De la presentación
"Este libro tiene su origen en lo que en la legislación española sobre acceso a los cuerpos docentes universitarios, como profesores titulares (funcionarios) se denomina Proyecto Docente.
Teóricamente, a través de este documento los tribunales que juzgan a los aspirantes a un puesto como profesor funcionario debían evaluar la preparación del candidato para ejercer la docencia, sus habilidades para la investigación, su conocimiento tanto de las técnicas docentes como de la propia materia a impartir... Pero, paradójicamente, la legislación no ha determinado nunca ni los criterios ni la forma que debía tener el Proyecto Docente, ni siquiera se ha venido estableciendo un cierto derecho consuetudinario al respecto. Por lo que en las distintas Areas de Conocimiento se han venido forjando tradiciones distintas al respecto.
La primera consecuencia de dicha indefinición ha sido el amplio margen de discrecionalidad -de arbitrariedad más bien- con que los tribunales han actuado, y en realidad siguen actuando1. Con lo que el Proyecto Docente en modo alguno ha cumplido la función que la legislación le atribuía, sino que se convirtió en un mero paripé (“acto hipócrita”, para quien piense que no es una palabra aceptada por la RAE), por cuanto los elementos que los Tribunales han venido utilizando para evaluar han sido (y me temo que lo sigan siendo) muy otros: pertenencia a redes de poder académico, publicaciones en revistas afines a los miembros del tribunal, procedencia de universidades amigas, mera amistad, parentesco... Esos asuntos por lo demás humanos, demasiado humanos.
De forma que los candidatos se limitaban, en la mayoría de los casos, a copiar y/o Proyectos Docentes ajenos, a menudo suministrados por el propio Presidente del Tribunal. Proyectos que nadie del Tribunal se leía salvo para comprobar si sus libros o artículos estaban citados. O, lo que desgraciadamente ha ocurrido demasiado a menudo, para buscarle pegas a un candidato incómodo, o al que simplemente se pretende perjudicar.
Pero el caso es que yo me creí la letra de la Ley, supongo que porque no contaba con ningún apoyo entre los grupos de poder de la Universidad Española, y no me quedaba otra que ir, sencillamente, bien preparado a mi oposición. Lo cual por supuesto no me libró de que algunos miembros del tribunal intentasen leerlo sólo para encontrar por dónde atacarme, pero me permitió mantener el tipo porque me sabía sobrada y legítimamente capacitado para ocupar mi plaza. Porque esa es la clave cuando estás solo: si dudas, se te comen.
En cuanto superé aquella desagradable prueba, y dado que considera- ba haber preparado un buen Proyecto Docente, pensé inmediatamente en difundirlo en la red, para que sirviese a otros que se encontrasen en parecida situación, o simplemente para que mi esfuerzo de reflexión sobre la enseñanza de la Sociología pudiese ser de utilidad a otros colegas enseñantes.
Pero el curso de las cosas siempre se enreda, y más en la Red. Otras tareas y proyectos han ido retrasando el asunto, hasta casi olvidarlo. Pero finalmente he encontrado algunos ratos para desbrozar el documen- to de aquellos aspectos más particularistas, o referidos a aspectos de mi propia peripecia profesional/docente; quitar las referencias a otras materias impartidas distintas de la Sociología General; etc. Aunque he optado por mantener algunos aspectos locales cuya metodología de exposición y/o planteamiento pueden ser de utilidad especialmente a quienes se encuentren en la tesitura de preparar el Proyecto Docente.
Sólo espero que sea de utilidad a otros académicos y sociólogos.
Badajoz, abril 2003"
Es la presentación que preparé para la primera edición del libro, en 2003, como arranque de una lamentable iniciativa editorial, Shareware Books, que pretendía hacer con libros electrónicos lo que los primeros programadores solidarios hacían con su software: permitir utilizarlo libremente, y dejar que los usuarios decidiesen luego (si la utilidad les justificaba, y tenían medios) pagarlo. No era una mala idea para aquel momento. Llegamos a fundar una asociación para desarrollar ésa y otras actividades, IVES (Instituto Virtual de Estudios Sociales) y me trabajé un logo y preparé su correspondiente página web.
Por supuesto, como tantas iniciativas, se quedó pronto en nada. No he sabido, la mayor parte de mi vida, rodearme de gente con espíritu emprendedor suficiente como para continuar lo que yo iniciaba, o echarle un empeño parejo al mío. Poca capacidad de liderazgo. Y como no soy de seguir las cosas una vez creadas (si son organizaciones me asfixia el Poder, poco o mucho, grande o pequeño; si son actividades, casi todas me terminan aburriendo, porque todo es repetitivo), pues la mayoría se agostan convertidas en entelequias, como los hombres que le nacen a la gente en las huertas de Amanece que no es poco. Culo de mal asiento me decía mi abuela.
La fecha de terminación de la obra, pues no se modificó para su publicación, fue 2001. En primavera se celebró mi concurso-oposición a Profesor Titular de Universidad, y aunque no recuerdo bien, por mi estilo puedo deducir que lo terminaría con el plazo a punto de cumplirse. Por ello puede que muchos de los aspectos, metodologías y técnicas abordadas estén ya obsoletas. Pero creo que muchos de sus apartados pueden seguir siendo de utilidad a profesores noveles.
Referencia: Baigorri.A.(2007), Enseñando Sociología a profanos, Lulu
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