En el siglo XIII, Bacon concibió un plan de reforma
basado en la preeminencia de las ciencias
experimentales, del que proyectaba un futuro con automóviles, máquinas voladoras y hasta submarinos. Cuando los sabios se sientan insomnes bajo la luna,
atisban el futuro.
Sin embargo, las proyecciones que se pusieron de moda en los años 60 (del siglo XX) no respondían a los insomnios de los sabios, a las resacas de la imaginación,
sino al rechinar de las válvulas que
alimentaban monstruos como el ENIAC. La existencia de máquinas de proyectar millones de datos hizo
creer a los cuadriculados que bastaba
con introducir los datos del pasado para obtener
los datos del futuro. Desde las proyecciones
optimistas de Khan para la Rand
Corporation a las pesimistas de Meadows para el
Club de Roma, todas olvidaron procesar, sin embargo,
una serie de factores irnprocesables: desde
el azar a la inconstancia del amor humano. Y hoy aquellas predicciones languidecen entre el polvo de los anaqueles más escondidos. Nos suenan tan huecas como las que hiciera
Montesquieu, en el amanecer del Siglo de las
Luces:
«La tierra se despuebla todos los días. Si
esto continúa.será, dentro de dos
siglos, un desierto».
Así que no me tomo muy en serio esas previsiones, machacona e interesadamente repetidas estos días (hasta
Hemández Sito ha ido a contarlas a los
Telediarios de Madrid), que hablan de la
pronta desaparición de casi un centenar de pueblos de la región. Animados por la seguridad con que el experto de tumo publicita sus pesquisas, algunos incluso abogan
por la eutanasia, con el piadoso fin de ahorrar dineros en equipamientos
públicos, y proponen liquidar por decreto a unos cuantos.
Ni siquiera el Desarrollismo franquista
de los años 60 y 70, que apostó
explícitamente por el despoblamiento rural, consiguió acabar con miles
de pueblos serranos a los que sitió con pinos, prohibió
sacar las cabras, suprimió escuelas y ayuntamientos.
Hubo un ministro que mantuvo a su propio pueblo en las sierras riojanas sin
carretera hasta que, prácticamente vacío, la necesitaron los guardas del ICONA.
Para su oprobio eterno, hay ahora en aquel pueblo
más familias censadas que hace veinte años.
¿Cómo no va a ser pues rentable, en período preelectoral, una proyección
como las que nos ocupa? Van a decir que todas las guerras de la Historia no
produjeron en Extremadura tantos despoblados como, según algunos sabios, van
a provocar diez años de gobierno socialista. Allá quienes quieran
jugar al juego de la matemática simple.
Yo imagino que
las gentes de Gata,
y otros parajes condenados por
los sabios a desaparecer del mapa regional además de
hacer lo que llevan haciendo desde hace
siglos (adaptarse y sobrevivir), introducirán nuevos hábitos entre que
se mueren y no. Tal vez en lo sucesivo sustituyan los habituales saludos por el ripio que, dicen, intercambian los cartujos al
cruzarse: «Morir debemos»/« Ya lo sabemos».
Referencia:
Baigorri, A. (1993), "Informática y creación", Extremadura, 11/1/1993
Referencia:
Baigorri, A. (1993), "Informática y creación", Extremadura, 11/1/1993
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para evitar spam, pero estaré encantado de dar paso a cualquier comentario que quieras hacer al texto