"Tradicionalmente, y así lo ha señalado ampliamente la doctrina económica a partir de los trabajos de Christaller (1966) y Lösch (1967), las fronteras políticas han constituído un serio obstáculo para el desarrollo económico, suponiendo barreras artificiales a la racionalidad de la organización económica y a la complementariedad potencial de las zonas fronterizas. En primer lugar el historial bélico que caracteriza a estos espacios constituye un depresor de cualquier tipo de gran inversión productiva, que puede ser fácilmente devastada o rapiñada por el enemigo potencial, y a ello se añaden las habitualmente grandes distancias relativas a los centros nacionales. Y además, como en buena parte ocurre en nuestro país, las fronteras suelen coincidir con accidentes geográficos insoslayables sin cuantiosas inversiones en infraestructuras.
Imponentes cordilleras, abruptos cauces o auténticos desiertos se encargan a menudo de
constituirse en auténtica tierra de nadie. En consecuencia con todo ello,las redes de transporte suelen ser trazadas en paralelo a la frontera, siendo competitivas en lugar de complementarias, con lo que aún se alejan más las posibilidades de interacción social y económica. Y, también por todas estas razones, las zonas fronterizas han recibido escasa atención desde la Economía, más interesada tradicionalmente por las causas que producen riqueza, antes que por las que producen pobreza.
Sin embargo, no es menos cierto que desde hace varias décadas se viene observando cómo, en situaciones particulares, como la de la Regio Basiliensis -entre Suiza, Francia y Alemania- o la frontera EUA-México, largos periodos de paz internacional y un incremento de la integración económica han removido muchas de las tradicionales barreras al desarrollo en las regiones fronterizas (Hansen, 1981). Otros ejemplos, como el de la frontera Colombia-Venezuela, que se ha convertido en la zona limítrofe de mayor actividad de Sudamérica (Fernández, 1990), apoyan esta nueva perspectiva. Y en respuesta a estos fenómenos, un núcleo de estudiosos -sobre todo en los EUA y México, aunque también en Europa- han venido construyendo lo que actualmente podríamos considerar una rama de los Estudios Regionales, a la que han gustado denominar Estudios Fronterizos y que en América ha alcanzado cierta importancia en el campo de las Ciencias Sociales (ver, entre otras aportaciones de interés: Alegría, 1992; Arreola y Curtis, 1993; Bustamante, 1989; Fernández, 1977; Ganster et al., 1997; Hansen, 1981; Herzog, 1990; Martínez, 1986; Petras, 1980; Ranfla, 1984; Stoddard, 1986). Si bien en la medida en que las fronteras exitosas han afectado fuertemente a otros muchos aspectos de la realidad social -el desarrollo de ciudades y metrópolis de frontera, problemas relacionados con las migraciones, conflictos étnicos, impactos ambientales, etc-, los Estudios Fronterizos han incorporado en mayor medida una perspectiva transdisciplinaria muy alejada del economicismo y la metodología cuantitativa que hoy por hoy caracterizan a los Estudios Regionales, e incluso del análisis sobre regiones fronterizas de la tradición europea, más antigua pero también hasta muy recientemente bastante limitada a aspectos políticos y económicos......"
Referencia:
Baigorri, A., Cortés, G.: "Un nuevo desafío en el análisis regional: las ciudades y regiones fronterizas". XXIII Reunión de Estudios Regionales. Mundialización, Innovación, Región, Arco Mediterráneo. Valencia, 18-21 de noviembre de 1997
Acceso al texto:
https://old.aecr.org/web/congresos/1997/cts/comun/a8/08-204r.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para evitar spam, pero estaré encantado de dar paso a cualquier comentario que quieras hacer al texto