
La ­larga crisis urbano-industrial ­supuso la apari­ción formal en Extremadu­ra del fenómeno del paro. Con mayor fuerza justa­mente que en otros territo­rios, al cerrarse la puer­ta de la emigra­ción y porque enseguida hará su aparición un efecto inducido: ­­el retorno de parados desde las ciudades industriales en crisis, que vienen a engro­sar la nómina del paro regional. Sin embargo, una consecuencia positiva e imprevista de este proceso va a ser la acumulación de un poten­cial de po­bla­ción activa creciente, que forzo­sa­mente acaba traduciéndose en un creci­mien­to de la activi­dad interior, al no existir la válvula de escape de la emigra­ción. Los retornados llegan con ahorros, pensiones, indemnizaciones, subsidios de desempleo, una cierta cultura capitalista y buenas relaciones con el exterior.
(...) "

 Referencia:
Baigorri, A., Fernández, R. (1994), "Análisis ex-post de la formación ocupacional en Extremadura", dentro del proyecto Análisis ex-post de la formación ocupacional en España, del  Fondo Social Europeo y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid, TESYT, Badajoz

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