1.11.1993

Pesimistas y optimistas (1993)




En el siglo XIII, Bacon concibió un plan de reforma basado en la preeminencia de las ciencias experimentales, del que proyectaba un futuro con automóviles, máquinas voladoras y hasta submarinos. Cuando los sabios se sientan insomnes bajo la luna, atisban el futuro.

Sin embargo, las proyecciones que se pusieron de moda en los años 60 (del siglo XX) no respondían a los insomnios de los sabios, a las resacas de la imaginación, sino al rechinar de las válvulas que alimentaban monstruos como el ENIAC. La existencia de máquinas de proyectar millones de datos hizo creer a los cuadriculados que bastaba con introducir los datos del pasado para obtener los datos del futuro. Desde las proyecciones optimistas de Khan para la Rand Corporation a las pesimistas de Meadows para el Club de Roma, todas olvidaron procesar, sin embargo, una serie de factores irnprocesables: desde el azar a la inconstancia del amor humano. Y hoy aquellas predicciones languidecen entre el polvo de los anaqueles más escondidos. Nos suenan tan huecas como las que hiciera Montesquieu, en el amanecer del Siglo de las Luces: 
«La tierra se despuebla todos los días. Si esto continúa.será, dentro de dos siglos, un desierto».

Así que no me tomo muy en serio esas previsiones, machacona e interesadamente repetidas estos días (hasta Hemández Sito ha ido a contarlas a los Telediarios de Madrid), que hablan de la pronta desaparición de casi un centenar de pueblos de la región. Animados por la seguridad con que el experto de tumo publicita sus pesquisas, algunos incluso abogan por la eutanasia, con el piadoso fin de ahorrar dineros en equipamientos públicos, y proponen liquidar por decreto a unos cuantos.

Ni siquiera el Desarrollismo franquista de los años 60 y 70, que apostó explícitamente por el despoblamiento rural, consiguió acabar con miles de pueblos serranos a los que sitió con pinos, prohibió sacar las cabras, suprimió escuelas y ayuntamientos. Hubo un ministro que mantuvo a su propio pueblo en las sierras riojanas sin carretera hasta que, prácticamente vacío, la necesitaron los guardas del ICONA. Para su oprobio eterno, hay ahora en aquel pueblo más familias censadas que hace veinte años.

¿Cómo no va a ser pues rentable, en período preelectoral, una proyección como las que nos ocupa? Van a decir que todas las guerras de la Historia no produjeron en Extremadura tantos despoblados como, según algunos sabios, van a provocar diez años de gobierno socialista. Allá quienes quieran jugar al juego de la matemática simple.


Yo imagino que las gentes de Gata, y otros parajes condenados por los sabios a desaparecer del mapa regional además de hacer lo que llevan haciendo desde hace siglos (adaptarse y sobrevivir), introducirán nuevos hábitos entre que se mueren y no. Tal vez en lo sucesivo sustituyan los habituales saludos por el ripio que, dicen, intercambian los cartujos al cruzarse: «Morir debemos»/« Ya lo sabemos».

Referencia:

Baigorri, A. (1993), "Informática y creación", Extremadura, 11/1/1993

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios están moderados para evitar spam, pero estaré encantado de dar paso a cualquier comentario que quieras hacer al texto