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1955-1973
(La gran hecatombe en medio del desarrollismo)
Puede decirse que el "Nuevo Estado", como gustaba autodenominarse el Régimen anterior, arranca en términos económicos en los años '50. La Guerra Civil ha bloqueado las grandes posibilidades de desarrollo que con la actuación de órganos específicos de la República se habían abierto para Extremadura: regulación hidraúlica, regadíos, reforma agraria, industrialización... Los grupos dominantes han reaccionando volviendo a una agricultura y ganadería precapitalistas, sobre mínimos, eludiendo toda inversión y toda mejora de las estructuras (salvo en áreas muy concretas de las vegas más ricas). El fantasma del hambre se cierne sobre la región y sobre el conjunto del Estado, y justo en ese punto se ponen en marcha (en un intento de asegurar el abastecimiento nacional, tanto de alimentos como de otros productos industriales) los dos mecanismos que en mayor medida han condicionado la actual situación de la región: simultáneamente se desarrollan los grandes planes de transformación en regadío, en la región, y los grandes planes de industrialización en las grandes ciudades del Norte de España. Los programas de desarrollo agrario de Extremadura son sin embargo insuficientes, porque no persiguen mantener la población, sino únicamente la estrictamente necesaria para colaborar en el abastecimiento nacional, forzando la emigración del resto, especialmente de los más jóvenes, fuertes y dinámicos, a las grandes ciudades del Norte en las que se concentran las inversiones del Estado. En veinte años casi medio millón de habitantes emigran de Extremadura. Así y todo, en el periodo 1955-1973 la población que queda en la región hace un profundo esfuerzo de adaptación a los estándares de la economía nacional. Si en 1955 la tasa de actividad es de un 23,64 % en Badajoz y un 25,91 en Cáceres, frente a un 30,84% para el conjunto nacional, casi al final del periodo considerado, en 1971, las distancias se habían acortado sensiblemente, pues frente a una tasa del 39,58 % a nivel nacional, Badajoz ofrece un 36,22, y Cáceres incluso la supera con un 40,07 %. El esfuerzo es considerable si tenemos en cuenta la sangría migratoria, que ha dejado una población envejecida. En lo que hace a la distribución de la población activa por sectores, se da también una fuerte reducción de las distancias respecto del conjunto del Estado. La Administración consolida una infraestructura burocrática que supone un salto cualitativo y cuantitativo importante. La instalación del Instituto Nacional de Colonización y el resto de organismos vinculados a a la gestión de los planes de transformación en regadío, la extensión de la Seguridad Social..., todo ello hará elevarse notablemente el número de activos en el Terciario. En cifras absolutas el crecimiento de los Servicios (en los que la Administración siempre tiene una participación importante en la región) supone un aumento de más de 38.000 activos en Badajoz y 18.000 en Cáceres. Por su parte las transformaciones derivadas de la ejecución de las infraestructuras vinculadas a los planes de regadío supone un aumento neto de la población activa industrial (más de 20.000 nuevos activos en la región), influyendo a su vez en el sector Servicios. Naturalmente, la incapacidad de aquellos grandes planes para activar todos los recursos de la región, y la incapacidad de la incipiente burguesía local, impiden absorber todo el crecimiento demográfico. No existe paro oficialmente reconocido en la región, porque el medio millón de extremeños que engrosarían esa estadística han marchado en busca de trabajo a otras regiones y países. En suma, poco antes de iniciarse la crisis económica de los '70, Extremadura sigue siendo todavía una región claramente subdesarrollada en relación con el resto del Estado, con una tasa de población activa agraria de casi un 53 % frente a un 28 % en el conjunto del Estado, una industria débil, y unos servicios todavía tercermundistas, con mucho subempleo y un fuerte peso de la Administración. Esta situación, y sobre todo los orígenes de la misma, generarían la aparición del concepto de Extremadura saqueada.
1973-1983(De la crisis al autogobierno)
La larga crisis urbano-industrial supuso la aparición formal en Extremadura del fenómeno del paro. Con mayor fuerza justamente que en otros territorios, al cerrarse la puerta de la emigración y porque enseguida hará su aparición un efecto inducido: el retorno de parados desde las ciudades industriales en crisis, que vienen a engrosar la nómina del paro regional. Sin embargo, una consecuencia positiva e imprevista de este proceso va a ser la acumulación de un potencial de población activa creciente, que forzosamente acaba traduciéndose en un crecimiento de la actividad interior, al no existir la válvula de escape de la emigración. Los retornados llegan con ahorros, pensiones, indemnizaciones, subsidios de desempleo, una cierta cultura capitalista y buenas relaciones con el exterior.
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Referencia:Baigorri, A., Fernández, R. (1994), "Análisis ex-post de la formación ocupacional en Extremadura", dentro del proyecto Análisis ex-post de la formación ocupacional en España, del Fondo Social Europeo y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid, TESYT, Badajoz
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