\h (qué tierno, el código que pasó del Wordstar al Wordperfect, lo dejo de recuerdo)
Parece ser, me cuentan, que las jornadas sobre Bardenas no han respondido a las expectativas que en su torno se habían levantado. Sinceramente, a uno le hubiese gustado que en esos días de reflexión y debate hubiesen quedado removidos por comple to los frenos que impiden un desarrollo inteligente de Bardenas II; pero si al menos han servido para reafirmarse en lo que ya estaba asumido, valga con ello.
De todas formas, en los años que llevo observando el conten cioso de Bardenas tampoco es que se hayan visto grandes avances sobre el tema, al menos respecto a las propuestas que se hacían en el «Informe sobre el estado del planeamiento urbano y territo rial» que con Gaviria elaboramos hace más de cuatro años, por encargo del Ayuntamiento de Ejea. Hay que anotar el cambio de actitud de la DGA, tras la entrada de los socialistas, así como el de otras instituciones; lo que ha supuesto un refuerzo moral (por ahora bastante etéreo) para los ayuntamientos que se oponen lisa y llanamente a la expropiación de sus comunales por parte del IRYDA.
Tiene también su interés el estudio encargado a Gesplan por los ayuntamientos de la zona, que venía a abundar en nuestra tesis de que los ayuntamientos podrían ser capaces de asumir la transformación en regadío, si bien no terminaba de resolver el punto básico: ¿y luego qué?. Y hay que mencionar por supuesto las experimentadas reflexiones que don Francisco de los Ríos ha dejado caer aquí y allá.
Poca cosa no obstante, en una tierra donde, para bien o para mal, todos nos sentimos capacitados para hablar del agua o del campo, en corrillos, cafés, colas y oficinas. Las jornadas de Ejea deberían haber venido a paliar esta sequía de debates.
Como me hubiese gustado asistir, y no me ha sido posible por hallarme en Extremadura, no puedo evitar, aunque sea con prisa y de lejos, participar con unas pinceladas en el debate bardenero. Ojalá que las tesis que aquí se exponen hayan sido estudiadas en las jornadas; seguro que así ha sido, e incluso se han tratado con más profundidad. Y digo ojalá porque, friamente, no veo que otra vía distinta que la que aquí se esboza pueda llevar a buen fin el contencioso (salvo la eterna vía de la rueda de molino, que nunca falla).
I. Una ley tapa otra ley, o cómo partir de cero
Es fácil estar de acuerdo en que las cosas serían distintas en Bardenas si el asunto se iniciase ahora. Un buen porcentaje de culpa del «impasse» en que nos hallamos la tienen los decretos- ley que han venido desarrollando esta actuación; por lo que la mejor manera de arreglarlo es «fabricar» otro decreto-ley que anule todos los anteriores y permita partir de cero. Lo comido por lo bebido, la acequia de Sora sería un gracioso regalo a la región como satisfacción por los disgustos que ha generado el proyecto. Puesto que todo está parado, parémoslo del todo y legalmente. Pensémoslo de nuevo, entre todos esta vez, y póngase de nuevo en marcha el proceso de una forma más sensata.
II. La mejor manera de conservar mientras tanto la acequia es usarla
De seguir las cosas por el camino que van, para cuando el agua llegue a la acequia de Sora se estará cayendo a trozos. Lo hemos visto en el Plan Zújar. la mejor manera de conservar un canal de cemento parece ser tenerlo lleno de agua. De los Ríos hacía una aguda sugerencia, cuando nos contaba en un artículo cómo en Bardenas I hicieron un tramo de acequia de tierra, provi sional, mientras llegaba el cemento. ¿No podría hacerse algo similar mientras se arregla el tramo VI?. Que corra el agua por Sora sin control, en tanto se resuelven las pegas, y veremos dos efectos: el canal se conservará en mejores condiciones, y la gente empezará a regar enchufando tubos directamente al cauce. Ahorraremos varios cientos de millones en reparaciones, y obten dremos otros tantos de producción regando a la brava 1.000 ó 2.000 Has (así se hizo en el Canal de Lodosa).
III. Cualquier medio es bueno para empezar a regar
Ganaremos tiempo y dineros si la Confederación Hidrográfica concede, siquiera en precario, al Ayuntamiento de tauste, una concesión del agua sobrante del Arba (y sobrante es prácticamente toda la que pasa por Tauste) para elevar y regar 1.000 ó 2.000 Has en el Saso de Mira. En un año se podría estar regando (ya hay de hecho una elevación funcionando, instalada por particulares), y cuando el agua llegase de la acequia de Sora podrían trasladar se las bombas elevadoras a la propia acequia, para regar más comunales por encima de la cota dominada. Sólo son precisas dos resoluciones: una firmada por Botella y la otra por Nadal.
IV. El propio IRYDA tiene ya mecanismos para evitar el expolio de los comunales de Bardenas
Si el Estado se empecina en seguir adelante, pueden hallarse fórmulas conciliadoras, como las que el propio IRYDA está ponien do en práctica ahora mismo en otras zonas del país. En el plan de riegos de Valdecañas, en el Tajo, el IRYDA ha ofrecido a algún ayuntamiento, al que previamente había expropiado comunales, la posibilidad de adquirir, en las mismas condiciones que los colo nos, cierto número de lotes para uso discrecional del municipio (en el caso que acabamos de conocer, les han expropiado 80 Has de secano y les van a «vender» casi 150 Has de regadío, en condi ciones inmejorables). En el fondo esto es el equivalente a nues tra vieja propuesta de que transforme el IRYDA, que todavía sabe hacerlo y sobre todo tiene los medios, y cobre a los ayuntamien tos el importe de la transformación. Conociendo el precedente de Valdecañas, sería ridículo que el Instituto se siguiera negando a una solución de este tipo.
V. No está claro que los ayuntamientos de Tauste y Ejea sean capaces de gestionar 20.000 Has de regadío
En los años que venimos observando la cuestión, no hemos podido comprobar en los ayuntamientos afectados la capacidad necesaria para gestionar todo el proceso y administrar de una forma socialmente aceptable (desde una perspectiva al menos re gional, y no sólo local) los regadíos; aunque a pesar de todo seguimos creyendo que los comunales deben seguir siéndolo. Esta aparente contradicción, entre lo necesario y lo posible, se superaría con la creación de un Instituto Regional de Coloniza ción, cuya eficacia se probaría en Bardenas II y se desarrollaría en Monegros y el Gran canal de la margen Derecha. Sería un orga nismo mucho más complejo e imaginativo, y mucho menos corporati vista que el IRYDA; que «colaboraría» con los ayuntamientos en la gestión de comunales, tanto de regadío como de secano, acabando de paso y de una vez con los sueños desamortizadores de algunos terratenientes y desaprensivos.
VI. Puede aprovecharse el agua de Bardenas para algo más que para regar, ahorrando parte de los costes de transformación
El agua no es sólo un líquido refrigerante de las plantas, sino que tiene una fuerza motriz muy importante (véase Jánovas). En Tauste hemos estimado que pueden instalarse al menos cuatro minicentrales hidroeléctricas, en ríos y canales. Y lo hemos comprobado, pues tan sólo unos días después de informar al ayun tamiento de tales posibilidades, una empresa privada iniciaba la construcción de una minicentral en el Canal de Tauste (tan rápida fue la cosa que incluso se saltaron el pequeño trámite de solici tar licencia de obras), la cual está ya funcionando en la actua lidad. Entre la nueva central de Yesa y las numerosas minicen trales que podrían instalarse en ríos y canales de la zona puede amortizarse una parte importante de las inversiones a hacer en riegos y nuevos poblamientos.
VII. Bardenas es el mejor punto para instalar el centro superior de estudios agrícolas que Aragón necesita
Puede ser la esperada Escuela Superior de Ingenieros Agróno mos. En cualquier caso no es necesario que tenga carácter univer sitario. Bardenas es un lugar ideal para instalarlo: tendría viejísimos, viejos, nuevos y novísimos regadíos, agroindustrias, secanos productivos y secanos erosionados e improductivos, tie rras salinizadas o en peligro de salinización, una potentísima ganadería, pueblos de colonización y en su entorno tres de las regiones agrarias más poderosas del Estado: Aragón, Navarra y la Rioja; a media hora de Zaragoza, los alumnos y enseñantes no se aburrirán mucho más que las 700.000 personas que pueblan la capital de Aragón.
VIII. Varios fenómenos recientes nos reafirman en nuestra idea de la inevitable colonización de Bardenas II
De un lado la crisis de la construcción. Los constructores locales, hambrientos de obras (las nuevas construcciones no debe rían ir a caer en manos de las grandes compañías) se encontrarían con una buena inyección de trabajo. El Plan Trienal de viviendas debería reformarse, desviando viviendas de los grandes centros urbanos hacia las áreas de nuevos regadíos. de otra parte, la crisis urbano-industrial ha llevado a ciertas instituciones polí ticas a asumir por fín algo que los ecologistas veníamos «predi cando» años atrás: la conveniencia de repoblar los campos con jóvenes desocupados de las ciudades. Pero, salvo que así lo quieran ellos previamente informados, no hay que mandar a los jóvenes a magullarse en las tierras marginales de los pueblos abandonados (que por algo están abandonados, no todo es culpa del franquismo o las eléctricas), mientras haya buenas tierras de regadío que colonizar.
Propongo a las Juentudes Socialistas que, paralelamente a su interesante campaña de repoblación de pueblos abandonados del Alto Aragón, se planteen otra de colonización de nuevos regadíos (lo que tiene la desventaja de que primero hay que conseguir que se hagan los regadíos), en Bardenas, Monegros y bajo la cota 400 de la margen derecha del Ebro.
Por último, el proceso que se está iniciando en algunos de los pueblos de colonización de la primera parte de Bardenas, en los que la economía comienza a complejizarse, demuestra que, salvando entre otros muchos errores el del pequeño tamaño de los actuales poblados, la idea puede seguir funcionando a la perfec ción, dando habitabilidad a un territorio exageradamente extenso y desértico.
IX. El Plan Bardenas, por desarrollarse en un país con tradición en la colonización agraria, con recursos técnicos y económicos, con un avanzado grado de desarrollo social, y con una no menos notable tradición en lo que a sueños y utopías se refiere, debería convertirse en un modelo experimental de colonización
Es una oportunidad única para poner al día el estilo «nacio nal» de colonización que ha venido cuajando desde el siglo XVI al XX, y que no ha avanzado nada desde los años 50 a pesar de los muchos cambios habidos en la sociedad española. Todo ello tanto en lo que se refiere a formas de poblamiento como a otras cues tiones. Respecto al poblamiento, habría que buscar la compatibi lización entre el poblamiento disperso en base a los cruces de caminos que se propone en el PGOU de Ejea (estilo astur-galaico- leonés-californiano, digamos), el poblamiento concentrado en nuevos núcleos que se propone en el PGOU de Tauste (estilo Valle del Ebro, con una concepción esencialmente distinta de los pue blos de Bardenas I), y otras formas poblamiento aislado (estilo valenciano-murciano, estilo manchego-extremeño-andaluz, etc) que puedan surgir.
Junto al poblamiento, otra cuestión básica a replantear es la de la propia agricultura que se vaya a practicar. De un lado las formas de explotación, dominio y propiedad de las explota ciones, permitiendo formas diversas: agricultura familiar, co munal, en cooperativa, en comuna (para los pobladores jóvenes que lo deseen experimentar), en forma de empresa pública, etc. De otra parte, las formas de cultivo y los propios cultivos, por cuanto en tan vasto espacio agrario caben nuevas alternativas de cultivo biológico (con sus correspondientes estructuras propias de transformación y comercialización), en tierras que todavía están limpias de productos químicos y que se van a regar con límpisimas aguas del Pirineo (algo que sólo puede conseguirse hoy en España en reducidos y lejanos valles de alta montaña); junto a formas tradicionales de agricultura química, nuevas formas de explotación mixta agroganadera, etc.
X. Bardenas II debería convertirse en un paisaje hermoso
Se trata básicamente de no reproducir el campo-fábrica en que se están convirtiendo los regadíos actuales. En medio de la casi general indiferencia, hemos venido denunciando en repetidas ocasiones la desaparición de hermosos paisajes agrarios (no «na turales» y que como tales no movilizan a los conservacionistas tradicionales), en beneficio de la cosechadora y de una falsa idea de la productividad; la desaparición del arbolado disperso, refrescante, protector de pájaros y rico en frutos; la transfor mación de miles de hectáreas de paradisíacas huertas, verdaderos jardines agrarios, en páramos cerealistas en los que sólo se nota que hay regadío por las altas producciones y porque hay acequias. Un falso espíritu de progreso que ha hecho que en los nuevos regadíos (basta recorrer el «desierto» que a estos efectos sigue siendo Bardenas I) ni siquiera se haya planteado ya ese potencial paisajístico que ofrece el agua.
Es hora de reivindicar lo que queremos llamar agricultura paisajística, sobre la que no vamos a extendernos aquí; baste señalar cómo en la transformación de Bardenas II (como luego de Monegros, o de las tierras regables de la margen derecha) debería aplicarse este concepto, recuperando para el campo una de sus funciones básicas: la de recrear y enriquecer el espíritu tanto de sus habitantes como de sus visitantes. Y ello debe traducirse en algo más, mucho más, que los tópicos «bosquetes» del IRYDA (de pinos aquí, de eucaliptus en el Sur), y que debería llegar in cluso a aplicaciones como incluir acequias de tierra en las zonas destinadas a huertos familiares, para facilitar la potenciación de fauna y flora.
Se trata de obtener un diseño meticuloso y amable del espa cio agrario, con plantaciones masivas de especies variadas (no sólo de pinos, sino también encinas, higueras, acacias, almen dros...que tampoco necesitan regarse) en los espacios inútiles para el cultivo y el riego (permitiéndonos incluso dedicar a estos menesteres tierras no dominadas por el agua, aunque culti vables en secano); plantaciones en caminos, canales y acequias, no sólo de pinos o feos y tristes cipreses (que además deprimen y no es bueno en tierras de cierzo suicida) sino de todo tipo de especies incluídas las frutales; mantenimiento e incluso mejora de las balsas del monte, recrecidas y con agua abundante, pobla das con peces adecuados, forestadas sus riberas, como espacios de recreo y humificación ambiental; diseño de prototipos arquitectó nicos para las construcciones (viviendas, granjas, almacenes, transformadores eléctricos, silos...) que surjan en estos campos; etc.
Si nos limitamos a llevar agua por acequias y tuberías (que la aspersión sería otro tema a replantear, al menos para las zonas de suficiente capa vegetal, y sobre todo a largo plazo si no hay problemas de agua), el paisaje bardenero tan sólo lo habremos transformado en su mitad productiva, y sabido es que conviene a las civilizaciones, para no caer en la barbarie, el atender a otros aspectos que a su simple manutención.
Evidentemente, todas las tesis aquí apuntadas parten de algo que no es tesis sino evidencia: no es necesario esperar el recrecimiento de Yesa para ir transformando y empezar a regar en Bardenas II. Que cuando ese agua de apoyo llegue, esté todo ya en marcha.
11/12.VII.1984 Monfragüe (Extremadura)
ADDENDA (añadida en el libro "De lo que hay lo que se podría", publicado en 1987) : En los tres años transcurridos desde que escribí estas líneas (que respondían a varios años previos de preocupación y estudio del tema, a través de trabajos de planificación y ordenación urbana en Ejea y Tauste) he ido viendo con alegría cómo algunas de las propuestas se han venido haciendo realidad. No me preocupa especialmente saber si han tenido alguna influencia estos trabajos, o todo ha sido fruto de esas mentes tan lúcidas que siempre hemos tenido en el gobierno de la región. El caso es que se avance.
Pero en cualquier caso me da la sensación de que sigue faltando un criterio general y globalizador para actuaciones en operaciones como Bardenas II. Y faltan sobre todo ganas de experimentar, de salirse de lo trillado (trillado aquí o en otros países, es lo mismo) para ir más allá, siquiera dejándose llevar por la marea de los tiempos que llegan. Se sigue creyendo que transformar es sólo hacer la presa o el pocico, tirar la acequia o el tubo, hacer a lo sumo una cooperativa y a producir; y eso es aumentar la producción de un territorio, no transformarlo. ¿Por qué seguirá dando tanto miedo aplicar la imaginación al gobierno de los pueblos?.
Referencia:
Baigorri, A. (1984), "Diez tesis sobre Bardenas", El Día de Aragón, Miércoles 11 y jueves 12 de julio, pag. 3
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