"DOS camioneros españoles, pillados in fraganti cuando atormentaban a una piara de cerdos (en 24 horas no les dieron comida ni bebida), se han pasado 14 dias en las cárceles alemanas, y veremos en qué queda la cosa. Los cerdos no iban camino del Bündestag ni siquiera de un zoológico. La prensa oculta su destino, pero intuyo que era el matadero, para ser luego devorados en forma de salchichas, o recocidos y aliñados con col fermentada.iCómo no recordar que las mejores leyes de protección de los animales fueron promulgadas por los nazis, cuyo fürher gustaba decir (gritar) que "en el nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales"? Para los ecologistas críticos (que los hay), existe una estrecha conexión entre aquella zoofilia hitleriana, que compartía boletín oficial con la determinación de convertir en jabón a los judíos, y ciertas formas de entender la ecologia (la deep ecology, o ecología profunda, de los anglosajones), con creciente predicamento en los paises desarrollados, que se caraterizan por su feroz antihumanismo.Luc Ferry ha hablado del desarraigo como la esencia de las sociedades democráticas que surgen de la Ilustración: desarraigo del terruño (internacionalismo vs. nacionalismo), desarraigo de la naturaleza (poder ser del hombre civilizado vs. deber ser del hombre limitado por las fuerzas naturales), desarraigo de la tradición (libertad vs. opresión de lo establecido). Y ha señalado que es contra ese desarraigo contra el que se alza la deep ecology, con su trompetería apocalípticaPorque hay ciertamente un ecologismo que cree en el futuro, en la capacidad del hombre para superar cuantos desafios puede plantearse (incluido el de sobrevivir a la degradación ecologica y social causada por la borrachera del capitalismo desarrollista). Un ecologismo humanista crítico y liberal en lo ideológico, socializante en lo económico y profundamente democrático en lo politico. Pero hay otra ecología que pretende retrotraernos al pasado, arraigar el hombre a la tierra, atarlo a la naturaleza, equipararlo a los cerdos o las piedras, con quienes estaría obligado a firmar una especie de contrato natural como sustituto del Contrato Social que sostiene la civilización occidental. Del nuevo contrato se derivarian leyes, dictadas no por la Razón sino por la Naturaleza, que los nuevos druidas se encargarían de interpretar.Como sabemos desde Hobbes que el estado de Naturaleza es no sólo el de todos contra todos sino también el de la fuerza bruta, algunos ecologistas de primera hora nos asustamos viendo la bestia que ha engordado a nuestra sombra, fagocitando utopías. El nuevo Leviatán no está formado por hombrecillos, sino por minúsculos buitres y lobos. Es la bestia parda que a menudo esconde, tras su amor a la Naturaleza, un odio mortal contra la Humanidad. Cuidado."
Ref. Baigorri, A.(1994), "Fascismo", El Periódico de Extremadura, 21/XII/1994, p.5
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