7.19.1997

¿De la decadencia a la recuperación del Casco Antiguo? (1997-98)

Hay varias versiones del fichero, de 1997 y 1998 pues trabajé los mismos materiales para un curso sobre comercio en el Casco Antiguo organizado por los gestores de un Plan Urban, y un debate en el Colegio de Arquitectos sobre la gestión urbanística. Este en concreto corresponder al curso sobre comercio.

Fragmento (acceso al texto completo abajo) 

"Vamos a acercanos al casco Antiguo de Badajoz desde dos perspecti-vas. En primer lugar, vamos a situarnos en este espacio problema, porque sin duda el casco antiguo constituye hoy para la ciudad no un recurso, como a veces utópicamente pretendemos, sino un auténtico espa-cio problema con el que desde hace veinte años no se sabe muy bien qué hacer. Es un espacio problema, además, que tiene unas dimensiones tanto reales como simbólicas.
Y, en segundo lugar, intentaremos acercarnos a este espacio desde la perspectiva que más os puede interesar ahora mismo, al menos a quienes realmente tengan voluntad de incorporarse a la trama comercial del centro de la ciudad. Pero, respecto a esta segunda perspectiva, como imagino que son más ricas vuestras propias experiencias, y sobre todo los conocimientos que habéis venido  adquiriendo durante el curso, creo que más bien debemos construirla reflexionando entre todos.
¿Por qué he hablado antes de las dimensiones reales y simbólicas del problema?. Sencillamente  porque para los sociólogos es particularmente cierto el principio de que cuando los hombres definen una situación como real, es real en sus consecuencias.
Los sociólogos partimos de la convicción de que no existen problemas objetivos, sino de que los problemas son construcciones sociales. Al fin y al cabo, sociedades cultas, avanzadas, no sólo civilizadas sino civilizado-ras, han convivido largamente con situaciones  como la esclavitud, la segregación racial, la sumisión brutal de las mujeres, el culto a las armas, el hambre...  que hoy la mayor parte de los pueblos  aunque no todos  consideran intolerables a la dignidad humana.

Esta reflexión yo creo que es ineludible frente a la cuestión que nos ocupa. Desde hace casi dos décadas los pacenses venimos preocupándo-nos, por razones e intereses muy diversos, por lo que denominamos la decadencia y degradación del casco antiguo. Parece a veces, tal y como se plantean las cosas, que esa degradación se haya venido produciendo a lo largo de este tiempo, y nuestra actitud proteccionista aparece así como si se tratase de una reacción ante la misma.
Sin embargo, en 1977, hace justamente veinte años, cuando el arquitecto Fernando Chueca Goitia, uno de los que primero se interesó en España por la conservación de los cascos antiguos, publicó un libro que levantó ampollas urbanísticas, titulado La destrucción del legado urbanísti-co español, este urbanista apasionado por el patrimonio histórico situaba a Badajoz en un nivel de destrucción 9, sobre 10. Solamente Albacete, Ciudad Real, Guadalajara y Soria, de las 50 capitales de provincia españolas, alcanzaban un nivel 10 de degradación urbana de su patrimo-nio.

Es decir, durante varias décadas, la sociedad pacense no sólo había asistido impertérrita a ese proceso, sino que animaba incluso en ocasio-nes, como signo de progreso, las actuaciones urbanísticas que iban convirtiendo la situación  como ya apuntaba Chueca Goitia hace dos décadas  en prácticamente irrecuperable. Veamos algunos datos que creo apoyan esta interpretación. Muy especialmente Chueca Goitia denunciaba en aquella época la destrucción de la fortificación tipo Vauban que rodea el casco histórico. Escribía entonces que “fue un verdadero dolor que todo esto desapareciera por un mal entendio espíritu de modernidad. Podían haberse mantenido esos baluartes con jardines al pie separando la vieja ciudad de los ensanches y abriendo las puertas necesarias para una fácil comunicación. Hoy tendríamos el ejemplo de una plaza fuerte completa, como sucede con la vecina Elvas, que los portugueses han sabido conservar admirablemente”. Asimismo, señalaba cómo “la Plaza Alta, después de un largo abandono, empieza a despertar al interés de los pacenses”. Más o menos por las mismas fechas, el periodista Eduardo Barrenechea, uno de los más importantes de la época, visitaba nuestra ciudad escribiendo su famoso libro sobre La Raya de Portugal, y encontra-ba asimismo desidia urbanística por doquier.
Son importantes estas referencias, sobre todo porque en los últimos dos o tres últimos años hemos asistido a una auténtica reescritura de la Historia de la ciudad, cómo la que Orwell imaginaba en su novela ‘1984', haciendo a los anteriores gobiernos municipales responsables de una ‘destrucción’ que, antes de iniciarse siquiera la Transición a la democracia, se había completado. Se podrá acusar ciertamente, a todos los últimos gobiernos locales  incluído el actual, que pasado con creces el meridiano de la legislatura, no parece haber avanzado mucho en la recuperación del casco  de no haber sido capaces de arbitrar medidas de recuperación efectivas, incluso de haber fomentado la especulación con algunas de las escasas e ineficaces políticas que se han aplicado. Pero lo que es de todo punto innegable es que la destrucción del centro de la ciudad se había producido hace ya veinte años: el hito definitivo de esa destrucción no es otro que la Calle Mayor, que se constitutuyó hace dos décadas en frontera definitiva entre la ciudad y su resíduo histórico. Pero vamos a justificar estas afirmaciones.

En cualquier ciudad la evolución de la población es el primer y principal indicador de la decadencia o vitalidad de los cascos antiguos. Si el casco no está habitado, por mucha calidad histórico artística que tenga termina degradándose, como ha ocurrido en tantas ciudades españolas. Y en mucha mayor medida si además, como ocurre con el de Badajoz, no es, desde el punto de vista arquitectónico y artístico, de una calidad notable.

Efectivamente, en el caso de Badajoz, como en tantas otras ciudades, hemos asistido en las últimas décadas al vaciado del centro de la ciudad, en beneficio tanto de las periferias surgidas a finales del siglo XIX (Barrio de la Estación y San Roque), como sobre todo de los nuevos ensanches promovidos en los años '40 (Santa Marina) y '70 (San Fernando, La Paz, Ordenandos, Valdepasillas...). La población del centro histórico de Badajoz, que llegó a ser de casi 33.000 habitantes en 1940, se ha reducido en el Censo de 1991 a menos de 13.000 habitantes.
Pero lo que yo pretendo con estos datos  no es mostrar lo que todos sabemos por obvio, sino más bien el proceso. Y me interesa destacar particularmente dos momentos: (...)"

Referencia:
Baigorri, A. (1997), ¿De la decadencia a la recuperación del Casco Antiguo?, Conferencia en Curso sobre Comercio, ITAE/Plan Urban, Badajoz
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