7.11.1984

Diez tesis sobre Bardenas (1984)






\h  (qué tierno, el código que pasó del Wordstar al Wordperfect, lo dejo de recuerdo)


     Parece ser, me cuentan, que las jornadas sobre Bardenas no  han respondido a las expectativas que en su torno se habían  levantado. Sinceramente, a uno le hubiese gustado que en esos  días de reflexión y debate hubiesen quedado removidos por comple to los frenos que impiden un desarrollo inteligente de Bardenas  II; pero si al menos han servido para reafirmarse en lo que ya  estaba asumido, valga con ello.

     De todas formas, en los años que llevo observando el conten cioso de Bardenas tampoco es que se hayan visto grandes avances  sobre el tema, al menos respecto a las propuestas que se hacían  en el «Informe sobre el estado del planeamiento urbano y territo rial» que con Gaviria elaboramos hace más de cuatro años, por  encargo del Ayuntamiento de Ejea. Hay que anotar el cambio de  actitud de la DGA, tras la entrada de los socialistas, así como  el de otras instituciones; lo que ha supuesto un refuerzo moral  (por ahora bastante etéreo) para los ayuntamientos que se oponen  lisa y llanamente a la expropiación de sus comunales por parte  del IRYDA.

     Tiene también su interés el estudio encargado a Gesplan por  los ayuntamientos de la zona, que venía a abundar en nuestra  tesis de que los ayuntamientos podrían ser capaces de asumir la  transformación en regadío, si bien no terminaba de resolver el  punto básico: ¿y luego qué?. Y hay que mencionar por supuesto las  experimentadas reflexiones que don Francisco de los Ríos ha  dejado caer aquí y allá.

     Poca cosa no obstante, en una tierra donde, para bien o para  mal, todos nos sentimos capacitados para hablar del agua o del  campo, en corrillos, cafés, colas y oficinas. Las jornadas de  Ejea deberían haber venido a paliar esta sequía de debates.

     Como me hubiese gustado asistir, y no me ha sido posible por  hallarme en Extremadura, no puedo evitar, aunque sea con prisa y  de lejos, participar con unas pinceladas en el debate bardenero.  Ojalá que las tesis que aquí se exponen hayan sido estudiadas en  las jornadas; seguro que así ha sido, e incluso se han tratado  con más profundidad. Y digo ojalá porque, friamente, no veo que  otra vía distinta que la que aquí se esboza pueda llevar a buen  fin el contencioso (salvo la eterna vía de la rueda de molino,  que nunca falla).

I. Una ley tapa otra ley, o cómo partir de cero

     Es fácil estar de acuerdo en que las cosas serían distintas  en Bardenas si el asunto se iniciase ahora. Un buen porcentaje de  culpa del «impasse» en que nos hallamos la tienen los decretos-  ley que han venido desarrollando esta actuación; por lo que la  mejor manera de arreglarlo es «fabricar» otro decreto-ley que  anule todos los anteriores y permita partir de cero. Lo comido  por lo bebido, la acequia de Sora sería un gracioso regalo a la  región como satisfacción por los disgustos que ha generado el  proyecto. Puesto que todo está parado, parémoslo del todo y  legalmente. Pensémoslo de nuevo, entre todos esta vez, y póngase  de nuevo en marcha el proceso de una forma más sensata.

II. La mejor manera de conservar mientras tanto la acequia es usarla

     De seguir las cosas por el camino que van, para cuando el  agua llegue a la acequia de Sora se estará cayendo a trozos. Lo  hemos visto en el Plan Zújar. la mejor manera de conservar un  canal de cemento parece ser tenerlo lleno de agua. De los Ríos  hacía una aguda sugerencia, cuando nos contaba en un artículo  cómo en Bardenas I hicieron un tramo de acequia de tierra, provi sional, mientras llegaba el cemento. ¿No podría hacerse algo  similar mientras se arregla el tramo VI?. Que corra el agua por  Sora sin control, en tanto se resuelven las pegas, y veremos dos  efectos: el canal se conservará en mejores condiciones, y la  gente empezará a regar enchufando tubos directamente al cauce.  Ahorraremos varios cientos de millones en reparaciones, y obten dremos otros tantos de producción regando a la brava 1.000 ó  2.000 Has (así se hizo en el Canal de Lodosa).


III. Cualquier medio es bueno para empezar a regar

     Ganaremos tiempo y dineros si la Confederación Hidrográfica  concede, siquiera en precario, al Ayuntamiento de tauste, una  concesión del agua sobrante del Arba (y sobrante es prácticamente  toda la que pasa por Tauste) para elevar y regar 1.000 ó 2.000  Has en el Saso de Mira. En un año se podría estar regando (ya hay  de hecho una elevación funcionando, instalada por particulares),  y cuando el agua llegase de la acequia de Sora podrían trasladar se las bombas elevadoras a la propia acequia, para regar más  comunales por encima de la cota dominada. Sólo son precisas dos  resoluciones: una firmada por Botella y la otra por Nadal.

IV. El propio IRYDA tiene ya mecanismos para evitar el expolio de los comunales de Bardenas

     Si el Estado se empecina en seguir adelante, pueden hallarse  fórmulas conciliadoras, como las que el propio IRYDA está ponien do en práctica ahora mismo en otras zonas del país. En el plan de  riegos de Valdecañas, en el Tajo, el IRYDA ha ofrecido a algún  ayuntamiento, al que previamente había expropiado comunales, la  posibilidad de adquirir, en las mismas condiciones que los colo nos, cierto número de lotes para uso discrecional del municipio  (en el caso que acabamos de conocer, les han expropiado 80 Has de  secano y les van a «vender» casi 150 Has de regadío, en condi ciones inmejorables). En el fondo esto es el equivalente a nues tra vieja propuesta de que transforme el IRYDA, que todavía sabe  hacerlo y sobre todo tiene los medios, y cobre a los ayuntamien tos el importe de la transformación. Conociendo el precedente de  Valdecañas, sería ridículo que el Instituto se siguiera negando a  una solución de este tipo.


V. No está claro que los ayuntamientos de Tauste y Ejea sean capaces de gestionar 20.000 Has de regadío

     En los años que venimos observando la cuestión, no hemos  podido comprobar en los ayuntamientos afectados la capacidad  necesaria para gestionar todo el proceso y administrar de una  forma socialmente aceptable (desde una perspectiva al menos re gional, y no sólo local) los regadíos; aunque a pesar de todo  seguimos creyendo que los comunales deben seguir siéndolo. Esta  aparente contradicción, entre lo necesario y lo posible, se  superaría con la creación de un Instituto Regional de Coloniza ción, cuya eficacia se probaría en Bardenas II y se desarrollaría  en Monegros y el Gran canal de la margen Derecha. Sería un orga nismo mucho más complejo e imaginativo, y mucho menos corporati vista que el IRYDA; que «colaboraría» con los ayuntamientos en la  gestión de comunales, tanto de regadío como de secano, acabando  de paso y de una vez con los sueños desamortizadores de algunos  terratenientes y desaprensivos.


VI. Puede aprovecharse el agua de Bardenas para algo más que para regar, ahorrando parte de los costes de transformación

     El agua no es sólo un líquido refrigerante de las plantas,  sino que tiene una fuerza motriz muy importante (véase Jánovas).  En Tauste hemos estimado que pueden instalarse al menos cuatro  minicentrales hidroeléctricas, en ríos y canales. Y lo hemos  comprobado, pues tan sólo unos días después de informar al ayun tamiento de tales posibilidades, una empresa privada iniciaba la  construcción de una minicentral en el Canal de Tauste (tan rápida  fue la cosa que incluso se saltaron el pequeño trámite de solici tar licencia de obras), la cual está ya funcionando en la actua lidad. Entre la nueva central de Yesa y las numerosas minicen trales que podrían instalarse en ríos y canales de la zona puede  amortizarse una parte importante de las inversiones a hacer en  riegos y nuevos poblamientos.


VII. Bardenas es el mejor punto para instalar el centro superior de estudios agrícolas que Aragón necesita

     Puede ser la esperada Escuela Superior de Ingenieros Agróno mos. En cualquier caso no es necesario que tenga carácter univer sitario. Bardenas es un lugar ideal para instalarlo: tendría  viejísimos, viejos, nuevos y novísimos regadíos, agroindustrias,  secanos productivos y secanos erosionados e improductivos, tie rras salinizadas o en peligro de salinización, una potentísima  ganadería, pueblos de colonización y en su entorno tres de las  regiones agrarias más poderosas del Estado: Aragón, Navarra y la  Rioja; a media hora de Zaragoza, los alumnos y enseñantes no se  aburrirán mucho más que las 700.000 personas que pueblan la  capital de Aragón.


VIII. Varios fenómenos recientes nos reafirman en nuestra idea de la inevitable colonización de Bardenas II

     De un lado la crisis de la construcción. Los constructores  locales, hambrientos de obras (las nuevas construcciones no debe rían ir a caer en manos de las grandes compañías) se encontrarían  con una buena inyección de trabajo. El Plan Trienal de viviendas  debería reformarse, desviando viviendas de los grandes centros  urbanos hacia las áreas de nuevos regadíos. de otra parte, la  crisis urbano-industrial ha llevado a ciertas instituciones polí ticas a asumir por fín algo que los ecologistas veníamos «predi cando» años atrás: la conveniencia de repoblar los campos con  jóvenes desocupados de las ciudades. Pero, salvo que así lo  quieran ellos previamente informados, no hay que mandar a los  jóvenes a magullarse en las tierras marginales de los pueblos  abandonados (que por algo están abandonados, no todo es culpa del  franquismo o las eléctricas), mientras haya buenas tierras de  regadío que colonizar.

     Propongo a las Juentudes Socialistas que, paralelamente a su  interesante campaña de repoblación de pueblos abandonados del  Alto Aragón, se planteen otra de colonización de nuevos regadíos  (lo que tiene la desventaja de que primero hay que conseguir que  se hagan los regadíos), en Bardenas, Monegros y bajo la cota 400  de la margen derecha del Ebro. 

     Por último, el proceso que se está iniciando en algunos de  los pueblos de colonización de la primera parte de Bardenas, en  los que la economía comienza a complejizarse, demuestra que,  salvando entre otros muchos errores el del pequeño tamaño de los  actuales poblados, la idea puede seguir funcionando a la perfec ción, dando habitabilidad a un territorio exageradamente extenso  y desértico.


IX. El Plan Bardenas, por desarrollarse en un país con tradición en la colonización agraria, con recursos técnicos y económicos, con un avanzado grado de desarrollo social, y con una no menos notable tradición en lo que a sueños y utopías se refiere, debería convertirse en un modelo experimental de colonización

     Es una oportunidad única para poner al día el estilo «nacio nal» de colonización que ha venido cuajando desde el siglo XVI al  XX, y que no ha avanzado nada desde los años 50 a pesar de los  muchos cambios habidos en la sociedad española. Todo ello tanto  en lo que se refiere a formas de poblamiento como a otras cues tiones. Respecto al poblamiento, habría que buscar la compatibi lización entre el poblamiento disperso en base a los cruces de  caminos que se propone en el PGOU de Ejea (estilo astur-galaico-  leonés-californiano, digamos), el poblamiento concentrado en  nuevos núcleos que se propone en el PGOU de Tauste (estilo Valle  del Ebro, con una concepción esencialmente distinta de los pue blos de Bardenas I), y otras formas poblamiento aislado (estilo  valenciano-murciano, estilo manchego-extremeño-andaluz, etc) que  puedan surgir.

     Junto al poblamiento, otra cuestión básica a replantear es  la de la propia agricultura que se vaya a practicar. De un lado  las formas de explotación, dominio y propiedad de las explota ciones, permitiendo formas diversas: agricultura familiar, co munal, en cooperativa, en comuna (para los pobladores jóvenes que  lo deseen experimentar), en forma de empresa pública, etc. De  otra parte, las formas de cultivo y los propios cultivos, por  cuanto en tan vasto espacio agrario caben nuevas alternativas de  cultivo biológico (con sus correspondientes estructuras propias  de transformación y comercialización), en tierras que todavía  están limpias de productos químicos y que se van a regar con  límpisimas aguas del Pirineo (algo que sólo puede conseguirse hoy  en España en reducidos y lejanos valles de alta montaña); junto a  formas tradicionales de agricultura química, nuevas formas de  explotación mixta agroganadera, etc.


X. Bardenas II debería convertirse en un paisaje hermoso

     Se trata básicamente de no reproducir el campo-fábrica en  que se están convirtiendo los regadíos actuales. En medio de la  casi general indiferencia, hemos venido denunciando en repetidas  ocasiones la desaparición de hermosos paisajes agrarios (no «na turales» y que como tales no movilizan a los conservacionistas  tradicionales), en beneficio de la cosechadora y de una falsa  idea de la productividad; la desaparición del arbolado disperso,  refrescante, protector de pájaros y rico en frutos; la transfor mación de miles de hectáreas de paradisíacas huertas, verdaderos  jardines agrarios, en páramos cerealistas en los que sólo se nota  que hay regadío por las altas producciones y porque hay acequias.  Un falso espíritu de progreso que ha hecho que en los nuevos  regadíos (basta recorrer el «desierto» que a estos efectos sigue  siendo Bardenas I) ni siquiera se haya planteado ya ese potencial  paisajístico que ofrece el agua.

     Es hora de reivindicar lo que queremos llamar agricultura  paisajística, sobre la que no vamos a extendernos aquí; baste  señalar cómo en la transformación de Bardenas II (como luego de  Monegros, o de las tierras regables de la margen derecha) debería  aplicarse este concepto, recuperando para el campo una de sus  funciones básicas: la de recrear y enriquecer el espíritu tanto  de sus habitantes como de sus visitantes. Y ello debe traducirse  en algo más, mucho más, que los tópicos «bosquetes» del IRYDA (de  pinos aquí, de eucaliptus en el Sur), y que debería llegar in cluso a aplicaciones como incluir acequias de tierra en las zonas  destinadas a huertos familiares, para facilitar la potenciación  de fauna y flora.

     Se trata de obtener un diseño meticuloso y amable del espa cio agrario, con plantaciones masivas de especies variadas (no  sólo de pinos, sino también encinas, higueras, acacias, almen dros...que tampoco necesitan regarse) en los espacios inútiles  para el cultivo y el riego (permitiéndonos incluso dedicar a  estos menesteres tierras no dominadas por el agua, aunque culti vables en secano); plantaciones en caminos, canales y acequias,  no sólo de pinos o feos y tristes cipreses (que además deprimen y  no es bueno en tierras de cierzo suicida) sino de todo tipo de  especies incluídas las frutales; mantenimiento e incluso mejora  de las balsas del monte, recrecidas y con agua abundante, pobla das con peces adecuados, forestadas sus riberas, como espacios de  recreo y humificación ambiental; diseño de prototipos arquitectó nicos para las construcciones (viviendas, granjas, almacenes,  transformadores eléctricos, silos...) que surjan en estos campos;  etc.

     Si nos limitamos a llevar agua por acequias y tuberías (que  la aspersión sería otro tema a replantear, al menos para las  zonas de suficiente capa vegetal, y sobre todo a largo plazo si  no hay problemas de agua), el paisaje bardenero tan sólo lo  habremos transformado en su mitad productiva, y sabido es que  conviene a las civilizaciones, para no caer en la barbarie, el  atender a otros aspectos que a su simple manutención.


     Evidentemente, todas las tesis aquí apuntadas parten de algo  que no es tesis sino evidencia: no es necesario esperar el recrecimiento de Yesa para ir transformando y empezar a regar en  Bardenas II. Que cuando ese agua de apoyo llegue, esté todo ya en  marcha.


11/12.VII.1984    Monfragüe (Extremadura)


                                                                  


ADDENDA (añadida en el libro "De lo que hay lo que se podría", publicado en 1987) : En los tres años transcurridos desde que escribí estas líneas (que respondían a varios años previos de preocupación y estudio del tema, a través de trabajos de planificación y ordenación urbana en Ejea y Tauste) he ido viendo con alegría cómo algunas de las propuestas se han venido haciendo realidad. No me preocupa especialmente saber si han tenido alguna influencia estos trabajos, o todo ha sido fruto de esas mentes tan lúcidas que siempre hemos tenido en el gobierno de la región. El caso es que se avance. 

     Pero en cualquier caso me da la sensación de que sigue faltando un criterio general y globalizador para actuaciones en operaciones como Bardenas II. Y faltan sobre todo ganas de experimentar, de salirse de lo trillado (trillado aquí o en otros países, es lo mismo) para ir más allá, siquiera dejándose llevar por la marea de los tiempos que llegan. Se sigue creyendo que transformar es sólo hacer la presa o el pocico, tirar la acequia o el tubo, hacer a lo sumo una cooperativa y a producir; y eso es aumentar la producción de un territorio, no transformarlo. ¿Por qué seguirá dando tanto miedo aplicar la imaginación al gobierno de los pueblos?.

Referencia:
Baigorri, A. (1984), "Diez tesis sobre Bardenas", El Día de Aragón, Miércoles 11 y jueves 12 de julio, pag. 3

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