12.27.1994

Análisis ex-post de la formación ocupacional (1994)



"(...) 
1955-1973
(La gran hecatombe en medio del desarrollismo)
Puede decirse que el "Nuevo Estado", como gustaba autodenominarse el ­­Régimen anterior, arranca en términos económicos en los años '50. ­La Guerra Civil ha bloqueado las grandes posibilidades de desarrollo que con la actuación de órganos específicos de la República se habían abierto para Extrema­dura: regulación hidraúlica, regadíos, reforma agraria, industrialización... Los grupos dominantes han reaccio­nando volviendo a una agricultura y ganadería precapitalistas, sobre mínimos, eludiendo toda inversión y toda mejora de las estructuras (salvo en áreas muy concretas de las vegas más ricas). El fantasma del hambre se cierne sobre la región y sobre el conjunto del Estado, y justo en ese punto se ponen en marcha (en un intento de asegurar el abastecimiento nacional, tanto de alimentos como de otros productos industriales) los dos mecanismos que en mayor medida han condicionado la actual situación de la región: simultáneamente se desarrollan los grandes planes de transformación en regadío, en la región, y los grandes planes de industrialización en ­las grandes ciudades del Norte de España. Los programas de desarrollo agrario de Extremadura son sin embargo insuficientes, porque no persiguen mantener la población, sino únicamente la estrictamente necesaria para colaborar en el abastecimiento nacional, forzando la emigración del resto, especialmente de los más jóvenes, fuertes y dinámicos, a las grandes ciudades del Norte en las que se concentran las inversiones del Estado. En veinte años casi medio millón de habitantes emigran de Extremadura. Así y todo, en el periodo 1955-1973 la población que queda en la región hace un profundo esfuerzo de adaptación a los estándares de la economía nacional. Si en 1955 la tasa de actividad es de un 23,64 % en Badajoz y un 25,91 en Cáceres, frente a un 30,84% para el conjunto nacional, casi al final del periodo considerado, en 1971, las distancias se habían acortado sensiblemente, pues frente a una tasa del 39,58 % a nivel nacional, Badajoz ofrece un 36,22, y Cáceres incluso la supera con un 40,07 %. El esfuerzo es considerable si tenemos en cuenta la sangría migratoria, que ha dejado una población envejecida. En lo que hace a la distribución de la población activa por sectores, se da también una fuerte reducción de las distancias respecto del conjunto del Estado. La Administración consolida una infraestructura burocrática que supone un salto cualitativo y cuantitati­vo importante. La instalación del Institu­to Nacional de Colo­nización y el resto de organis­mos vincula­dos a a la gestión de los planes de trans­forma­ción en rega­dío, la ex­tensión de la Seguri­dad So­cial..., todo ello hará elevar­se notablemen­te el número de acti­vos en el Tercia­rio. En cifras abso­lutas el crecimiento de los Servicios (en los que la Administración siem­pre tiene una participa­ción impor­tante en la región) supone un aumento de más de 38.000 activos en Badajoz y 18.000 en Cáceres. Por su parte las transfor­ma­ciones deri­vadas de la ejecución de las in­fraestruc­turas vin­culadas a los planes de regadío supone un au­mento neto de la población activa industrial (más de 20.000 nuevos activos en la región), influyendo a su vez en el sector Servicios. Naturalmente, la incapacidad de aquellos grandes planes para activar todos los recursos de la región, y la incapacidad de la incipiente burguesía local, impiden absorber todo el crecimiento demográfico. No existe paro oficialmente reconocido en la región, porque el medio millón de extreme­ños que engrosarían esa estadística han marchado en busca de trabajo a otras regio­nes y países. En suma, poco antes de iniciarse la crisis económica de los '70, Extremadura sigue siendo todavía una región claramente subdesarrollada en relación con el resto del Estado, con una tasa de población activa agraria de casi un 53 % frente a un 28 % en el conjunto del Estado, una industria débil, y unos servicios todavía tercermundistas, con mucho subempleo y un fuerte peso de la Administra­ción. Esta situación, y sobre todo los orígenes de la misma, generarían la aparición del concepto de Extremadura saqueada.
1973-1983(De la crisis al autogobierno)
La ­larga crisis urbano-industrial ­supuso la apari­ción formal en Extremadu­ra del fenómeno del paro. Con mayor fuerza justa­mente que en otros territo­rios, al cerrarse la puer­ta de la emigra­ción y porque enseguida hará su aparición un efecto inducido: ­­el retorno de parados desde las ciudades industriales en crisis, que vienen a engro­sar la nómina del paro regional. Sin embargo, una consecuencia positiva e imprevista de este proceso va a ser la acumulación de un poten­cial de po­bla­ción activa creciente, que forzo­sa­mente acaba traduciéndose en un creci­mien­to de la activi­dad interior, al no existir la válvula de escape de la emigra­ción. Los retornados llegan con ahorros, pensiones, indemnizaciones, subsidios de desempleo, una cierta cultura capitalista y buenas relaciones con el exterior.
(...) "

 Referencia:
Baigorri, A., Fernández, R. (1994), "Análisis ex-post de la formación ocupacional en Extremadura", dentro del proyecto Análisis ex-post de la formación ocupacional en España, del  Fondo Social Europeo y la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid, TESYT, Badajoz

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12.24.1994

Notas para un Programa en Materia de Medio Ambiente para Extremadura (1994)

En 1994 el entonces director de la Agencia de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, Leopoldo Torrado, muy cercano a Ibarra (al menos entonces, que aquí todo evoluciona en direcciones imprevisibles) me pidió algunas ideas para elaborar el programa de las próximas elecciones regionales de 1995. Debió pedírmelo con tal insistencia y prisa, que ahí estaba (por la fecha anotada en el texto), el día de Navidad dándole.

"(...)
Sobre la Red de Espacios Protegidos no tengo muchos elementos de juicio, en cuanto a la definición de los mismos. En cualquier caso, me parece importante resaltar el coste financiero, de gestión y político que tienen este tipo de reservas, por lo que no creo conve niente prodigarlos en exceso. Me parece mucho más importante invertir en todo aquéllo (casi todos los demás puntos) que influye directa e indirectamente en una conservación genérica, global y dispersa. Las reservas son más propias de territorios en los que sólo quedan pequeños reductos dignos de protección, mientras que en Extremadura prácticamente toda la región tiene valores objetivos. Ya se ha visto cómo la conversión de Monfragüe en Parque Nacional ha puesto en marcha las solicitudes de ampliación, y la inclusión en el mismo incluso de los Ibores/Villuercas. Es un tema delicado y costoso que se va de las manos fácilmente, y en realidad sólo satisfacen a los integristas del conservacionismo.
 
Por otra parte, una Red de Espacios Protegidos sólo puede ponerse en marcha y alcanzar éxito en la medida en que vaya acompañada de programas de promoción y desarrollo de las áreas en que se ubican.  Salvo cuando se trate de áreas muy concretas y reducidas (esto es que afecten a muy pocos propietarios), no debería procederse a ninguna declaración de espacio protegido sin la realización previa de un estudio de desarrollo económico, social y cultural de la zona en que se ubique, que devenga en un Programa de Desarrollo. Las especies naturales están suficientemente estudiadas y conocidas; lo que hay que saber antes de ninguna actuación de este tipo es de qué viven, cómo piensan, de qué van a vivir y cómo van a pensar y actuar en el futuro los habitantes de ese espacio y su entorno. 
Por otra parte, creo que es hora de empezar a distinguir entre la protección arqueológica, para el estudio y el disfrute de los naturalistas, y la protección realmente ecológica, para el conocimien to, uso y disfrute efectivo de toda la población. Ello podría llevarnos a introducir en Extremadura la figura de los Parques Regionales o Comarcales en los que se de una conservación de los ecosistemas existentes con una utilización turístico-recreativa intensiva, en un marco controlado. En la línea de lo que son las Casas de Campo(como Tres Arroyos en su concepción originaria en Badajoz), o en la línea de áreas protegidas de otras regiones como la Dehesa del Moncayo, que siendo un espacio altamente protegido constituye a la vez un espacio de recreo natural masivo. 
Esta figura permitiría una conservación con menos cargas financieras, pues al igual que se hace en otros lugares, se trataría de espacios acotados y cerrados, en los que se pagaría por entrar, y en los que habría servicios que podrían generar ingresos (camping, cafetería- restauración, tiendas de productos regionales, librerías verdes, etc). No sólo conservarían la naturaleza, sino también los usos y costum bres que han producido esa particular naturaleza humanizada de la región: el público podría conocer la agricultura y la ganadería tradicional, la producción artesana de queso, vino, miel, aceite, etc. Poner en marcha dos o tres de estos parques en la región creo que tendría un fuerte impacto social, y de imagen tanto interna como externa, y potenciaría además fuertemente el turismo pues obviamen te ello se haría dentro de entornos con atractivos objetivos para el turismo rural, ecológico y cultural. Un buen punto para empezar, que podría aprovechar financiaciones comunitarias de INTERREG, sería la zona de la Codosera, en la raya con Portugal, a sólo 50 kms de Badajoz (130.000 Habitantes); pero por otra parte sería conveniente iniciar la experiencia sobre terrenos públicos, por lo que tal vez los Baldíos de Alburquerque podrían ser una alternativa si en la zona de la Codosera no hay disponibilidad suficiente (la ventaja de la Codosera es que hay un embalse previsto que enriquecería ambiental y turísticamente el parque).. 
5.
La cuestión del reciclaje parte de unas limitaciones fuertes, por cuanto el Plan Regional de Resíduos Sólidos, ya puesto en marcha, me temo que no ha considerado en intensidad todas las posibilidades al respecto, especialmente en lo quer al reciclaje de materia orgánica (compostaje) se refiere. No obstante, se pueden hacer algunas - bastantes- cosas todavía, además de estudiar las posibilidades de adaptar la infraestructura del Plan de Resíduos a una política activa de reciclado.
 
Un programa interesante, a lanzar desde este área, y que no sé definir muy bien ahora mismo, sería una especie de programa de reciclaje total; es decir, que por un lado sirviese para difundir y extender la propia idea del reciclaje, tanto al resto de las administra ciones como a los agentes económicos y público en general, y por otro lado pusiese en marcha ámbitos de reciclaje muy diversos: no sólo los tradicionales del papel y el vidrio (que, con un poco de ayuda y promoción, creo que pueden ya dejarse plenamente a la iniciativa privada), sino de todos aquéllos productos de los que se encuentre documentación sobre métodos eficientes y más o menos rentables de reciclado; potenciar una bolsa (que creo que ya existe, pero muy apagada) de intercambio de resíduos entre empresas que puedan reutilizarlos; potenciar de forma más intensa y extensa iniciativas como las del Centro Reto de recuperación de drogadictos, de reciclaje de mobiliario y electrodomésticos  (con lo cual se incidiría además en la creación de empleos tradicionales cada vez más demandados en las principales ciudades). Por ejemplo, una iniciativa que se me ocurre tendría cabida en este ámbito programáti co y que podría tener bastante impacto: un programa de recogida, de empresas y organismos públicos, de sistemas informáticos (ordena dores, impresoras, programas...) obsoletos pero que están en estado de uso; con ellos se podrían crear talleres formativos en zonas marginales, o incluso enviarlos a zonas subdesarrolladas de América Latina.  
En lo que hace al vidrio y el papel, ya he dicho que la iniciativa privada, con un poco de ayuda, podría hacerse cargo de ello. Pero cabría intentar poner en marcha algunas experiencias, a lo mejor empezando no en ciudades (donde la implementación de programas experimentales de este tipo es bastante costosa) sino en pueblos grandes, de recogida selectiva. Podría estudiarse la viabilidad (económica y medioambiental) de una pequeña planta de fabricación artesanal de papel reciclado para usos específicos. 
En el marco del reciclaje, y muy relacionado con la protección ambiental, cabría plantear un programa de regulación y control de los cementerios de automóviles. 
6.
En lo que hace al sector forestal, podemos empezar relacionando este tema con el anterior, y en un marco mucho más amplio: el de los resíduos agrícolas (incluída la agroindustria), ganaderos y forestales. Sería interesante la puesta en marcha de un programa, en colabora ción con Investigaciones Agrarias, de recuperación de restos de biomasa, que según su origen y características pueden utilizarse para muchos menesteres: desde la fabricación de nuevos materiales (maderas artificiales), la producción de briquetas,  producción de humus pàra su distribución como abono orgánico, e incluso la producción de biogás. Estos temas plantean muchos problemas, especialmente por la dispersión de los recursos, pero pueden hacerse cosas en la línea planteada.
 
En lo que a política forestal propiamente dicha se refiere, pienso que viene suficientemente definida desde Europa. Incluso la canalización de la reforestación a través de Agricultura (con toda lógica) me hace dudar sobre el interés de que la gestión forestal, como la caza, vuelvan a Agricultura (de no hacerse así, debería intentarse lo contrario: que fuese Medio Ambiente quien gestionase, o cogestionase, el tema de la reforestación). (...)"


Referencia:
Baigorri, A. (1994), Notas para un programa en materia de Medio Ambiente para Extremadura
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12.21.1994

Fascismo (1994)



"DOS camioneros españoles, pillados in fraganti cuando atormentaban a una piara de cerdos (en 24 horas no les dieron comida ni bebida), se han pasado 14 dias en las cárceles alemanas, y veremos en qué queda la cosa. Los cerdos no iban camino del Bündestag ni siquiera de un zoológico. La prensa oculta su destino, pero intuyo que era el matadero, para ser luego devorados en forma de salchichas, o recocidos y aliñados con col fermentada.
iCómo no recordar que las mejores leyes de protección de los animales fueron promulgadas por los nazis, cuyo fürher gustaba decir (gritar) que "en el nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales"? Para los ecologistas críticos (que los hay), existe una estrecha conexión entre aquella zoofilia hitleriana, que compartía boletín oficial con la determinación de convertir en jabón a los judíos, y ciertas formas de entender la ecologia (la deep ecology, o ecología profunda, de los anglosajones), con creciente predicamento en los paises desarrollados, que se caraterizan por su feroz antihumanismo.
Luc Ferry ha hablado del desarraigo como la esencia de las sociedades democráticas que surgen de la Ilustración: desarraigo del terruño (internacionalismo vs. nacionalismo), desarraigo de la naturaleza (poder ser del hombre civilizado vs. deber ser del hombre limitado por las fuerzas naturales), desarraigo de la tradición (libertad vs. opresión de lo establecido). Y ha señalado que es contra ese desarraigo contra el que se alza la deep ecology, con su trompetería apocalíptica
Porque hay ciertamente un ecologismo que cree en el futuro, en la capacidad del hombre para superar cuantos desafios puede plantearse (incluido el de sobrevivir a la degradación ecologica y social causada por la borrachera del capitalismo desarrollista). Un ecologismo humanista crítico y liberal en lo ideológico, socializante en lo económico y profundamente democrático en lo politico. Pero hay otra ecología que pretende retrotraernos al pasado, arraigar el hombre a la tierra, atarlo a la naturaleza, equipararlo a los cerdos o las piedras, con quienes estaría obligado a firmar una especie de contrato natural como sustituto del Contrato Social que sostiene la civilización occidental. Del nuevo contrato se derivarian leyes, dictadas no por la Razón sino por la Naturaleza, que los nuevos druidas se encargarían de interpretar.
Como sabemos desde Hobbes que el estado de Naturaleza es no sólo el de todos contra todos sino también el de la fuerza bruta, algunos ecologistas de primera hora nos asustamos viendo la bestia que ha engordado a nuestra sombra, fagocitando utopías. El nuevo Leviatán no está formado por hombrecillos, sino por minúsculos buitres y lobos. Es la bestia parda que a menudo esconde, tras su amor a la Naturaleza, un odio mortal contra la Humanidad. Cuidado."

Ref. Baigorri, A.(1994), "Fascismo", El Periódico de Extremadura, 21/XII/1994, p.5
 

11.05.1994

Estrategias de desarrollo local (1994)

A lo largo de 1994 y 1995 desarrollamos desde la consultora TESYT (Taller de Estudios Sociales y Territoriales) que dirigía antes de entrar en la universidad, un encargo de Proyecto Global de Desarrollo, obtenido en concurso, para el Ayuntamiento de Badajoz. El cambio de gobierno tras las elecciones municipales de 1995 hizo que la segunda parte, el Plan de Desarrollo propiamente dicho,  no se concluyese. Al PP no le interesaba el proyecto, y tampoco nosotros nos sentíamos cómodos con los nuevos planteamientos, por lo que aceptamos renunciar a completar el contrato, sin indemnización por ambas partes. Años más tarde el Ayuntamiento desarrollaría otros proyectos, para captar fondos europeos, tomando todos ellos como punto de partida lo que ya habíamos trabajado nosotros. Para presentar el proyecto organizaron desde el Centro de Empleo y Formación unas Jornadas de Desarrollo Local (muy concurridas por agentes de desarrollo local de toda la región), en la que dí la conferencia inaugural, el 9 de Noviembre de 1994



"Primero he borrado la palabra empleo. No ha sido un capricho, ni un deseo de eludir el tema de fondo; sería absurdo en unas Jornadas dedicadas, fundamentalmente, a la promoción del empleo. Pero llevo años pensando -y es por supuesto una reflexión muy personal, que tal vez algunos de ustedes no compartirán-, que no existe, o no puede existir, una política específica de desarrollo para el empleo. Naturalmente tendré que explicarme, para que mi afirmación no parezca una provocación a la violeta.
En mi opinión, cuando se habla de políticas de empleo nos estamos refiriendo en realidad, y en casi todos los casos, a políticas contra el paro. Esto es, a programas destinados a paliar las desventuras de quienes se encuentran en esa situación. En el fondo, por más que contribuyan a mejorar los recursos personales (intelectuales y materiales) de los parados, o su capacidad de desenvolvimiento en una sociedad económicamente hostil, sin embargo las medidas formativas, ayudas, becas de asistencia a cursos, incluso buena parte de las subvenciones a la creación de empresas, son en realidad formas de subsidios de desempleo. Son prestaciones sociales.
Esto que no quiere decir, por supuesto, que con todas estas medidas no se cree empleo.
De hecho, existe ya un subsector económico, a caballo del Terciario(los servicios) y el Cuaternario(la información), al que doy la denominación provisional de sector ocupacional, cada vez más importante. Un sector extremadamente dinámico, con una rotación acelerada en el empleo, cuya materia prima son los parados y cuya producción es la formación ocupacional. Es, además, uno de los pocos sectores económicos en los que no se da la clásica alienación entre el productor y el producto final que descubrió Marx: de hecho, los productores en un curso pueden ser meses más tarde consumidores en otro, y viceversa, y así sucesivamente. Hay quien encuentra ese proceso improductivo, pero a mí me parece muy importante, porque la mejora en la formación, sea cual sea su contenido, hace que la gente se sienta psicológicamente mejor, y capacita al tejido productivo para los cambios.
Acabo de participar en un proyecto de evaluación ex-post de las acciones formativas cofinanciadas por el Fondo Social Europeo, para el que se han encuestado a unas 9.000 personas en toda España, de entre los que en un año determinado realizaron cursos, para ver cómo ha evolucionado después su biografía laboral. Para algunos investigadores los resultados parecían decepcionantes; pues, por ceñirnos al caso de Extremadura, el 82% de los que siguieron cursos seguían, o estaban de nuevo en paro, dos años después. Y en los pocos casos en que habían obtenido empleo éste tenía un nivel muy precario. Sin embargo, yo he defendido en mis conclusiones una actitud claramente positiva hacia los mismos. Tengamos en cuenta que, fundamentalmente, los usuarios de los cursos habían sido mayoritariamente mujeres, residentes fuera de las tres capitales y con un bajo nivel de formación. Aún asumiendo -porque esa conclusión resultaba ineludible, a la vista de los datos- su escasa utilidad en relación a la integración inmediata en el mercado de trabajo, esto es a la resolución del paro, sin embargo los cursos han sido de gran utilidad para permitir a un colectivo social -y no sólo laboralmente- marginado, como son las mujeres de pequeños municipios y pequeñas ciudades, y de bajo nivel cultural, mejorar su preparación, mejorar su preparación funcional y capacitarlas para la integración en la sociedad. Han salido de sus casas, han hecho relaciones, han obtenido en muchos casos una ayuda económica que les ha permitido sin duda valorizarse en la estructura familiar, y sobre todo han adquirido nuevos conocimientos.
Desgraciadamente los economistas se resisten siempre a cambiar los epígrafes de la Contabilidad Nacional, y por eso este sector no está suficientemente analizado. Pero tiene ya entidad suficiente para que, al igual que la Sanidad, la Educación o la Defensa Nacional, se constituya en una rama específica de la economía y de la Administración. Tiene sus propios especialistas, su propio lenguaje, su terminología, incluso a veces parece que hasta su propio corporativismo latente. Y yo creo, además, que es un sector estable, que va a crecer en el futuro, a medida que se acelere la rotación laboral y sectorial, y que debe extenderse a otros ámbitos; se ha creado una estructura, una capacidad para la animación socio-laboral, un colectivo cualificado para la formación ocupacional que debe aplicarse no tanto, o no únicamente, a la formación para el
empleo,
(...)
Volviendo a nuestro título, el que la generación de empleo dependa de la política económica no quiere decir, sin embargo, que haya que quitar también el término local del título. El desarrollo económico no se decide única y exclusivamente en los grandes centros nacionales o internacionales de decisión, aunque se mantenga la impresión de que esto es así. De hecho, esto sólo viene sucediendo desde muy recientemente, exactamente desde que se impuso la planificación centralizada y tecnocrática propia de la sociedad industrial. La aparición de los planes de desarrollo supuso el definitivo acogotamiento de las ciudades y la exaltación hasta el absurdo de lo que con agudeza Toffler llamó "el código oculto de la civilización industrial"(3): la uniformización, a especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. Desde el debate de Hamilton sobre federalismo/centralismo, en el momento en que se diseñaba la Constitución de los Estados Unidos, pasando por los soviets o el fordismo, hasta los planes de Lopez-Rodó, que no son sino un calco de la planificación francesa, estamos ante un mismo proceso. Y, sin embargo, durante siglos las ciudades han decidido con plena autonomía su política económica. Max Weber decía que la ciudad no se caracteriza únicamente por tener una organización económica, sino también por tener una organización reguladora de la economía, una política económica propia. Tradicionalmente, esta política económica tenía por objeto el "intentar garantizar el abastecimiento regular de alimentos, y mantener la moderación de los precios, así como la estabilidd de la actividad de productores y comerciantes"(4).
Curiosamente fue en los Estados Unidos, el primer país donde los principios de la sociedad industrial se instituyeron y alcanzaron su máxima expresión, donde primero surgieron tanto la crítica como las alternativas al sistema. Si en Inglaterra, la primera nación industrializada, fue donde, en el siglo XIX, primero apareció la crítica del industrialismo más feroz, de la mano de Engels y Marx, bajo la forma de crítica de la economía política del capitalismo, y por supuesto también el socialismo como alternativa, es de toda lógica que fuese en los Estados Unidos, máxima expresión en el siglo XX del sistema industrial, donde apareciese la más aguda crítica de este sistema, aunque no fuese teñida del verbalismo seudorevolucionario que ha caracterizado después las expresiones europeas de esta crítica.
Lo que comienza como una preocupación por el tamaño, por los conglomerados, por los monopolios y oligopolios, en suma por el gigantismo, desemboca, en una de sus ramas, en la reivindicación del localismo. Los trabajos de Jacobs, primero sobre el desarrollo de las grandes ciudades, y luego más específicamente sobre la economía de las ciudades, pusieron de manifiesto a finales de los años '60 que, por debajo de ese gran entramado nacional, organizado por los Estados o las grandes corporaciones, las ciudades seguían teniendo, y sobre podo podían tener, una vida económica propia, unas capacidades productivas, en suma, que podían planificar su propio desarrollo económico, como "órganos económicos primarios"(5). Los nuevos utopistas americanos del localismo, muy inspirados en los conceptos de ayuda mutua y de interacción entre campos, fábricas y talleres de Kropotkin, y trasvasados rápidamente a Europa, llegaron a exaltar la autosuficiencia de las ciudades y, en general, de todas las comunidades. Muchos hemos pasado por esa etapa de la exaltación de la autosuficiencia, y en parte seguimos sufriendo los efectos de ese utopismo.
La verdad es que todo esto no era sino la expresión de los problemas y limitaciones del sistema industrial, de los que el propio sistema ha sido cada vez más consciente, a partir sobre todo de la gran crisis de los '70, provocada, en último término, por los efectos de las estrategias de concentración y centralización, en aquel caso de las reservas energéticas. Frente a la exaltación del mercado como principio regulador de la economía, había consciencia también de que, en el fondo, esas grandes corporaciones que se superponen a ciudades, regiones y estados, que centralizan y concentran la riqueza, "obtienen sus beneficios como derivado de su influencia política, a través de exenciones impositivas, subsidios, cuotas de importación o contratos para la defensa, y no por la competencia en el mercado"(6). A ello se uniría la crítica del ecologismo radical de los años '70 (y hablo de radical no en términos del fundamentalismo que caracteriza al radicalismo conservacionista actual, sino en la medida en que ponía de manifiesto la fuerte interrelación entre los presupuestos fundamentales del capitalismo y el industrialismo con la crisis ecológica), que incorporó las posibilidades de la tecnología intermedia y el buen trabajo.
(...)
Sin embargo, los hechos nuevos, la experiencia acumulada en el desarrollo descentralizado, nos permiten invertir el proceso: creo que la clave para empezar a movilizar los recursos y la capacidad de desarrollo es hoy la sustitución de importaciones; si ésta tiene éxito, los productores de bienes iniciarán de forma natural un proceso de exportación, que retroalimentará el proceso.
Por otra parte, la economía ecológica nos ha aportado un concepto fundamental para localizar nuevas áreas de intervención: el concepto de reciclaje, que es algo mucho más amplio que la recuperación de basuras. Toffler propone que "cada vez se acepta más que la creación de riqueza es un proceso circular, cuyos resíduos se reciclan para transformarlos en insumos para el siguiente ciclo de producción. Este método presupone la supervisión informatizada, y unos niveles cada vez más profundos de conocimiento científico y medioambiental"(10). Es, por tanto, más complejo que el voluntarismo ambientalista. Las ciudades grandes y medias cuentan, cada vez más, con nuevos recursos derivados del reciclaje industrial y social. Pero, naturalmente, se necesita una capacidad científica y tecnológica elevada para aprovechar estos recursos potenciales. Conseguir la implicación en estas tareas de los centros públicos de investigación es por ello fundamental.
(...)
En suma, una estrategia de desarrollo local debe basarse en la detección de lo que denominamos vacíos productivos, esto es espacios para la producción de objetos o servicios demandados o demandables por la sociedad local que, o no son satisfechos por el aparato productivo local (el concepto de sustitución de importaciones de Jane Jacobs), o simplemente todavía no han sido implementados en el mercado. Y precisa asimismo de la existencia de una materia prima muy especial: paradas/os emprendedoras/es, con formación apropiada y con una mínima capacidad económica (de inversión o de financiación). Sin la existencia de uno de los dos elementos (vacíos productivos y capital humano) cualquier inversión promocional está destinada al
fracaso. (...)"







Referencia:

Baigorri, A. (1994), "Estrategias de desarrollo local", Jornadas de Desarrollo Local y Promoción de Empleo, Ayuntamiento de Badajoz/Centro de Empleo y Formación Guadiana, Badajoz, 9/XI/94
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8.09.1994

Propuesta para un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas (1994)

Propuesta para el paquete de CV de fracasos. Propuesta para un concurso para la elaboración de un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas, en 1994, al que nos presentamos con un equipo potente, pero que como tantos otros, no obtuvimos. La dura vida de las consultoras independientes.

"(...) Nuestra propues ta plantea en consecuencia un desarrollo del pliego conforme a los objetivos generales del estudio, aportando algún producto complementario que optimize la inversión que va a realizar la Administración en el proyecto.
2.1. El universo a investigar creemos que debe y puede ser la totalidad de los municipios de la región, habida cuenta la escasez de información en este sentido existente en la actuali dad. Ello vendría apoyado, básicamente, por las siguientes razones: a) Según las encuestas municipales que hemos realizado en el marco de otros proyectos, existen en la región al menos 108 municipios en los que existen industrias ubicadas en suelo no urbanizable. En la mayor parte de los casos se trata de industrias aisladas, pero en otros casos se trata de pequeñas áreas industriales de desarrollo espontáneo, no siempre legalizadas pero que en un momento dado pueden constituir el germen de un minipolígono, según las condiciones particulares de cada caso. b) Del mismo modo hemos detectado la presencia de parcelaciones para naves agrícolas (sin incluir polígonos ganaderos), que muy a menudo en otros territorios más dinámicos han sido gérmen de áreas industriales, en al menos 53 municipios de la región. c) La yuxtaposición de una serie de redes, nuevas o renovadas, que en los próximos años van a complejizar territorialmente la región -autovías, líneas ferroviarias de velocidad alta (aunque no de alta velocidad), oleoducto y gaseoducto, fundamentalmente-, ha de generar la aparición de nuevos puntos de interés localizacional para actividades industriales, en ciertos casos en municipios en los que a priori no sería previsible un desarrollo industrial. (...)"

Referencia:
Baigorri, A. (1994), Propuesta para un Estudio sobre suelo industrial y actuaciones públicas, TESYT, Badajoz
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7.17.1994

Regadíos, ecología y desarrollo económico en Extremadura (1994)



Se trata de un texto que preparé a petición de la Cámara de Comercio de Industria de Cáceres, para un volumen  de 'Estudios de Economía Extremeña' correspondiente a 1994. La verdad es que no sé si llegó a publicarse. Resumía y afinaba otros  trabajos previos sobre el  tema. De las conclusiones:


"Si definimos el espacio protegido como aquel fragmento del territorio que contiene elementos ambientales (bien sea un ecosistema completo, una especie endémica en vías de extinción, una masa forestal autóctona importante...) dignos de ser preservados para las generaciones futuras, estamos aplicando una noción estática de la Ecología, y en general de la vida. Por el contrario, la superficie del planeta que hoy conocemos es la consecuencia de millones de cambios climáticos, geológicos y ambientales a lo largo de otros tantos millones de años. Y si en base a la definición propuesta se pretende, con la protección, que el estado que algunos ecosistemas interesantes presentan en un momento dado se preserve, estamos tomando en cierto modo una decisión antiecológica, pues la Ecología implica cambio y mutación permanente. De ahí que, para algunos, el simple proteccionismo esté en cierta manera tan distante ideológicamente del Ecologismo. Este pretende no tanto practicar la arqueología como asegurar a las generaciones futuras que también ellos podrán seguir usando, gozando, y sobre todo haciendo producir, este planeta. En realidad, esa capacidad de producción es la esencia de los espacios protegidos, o a proteger. Salvo quizás las selvas amazónicas y otros territorios despoblados (y aún éstos sólo en parte, pues no conocemos la actividad humana que pudieron soportar hace diez mil años), en el resto de los casos se trata de espacios cuya conformación y estructura ecológica actual responde a las interacciones desarrolladas con las comunidades humanas que los han habitado y explotado durante cientos o miles de años. Unicamente unidades muy concretas como los manglares o los atolones coralinos podrían sustrarse de esta concepción. Hace ya muchos años, antes de que existiésemos los ecologistas, el profesor Monserrat, del Centro de Investigaciones del CSIC en Jaca, demostró que los bosques son el producto de los pueblos que los han habitado, y que han procedido a una progresiva y continuada selección de especies y una ordenación territorial no planificada, en función de sus necesidades ganaderas y forestales. Esencialmente podemos decir lo mismo de la Dehesa. Naturalmete, cuando esos bosques dejan de responder a la función que los ha generado es cuando se transforman en espacios frágiles. Pasan a cumplir una función para la que no han sido diseñados, como puedan ser el ocio y el turismo, y lo más probable es que acaben siendo pasto de las llamas. El nuevo bosque que surja (suponiendo que surja, es decir, que la erosión no acabe con la capa vegetal), cincuenta o cien años más tarde será distinto, y dependerá su conformación del uso y función a que se destine por sus moradores o vecinos.
Lo dicho puede aplicarse a los miles de kilómetros de sotos y vegetación de ribera destruídos en los últimos años en los ríos españoles. Durante siglos han suministrado madera a los pueblos vecinos, caza menor, han protegido de las inundaciones periódicas.
Mientras ello era así, los habitantes de los pueblos vecinos los conservaban, los vigilaban incluso, quedando recuerdo de numerosas ordenanzas municipales de protección de estos espacios altamente productivos y funcionales. Mas la regulación aguas arriba de los ríos, la introducción de otras formas de calefacción, y otros cambios en la civilización, casi los hace innecesarios a los ojos de sus habitantes. Como además eran a menudo espacios insalubres y focos de infección, se apartan de ellos, se quiebra el control social. Llegan quienes se hacen cargo y los reconvierten en choperas, o pasan a ser pasto de turistas y domingueros, que en poco tiempo acaban con ellos.
En suma, cada modelo de producción, cada sistema productivo, además de ser determinado por la infraestructura ecológica, precisa a su vez de una Naturaleza funcionalmente adaptada a sus necesidades. La Naturaleza no es algo externo al Hombre y sus sociedades, sino que se encuentra estrechamente interrelacionada. Y en consecuencia los espacios protegidos, o a proteger, no son sino el fruto de las actividades humanas en su interior. Los espacios que hoy consideramos de interés lo son porque los han conservado sus pobladores. Con usos que, en el periodo histórico en que fueron diseñados, debieron causar un fuerte impacto ambiental; eran lo que ahora llamamos tecnologías punta.
Naturalmente, estamos haciendo un análisis materialista de las cuestiones ecológicas.
Hacer otro tipo de consideraciones es puro romanticismo, apto para las movilizaciones ambientalistas pero inservible para el análisis social.
Partiendo de estas consideraciones, siempre he insistido en que la consideración de espacios protegibles no debe limitarse a los denominados espacios naturales, sino que debe extenderse a todos los espacios que, producidos por la acción humana o por la interacción entre hombre y Naturaleza, se ofrecen hoy como ecosistemas complejos y a la vez frágiles, dignos de ser conservados no sólo por sus valores ecológicos sino por su importante función productiva. Es el caso, en el que siempre he hecho especial hincapié, de las huertas milenarias que ocupan miles de hectáreas de muchos pueblos y ciudades españoles. Quizás habría que considerar todo el territorio como espacio protegido, en unos casos para su conservación, en otros para su transformación y mejora ecológica. 

Y no hay que olvidar que el hombre necesita tanto de unas áreas útiles para la satisfacción de sus necesidades materiales, como de otras, o de todas ellas simultáneamente, para la satisfacción de otro tipo de necesidades del espíritu. El problema del capitalismo es justamente que conduce a los hombres a considerar sólo la función productiva del territorio, y aún ésta únicamente en términos de rentabilidad mercantil. De ahí que el puro conservacionismo conduzca a menudo a callejones sin salida, al olvidar las bases de funcionamiento real de la economía y la sociedad. Sólo la superación de las contradicciones básicas del capitalismo posibilitaria, en este sentido, una auténtica gestión ecológica del territorio (ahí está la clave diferencial entre el conservacionismo y el ecosocialismo), aunque únicamente pueda plantearse en términos de utopía tendencial. Y ubicándonos en un utilitarismo bien entendido, sólo el mantenimiento de la función productiva (entendida no con la simple lógica del beneficio) puede facilitar la auténtica conservación. En este sentido, la relación entre regadío y ecología me ha preocupado especialmente desde hace años (...)"


Texto Completo

Baigorri, A. (1994) Regadíos, ecología y desarrollo económico en Extremadura, Estudios de Economía Extremeña 

6.21.1994

Gabriel Tarde: el Gran Miedo burgués (1994)


Este texto es un documento de trabajo elaborado en 1994 en el marco de algunas lecturas vinculadas a la asignatura Opinión Pública, cuando credencializaba Sociología. En un momento dado pensé en publicarlo como artículo, pero otras ocupaciones lo llevaron al olvido, aunque en 2004 lo recuperé para mi página web, coincidiendo casualmente con el centenario de la muerte de Tarde, con cierta difusión a posteriori.





"Gabriel Tarde es sin duda alguna el primer sociólogo que se ocupa, explícitamente, de la Opinión Pública como un ámbito de estudio propio de la Sociología, o más exactamente -como él mismo apunta repetidamente- de la Psicología Social. Si bien es cierto algunos
filósofos, como Rousseau (una de las muchas bêtes noires de Tarde) se habían ocupado indirectamente del tema, con anterioridad, al construir una teoría de la voluntad general que tiene una estrecha relación con el moderno concepto de opinión pública; así como
algunos de los padres de la Sociología habían especulado sobre los mecanismos de formación de la opinión (especialmente Comte y Tocqueville); a pesar de estos antecedentes, es con Tarde cuando podemos hablar de un intento propiamente dicho de Teoría General de la Opinión Pública.
En su obra La opinión y la multitud(1) (sobre la que basaré mi análisis), Tarde se ocupa de la conceptualización de el público y de la multitud, como formas de asociación.
Desarrolla asimismo una teoría de la formación de la opinión, en la que la conversación y la prensa constituyen los elementos fundamentales. Y plantea un primer intento de aplicación de sus teorías a un aspecto concreto de la realidad social: la delincuencia
organizada y el terrorismo.
No olvidamos que toda la teoría psicosocial de Tarde descansa en buena medida sobre sus Leyes de la imitación, un ensayo publicado en 1890 en el que, siguiendo las teorías de la sugestionabilidad de Charcot, Janet o Liébaut, así como las teorías de la adaptación del darwinismo, apunta ya la hipótesis de que buena parte de la conducta
personal pudiera estar socialmente condicionada, esto es que las actitudes, creencias y reacciones emotivas del individuo son resultado de su crianza social en la primera infancia y en la niñez. No obstante, es preciso señalar expresamente que mi análisis se limita a la obra La opinión y la multitud, y a las temáticas tratadas en esta obra, al no
haberme sido posible el disponer del texto de Las leyes de la imitación.
Cuando se cumplen 100 años, tanto de la muerte de Gabriel Tarde, como de la publicación de la que sin duda es su más perdurable obra, L'opinion et la multtitude, puede ser cuando menos de interés el rescatar algunas de sus principales aportaciones, algunas de las cuales siguen siendo de plena actualidad. "

Referencia:
Baigorri, A. (1994), Gabriel Tarde, el Gran Miedo burgués, Documento de Trabajo 

Enlace 

4.30.1994

La economía verde (1994)

(que lo de circular, una pura redundancia, ya lo llevaba incluido)





"Debemos saludar con alborozo la aparición de un nuevo medio de comunicación, especialmente en una región como la nuestra, semidesértica en estos aspectos. Como decía el viejo Mao, "que se abran cien flores y compitan cien escuelas"; porque ya sean flores de un día, o de toda una vida, todas las flores y escuelas embellecen el mundo. O lo que es lo mismo, dicho en términos occidentales, sólo la información desprejuiciada y el libre debate, abierto a todos sin distinción ideológica, permiten el diseño de políticas apropiadas a la realidad y el progreso social. Si además este nuevo medio está preferentemente dedicado a la economía, merece mayores ánimos, puesto que la aventura es aún más difícil. Sin duda ha de contribuir a extender la cultura empresarial en Extremadura, que falta le hace todavía, especialmente en tiempos de crisis. 
Mi impresión es que, también en esta tierra, se acabaron los pelotazos; ya no cabe amontonar duros en cuatro días, alcoholizando a los jóvenes; se ha terminado el tiempo de pillar los millones de la subvención y correr; ya no va a ser tan fácil conseguir la recalificación semifraudulenta de terrenos, o meterles el pufo a unos cuantos desprevenidos compradores de vivienda... Tal vez haya sido necesario pasar el sarrampión del capitalismo especulativo, para conseguir esa acumulación rápida de capital; desgraciadamente, parece que sigue siendo la única vía para crear una clase empresarial dinámica en las sociedades capitalistas. Así ha ocurrido en Extremadura en los últimos años, pero es tiempo ahora de aplicar ese capital y ese dinamismo en inversiones productivas, es hora de conectar la región con los flujos económicos nacionales e internacionales. Tenemos ya un buen racimo de empresarios, en nuestros pueblos y ciudades, con dinero fresco que deben poner a trabajar en inversiones productivas, creando empleos de futuro. Para ello un espacio de comunicación económica, como el que ahora ve la luz, es fundamental. 
La permanencia de esta revista será no obstante difícil. En mi opinión, su futuro estará asegurado en la medida en que sepa adaptarse a las peculiaridades de la región. En la medida en que evite los pasos de tantos intentos similares surgidos en otras regiones, empeñados en reproducir miméticamente los esquemas de las grandes revistas económicas o financieras de ámbito nacional o internacional. El buen empresario, como el buen científico o el político honesto, ya se mantiene al día de las grandes corrientes e informaciones de ámbito nacional. Lo que sin duda echa en falta es una información actualizada de las posibilidades de inversión local, la difusión de los grandes temas económicos regionales, la puesta en comunicación de las diversas iniciativas de las dos provincias en que para mal sigue dividida la región, y sobre todo el debate de sus problemas fundamentales. Esos deben ser los objetivos de una revista económica que, en Extremadura, se pretenda duradera: que las ideas, recursos y capitales de la región se pongan en contacto. 
¿Por qué hablo, en este ámbito, de una economía verde?. No por cierto porque reivinque una economía para legos, sino porque estimo imprescindible que, en esta región (tarde o temprano hasta la Universidad de Extremadura se terminará enterando), la Economía maneje conceptos como economía de los recursos (economía del agua, de la energía...), economía del medio ambiente (economía del reciclaje, del impacto ambiental...), ordenación del territorio (economía urbana, economía regional), desarrollo sostenible (agroecología, eco-turismo, eco-técnicas...), etc . 
El modelo de desarrollo de Extremadura está ya prácticamente definido (tanto por responder a un proyecto autóctono, como porque la economía-estado, la economía-Europa y la economía-mundo no nos dejan muchos más resquicios) como un modelo blando, basado en los recursos locales, de bajo impacto, descentralizado y deslocalizado. Agricultura y agroindustria (incluyendo la agricultura biológica y la agroindustria artesanal, que han de tener a medio plazo un futuro esplendoroso), turismo (cultural, de salud, ecológico, cinegético...) y servicios innovadores (incluyendo la investigación) van a ser los ejes económicos de esta región. Y todo ello sobre el sustrato de un espacio ambiental (y aquí incluyo tanto a los espacios supuestamente naturales, como a los creados, pueblos y monumentos incluídos, por la mano del hombre) que es a la vez sostén y limitante de todas esas actividades. Tal vez en pocos territorios sea esencial, como lo es en Extremadura, la conservación del medio ambiente rústico y urbano. Es, ahora mismo, nuestra gallina de los huevos de oro. Tal vez sea, incluso, nuestra única gallina.
Esta revista debe ser pues capaz de introducir esa perspectiva ecológica,no por estar a la moda, ni mucho menos por agradarnos a los pocos que intentamos avanzar, en el conocimiento o la planificación, por esa línea. Simplemente porque, en Extremadura, la Economía será ecológica o no será."


Referencia:
Baigorri, A. (1994), "La economía verde", Extremadura Económica, Num. 1, 30/4/1994, pag. 2

1.27.1994

Extractos de Cultura y Personalidad (1994)

A finales de los 80's, abandonada hacía años la opción de terminar las cuatro o cinco (según dónde lo hiciese) asignaturas que me quedaban de Periodismo, decidí "normalizar" mi condición de sociólogo realmente existente, o como habría dicho Suárez, "elevar a la categoría académica de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal". Y se me planteó un dilema porque en Badajoz (donde en 1987 había decidido quedarme a vivir sin horizonte de salida) la única opción era la UNED, con sede en Mérida. Pero eso me obligaba a ir un par de días a la semana a Mérida, a 60 kms, a unas tutorías atendidas por tutores que tenían muchos menos conocimientos que yo (algunos de los tutores ni siquiera eran sociólogos). Pero sobre todo tenía mucho trabajo en la consultora, una niña pequeña y mi mujer también estudiando (Económicas en Badajoz)... No era una opción. 

Pero ví en El País un anuncio de la oferta de Sociología "semipresencial" de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid (la antigua León XIII, uno de los primeros centros de enseñanza de Sociología en España). Me informé y ví que era una opción inigualable: sólo había que ir una vez por trimestre a Madrid, en fin de semana. Se concentraban ahí sesiones con todos los profesores, en las que básicamente se orientaba, se veían dudas (en Estadística y Técnicas era donde más se veía, pues a esa titulación llegaba gente diversa de todo pelaje y origen, todos ya adultos). Pero la asignatura te la preparabas tú en casa. Osea, muy llevadero. Y para comprobarlo, antes de probar convencí a mi socio, que también había abandonado los estudios (en su caso de Sociología en la UCM), para que se matriculase, y así ví que la cosa era viable. Así que él retomó los estudios en 1988, y yo los inicié en 1989. Era como las Universidades on Line de hoy, pero sin Internet. Osea, como la opción que tenemos que dar ahora en las universidades "normales" en las que debemos incluir una opción de evaluación no presencial. 

Algunos de los trabajos de curso que realicé durante esa carrera se han convertido luego en textos, algunos con cierta proyección. Pero los materiales que me preparaba para estudiar, los apuntes que yo mismo me construía de aquellas asignaturas que no se basaban en un libro de texto, no han tenido utilidad posterior. Y es una pena. Las recupero aquí, porque pueden ser de utilidad para otros estudiantes. Entre ellos estaba el "tocho" que prepará en el último curso 1993-94, con casi un centenar de "temas" de materias diversas, pues al terminar había que pasar un examen de grado de la Complutense (aunque el examen se hacía físicamente en la propia León XIII). 

Bueno, pues este texto recoge las notas que tomé, en Word Perfect, de las lecturas con las que había que preparar Cultura y Personalidad. Se llevaba entonces (cuando se leía) que los profesores recopilaran capítulos de libros en tochos de fotocopias que se vendían luego en las fotocopiadoras de las facultades (ahora eso es deliro). Tomás Calvo Buezas era el profesor que preparó los de Cultura y Personalidad (antropología Cultural), y a ellos añadí algunas lecturas extras para completar los temas.

Referencia

Baigorri, A., comp. (1994) Extractos de Cultura y Personalidad, Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid/León XIII

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