11.02.1992

Solidaridad o independencia. Panfleto contra el todo... y contra el 15 (1992)



"Sólo la propuesta de aquellas acciones
que proceden de móviles desinteresados
puede inspirar respeto por parte de los hombres
hacia aquel que las propone"
Inmanuel Kant (1794)
































"se ha reciclado el concepto de Extremadura Saqueada que algunos hicimos popular en todo el país hace tres lustros; pero se confunde quien ha practicado el historicismo a partir de aquel concepto: el que la explicación del saqueo extremeño tenga orígenes históricos no quiere decir, ni mucho menos, que Extremadura haya sido saqueada por todo Dios, desde tiempos de los iberos (y es que hay quien hasta copiar lo hace mal). Mérida era una de las mayores ciudades del globo cuando Barcelona no existía. El reino aftasí de Badajoz se extendía hasta las orillas del Duero cuando el Condado de Barcelona era un pequeño reducto montañés. Y una cuadrilla de aventureros extremeños se hicieron, como quien no quiere la cosa, con medio continente americano... Extremadura, como todos los pueblos del planeta en uno u otro momento de su historia, ha sido saqueada y saqueadora, y no se trata ahora de pillarles manía a los italianos por haberse cargado a Viriato.
(...)
La solidaridad que dirige nuestra indignación contra los nacionalpujolistas implica cuestiones esencialmente distintas a las que se derivan del concepto cristiano. Es una solidaridad que no conlleva la bonhomía de ayudar a los pobres. Primero porque Extremadura ya no es pobre, 'sensu strictu'; y porque, aunque quienes tienen mayores niveles de renta per cápita la considerasen pobre, en tal caso podrían aplicar con razón y legitimidad lo que decía un catalán en una tertulia radiofónica: "Yo prefiero ayudar a un somalí que a un cacereño". Efectivamente, las limosnas que se las envíen a Somalia.
Al contrario, esta solidaridad es reflejo de un contrato social entre los pueblos; en España firmado al unirse las coronas de Aragón y Castilla, y mil veces ratificado de forma consensuada. Un contrato por el que las partes se comprometen a beneficiarse mutuamente, por lo que mientras ello es así no puede hablarse de saqueo. Pero cuando (Maquiave­lo) no hay un beneficio mutuo, sino que solo estamos haciendo poderoso a un socio, es entonces cuando nos hundimos a nosotros mismos, pues pasado el tiempo aquél nunca reconocerá de dónde le vino su poder. Es ahora cuando surge el saqueo, y no hay más culpable que nosotros mismos si seguimos consintien­do habiendo instrumentos jurídico/políticos para evitarlo. Pues como dice el propio Maquiavelo, "no se debe jamás dejar subsistir un desorden para evitar una guerra, pues no se la evita; lo que se hace es diferirla con grave perjuicio para el que tal hace".
Efectivamente, la irregular distribución peninsular de los recursos físicos aconsejó (primero de forma más o menos espontánea, y luego planificada) la concentración de inversiones infraestructurales e industriales en una serie de puntos del Estado, en la creencia de que las economías de escala permitirían un crecimiento más rápido y sostenido del que indefectiblemente se beneficiaría el conjunto.
(...)
Esos beneficiados desmemoriados contra los que advertía Maquiavelo, esos ricachones denunciados por Almirall, son los nacionalistas catalanes (a veces utilizan como fuerza de choque y carne de cañón a curas carlistoides, campesinos analfabetos y pequeñoburgueses resentidos). Ahora que somos la undécima potencia económica del mundo, ahora que toca el reparto del capital acumulado, ahora la ideología nacionalista es utilizada para embadurnar la voluntad de estafar a los socios: los escorzos de Pujol intentando llegar a lo alto del micrófono son un tararí que te ví. Y es que ya lo decía Ganivet en el 98: "He estado tres veces en Cataluña, y después de alegrarme la prosperidad de que goza, me ha disgustado la ingratitud con que juzga a España la juventud intelectual nacida en este periodo de Renacimiento. Y sin embargo, el renacimiento catalán ha sido obra no sólo de los catalanes, sino de España entera, que ha secundado gustosamente sus esfuerzos". ¿Puede decirse algo más claro cien años después?.
(...)
Y es que, lisa y llanamente, aquí no se está hablando de financiación regional. Quien lo crea así después del esperpento lingüístico de las Olimpiadas o es tonto o es un avestruz. Se trata en esencia, como ha expuesto Ibarra, de una preferencia explícita por un modelo de asociación que rompe sin lugar a duda el concepto de solidaridad que ha mantenido unido a este Estado desde el siglo XV, para bien o para mal. Hay un núcleo importante (muy importante, no sólo en ERC, CiU o IU/IC, sino también en el PSC/PSOE) de catalanes que consideran que ahora que tienen a Europa ya no necesitan del resto de España (que no vengan con tonterías de hechos diferenciales, porque aquí tenemos a esos pueblos de Gata que son tan raros que hasta tienen lengua propia, y no por eso dejan de sentirse extremeños). A su vez ello está generando, en muchos de los restantes españoles, una actitud de rechazo hacia Cataluña, y por otro lado no me cabe duda de que en estas semanas las minorías étnicas (extremeños, andaluces...) deben estar soportando ciertas presiones en Cataluña.
(...)
Es por todo ello por lo que, para no seguir emponzoñando la vida del Estado durante décadas, el problema debería resolverse de una forma valiente y decidida. Creo que ello exigiría de la celebración de dos referéndums de 'autodeterminación'. El primero, en Cataluña, con esta pregunta: "¿Quiere usted la independen­cia de Cataluña, sabiendo que si sigue mantiendo sus lazos solidarios y contractuales con el Estado español, a Cataluña va a tocarle ahora dar más de lo que recibe?". El segundo, en el resto del Estado, con una pregunta no menos concreta: "¿Quiere usted seguir soportando por los siglos de los siglos a los catalanes, o no le importa que se queden los muebles y aún la cuenta corriente, pero que se vayan de una vez a hacer puñetas?". Así de simple, crudo y solidario, porque la cuestión es doble, a saber: si los catalanes quieren seguir siendo españoles, y si al resto de los españoles nos interesa que lo sean
Si se materializase el más improbable de los escenarios imaginables, quienes saldrían ganando serían las minorías étnicas (andaluces, extremeños, aragoneses...), que se encontrarían con mayor libertad de la que hoy tienen para defender sus derechos en Cataluña, tanto en lo que al idioma se refiere como, en general, al respeto de su cultura. Tal vez entonces la embajada española y las organizaciones de Derechos Humanos pudiesen hacer por ellos más de lo que hoy puede hacer los ministerios españoles de Educación y Cultura.
(...)
En fin, entretanto alguien se decide a responder a los faroles de Pujol con el ofrecimiento de los referéndums de autodeterminación, aquí debemos seguir revindicando lo que es nuestro, no porque nos lo hayan quitado, o merezca­mos una limosna, sino simplemente porque ahora nos toca a nosotros.

(...)"









Referencia:
Baigorri, A. (1992), "Solidaridad o independencia.Panfleto contra el todo...y contra el 15", Diario El Periódico de Extremadura (2y3/11/1992)