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6.15.2004

La sociedad de 24 horas. Un proyecto de investigación - infausto (2004)


No sólo producimos publicaciones, informes, ahora post o tuits... También he escrito a lo largo de mi vida docenas, seguramente más de un centenar (en cualquier caso miles de páginas) de propuestas y proyectos.  

Muchas dieron lugar a trabajos (es decir, fueron aceptadas), por lo que no vale la pena reproducirlas, pues se han difundido los resultados. 

Pero otras no. Qué le vamos a hacer... Algunas de éstas incluso han perdido, lógicamente, vigencia. Otras no. Como esta. Me entretuve en buscar temáticas que habían sido financiadas aquel año en los programas nacionales de I+D+i, en CCSS, y algunas eran (sin entrar en las mil veces repetidas, porque es alucinante cuánto se ha gastado el Estado en repartir entre amiguetes proyectos innecesarios sobre temas de los que ya está todo dicho y redicho) auténticas pavadas de las que seguramente no se ha visto resultado útil alguno. Pero las cosas son como son en la Academia: o tienes redes de apoyo mutuo, o quédate en tu rincón. Aquí lo llevamos con resiliencia.

Así que, ¿por qué no dejarlas también ahí, por si inspiran a alguien?. En particular esta fue especialmente grave que no nos lo concediesen, porque tres lustros más tarde siguen sin abordarse la mayor parte de los problemas que la Sociedad de 24 horas genera en el ámbito del trabajo, la familia y otras instituciones. Puede que alguien la adapte y tenga más suerte (o mejores relaciones en donde hay que tenerlas), así que ahí queda.

"La investigación sobre ocio nocturno juvenil realizada entre 2001-2003 nos ha mostrado que la frontera horaria entre el día y la noche presenta una fuerte tendencia a difuminarse; siendo el ocio solamente el aspecto más visible de la misma, aunque la noche ha sido también, de siempre, espacio de producción.
Sin embargo, las Ciencias Sociales sólo han prestado atención a los aspectos anómicos de la llamada ‘vida nocturna'; de ahí que no exista un corpus teórico sólido para abordar el impacto que las nuevas tendencias sociales sobre horarios pueden tener en ámbitos como la familia, el trabajo, el comercio, la educación, etc.
Nuestra investigación pretende iniciar la construcción de ese corpus teórico desde una -imprescindible en esta temática- perspectiva multidisciplinaria, integrando para ello las miradas complementarias de la Sociología, el Derecho, la Economía y la Ciencia Política. 
Se persiguen tres objetivos claramente definidos:
a) Reunir, analizar y sistematizar toda la bibliografía y los trabajos empíricos existentes sobre la materia (nacional e internacional).
b) Realizar una clasificación sistemática de actividades y procesos sociales y económicos que están extendiendo -o previsiblemente van a hacerlo en un futuro inmediato- sus horarios hacia las 24 horas
c) Definir los impactos que los cambios horarios pueden originar en las instituciones sociales fundamentales abriendo, mediante varios estudios piloto (sobre impactos en la familia; sociedad riesgo en la noche; ocupaciones 24 horas; y localización espacial de actividades), líneas de trabajo a la investigación aplicada.
Naturalmente, este trabajo de investigación básica sistemática, aún no existente sobre esta cuestión ni en España ni en el resto del mundo, debe dar lugar en el futuro a investigaciones aplicadas. De hecho, este grupo de investigación pretende acometer, tras la realización de este proyecto, una investigación aplicada de carácter internacional.
(...)
Los ciclos horarios, que se articularon a partir de la invención del reloj con minutero -haciendo posible la Sociedad Industrial- estallan en la naciente e inmediatista Sociedad Telemática, en la que el flujo planetario de capitales exige que los operadores no duerman nunca, porque cuando una bolsa se cierra en uno de los epicentros reticulares de la urbe global, otra se abre en otro. En la urbe global la producción no puede detenerse durante la noche.
 Tras la ruptura de los ciclos temporales estandarizados comemos el mismo tipo de frutas y hortalizas en toda época, y practicamos las mismas actividades en invierno que en verano. Asistimos a una dilución de la temporalidad de los individuos, en la que el calendario pierde significado; el reloj queda reducido a la función de cronómetro; la distinción entre días laborables y festivos se desdibuja; las estaciones meteorológicas son, como las del tren que no se detiene, simple paisaje; la frontera entre día y noche se difumina. Nuestras máquinas están listas para producir en todo momento, nuestros cerebros preparados para conectarse entre sí a todas horas, nuestros cuerpos siempre dispuestos a consumir. El tiempo biológico existe, pero ya no determina el tiempo social. 
CONCEPTUALIZANDO LA SOCIEDAD DE 24 HORAS 
La investigación que entre los años 2001 y 2003 realizamos en torno al fenómeno del ‘botellón‘ (Baigorri, Fernandez, Giesyt, 2003) está en la base de nuestro interés por el tema, y de la fundamentación de la hipótesis de trabajo. En dicha investigación se pudieron confirmar las relaciones entre las NTIC's y la gestión del tiempo nocturno; por ejemplo, en la medida en que los teléfonos móviles 'tranquilizan' a los padres al posibilitar una conexión inmediata virtual con sus hijos. También se ha comprobado que la ruptura de las franjas horarias genera en determinados ámbitos conflictos por la ocupación espacio-temporal de la ciudad entre quienes practican el ocio y quienes descansan, así como multiplica las necesidades de empleados públicos en turnos de noche (sanitarios, policía, limpieza, etc).
Precisamente la investigación sobre el botellón y el ocio nocturno ha llevado a este equipo a descubrir otros antecedentes que coinciden con nuestros planteamientos y que -aún siendo parciales y/o geográficamente limitados, y no estableciendo casi nunca un modelo general explicativo- constituyen un punto de partida importante para nuestra investigación. Esperamos que en el futuro nos sirva también para plantear una gran investigación internacional sobre el tema.
En los últimos años viene consolidándose entre algunos investigadores y managers un concepto operativo, entendido en unos casos como 'ciudad-24 horas' y en otros como‘sociedad-24 horas’, en suma una ciudad/sociedad sin momentos de pausa, ni para la producción ni para el consumo. La reciente Encuesta sobre Uso del Tiempo realizada en España por el INE, de la que empiezan a estar disponibles los primeros datos, pone de manifiesto que nuestro país ha dejado también de dedicarse exclusivamente a dormir por la noche: entre la media noche y las siete de la mañana el volumen de población despierta por razones de trabajo o de ocio oscila entre los 8,3 millones a las 12:00, y los 0,8 millones a las 5:00. Lo más importante es que se trata de una tendencia creciente.
(...)
No se puede explicar el surgimiento de la ciudad de 24 horas sin atender a un aspecto que algunos trabajos pioneros descuidan: la evolución del ocio, y especialmente del ocio nocturno, justamente, el tema que nos ha conducido a esta nueva línea de trabajo.
Aunque siempre se ha utilizado parte del ocio humano en actividades que producían beneficios económicos a terceros (cantineros, cómicos, brujos, etc.) a lo largo del siglo XX el ocio se ha convertido en un sector esencial para la economía, a medida que ha venido ocupando un tramo mayor del tiempo vital, rompiéndose la concentración en el fin de semana, propia de la Sociedad Industrial. Hay un tiempo diario de ocio, que ocupan actividades distintas de las del fin de semana (generalmente, aunque no únicamente, no relacionales; y generalmente no alcoholizadas), cuyos usos se vienen complejizando a medida que se extiende la jornada continuada en más sectores. Pero además el fin de semana se adentra en la semana, hacia el jueves, y se multiplican los denominados ‘puentes’. La máquina del ocio no puede detenerse; de ahí que en Gran Bretaña se esté debatiendo seriamente la posibilidad de liberar absolutamente todos los horarios de todas las actividades, para que la ciudad de 24 horas pueda madurar.
Hay que hacer referencia, por otro lado, al papel de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC’s) y sus efectos en el ocio. Internet se configura como un espacio virtual (pero real) que se superpone al espacio físico, permitiendo superar aún en mayor medida las limitaciones del espacio y el tiempo humanos. Si tenemos en cuenta que en España, así como en el resto de los países desarrollados, la inmensa mayoría de las conexiones a la Red se hacen hoy desde el hogar, y que el uso predominante de la Red es el ocio (sea como interacción a través del correo-e, los juegos on-line, los foros o el chat; sea como mero consumo de productos informativos, eróticos o de otro tipo), nos encontramos por tanto con un elemento que agudiza en mayor medida la tendencia a la dispersión del ocio fuera de los ‘box’ espacio-temporales predeterminados. Naturalmente, no podemos olvidar que Internet, como red, no sólo actúa como espacio de ocio virtual, sino que también se utiliza como artefacto comunicativo que anticipa, planifica o prepara el ocio real-físico. Por tanto, la red es tanto una forma de ocio virtual, en sí misma, como un instrumento de optimización de los sistemas tradicionales de ocio.
A su vez, el potencial de conexión inmediata que aportan las NTIC’s posibilita el ocio en sentidos bien distintos. La extensión del teléfono móvil facilita, por ejemplo, el contacto inmediato pa-dres/hijos que, a su vez, contribuye a extender de la noche fuera de casa, por cuanto los padres, al sentirse conectados, se sienten más seguros. Quizás ello explique parte de la rápida extensión del móvil: según la Encuesta a Familias realizada en Extremadura en el curso de nuestra más reciente investigación, el 22,4 % de las familias posee más de dos móviles.
 
ANTECEDENTES
Al revisar la literatura científica existente sobre la materia, hallamos cuatro tipo de trabajos, en alguno de los cuales nos detendremos más que en otros:
1) INVESTIGACIONES Y ENSAYOS GLOBALES
En países bien distintos se observa una confluencia en los análisis en torno a lo que algunos llaman Sociología de la Noche, otros Sociología y Economía de la Noche, y otros economía política de la noche. Roger Penn ha analizado en Inglaterra cómo un fenómeno aparentemente intrascendente, el horario del fútbol (que desde los años ‘60 viene retrasándose más y más) está estrechamente relacionados con el surgimiento de la economía de la noche (Penn, 2003) que, en numerosas ciudades, hace que se rompa la dicotomía día (tiempo de trabajo)/ noche(tiempo de ocio y descanso). Everardo Minardi ha calculado que el 32,5 % del trabajo regular en Italia se realiza en horario nocturno (Minardi, 2003). En el conjunto de Europa las últimas encuestas sobre condiciones de trabajo apuntan que un 18% de los trabajadores hacen trabajos irregulares noctunos alguna noche (en España el porcentaje es ligeramente superior, un 19%).
(Hobbs et al., 2000) avanzan en la conceptualización de este fenóme¬no, y lo hacen operativo en el análisis urbano, al proponer que la emergencia de una economía de la noche, tanto material como cultural, es una poderosa manifestación de la sociedad post-industrial. Plantean, desde este punto de vista, dos procesos claves para explicarlo:
a) Un cambio en el desarrollo económico de lo industrial a lo post-industrial;
b) Una significativa reorientación de las administraciones locales desde su tradicional función como proveedores de servicios a los ciudadanos a un papel distinto como emprendedores, preocupados casi exclusivamente por el desarrollo económico, que habría alimentado ‘la máquina nocturna’...."




Referencia
Baigorri, A. y GIESyT (2004), La sociedad 24 horas: tendencias y problemáticas sociales derivadas de la difuminación de la frontera día/noche, Proyecto de Investigación no realizado




11.05.1994

Estrategias de desarrollo local (1994)

A lo largo de 1994 y 1995 desarrollamos desde la consultora TESYT (Taller de Estudios Sociales y Territoriales) que dirigía antes de entrar en la universidad, un encargo de Proyecto Global de Desarrollo, obtenido en concurso, para el Ayuntamiento de Badajoz. El cambio de gobierno tras las elecciones municipales de 1995 hizo que la segunda parte, el Plan de Desarrollo propiamente dicho,  no se concluyese. Al PP no le interesaba el proyecto, y tampoco nosotros nos sentíamos cómodos con los nuevos planteamientos, por lo que aceptamos renunciar a completar el contrato, sin indemnización por ambas partes. Años más tarde el Ayuntamiento desarrollaría otros proyectos, para captar fondos europeos, tomando todos ellos como punto de partida lo que ya habíamos trabajado nosotros. Para presentar el proyecto organizaron desde el Centro de Empleo y Formación unas Jornadas de Desarrollo Local (muy concurridas por agentes de desarrollo local de toda la región), en la que dí la conferencia inaugural, el 9 de Noviembre de 1994



"Primero he borrado la palabra empleo. No ha sido un capricho, ni un deseo de eludir el tema de fondo; sería absurdo en unas Jornadas dedicadas, fundamentalmente, a la promoción del empleo. Pero llevo años pensando -y es por supuesto una reflexión muy personal, que tal vez algunos de ustedes no compartirán-, que no existe, o no puede existir, una política específica de desarrollo para el empleo. Naturalmente tendré que explicarme, para que mi afirmación no parezca una provocación a la violeta.
En mi opinión, cuando se habla de políticas de empleo nos estamos refiriendo en realidad, y en casi todos los casos, a políticas contra el paro. Esto es, a programas destinados a paliar las desventuras de quienes se encuentran en esa situación. En el fondo, por más que contribuyan a mejorar los recursos personales (intelectuales y materiales) de los parados, o su capacidad de desenvolvimiento en una sociedad económicamente hostil, sin embargo las medidas formativas, ayudas, becas de asistencia a cursos, incluso buena parte de las subvenciones a la creación de empresas, son en realidad formas de subsidios de desempleo. Son prestaciones sociales.
Esto que no quiere decir, por supuesto, que con todas estas medidas no se cree empleo.
De hecho, existe ya un subsector económico, a caballo del Terciario(los servicios) y el Cuaternario(la información), al que doy la denominación provisional de sector ocupacional, cada vez más importante. Un sector extremadamente dinámico, con una rotación acelerada en el empleo, cuya materia prima son los parados y cuya producción es la formación ocupacional. Es, además, uno de los pocos sectores económicos en los que no se da la clásica alienación entre el productor y el producto final que descubrió Marx: de hecho, los productores en un curso pueden ser meses más tarde consumidores en otro, y viceversa, y así sucesivamente. Hay quien encuentra ese proceso improductivo, pero a mí me parece muy importante, porque la mejora en la formación, sea cual sea su contenido, hace que la gente se sienta psicológicamente mejor, y capacita al tejido productivo para los cambios.
Acabo de participar en un proyecto de evaluación ex-post de las acciones formativas cofinanciadas por el Fondo Social Europeo, para el que se han encuestado a unas 9.000 personas en toda España, de entre los que en un año determinado realizaron cursos, para ver cómo ha evolucionado después su biografía laboral. Para algunos investigadores los resultados parecían decepcionantes; pues, por ceñirnos al caso de Extremadura, el 82% de los que siguieron cursos seguían, o estaban de nuevo en paro, dos años después. Y en los pocos casos en que habían obtenido empleo éste tenía un nivel muy precario. Sin embargo, yo he defendido en mis conclusiones una actitud claramente positiva hacia los mismos. Tengamos en cuenta que, fundamentalmente, los usuarios de los cursos habían sido mayoritariamente mujeres, residentes fuera de las tres capitales y con un bajo nivel de formación. Aún asumiendo -porque esa conclusión resultaba ineludible, a la vista de los datos- su escasa utilidad en relación a la integración inmediata en el mercado de trabajo, esto es a la resolución del paro, sin embargo los cursos han sido de gran utilidad para permitir a un colectivo social -y no sólo laboralmente- marginado, como son las mujeres de pequeños municipios y pequeñas ciudades, y de bajo nivel cultural, mejorar su preparación, mejorar su preparación funcional y capacitarlas para la integración en la sociedad. Han salido de sus casas, han hecho relaciones, han obtenido en muchos casos una ayuda económica que les ha permitido sin duda valorizarse en la estructura familiar, y sobre todo han adquirido nuevos conocimientos.
Desgraciadamente los economistas se resisten siempre a cambiar los epígrafes de la Contabilidad Nacional, y por eso este sector no está suficientemente analizado. Pero tiene ya entidad suficiente para que, al igual que la Sanidad, la Educación o la Defensa Nacional, se constituya en una rama específica de la economía y de la Administración. Tiene sus propios especialistas, su propio lenguaje, su terminología, incluso a veces parece que hasta su propio corporativismo latente. Y yo creo, además, que es un sector estable, que va a crecer en el futuro, a medida que se acelere la rotación laboral y sectorial, y que debe extenderse a otros ámbitos; se ha creado una estructura, una capacidad para la animación socio-laboral, un colectivo cualificado para la formación ocupacional que debe aplicarse no tanto, o no únicamente, a la formación para el
empleo,
(...)
Volviendo a nuestro título, el que la generación de empleo dependa de la política económica no quiere decir, sin embargo, que haya que quitar también el término local del título. El desarrollo económico no se decide única y exclusivamente en los grandes centros nacionales o internacionales de decisión, aunque se mantenga la impresión de que esto es así. De hecho, esto sólo viene sucediendo desde muy recientemente, exactamente desde que se impuso la planificación centralizada y tecnocrática propia de la sociedad industrial. La aparición de los planes de desarrollo supuso el definitivo acogotamiento de las ciudades y la exaltación hasta el absurdo de lo que con agudeza Toffler llamó "el código oculto de la civilización industrial"(3): la uniformización, a especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. Desde el debate de Hamilton sobre federalismo/centralismo, en el momento en que se diseñaba la Constitución de los Estados Unidos, pasando por los soviets o el fordismo, hasta los planes de Lopez-Rodó, que no son sino un calco de la planificación francesa, estamos ante un mismo proceso. Y, sin embargo, durante siglos las ciudades han decidido con plena autonomía su política económica. Max Weber decía que la ciudad no se caracteriza únicamente por tener una organización económica, sino también por tener una organización reguladora de la economía, una política económica propia. Tradicionalmente, esta política económica tenía por objeto el "intentar garantizar el abastecimiento regular de alimentos, y mantener la moderación de los precios, así como la estabilidd de la actividad de productores y comerciantes"(4).
Curiosamente fue en los Estados Unidos, el primer país donde los principios de la sociedad industrial se instituyeron y alcanzaron su máxima expresión, donde primero surgieron tanto la crítica como las alternativas al sistema. Si en Inglaterra, la primera nación industrializada, fue donde, en el siglo XIX, primero apareció la crítica del industrialismo más feroz, de la mano de Engels y Marx, bajo la forma de crítica de la economía política del capitalismo, y por supuesto también el socialismo como alternativa, es de toda lógica que fuese en los Estados Unidos, máxima expresión en el siglo XX del sistema industrial, donde apareciese la más aguda crítica de este sistema, aunque no fuese teñida del verbalismo seudorevolucionario que ha caracterizado después las expresiones europeas de esta crítica.
Lo que comienza como una preocupación por el tamaño, por los conglomerados, por los monopolios y oligopolios, en suma por el gigantismo, desemboca, en una de sus ramas, en la reivindicación del localismo. Los trabajos de Jacobs, primero sobre el desarrollo de las grandes ciudades, y luego más específicamente sobre la economía de las ciudades, pusieron de manifiesto a finales de los años '60 que, por debajo de ese gran entramado nacional, organizado por los Estados o las grandes corporaciones, las ciudades seguían teniendo, y sobre podo podían tener, una vida económica propia, unas capacidades productivas, en suma, que podían planificar su propio desarrollo económico, como "órganos económicos primarios"(5). Los nuevos utopistas americanos del localismo, muy inspirados en los conceptos de ayuda mutua y de interacción entre campos, fábricas y talleres de Kropotkin, y trasvasados rápidamente a Europa, llegaron a exaltar la autosuficiencia de las ciudades y, en general, de todas las comunidades. Muchos hemos pasado por esa etapa de la exaltación de la autosuficiencia, y en parte seguimos sufriendo los efectos de ese utopismo.
La verdad es que todo esto no era sino la expresión de los problemas y limitaciones del sistema industrial, de los que el propio sistema ha sido cada vez más consciente, a partir sobre todo de la gran crisis de los '70, provocada, en último término, por los efectos de las estrategias de concentración y centralización, en aquel caso de las reservas energéticas. Frente a la exaltación del mercado como principio regulador de la economía, había consciencia también de que, en el fondo, esas grandes corporaciones que se superponen a ciudades, regiones y estados, que centralizan y concentran la riqueza, "obtienen sus beneficios como derivado de su influencia política, a través de exenciones impositivas, subsidios, cuotas de importación o contratos para la defensa, y no por la competencia en el mercado"(6). A ello se uniría la crítica del ecologismo radical de los años '70 (y hablo de radical no en términos del fundamentalismo que caracteriza al radicalismo conservacionista actual, sino en la medida en que ponía de manifiesto la fuerte interrelación entre los presupuestos fundamentales del capitalismo y el industrialismo con la crisis ecológica), que incorporó las posibilidades de la tecnología intermedia y el buen trabajo.
(...)
Sin embargo, los hechos nuevos, la experiencia acumulada en el desarrollo descentralizado, nos permiten invertir el proceso: creo que la clave para empezar a movilizar los recursos y la capacidad de desarrollo es hoy la sustitución de importaciones; si ésta tiene éxito, los productores de bienes iniciarán de forma natural un proceso de exportación, que retroalimentará el proceso.
Por otra parte, la economía ecológica nos ha aportado un concepto fundamental para localizar nuevas áreas de intervención: el concepto de reciclaje, que es algo mucho más amplio que la recuperación de basuras. Toffler propone que "cada vez se acepta más que la creación de riqueza es un proceso circular, cuyos resíduos se reciclan para transformarlos en insumos para el siguiente ciclo de producción. Este método presupone la supervisión informatizada, y unos niveles cada vez más profundos de conocimiento científico y medioambiental"(10). Es, por tanto, más complejo que el voluntarismo ambientalista. Las ciudades grandes y medias cuentan, cada vez más, con nuevos recursos derivados del reciclaje industrial y social. Pero, naturalmente, se necesita una capacidad científica y tecnológica elevada para aprovechar estos recursos potenciales. Conseguir la implicación en estas tareas de los centros públicos de investigación es por ello fundamental.
(...)
En suma, una estrategia de desarrollo local debe basarse en la detección de lo que denominamos vacíos productivos, esto es espacios para la producción de objetos o servicios demandados o demandables por la sociedad local que, o no son satisfechos por el aparato productivo local (el concepto de sustitución de importaciones de Jane Jacobs), o simplemente todavía no han sido implementados en el mercado. Y precisa asimismo de la existencia de una materia prima muy especial: paradas/os emprendedoras/es, con formación apropiada y con una mínima capacidad económica (de inversión o de financiación). Sin la existencia de uno de los dos elementos (vacíos productivos y capital humano) cualquier inversión promocional está destinada al
fracaso. (...)"







Referencia:

Baigorri, A. (1994), "Estrategias de desarrollo local", Jornadas de Desarrollo Local y Promoción de Empleo, Ayuntamiento de Badajoz/Centro de Empleo y Formación Guadiana, Badajoz, 9/XI/94
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